�
-0-
Las reediciones no son lo m�s com�n en algunas zonas de la �ltima la literatura argentina.
�
-1-
Acaban de ser reeditados dos excelentes libros de lo que cada tanto es rotulado como ?nueva literatura? o ?joven literatura?. Literatura cuya principal caracter�stica podr�a ser, m�s que lo ?joven? o lo ?nuevo?, que casi nunca es reeditada. As� se rotul� a Nielsen en 1994, cuando se edit� por primera vez Playa quemada, su primer libro de cuentos, y as� a Cucurto cuando se edit� Cosa de negros, en el 2003.
�
Quiz� tendr�a que documentarme mejor para decir -pero no importa, dig�moslo igual- que la reedici�n de Playa quemada es la primera de una serie de reediciones de distinos libros que -haciendo futurolog�a argumentada- durante un tiempo podr�a darse. Y digo esto de Playa quemada porque esta reedici�n difiere cualitativamente de la de Cosa de negros. Porque si �ste otro libro es, s�, literalmente, una reedici�n -y seguramente la fajita editorial que se�ala ?la reedici�n m�s esperada? sea uno de los argumentos m�s obvios-, el caso de Playa quemada reconvierte a la republicaci�n del texto no s�lo en reedici�n sino en rescate.
�
Suena rid�culo, acaso, el rescate de un libro publicado hace reci�n 12 a�os, pero el funcionamiento del campo cultural, atravesado por distintos condicionamientos econ�micos, est� produciendo este fen�meno.
�
-2-
Los que fueron ?j�venes escritores? a principios de la d�cada pasada y publicaron sus primeros libros en las llamadas ?grandes editoriales? -digamos: Alfaguara, Sudamericana, Planeta, casi sin alternativas- pasaron, en su gran mayor�a, pronto al olvido, teniendo que considerarse afortunados si antes de ser olvidados hicieron alg�n paso por las mesas de saldos y encontraron en el azar del |3 x $10| alg�n lector. Los libros que as� se publicaron y no vendieron, son hoy en su mayor�a un enigma en el que, para bien o para mal, algunos se van intentando adentrar en una necesaria revisi�n cr�tica de lo que fue la literatura de los 90. Esta revisi�n -que en el cine es ya todo un r�tulo marketinero, y que en el campo de la poes�a contempor�nea viene acompa�ando su misma existencia desde los fundacionales art�culos/manifiestos de Freidemberg (1995) y Helder-Prieto (1997)-, esta revisi�n, dec�a, se est� dando en estos �ltimos tres o cuatro a�os tambi�n en el campo de la narrativa, que sigue, en varios planos, los pasos de la poes�a. Seminarios varios, mesas de escritores, ciclos en el Centro Cultural Espa�a y en el Rojas, algunos libros, tesis norteamericanas, grupos de lectura, notas period�sticas y art�culos en revistas especializadas se reproducen en estos �ltimos a�os. Para bien, y para mal.
�
No es el mismo el caso de las ?editoriales independientes? o ?peque�as editoriales? -digamos: Beatriz Viterbo, Adriana Hidalgo, Tantalia, o algunas colecciones de Simurg, entre otras- que, reduciendo la necesidad reprodutiva del capital, armaron, durante los �90, cat�logos que constituyen hoy gran parte del mejor fondo editorial del mercado. Estas peque�as empresas editoras -con presencia en general de editores con firma y criterios personales como Contreras, Russo o Sa�tta-, formando cooperativas, en algunos casos, cobr�ndole a autores, en otros, o cargando con los gastos de edici�n ellas mismas, publicaron algunos de los primeros libros de muchos de los que se perfilan hoy, ya con varios vol�menes como argumento, como parte establecida del campo literario argentino. A diferencia de las grandes editoriales que antes mencion�bamos, �stas otras no ten�an la marcada pol�tica de abandono del libro que a tantos lectores nos ahorra plata y no iban a saldo al poco tiempo de salidos de la vidriera de novedades de las librer�as. As�, entonces, por un precio de tapa fijo, los libros se pod�an conseguir, si no en las cadenas concentradas de librer�as, s�, al menos, contactando a las editoriales o a los propios autores, cosa que con los libros de las grandes editoriales, casi nunca.
�
-3-
La primera vez que le� un texto de Nielsen fue a fines del 2003. El libro fue La flor azteca, de la editorial Planeta, que hab�a aparecido, no en saldo en mesas de varias librer�as de Corrientes, sino a $3 o $4 en una mesa de una librer�a de Corrientes. Una de un local muy grande que en el fondo ten�a ofertas del tipo |10 x $7|. Debo haber gastado diez, once pesos esa vez, porque s� que compr� la novela de Nielsen y no pude resistirme a ver qu� hab�a en la mesa del fondo. Ah� compr� -me acuerdo-, tambi�n, Memoria falsa, de Ignacio Apolo, que hab�a salido en el �96, por Atl�ntida. Hab�a dos ejemplares y fueron parte de la oferta |10 x $7| que llev�.
�
Ya no hay tantas ofertas as�. Tan s�lo la librer�a Lucas, de Corrientes tirando para la 9 de julio, sigue teniendo un estante de |10 x $5|. Y ah� tienen poco buen material. Ya casi no pasa. En el enrejado Parque Rivadavia, los domingos, queda apenas alg�n puesto de libros a $1. En la sucursal de Los Cachorros de Rojas y Yerbal, para el 2003, me acuerdo de haber comprado mucho de la colecci�n Biblioteca del Sur de Planeta y de Narrativas argentinas de Sudamericana en la mesa de |6 x $5|. Despu�s pas� a ser de |5 x $5|, de |4 x $5|, y pronto ya no pon�an ah� nada interesante y vend�an a $1,50 libros incomprables, sin siquiera oferta tentadora, nada. Hoy ya no es una librer�a.
�
En aquella mesa del 2003 de |10 x $7| hab�a dos ejemplares de Memoria falsa, ven�a contando. Uno estaba medio sucio, como con polvo entre las p�ginas, el otro, aunque no en lo mejor de s�, ten�a un estado m�s que respetable; los dos con ese aire a libro usado, pero no le�do. Memoria falsa es una novela que hace ingresar a sus p�ginas memoria de la dictadura en clave de una lengua joven para la que la �pica militante de los 70 es un relato escuchado de bocas ajenas. Una novela sobre la dictadura marcada por la mirada de una nueva generaci�n, fundacional en la l�nea que luego contin�an Terranova y, en cine, Albertina Carri con Los Rubios.
�
Un a�o despu�s lo conoc� a Apolo en un ciclo de charlas. Me dijo que no ten�a m�s ejemplares de Memoria falsa: no pod�a creer que yo tuviera dos. Igual, no me dur� mucho. Al tiempo, para un cumplea�os, le regal� el m�s presentable a un amigo. Tal vez deber�a hab�rselo hecho llegar a Apolo, qui�n sabe.
�
Del de Nielsen compr� s�lo un ejemplar. Lo le� y al tiempo se lo prest� a una amiga que no lo consegu�a en librer�as. Claro, era imposible comprarlo ya. Todav�a tengo que pedirle que me lo devuelva.
�
-4-
El libro de Cucurto que reedita Interzona, digo, es, literalmente, una reedici�n. Fue comentario a voces cuando sali�, tanto en revistas especializadas como en suplementos de diarios recibi� elogiosas cr�ticas. Hasta Diego Cousido, el Macedonio de esta revista, como gusta llamarlo Hern�n Sassi, y el propio Sassi, supieron ver, en aquel entonces, uno de los hechos literarios del a�o en el libro. Con el tiempo, se agot� la edici�n de 1.500 ejemplares con la que la editorial Interzona se hab�a lanzado al mercado. Y aunque tambi�n est� publicado en una p�gina en internet, el libro sigue teniendo una demanda activa y la reedici�n -como, insistimos, explicita la fajita que lo acompa�a- se hace por esperada. Es decir: existe a�n una demanda para el libro y la editorial reedita para satisfacerla. El de Cucurto es un buen libro de uno de los mejores poetas que esa cosa indefinible que es la poes�a de los 90. Y aparte, el libro que marca el despegue final de la figura cucurto (1) que acompa�a a sus libros, incluyendo la parodia a s� misma. Cucurto es su propia marca personal y funciona solidariamente con la circulaci�n de sus libros, cargados de una escritura desbocada y feliz. Se entiende, entonces, la reedici�n.
�
El libro de Nielsen que ahora reedita Interzona, digo, no es, literalmente, una reedici�n, sino m�s bien un rescate. Porque si bien puede responder a la demanda de un p�blico seguidor de Nielsen que, por ejemplo, luego de leer el excelente Marvin, quiere y no puede acceder a aquellos primeros cuentos, si bien eso puede existir, el libro de Nielsen aparece m�s bien como una relectura imprescindible que las editoriales est�n empezando a hacer de lo producido en la d�cada pasada.
�
Quiz� el antecedente directo sea la reedici�n -adjunta a un nuevo libro- de Zelarray�n, del propio Cucurto, en la misma Interzona. Libro central en alguna posible organizaci�n de la poes�a de los �90, el rescate de Zelarray�n ven�a sostenido por un doblete facilitador: lo que se editaba era un libro nuevo con un bonus track, por un lado, y Zelarray�n, adem�s de inconseguible, ya era un libro m�tico en el canon po�tico como pocos de la narrativa de los �90 pueden serlo. Tal vez Las islas, de Gamerro, aunque conseguible hasta hace poco, pueda tener ese aura del boca a boca que sostiene la republicaci�n de Zelarray�n. Tal vez El traductor, de Benesdra, si no fuera conseguible todav�a por unos largos $30, podr�a tambi�n entrar en esa categor�a m�tica. Pero El traductor sigue consigui�ndose por Editorial De la Flor y est� en las cadenas de librer�as. Las islas hasta hace poco se consegu�a en alguna librer�a o contactando a Simurg o al propio autor, y en un futuro cercano, igualmente, Norma, que public� La aventura de los bustos de Eva y El secreto y las voces -ambas de la serie que inaugura Las islas- va a reeditarla. Habr�a que pensar si esta reedici�n del libro de Gamerro no es efectivamente tambi�n un rescate.
�
El que seguro es un rescate es el de Nielsen, que por sus historias amorosamente perversas, sus personajes silenciosos frente al mar y sus cosmogon�as sin fin, de arquitecturas enigm�ticas y abismales que perturban la existencia de mundos donde conseguir algo digno es imposible, merec�a ser puesto nuevamente en circulaci�n en estos d�as en que ?los �90? requieren de una reflexi�n m�s sutil que el progre rechazo que liga uno a uno a los 90 con ?el innombrable?.
�
�
Sebasti�n Hernaiz