I
En la contratapa del último libro de poemas de su padre, Francisco, Elvio Gandolfo escribe: "Miro el campo verde, alguna vaca (constatación: hoy se ven desde una ventanilla de ómnibus menos vacas que antaño), y me empiezo a reir(...) Lanzado a una velocidad bastante fija sobre la autopista, no soy sólo yo quien viaja, ni tampoco yo y mis circunstancias, sino yo y un original".
En ese fragmento -que no forma parte de Ómnibus, pero que bien podría hacerlo- se encuentran ya los ejes que atraviesan el nuevo libro que, como aquel, publica ahora la editorial Interzona: el viaje como eje de la narración, la observación del paisaje, la construcción de una mirada, la constatación de ciertos cambios -que son paisaje, pero también economía, hábitos, política y vida cotidiana-, la experiencia del viaje de un sujeto, la vivencia de las circunstancias de ese sujeto, ese sujeto como parte de un modo de sociedad dado, y la relación de ese sujeto con los textos.
II
Ómnibus es un "diario de viaje", el diario de un viaje repetido, con distintas frecuencias, a lo largo de algunos años, entre Buenos Aires y Rosario. Es un trabajo de escritura y percepción que se vuelve pronto reflexivo sobre sí, rompiendo los límites del que fuera, en un principio, su proyecto. Si desde su inicio el texto se ve como proyecto de libro, el libro que se produce modifica, a su vez, aquel proyecto surgido en algún viaje: "alguna vez tengo que escribir algo sobre estos viajes en ómnibus" se dice que se pensó primero, para pasar luego a percibir que "ahora, cada vez que voy o vuelvo, que recorro el mismo tramo, voy pensando en el libro".
Así, entonces, en este libro, la escritura nacerá de un viaje y estos se entenderán desde la lógica de aquella. Los viajes se mirarán desde el prisma de la escritura: se leerán las rutas, las líneas de pavimento tendrán su pulso, ritmo y puntuación, y los autos, desde su particular punto de vista, escribirán textos en los que los ómnibus y los camiones pueden ser los protagonistas. Eso, por un lado. Y por el otro, la escritura se contamina de la lógica del viaje: los personajes son "literalmente pasajeros", se "va" y "vuelve" de un tema a otro, se escribe "por impulso". En este texto, un texto es "el discurrir sobre la línea recta de la ruta" y "las líneas de pavimento cruzan la pantalla apaisada de la realidad como un trazo nítido".
III
Como apéndice del libro aparece repuesto un artículo de George Perec que, se aclara, "fue el impulso para escribir Ómnibus". En ese artículo, Perec se pregunta "¿Cómo dar cuenta de lo que ocurre cada día y vuelve a ocurrir cada día, lo banal, lo cotidiano, lo evidente, lo común, lo ordinario, lo infra-ordinario, el ruido de fondo, lo habitual? ¿Cómo interrogarlo? ¿Cómo describirlo?". El texto de Gandolfo es un intento de respuesta en el que se narran el cotidiano viajar, los ordinarios paisajes y sus tenues cambios, dejando escuchar siempre el ruido de fondo, tanto de los viajes, como de la instancia de escritura, que lejos de escindirse, se resignifican constantemente la una a la otra: el texto es viaje, el viaje es texto. Uno genera al otro, y cuando uno termine, terminan los dos: "me di cuenta de que el viaje doble -ómnibus/libro- terminaba".
Pero este narrar el cotidiano viajar, los ordinarios paisajes y sus cambios, genera, en seguida, un desafío textual que es el que subyace a la pregunta de Perec, y que el narrador del libro plantea pronto: "uno de los temas que más me preocupaban por adelantado era ese: cómo diablos poder poner en palabras escritas lo que siento con el paisaje que pasa más allá de la ventanilla". Un viejo tema, literatura y realidad: y con ustedes, las mediaciones. Y en este sentido, en la construcción de mediaciones como modo de resolver el desafío textual esbozado, es que cobra fuerza la estrategia de escritura que trabaja Ómnibus, que encontrará un pariente cercano en una antigua labor: la del copista medieval. Me explico: la creación del prisma viaje/escritura que ilumina tanto al viajar (poniéndolo en términos de texto) como al texto (poniéndolo en términos de viaje) facilita los movimientos de una serie a la otra, permitiéndose así, entonces, poder entablar entre una y otra la lógica de la cita. Porque el viaje y la escritura son, los dos, textos, y los dos, realidad.
En contra de "la distancia arbitraria entre lo dicho y lo actuado como prebenda" (la definición de la violencia del poder que atraviesa al texto), el narrador de Ómnibus, para decir el viaje, necesita decir la escritura del decir el viaje. Eso genera un movimiento textual que se enlaza con el modo de representar al viaje como escritura; y el viaje, entonces, en tanto representado como escritura, puede ser cita textual de la escritura autorreflexiva: "(los ómnibus) que he citado con frecuencia", "la tantas veces citada Empresa Argentina".
De este modo, si la representación de los viajes es el problema a resolver, la estrategia del libro será ponerlo en términos de una acompasada y autorreflexiva escritura que, sin caer nunca en guiños teóricos o juegos metatextuales estériles, se permite hacer citas desde ese texto-otro. La instancia de escritura del libro que se esboza constantemente en el propio libro, entonces, no aparece como otra cosa que la instancia de trabajo del copista: nunca se escribe en el ómnibus ("sonrío mientras escribo, obviamente no en el ómnibus"), sino que se está en un escritorio o mesa copiando citas del texto-viaje al texto-libro. Y por eso: en los viajes no se "toman notas" -pasando lo no-textual a lo textual-, sino que se "sostiene el apunte" -viendo a lo no-textual desde lo textual: lo real del texto, lo textual de la realidad, ahí la apuesta. Durante el viaje, la mirada del narrador es "doble: (está) lo que veo u oigo, y lo que escribiría". De esta manera, el viaje se ha tornado texto del que se extraen las cuidadas citas con que el copista hace su trabajo.
El paisaje, lo cotidiano, "lo que ocurre cada día y vuelve a ocurrir cada día", lo que se representa desde esta particular estrategia textual, de esta forma, se evidencia construido -vía encuadres, recortes, puntos de vista, etc- de un modo siempre artificial, aunque no por eso menos real, ya que los viajes han sido ya sutilmente textualizados. Así, estará el paisaje que se crea desde los autos, con esa mirada al ras del piso y la libertad del volantazo; estará el que se ve desde la altura de un segundo piso, tranquilo mientras un choffer conduce, en los ómnibus; y estará el preferido del narrador: "El encuadre que hace la ventanita (del baño del ómnibus) del paisaje es una especie de superpanorámica en movimiento, de supercinemascope", encuadre que le permite, en simultáneo, un modo de narrar la experiencia del viaje y la percepción del paisaje, al tiempo que esbozar una teoría de la literatura: "lo que hace cualquier poeta es tratar de expresar, de fijar parte de aquello que yo veía por la ventanilla".
IV
El libro es escritura de viajes, escritura como viajes, y escritura en el tiempo: no sólo por los movimientos disgresivos que reaparecen constantemente llevando la narración desde el presente de la escritura hasta 50 años atrás, a la infancia del narrador, sino también por la propia condición de la escritura dilatada del libro: se van fechando los capítulos ("ha pasado más de un año desde que escribí el anterior capítulo", "digamos que empecé a escribir sobre los ómnibus hace dos años, dos años y medio", etc) y varios años pasan entre que se comienza y que se termina de escribir. Desde la lectura de la nota de Perec hasta "diciembre del 2000", fecha que se pone al final del texto.
Es en este discurrir de la escritura, el tiempo y el espacio, que la narración hace su recorrido atravesándose de distintas "constataciones" sobre la literatura, el cine, la televisión, el periodismo, la adolescencia en los 60 y en los 90, los efectos del paso del tiempo, la economía política local, los modos de la sociedad y los cambios culturales de las últimas décadas, lo que va conformando un "englobador marco general" que, como un viejo topo, siempre está ahí y cada tanto sale a la superficie, reapareciendo en el relato.
Como el propio texto señala sobre sí, la escritura de Ómnibus no es metáfora, símbolo o excusa para hablar de esa otra cosa que "la engloba", pero es propiedad de la efectividad de la estrategia narrativa el hablar también de otra cosa, de ese "tema general, amplio, que lo rodea".
IV bis.
Este diario de viaje se distancia de los diarios o crónicas de viaje (Martín Caparrós, Matilde Sánchez) que se centran en los puntos finales de los recorridos, que aceptan los destinos como eje de su narrar, y obliteran en tanto "tiempo perdido, fastidio considerable" los lapsos dedicados al viaje. En Ómnibus la narración nace del planteo del viaje como "experiencia densa, cargada", que no necesita caer en la postal del destino para trabajar la palabra. Pero esta "experiencia", a su vez, entre viajes y escrituras, irá cargándose de sentidos que el libro constata. Así, si primero se pasó de la burocracia del viaje a la experiencia del viaje, luego se pasa de considerar su experiencia como excepcional, para entenderla como enmarcada en aquel tema general, amplio, que se sostiene como ruido de fondo inevitable. Así, ese viajar entre ciudades que hace al hombre ave migratoria, ese viaje constante entre Rosario y Buenos Aires que se vio al principio como de un "módico aventurero solitario", se reconoce, llegando al final del texto, como una "circunstancia muy general", propia de los cambios que se suceden en el tiempo en que se extiende la escritura del libro. De este modo, la narración de lo cotidiano -los semanales viajes por trabajo del narrador- se resignifican a la luz de su inscripción en ese "marco general" y permiten la narración del otro: "Los sueños casi han desaparecido en mi vida, y sospecho que por lo menos han disminuido en la vida de los demás".
V
"¿Cómo dar cuenta de lo que ocurre cada día y vuelve a ocurrir cada día?" se preguntaba Perec, y Gandolfo contesta con su fina prosa. Y contesta "dando cuenta", pero, a su vez, retrucando: no hay días sin día, pero tampoco día sin días. En ese doble movimiento, contestar y retrucar, reside la eficacia de la estrategia textual que despliega el libro.
Sebastián Hernaiz