“¿Vos sabías que los perros no se mueren de cáncer?”
(Mi mamá, en la cocina de casa, mientras tomamos mate.)
“Así es que se confesó plebeyo y homosexual, con lo que manifestó algo que los presentes ni sospechaban: que el humor existe, y que puede ser festivo, vitalmente agresivo, dispuesto a la replica. Pero los presentes nada respondieron porque se sintieron tocados en su ánima. Todos expurgan culpas blandas, de aquellas que se visten con ceremoniales y cinismos de buena fe. Todos fueron otra cosa que lo que son, y creen que son otra cosa que lo que muestran.”
(Tomás Abraham, Viñas de ira)
“Si no tenés maquillaje yo te presto los anteojos”
(Susana Giménez dirigiéndose a Claudia Villafañe que
estaba escondida detrás de un sillón)
“El único amigo de una mujer son sus propios ovarios”
(Una mujer charlando con borrachines y cartoneros
en el kiosco-boliche del paso a nivel de la estación Urquiza)
“Solo la risa de la loca/ cerca del basural más triste/ del barrio más triste/ de la ciudad más triste/ solamente la risa de la loca/ la recurrente e inexpugnable risa de la loca/ acompañaba el parto de las solitarias/ y la tristeza de las solitarias.”
(Fogwill, El efecto de realidad)
“A medida que fueron pasando los años se fue reduciendo en las chicas el tamaño y la calidad”
(Marcelo Polino, Quién es quién)
“Una sola cosa me maravilla más que la estupidez con que la mayoría de los hombres vive su vida: es la inteligencia que hay en esa estupidez.”
(Fernando Pessoa, Libro del desasosiego)
“Me perdí, me perdí...”
(Silvia Hopenhaym, Primeras luces)
“Che, che, che, para un poquito...”
(La Chica Súper Poderosa Sarakey)
“Señora, sepa que yo nunca tuve nada contra usted”
(Chiche dirigiéndose a Mirtha en la entrega de los Marín Fierro)
S/B
Sarlo Beatriz te nombro
Y al nombrarte acuden palabras de vos
Nombres, discusiones, chimentos
Tragedias, políticas, intelectuales
Lugares, posiciones, teorías
Silencios, operaciones, lecturas
Y sobre todo
Incógnitas
Preguntas
Que me hunden
en la abierta oscuridad de mis sentidos.
S/B S/B
Escribir sobre Beatriz es un problema. No para mi tía Marta o mi mamá que lo primero que hacen cuando tienen una Viva a mano es buscar el horóscopo para saber cuáles serán las coordenadas que les deparará su destino astral durante la semana. Tampoco para el 90% de la población. Pero sí para las personas que leen un diario o libro de vez en cuando, van al cine, están al tanto de las actividades del MAL-BA, tienen un currito en el Rojas... o para las Chicas de Letras, claro, oooobvvvio.
Como no tengo respuestas al problema Sarlo Beatriz, lo que haré es simplemente dar cuenta de ciertas incomodidades y ponerlas en relación con otras chicas de letras.
Aparte, quiero dejar constancia que no quiero pegarle a Beatriz, no porque goce de mi respeto como figura pública o intelectual, ni tampoco porque crea que, si le pego, ella no pueda defenderse, sino, simplemente, porque hoy es tan fácil pegarle, ningunearla, que hacerlo sería un acto gratuito, propio de linchadores profesionales del sentido común.
Empecemos con Beatriz y después sigamos con otras conchuditas de letras.
Como todo el mundo sabe –es decir un 10%– Sarlo desde hace un tiempo escribe una columna en Viva. Una columna innecesaria, estúpida, patética. Ya es un lugar común en los pasillos de la tabacalera de Puán 480 encontrarse con alguien y comentarle: “¿leíste la columna de Sarlo del domingo?”, o “la vieja piró mal, se volvió loca, ¿no?” y otras cosas de este orden.
Si bien no apruebo ni descarto estas observaciones, me parece que colocarla a Sarlo en el lugar de una persona senil o pirucha, es no hacerle justicia. Aparte descartar la producción de una persona que se dedica a pensar por el simple hecho de estar loca no me convence, porque si fuera así, qué tendríamos que hacer con Nietzche, ¿borrarlo del itinerario de las ideas de la modernidad, con lo cual se desmoronaría el edificio del pensamiento del siglo XX y el bagullo que resta del XXI?
Hay un par de coordenadas que me llaman la atención. Sarlo renunció a su cátedra Literatura Argentina II en la UBA y al poco tiempo apareció en la Viva escribiendo al lado de Valeria Maza, Jorge Bucay, Rosa Montero, Marcelo Birmajer –una caricatura horrible de Philip Roth– y una palomita de la cual me ocupare más abajo. Es decir, ahí, se puede verificar un movimiento que va de la UBA a Viva, de hacer algo que hacía de maravillas como era ser docente –¡es increíble que haya pelotudos que duden hoy de su capacidad de profesora!– a escribir giladas para el popolo de todos los sentidos comunes que consumen el Diario de la Argentina.
También una podría hacer esta relación: Sarlo en los 70 escribía en la revista Los libros, junto a plumas como la de Oscar del Barco, Héctor Schmucler o Josefina Ludmer, y hoy escribe en Viva junto a plumas como la de Valeria o Bucay que al lado de la de ella parecen Barthes y Foucault.
¿Qué le pasó a Sarlo? ¿Qué le pasa a Sarlo? ¿Estamos locos los argentinos?
Preguntas, preguntas, de las cuales no tengo respuesta.
Pero ya que no tenemos respuestas sigamos con las preguntas.
La gente de Punto de vista qué opinaran de su columna. Martincito K, David Oubiña, Adrián Görelyk y el resto del elenco estable de la revista – del que quedó, del que no se tuvo que ir silbando bajito por la puerta de servicio– que ahora se me borró de la cabeza, o el amor imposible de todas Lupus Anal Sexy Boy o Guillermo Saavedra, esa Victoria Ocampo plebeya a sueldo de españoles, ¿no le dicen: Beatriz, de-ja-te de joder, dejate de escribir estupideces en la Viva que te estás quemando mal?
Bueno, ya que tus compañeros de ruta no te lo dicen, te lo digo yo, parala loca con ese gilada, mira que la estupidez es un camino de ida sin boleto de retorno.
Tengo frente a mí Imágenes de la vida postmoderna, un libro mediocre, pero a diferencia de las columnas de Viva –que también tengo frente a mí en la mesa de la cocina– en ese libro una puede ver una inteligencia puesta en escena para repetir categorías de otros, pero al menos hay una inteligencia operando. En cambio en las columnas lo que una puede verificar con asombro siempre renovado es la carencia total de vida inteligente.
Ahora, hay algo mas, el domingo 19 de junio, Sarlo no sólo publica su habitual columna, sino que, además, escribe un buen texto sobre Saer en el suplemento Cultura de La Nación. No me parece un dato menor, al publico de Viva le escribe giladas, al de La Nación le tira un par de ideas. Cómo es la cosa, según el público es lo que se escribe, a un público exigente se le escribe desde el saber, y a un público semianalfabeto se le escribe estupideces. ¿Y la crítica? ¿Y Bourdieu? ¿Y Barthes? ¿Y Sartre? ¿Y Martínes Estrada? ¿Y Borges? ¿Y Chasman y Chirolita... y la puta madre que los remilparió!
No entiendo. ¿Acaso Sarlo quiere repetir el gesto de Arlt? Pero Sarlo no es Arlt, ni la Viva es el diario La Opinión, ni sus columnas son aguafuertes, ni la Argentina de los años 20 y 30 es la de hoy.
A ver, a ver... ¿y si estuviera leyendo mal y si lo de Sarlo en Viva fuera un chiste de largo aliento, una humorada macedoniana, pura ironía de su figura de ensayista y de intelectual y a partir de ahí estaría haciendo una suerte de fábula cuya moraleja estaría dirigida al raquitismo del pensamiento argentino actual?
En todo lo que escribo acá, lo sé, dejo de lado las posiciones políticas de Sarlo, dentro y fuera de la facu... o ¿no?, no, creo que no. Bueno, qué sé yo, que cada uno lea lo que quiera.
S/B S/B S/B
Ahora vamos a hablar de otro notable cráneo de la fábrica de tabaco Commanders, Croce Marcela.
Croce al igual que Sarlo es una mujer inteligente, culta, que tiene una biblioteca en la cabeza, que no tiene neuronas sino estanterías atiborradas de libros. Y desde una posición radicalmente opuesta a la de Sarlo llega a tocarse con ésta, es decir, a poner todo su saber a girar como trompo sin manija.
Lo que estropea todo lo que dice o escribe a Croce es su falta de ironía, su rabia insoportable, y la falta de parquedad –cosa que Sarlo nunca ha perdido y que más de una vez la ha perdido-. El problema de Croce es que lee todo desde la ideología y si no le cierra, fuerza las cosas para que le cierren.
Un ejemplo. Ella lee en La autopista del sur la tibia ideología de la clase media argentina. Razona así: primero Cortázar plantea en su cuento una suerte de revolución, de utópico socialismo pero al promediar el cuento, como es un niño de la clase media atravesado por la alta cultura siente horror de este fenómeno, entonces resuelve el cuento disolviendo todo para reestablecer el orden establecido.
Bueno, Croce, tu lectura de La autopista del sur está mal. El cuento es perfecto y el final que tiene es el único posible.
Es curioso cómo una mujer que está al lado de los dos hombres a los que se podría señalar como toda la teoría literaria argentina del siglo XX, Nicolás Rosa y David Viñas, lee tan mal. Quizás ese sea el problema. Que su cercanía con ellos, a ella, le jugo en contra, opacó su brillo, que lo tiene, claro.
No hay más que ojear su último libro para darse cuenta que Croce es inteligente y que esa inteligencia la malogra en cada palabra, en cada nota al pie, en cada capítulo de David Viñas - Crítica de la razón polémica.
Una duda. No entiendo la tapa del libro. Para los que no lo han visto se las describo: debajo del título hay una foto, en la cual se puede ver un grupo de policías o soldados con palos o armas largas, en una redacción, donde también hay un hombre sentado frente a varias máquinas de escribir. Policías, máquinas de escribir, un hombre sentado... ¿y qué tiene esto que ver con Viñas? ¿Será una metáfora, donde la máquina de escribir sería Viñas –el intelectual heterodoxo entre Contorno y Dios- y la cana presta a reprimir el imperialismo operando sobre la voz del disidente?
Igual creo que lo que la pierde a Croce es que quiere ser Viñas y lo logra. El problema es que el estilo de Viñas es único, con lo cual si una copia a Viñas no se vuelve otra Viñas sino un chiste mal contado.
Aparte ella tira tiros para todos lados dentro de la UBA y entre ellos muchos a Sarlo y a todo su entorno, lo cual no me parece mal, pero, y del boliche que puso Carlos Heller en la calle Corrientes ¿no tiene nada que decir?
S/B S/B S/B S/B
Llego la hora de hablar de una palomita de letras, de Fabrykant Paloma. Desde que leí la primera nota de Paloma hubo algo que no me cerraba. No entendía cómo una piba de 22 años podía escribir pelotudeces como El calvario de las vacaciones, La tiranía de los calendarios o Adictos al confort, y lo que me parecía más asombroso era que Viva le pagara por eso. Porque después de todo Bucay o Sarlo son Bucay y Sarlo, pero esta piba quién era. Para colmo al final de cada nota se puede leer los años que tiene, que estudia letras y que escribió un libro, sí, sí, sí, escribió un libro palomita intitulado Cómo ser madre de una hija adolescente.
Todo esto me lo aclaró un amiguito al comentarle que no entendía cómo una piba de “nuestra” edad no sólo escribía boludeces sino que además le pagaban –porque no seamos inocentes si bien Viva es una mierda no cualquiera puede llegar ahí.
Bueno, el chiste es el siguiente, palomita es hija de Ana María Shua, por eso escribe ahí. Para los que no la tienen a la Shua, es una escritora argentina que si no hubiera escrito nada hubiera dado lo mismo, claro que Chitarroni no debe opinar lo mismo – Chita para los que no lo tienen es editor de narrativa en Sudamericana y según Silvia Hopenhayn es un estilista notable, ¡si Hopenhayn lo dice, por algo será!
En fin, acá tenemos a otra chica de letras sin rumbo.
Lo más notable de su columna son las fotos que aparecen de ella. Cada seis meses, la foto de la columna que aparece acompañando el título y el copete de la columna cambia. Pero no es que sólo cambia la foto sino ella. Tengo frente a mí tres columnas y en las tres hay tres chicas diferentes con cierto aire de familia. Esta chica se ve que es como Robert de Niro, puede aparecer en una película pelado y gordo y en otra flaco y melenudo, así de versátil es Paloma para las fotos.
Quiero hacer una reflexión final que te sirva, Paloma. Dejate de joder escribiendo estupideces en Viva y escribiendo libros para oligofrénicas cuarentonas fracasadas y mandá al carajo a los contactos de tu vieja. Lo único que lograste hasta ahora es estar en el horno como Sarlo. Lo que se te escapa es que Sarlo a tu edad estaba traduciendo El idiota de la familia de Sartre y escribía en Los libros y después viene Punto de vista y ser una profesora excelente. Si seguís por ese camino vas a terminar en Utilísima Satelital. Ponete las pilas, mandá a todos a la puta que los parió – tenés veintipico, guita, qué más querés- y hacé algo que valga la pena o callate y dedicate a reventarle la guita a tu vieja.
S/B S/B S/B S/B
Habría que ver, acá, qué pasa con Las Chicas de Letras que están en la academia norteamericana. Porque es fácil también pegarle a Sarlo o Croce o Paloma que están acá y una puede seguir sin dificultades todos sus movimientos. ¿Pero Josefina Ludmer o Silvia Molloy? ¿Qué onda?
No lo sé, pero me parece que tenía que nombrarlas a ellas también en relación a Sarlo y plantear la incógnita que me producen estas Chicas de Letras que desde el norte producen libros y ganan buena guita por enseñar allá lo que aprendieron acá, y claro, sin estar en las trincheras infernales del día a día de la realidad argentina –¿había un libro de Frondizi que se llamaba así, no? Aclaro que no me parece mal que enseñen allá, en principio, pero tampoco me parece que eso no sea parte de algo que a mí se me escapa.
S/B S/B S/B S/B S/B S/B
Como se puede apreciar Las Chicas de Letras somos inteligentes y algunas incluso robamos suspiros de peatones. Eso no está en discusión. Lo que sí está en discusión es qué hacemos nosotras con esa inteligencia.
Para terminar quiero ponerme a mí en relación a la constelación de conchuditas de letras que armé.
Yo, a diferencia de todas las que aparecen acá, no laburo en el Estado, ni tengo una mamá con guita y contactos, ni trabajo en una fundación, ni en ningún órgano privado de cultura, ni tengo la beca Guggenheim, ni nada. Laburo en un laburito de mierda en donde gano monedas, no tengo recursos para investigar, ni tiempo para elaborar mis textos con más tiempo que el que le robo a mis escasas horas de ocio. Lo que escribo sale así, se me ocurre algo, lo pienso en el laburito de mierda o viajando en bondis y trenes –ocupo tres horas de mi vida todos lo días en viajar de casa al trabajo y del trabajo a casa– y cuando encuentro un hueco el fin de semana, me siento, y lo que sale, sale.
Lo bueno de no tener que depender de subsidios, ni becas, ni aparatos culturales privados o estatales, es que una dice lo que se le canta sin tener que calcular si a mi empleador lo que diga le puede o no gustar, es decir, afectar a sus intereses, es decir, a su guita. Lo malo es que una no tiene guita, lo cual limita a casi nada el tiempo que se puede permitir para decir algo y pulirlo y lustrarlo y dejarlo hermoso como los futuros que una soñaba cuando era pendejita y creía que el mundo era un lugar lleno de colores.
En fin, Las Chicas de Letras, seamos pobres, ricachonas o de buen pasar, académicas, lúmpenes o chantas, inteligentes o retardadas, corruptas o intelectuales comprometidas, todas, todas, estamos ahí, justo ahí, elaborando discursos que no aciertan a encontrar al objeto que nombran, al deseo que las inquieta, al vacío que las reclama.
Elsa Kalish
NOTAS
(*)Las personas o instituciones citadas en este texto, como lo que se opina sobre ellas, debe ser entendido en el contexto de una operación masturbatoria propia de una chica de Letras. Buscar en esta operación –palabra que, como dice Jorge Panesi, no hay chica de Letras y aledaños que no le guste hacer proliferar– agravios gratuitos sería un despropósito, ya que lo único a lo que se aspira al efectuarla es a encontrar el placer –¿o el goce?– de hablar mal del prójimo para acabar en el texto y sus voces.