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?Esto viene a ser lo que hacen los seres humanos: convertir objetos en gente y convertir a la gente en objetos?
�xodo.
Chuck Palahniuk.
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Un par de zapatillas.
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Frente a m�, apoyadas sobre la mesa, hay unas zapatillas viejas.
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Las miro. Son s�lo un par de zapatillas viejas. Rotas. Color bord�.
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Tomo mate. Fumo. Intento escribir algo.
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Miro las zapatillas.
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Son solo un par de viejas zapatillas. Basura. Que por alguna raz�n, en su momento, me negu� a ponerlas en una bolsa y dejarlas en la vereda para que se las lleve el basurero. Hace a�os que estas zapatillas, una tarde, en lugar de tirarlas a la basura, como se hace con las cosas que ya no sirven para nada, las puse en una caja y las guard� en el placard.
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Alguna vez estas zapatillas fueron nuevas. Eso fue en los 90�. Hace mucho, mucho tiempo. Hace una eternidad. O quiz�, apenas, un parpadear de ojos.
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Alg�n d�a yo al igual que estas zapatillas viejas ser� un objeto viejo. Mudo. Que alguien guardar� en una caja. O tirar� a la basura.
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Pero hubo un tiempo en que esas zapatillas fueron nuevas y yo joven. Y me canse de usarlas.
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Esas zapatillas y yo caminamos muchas calles. Madrugadas de borrachos. Tardes negras. Amaneceres frente al mar.
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Con esas zapatillas he ido al encuentro del amor. A fiestas, a recitales. A tomar mate con un amigo. A lo de mi dealer. A comprar libros a Corrientes. A tomar colectivos y trenes y subtes que ya no s� a d�nde me llevaban.
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Con esas zapatillas seguramente tambi�n camin� sin rumbo. Aplast� un mill�n y medio de colillas de cigarrillos. Hice colas para pedir trabajo. Y fui al cine. E hice una revista. Y llor�. Y busqu�. Y encontr�. Y perd�. Los d�as y las noches en las que era joven y calzada de esas viejas zapatillas, que adoraba, sal�a a buscar y a encontrar y a perder lo mismo que hoy. Qu�.
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No s�. Supongo que un amigo, o el amor, o drogas, o cigarrillos, o no trabajar, o boludear, o un libro, o una fiesta, o un pantal�n, o calamares, o un disco, o un bar, o un cuarto de bizcochitos de grasa. Algo. No s� bien qu�. Por ejemplo, alguna vez, necesit� un par de zapatillas nuevas. Las busqu� y las encontr�. Son �stas. Estas zapatillas viejas que por alguna raz�n me resisto a tirar a la basura y las guardo en una caja en el placard.
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Creo que esas zapatillas me quedaban geniales. Divinas. Eran c�modas. Me encantaba su color. Bord�.
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Creo que con esas zapatillas conoc� personas geniales y lugares inolvidables. Viv� d�as oscuros y tambi�n momentos luminosos.
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Pero las cosas tienden a deteriorarse. A estropearse. Se rompen. Y un d�a se mueren. Le pasa a un buen par de zapatillas. Les pasa a las personas. Le pasa a todo el mundo y a todo lo que en �l hay.
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Afuera el d�a es gris. Hace fr�o. Es mi d�a franco. Y tengo frente a m� un par de zapatillas viejas que por alguna raz�n en vez de tirar a la basura las guardo como testigo mudo de mi vida. Como algo que en su silencio da cuenta de un per�odo de mi vida. De sus claroscuros.
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Son s�lo un par de zapatillas viejas.
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En el interior de las leng�etas de las zapatillas hay una etiqueta cosida. Dice: MADE IN THAILAND. Dice: FABRIQUE EN THAILANDE. Dice: 970305. Dice: BA. Dice: US 9.5, dice: UK 8.5, dice: EUR 43, dice: CM 27.5. Y debajo hay otra serie de n�meros.
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No s� por qu� conservo estas zapatillas viejas que no sirven para nada. Quiz� porque las quise mucho. Quiz� porque una tarde, un jueves como hoy, desde un colectivo, yendo al bar El Mirador, en San Telmo, para una reuni�n editorial de la revista Vestite y Andate, vi un afiche pegado a una pared que me llam� la atenci�n. Dec�a algo as� como que hab�a que boicotear a la empresa Nike porque empleaba mano de obra esclava infantil para producir sus zapatillas.
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No s� bien por qu� guardo en una caja un viejo par de zapatillas Nike hechas en Tailandia, durante los 90�, por manos esclavas.
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Lo cierto, es que est�n ah�, sobre la mesa, frente a m�. Y las miro. Rotas. Mudas. Apenas son un pedazo de lona, goma, hilos y pegamento. Y la inutilidad de su raz�n de ser y de seguir siendo cuando ya no sirven para nada, me interroga.
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Las miro. Son s�lo un par de zapatillas viejas Nike. No dicen nada. Son un objeto. Mudo. Inocente. Sin embargo, en los m�rgenes de su silencio puedo atisbar im�genes borrosas de mi existencia y el mundo en el que ella ha sido posible.
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No s� por qu� conservo esas zapatillas Nike. No es porque las quise, porque con ellas alguna vez, quiz�, c�mo saberlo ya, fui feliz. Tampoco porque son testigos mudos de formas siniestras y horribles de existencias que dan los seres humanos a otros seres humanos.
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No s� por qu� las conservo. Pero ah� est�n. Y seguir�n estando, en mi placard. Rotas. Viejas. In�tiles. Incomprensibles. Como toda vida.
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Elsa Kalish
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