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columna mensual

Las chicas de Letras se masturban así V (*)

Elsa Kalish

 

 

 

 

“En la mujer, el cáncer de mama es el más frecuente y por año se diagnostican un millón de casos en el mundo. En Argentina, a lo largo de la vida, 1 cada 9 mujeres puede estar afectada por esta enfermedad. Sin embargo, detectada precozmente, es curable en un altísimo porcentaje.
La información es el primer paso de la prevención. Informate. Comenzá con el Autoexamen de Mamas.”
Revista AVON, campaña 5/2005

“Eso es lo que le pedimos a las grandes plumas en Argentina: un poco de lucidez”
Mi tía, la “gorda” Quiroga, en El refugio (ex de la cultura)

“¿Mirtha Legrand debe volver a la tele o quedarse en su casa cuidando a su bisnieta?”
Marcelo Polino, en Quién es quien

“Cuando alguna ostenta por reacción su impudor o libertad, se destaca tan neta de las demás que acentúa precisamente la abismal distancia que hay entre la excepción de la mujer que se da y la norma de las que no se dejan tocar con la mirada siquiera. Ellas trabajan, pobrecitas, para lucimiento de las otras.”
Ezequiel Martínez Estrada, en La cabeza de Goliat.

 

I

No se me ocurre nada.

En realidad, ideas tengo, lo que me falta es tiempo y dinero. Y cuando no hay tiempo y dinero ya se sabe qué pasa: la falta de tiempo y dinero se vuelve una máquina de picar carne.

 

II

Los otros días escuché a Alejandra Pradon –con la cual, se me antoja, Alberto Laiseca podría escribir una novela en la cual ella podría ser una suerte de gaucho x-men al mando de una patrulla de gauchos desertores y perversos que van por la pampa destruyendo todo lo que se cruza en su camino, algo así como Meridiano de sangre, esa perlita de la novelística norteamericana, pero en clave laisecana– decir algo muy sabio: “hay más tiempo que vida”.

 

III

No se me ocurre nada.

Así que lo que sigue a continuación son apenas los restos del vacío rabioso de una conciencia desbastada del conurbano bonaerense.

Antes de continuar, me gustaría recomendar dos ensayos, en los que, a diferencia de estas líneas prolijamente peinadas y trasnochadas, encuentro un uso de las palabras y del saber que esas palabras convocan que envidio, con una envidia propia de una chica de Puig pero reelaborada por Chiche Duhalde para un final de mister Rosa.

El primero de los ensayos es Territorios del presente, En la isla urbana(1), de la china Ludmer, que se puede leer en Confines N15. ¿Qué quieren que les diga de esta conchuda de letras? Que lee como la puta madre.

El segundo ensayo es La curva pornográfica, El sufrimiento sin sentido y la tecnología, de Christian Ferrer, y se consigue en Artefacto #5. ¿Y de Christian qué decir? Que su pluma es una mezcla de Ernst Jünger y Ezequiel Martínez Estrada, y que nadie, que hoy por hoy, le interese la filosofía, debería privarse de ir como oyente a sus clases en la facultad de oligofrénicos de la comunicación de la UBA.

Así que las boludas de letras y aledaños que decidan seguir leyendo mi columna en vez de ir a leer a Christian y a china, después no me manden mails reprochándome la mierda que escribo, porque “yo” les avisé en qué boliche parar si lo que buscan es bailar con la más linda.

 

IV

No se me ocurre nada.

En realidad, la columna de este mes, es la tercera vez que la escribo. Como sé que esta vez va a salir tan mal o peor que las anteriores, me voy a limitar a exponer dos ideas que me queman, como pueda, y nada, eso, que la historia me juzgue, si primero me puede agarrar, acá, en José León Suárez, donde la espero a esa hija de puta.

 

V

¡Estoy indignada! Como podría estarlo mi tía Marta porque un perro le hizo caca en la puerta de su casa.

Resulta que hace unas semanas atrás pasé a la madrugada por el cumple de “el pelado” Martín Yuchak y lo encontré a mi ex novio y me contó que se están por editar los Pasajes completos de Walter Benjamin. Una, como chica de letras que es, frente a esta noticia, aunque no sea una erudita de Walter, como Martincito K(2), no puede menos que excitarse -¡qué piradas que estamos!- y ponerse contenta. Pero momento, porque de dos plumazos les tiro la libido al carajo.

¿Cuánto va a salir el libro? ¿50$? Frío, frío. ¿150$? Frío, frío. ¿200 y pico? Mmmmmm. ¡500! Y parece que hay un librero que va a traer de España un toco y los va a vender a la módica suma de 420$ y a pagar hasta en tres cuotas.

Frente a esta rial-idad(3), a mí, se me ocurre una sola idea: ¡los españoles son unos hijos-de-puta!

Para colmo el libro hace ya varios años fue traducido al inglés, en edición pocket y a un precio accesible. Y si no recuerdo mal en alguna clase de Silvita Delfino lo vi. Pero claro, una que no maneja idiomas como el cráneo de la Delfino, tiene que depender de ediciones españolas mal traducidas y carísimas.

Yo gano 500$ por mes, ayudo en mi casa, y si mi vieja no me bancara y tuviera que vivir sólo de mi sueldo en este momento estaría parando en un rancho de villa Corea o La Rana, con lo cual, el libro de Walter, gracias a los gallegos putos, y a la inexistencia total de políticas que protejan y fomenten la industria editorial local y la circulación del libro, me es inaccesible.

 

VI

Quisiera decir algo más de estos gallegos que me tienen indignada. Desde hace cuatro años leo casi sólo literatura argentina de saldo o de usados y algo, casi nada, de literatura latinoamericana y norteamericana –que me encanta. ¿Por qué? Porque no aguanto las pésimas traducciones españolas.

¿En qué lengua traducen los españoles? Porque eso que ellos llaman español es cualquier cosa menos español.

Hace tiempo que mi amigo el poeta Darío Steimberg me venía jodiendo con Michel Houellebecq. “Leélo, es de lo mejor que se está escribiendo hoy”, me insistía el bombón de Darío, y “yo” siempre le respondía, sí, sí, algún día. Y los otros días pasé por la librería de usados El Banquete, y encontré Plataforma, editado por Anagrama en la edición amarilla –no la de bolsillo– a sólo 12$ y lo compré. Mientras volvía en el tren Mitre, parada, apretada, al vacío, como una sardina en lata -¡otros hijos de puta los de TBA!-, me las arreglé para ojear las primeras líneas. Les copio las líneas del segundo párrafo para que entiendan de qué hablo:

“Delante del ataúd del viejo, me vinieron a la cabeza ideas desagradables. El muy cabrón había disfrutado de la vida; se las había apañado de puta madre. “Tuviste críos, imbécil...” , me dije con mucho ardor. “Metiste esa gran polla en el coño de mi madre””

Como canta el “niño” Rafael: ¡Es-cán-da-lo / es un escándalo / es-cán-da-lo...!

 

VII

El que la vio clarísima esta relación enferma con los españoles es mi Schrek punk, el corazón de mis tinieblas, Fogwill, en 1990:

“En la presentación –habla de la presentación en el ICI de la novela El divino convertible, de Sergio Bizzio– procuré intercalar la celebración del autor y la obra con algunas reflexiones sobre los nuevos vínculos que en esta primera etapa de la Revolución Productiva comienzan a tramarse entre los escritores y las corporaciones empresarias por vías de la creciente intervención de fundaciones y agencias diplomáticas en la distribución de la cultura. Del ICI de la calle Florida destaqué la mirada –sonriente, irónica– que desde su pequeño retrato, cerca de la salida, emitía Juan Carlos Borbón sobre las nucas y las espaldas del público asistente. El origen divino que reivindica la institución monárquica me remitió al titulo del libro. Pero la fecha del evento –7 de noviembre– me impulsó a referirme cómo los intereses hispanos, que desde ese mismo día comenzaban a monopolizar nuestras comunicaciones telefónicas, ya venían contando prácticamente con el monopolio de nuestras comunicaciones aeronáuticas y de nuestra provisión de libros y estaban disputando con éxito, contra la confitería Clásica y Moderna de la avenida Callao, el monopolio de los medios –o ámbitos– de la comunicación directa entre autores y público...”

 

VIII

Lo otro que quería plantear es una pregunta que le hice a Daniel Link vía mail y nunca me respondió. Pero como se me sulfataron las pilas y está por salir el sol, lo dejo para otra ocasión.

Igual, Dany, quiero decirte que los otros días te vi en el kiosquito de al lado de Platón. Entre vos y yo, esperando para comprar, estaba Luis Alberto Romero, que a mÍ me hace acordar al “gordo lagrimita” del cuento El pibe barulo, de Lamborghini. Obvio que seguís siendo un bombonazo. Pero te tengo que advertir que te cuides y pares con las botellitas de Coca-Cola y los alfajores Terrabusi de chocolate, porque si bien estabas vestido impecable, salvo esa remerita amarilla que hace un par de años cuando cursé con vos ya la tenías -¿qué es eso de preparar un nuevo programa para la cursada y no renovar el vestuario?-, te noté muy ojeroso y panzón, y si no te metÉs ya en un gimnasio, a tu edad, puede significar el principio del fin.

Como ya estoy entrando en cortocircuito, dejo la pregunta pendiente y veo como cierro este mamarracho.

 

IV

No se me ocurre nada.

Y como ya dije, mal, a medias, pero algo dije, de todo lo que tenía que decir, me voy a dar una ducha, ponerme crema de noche-reveladora Amodil, en la cara y el cuello, otra crema, ésta, de ordeñe, para las partes sensibles de la piel de mi cuerpo, y ahora, me clavo un Lexotanil, me acuesto a dormir, con un camisoncito rosa, sin corpiño, solita, y, mientras, me duermo, vienen a mí, restos, fósiles, sin por qué, de un asalto, con Coca-Cola y papas fritas, con un sistema de luces caseras, precarias, rojas, amarillas, azules, y las caras de chicas y chicos, que ahora deben ser cadáveres, que circulan, reproducen, plusvalía, miseria, hijos, estupidez, traiciones inconfesables, deudas, y muerte, pero que, en esa noche, en aquel mundo, que ahora vuelve a mí, dejándome un sabor salado en la boca, que es dulce, en su dolor ausente, que es triste, en los fulgores de este simulacro, y que, sólo puede ser, ahí, justo ahí, como acto, presente, que retorna de lo que nunca fui, pero que, ahora, ya nunca dejará de ser, en el olvido, de las palabras, que tejen, alucinadas, como costureritas, polacas, del conurbano, y peronistas, un tejido, de lodo, sangre, y sueños, del que surjo para desaparecer, por siempre jamás, y los vuelvo a ver a mis compañeros de la primaria, me vuelvo a ver, 11, 12 años, sin hiperinflación, ni cuartelazos, ni nada, eternos, invulnerables, con la muerte, ahí, justo ahí, mirándonos con celosa atención, con una sonrisa irónica en los labios, y sin poder, aun sin poder, convencernos, que aquel mínimo relato, sólo podía ser posible, porque ella nos daba en préstamo, las palabras, que sostienen el esqueleto, de todo posible relato, que es siempre el mismo y diferente, inconfundible y ajeno, a las cenizas del cadáver de todos relatos pasados y futuros, y ahí, justo ahí, los vuelvo a ver, a Rodolfo, Ato, el fideo con tuco Ignacio, Robito, que el viejo lo fajaba y fumaba Marlboro, la gorda Uliota, una de las pocas que creía que Dios existía y no era un reventado, Silvana, Laura, Lisandro, que se pegó un palo con el auto y los gusanos hicieron el resto, y Madonna, The Cure, Soda Stereo, Syndi Loper, The Police, Génesis, y esa canción de los Fabulosos, que tanto nos gustaba, Mi novia se cayo en un pozo ciego, y esa alegría, estúpida, irrecuperable, llena de cicatrices, ahí, ahora, en lo imborrable, que sentíamos, cuando Vicentico, cantaba, no veo nada / no veo un carajo, y nosotros, cantábamos, gritábamos, repetíamos, a los gritos, ¡un carajo!, sintiendo que estábamos haciendo algo prohibido, loco, sagrado, y después la botellita, el semáforo, los lentos, los primeros besos, el roce de un bulto, la vaporosa humedad de la bombachita blanca que pedía desconsolada, histérica, más, por favor, dame un poco más, y nada, ese mundo, que no era nada, y era todo, vuelve, a mí, real, imposible, intentando arañar su mambeado placer vaporoso, en estas palabras, que escribo, y que me escriben, que me hacen, y me deshacen, en esta noche, en este mundo, donde no soy nadie, donde nunca seré nadie, donde, esto aparte, tengo en mí todos los sueños del mundo, acá, en mi cama, sola, mientras Borges me vuelve a contar el cuento de Chuang Tzu, Chuang Tzu soñó que era una mariposa, al despertar no sabía si él soñó que era una mariposa o si la mariposa estaba soñando que era Chuang Tzu, acá, en José León Suárez, say no more.

 

©Elsa Kalish

 

 

NOTAS

(*)Las personas o instituciones citadas en este texto, como lo que se opina sobre ellas, debe ser entendido en el contexto de una operación masturbatoria propia de una chica de Letras. Buscar en esta operación –palabra que, como dice Jorge Panesi, no hay chica de Letras y aledaños que no le guste hacer proliferar– agravios gratuitos sería un despropósito, ya que lo único a lo que se aspira al efectuarla es a encontrar el placer –¿o el goce?– de hablar mal del prójimo para acabar en el texto y sus voces.

(1)Sólo tengo para hacerle una objeción a su ensayo Territorios del presente, que se olvida de leer, incomprensiblemente para mí, dentro de la lógica del aparato de lectura que arma, Vivir afuera, sin duda, y, probablemente, La experiencia sensible, En otro orden de cosas, y Urbana, de Fogwill, que estoy recontenta de habérsela robado a Mondadori – si el botonazo de Rodrigo Fresán lee esto, por favor, que se lo haga llegar a quien corresponda. Y el otro autor que me parece que no está y debería, es Alberto Laiseca, con Las aventuras del profesor Eusebio Filigranatti. Si alguna chica de letras tiene el mail de la china le agradecería que le escriban haciéndole esta observación. Quizá me equivoque, pero, ¿y si no?

(2)Las chicas de Letras a las que le sobre la plata y tengan ganas de divertirse con una performance repleta de sutilezas -que no se veían desde la época de Calabromas-, les recomiendo que se anoten en el taller de escritura que Jacinta Pichimahuida va a dictar en la Boutique del libro. Les pego, a continuación, el anuncio, y fíjense, que en cada oración, como me lo hizo notar un amigo, está rondando el fantasma de la masturbación -no uso paja porque es una palabra demasiado fuerte para vincular con Martincito. Todo esto me lleva a recordar vagamente algo que Esteban Schmidt no se cansaba de decir en Un tiro en la noche: En este país hay más cursos de lo que se te ocurra que industrias, así, cómo carajo se puede pretender salir adelante, si estamos todos ocupados en el currito de dictar cursos o en la pelotudez de ir a cursarlos.

la boutique del libro de san isidro.
chacabuco 459. te: 4 742 12 97

Anuncia la apertura del TALLER LITERARIO a cargo del escritor: MARTIN KOHAN, quien los acompañará y guiará en la búsqueda de su propio estilo, los días miércoles de 17.00 a 19.00 hs o de 19.00 a 21.00 hs.
Las primeras clases Abiertas serán el día miércoles 6 de abril a partir de las 17.00 hs.
COSTO: 70 $ por mes.
Inscribirse en: la boutique del libro de san isidro.
Capacidad limitada.

La escritura y la lectura son dos prácticas solitarias. Escribimos solos y leemos solos, por razones bien evidentes: porque, cuando escribimos, el que luego va a leer todavía no está ahí; y porque, cuando leemos, el que antes escribió ya no está ahí. Estas características de la literatura moderna constituyen, en más de un sentido, una ventaja. Pero aun así hay quienes desean atemperar esa doble soledad, o suprimirla: quieren, por una parte, dar cabida a los otros en su propio proceso de escritura; y quieren, por la otra, ser lectores de un texto en presencia de su autor. Un taller viene a cumplir esa doble función. No es un grupo de expresión personal, ni tampoco es un centro de despacho de consignas. Es un intento gozoso de paliar la definitiva soledad de la literatura.


(3)Este término, la rialidad o rial-idad, lo acuñó mi amigo Gonzalo Basualdo. Es una mezcla del mundo real y del programa de Rial, el cual, no es menos real e imposible que el de una panadería o el de la carrera de Letras. Voy a ver si en futuras entregas puedo elaborar una teoría donde lo que uno puede verificar en los textos desde los 90 para acá no es un retorno a ningún realismo ni nada por el estilo sino una nueva forma donde el texto a partir de ciertas categorías formales construye su verosímil de legibilidad a través de la rial-idad o rialidad.

 

 
 
el interpretador acerca del autor
 
                 

Elsa Kalish

Publicaciones en el interpretador:

Número 9: diciembre 2004 - Las chicas de Letras se masturban así

Número 10: enero 2005 - Las chicas de Letras se masturban así II

Número 11: febrero 2005 - Las chicas de Letras se masturban así III

Número 12: marzo 2005 - Las chicas de Letras se masturban así IV

Número 13: abril 2005 - Tensiones y contenciones: Nielsen, Piglia, Fogwill y demás

 
   
     
 
 
 
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