el interpretador aguafuertes

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Praia do Sono

In�s de Mendon�a

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Hay unos chicos tocando la guitarra, cantando. Hacen blues. Seremos en total unos veinticinco en una playa de diez cuadras de largo.

Llegamos despu�s de una hora de caminata por el mato. Ellos cantan en ingl�s, pero son brasileros. Tienen su carpeta con canciones, igual que en tantos lugares.

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Los banquitos donde nos sentamos est�n hechos con ca�as atadas sobre troncos. Las chozas son casi todas as� tambi�n. Un hombre viejo se acerca a mirarnos. De pronto el sol se esconde y empiezan a aparecer chiquitos con tablas.

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El mar es furioso y desparejo. Parece bastante peligroso. Hay un aire que te envuelve, suave, y que me pone la piel de gallina.

Los chicos de al lado cantan The Doors.

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Pablo est� adelante, en la arena, mirando en silencio las olas. Agachado sobre s� mismo. Me gustar�a poder pensar algo pero cualquier funci�n est� suspendida. Las cosas alrededor son demasiado persistentes.

Puedo abrir los ojos hasta la mitad porque el agua y las nubes reflejan la luz por todos lados. La arena, tambi�n refleja.

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La trilha por la que vinimos era lodosa y naranja, con paredes verdes a los costados. Esta playa es blanca. Es ancha y calada. Est� cortada en la monta�a que cierra una bah�a verde.

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Ahora vino una familia a mirar. �l tiene barba, ella una mochila ?tambi�n verde? y el nenito lleva un mu�eco en la mano.

La arena se extiende casi hasta el morro. Las palmeras marcan el l�mite en el que la selva empieza a comerse la playa. Est�n los otros �rboles en medio, antes del inicio de la mata. Son �rboles de hoja enorme, copa tupida y poco alta, horizontal.

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Pablo vino de su retiro hasta la mesita. Est� parado del otro lado mientras yo escribo. Lee el libro que me regal� el Pelado sostenido con las manos sobre la mesa. Lee como en un atril. El libro es Los invisibles de Nanni Balestrini. Es imposible que en este momento no guarde respeto al ritmo de Balestrini. Me pregunt� c�mo voy a salir, cu�ndo, de ese ritmo. Lo fuimos leyendo un rato cada uno y yo me lo qued� un tiempo m�s. Antes se lo hab�a prestado a mi viejo. Me alegra mucho hab�rselo prestado, tengo ganas de charlarlo en cuanto Pablo termine. Tambi�n de hablar con el Pelado cuando vuelva a Buenos Aires. �l est� en cada p�gina del libro. Pensaba c�mo lo habr�a entendido �l. �Una derrota? �La derrota? �El desaf�o? �Cu�ntas luchas quedan?

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Al final me fui de la playa pero vuelvo. Tengo fr�o en este momento. No deber�a quedarme en bikini pero me niego a vestirme en un lugar as�. Los chicos de al lado dejaron de tocar. Vinieron sus novias con latas de gaseosa en las manos y se sentaron a charlar. Un perrito ladr� sin levantarse. El mar ruge de un modo impresionante.

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Este lugar se llama ?Praia do Sono?.

Yo creo que sono quiere decir sonido pero no estoy segura. Pablo dec�a que era sue�o, pero no, porque sue�o es sonho, no sono. Aunque podr�a ser ?de sue�o?, La playa del sue�o, y ser�a mucho m�s lindo.

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IdM, mayo 2007

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Im�genes de ilustraci�n:

Margen inferior: Francisco de GoyaTamara Muller, Silent Girls II (detalle).

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