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Al Jefe.
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Y entonces dej� de leer, dej� de leer y me puse a escuchar.
Los violines esos que me sacud�an las orejas, que llenas de polvo hac�a tanto que no usaba. El movimiento superficial de la canci�n, ese ir y venir, ese vaiv�n, bamboleo, baba, mucha baba sobre todo. Y esas piernas que, detr�s de mi libro, habiendo cerrado de una vez el libro, pasaban a la altura de mis rodillas y segu�an el camino de algo que no conoc�a muy bien y sin embargo intu�a. Seguido del cerrar, me ve�a en el sonido y de pronto la voz me dijo qu� hora era, me habl� de la ciudad, de lo alumbrado, del digerir, de la longitud y del comienzo; qu� se yo cu�les son las cosas que sum�s y qu� dec�s cuando habl�s de 2 x 4. De vuelta me est�s trayendo esas miradas, esas frases, la cuesti�n esa de la realidad. Regresame a la canci�n, por favor te pido, que ya cerr� el libro. Acompa�ame un rato m�s, sacame esa milonga infernal que es todo valsecito; arrastrame un rato m�s en tus cuerdas largas, sacale ese tambor, pero che qu� ganas qu� ten�s de decirme c�mo si nada la hora. Otra vez la hora. Otra veces el minutero, el segundero, la temperatura, los llamados interrumpiendo, la otra voz. Esa cadencia. �Qu� te pasa?. �Te olvidaste el rechinar, el caminando, el ir y venir, el vaiv�n, el bamboleo?. �Para qu� est�s trepando?. Te ped� que te callaras, te lo ped� de mil maneras, no paro de ped�rtelo y ahora traes esa otra cosa, ese sonido, esas palabras. Desdobladas y repitiendo las horas, las condiciones t�rmicas, la importancia de ese festival. Y yo, qu� fiestita que me har�a con los ruidos, pero ahora no, ahora no puedo, �no ves la tristeza impresionante que me carcome la cabeza?, �no ves el realismo que acabo de cerrar?. Escribi�ndote no logro nada, los mensajes quedan ah� como en camino de rapto a cruce. Y no s� qui�n te crees que soy, me est�s dejando ac� en el pozo, me est�s viendo, est�s sinti�ndome caer. Ves el cambio, o�s el cambio, est�s relami�ndote en mi pendular. La forma que ten�s de saludarme, de decirme buenas tardes y otra vez la hora. Cre�s que compa��a es arrumbar a los o�dos en el cofre y llenarlo de arena, cre�s que tratando de soplarme vas a escupir un tema entero, una uni�n, un modo nuevo de estar juntos (es todo a lo que lleg�s, aunque rompiendo la pena pueda verse la cara-pez: la luz profunda densa anh�drica en tus ojos). Todo el mundo est� cambiando y s� que trato de entenderlo por estar sentada en el nombre mismo del intento. Lo m�s importante es que segu�s hablando, claro, tu tirada es pensar que no pasa nada m�s que estar ausente. Yo te digo: quiero sacarme de encima esta morri�a, quiero sacarme tu influencia, quiero callar de una vez esa sonata. Rasparme la piel y hacerme da�o. Sino parece que solamente vos pudieses agredirme, y sin darte cuenta, segu�s. Sin darte cuenta, sin tomar consciencia de estas nuevas. No creas m�s nada, no saludes m�s che. Esto es cualquier cosa. Dame violines, dame violas, dame un poco bandone�n. Dame espacio para dejar de replantearme, espacio de acreditarme un descansito. Espacio de valer hojas, de no esperar trompetas, de seguir a No, no te digo nada, no te digo hola, no te necesito, vos no me necesit�s. No me des tu n�mero, no insistas con el tel�fono, no digas ah� s�, ah� estoy, ah� quedo. Compuesto de nada, esto no tiene ning�n componente, no tiene sustancia, rompe todas las f�rmulas de f�sica que conoc�s. No hay osmosis, no hay difusi�n, no hay transmisiones, dejate de hinchar con la insistencia en eso, en las ondas, fibras fren�ticas, patriotismo, desempe�o gigante, designaciones, observaciones de l�neas que trascienden el aire constituido, el dios que lo genera, los ni�itos adentro de la caja. De un modo m�s que lamentable cerraste, uy, que ruido, qu� miedo, qu� silencio. Ahh ahora s�, ahora te entretuviste con algo, realmente es la cisterna lo que oigo, qu� bien me funcionan las orejas, son como carriles aceitados por los que corre una zorra. Van y vienen, arriba y abajo. No, no quiero esperar m�s, en la ruta estamos. Ahora s�, la cosa completa se deshace, sobre mis rodillas el libro todav�a, no sabe, est� cerrado, cerrado y de tapas rosas. Es un cuaderno en realidad pero adentro est� lo que escribiste, esas canciones, ese tufillo de verdad. Sab�s, no te quedes. En silencio mejor andate. Volveme a la cadencia, volveme al estridente, al tenso, a la cuerda de cerdo esa que tiraba antes de mi nariz hacia delante. Zapatos guillermina punta redonda, por encima de baldosas rayaditas, beige, naranjas y amarillas. Porque las dejaron as� despu�s de un quiebre de gas en la zona y un arreglo de acci�n contenidista, en noche de semana y en las bandejas la selecci�n. Uhhh no, otra vez no, otra vez la hora no, no abras m�s enc�as por favor. No edites nada, no aclares que es vuelta, que es viernes, que es tarde, que es sol que se cae, que es buenos aires, que es asesinato, que es sistema, que es un gorila al fin y al cabo. No me hables de la programaci�n de las promesas que hab�a antes de haber cerrado el papeleo.
Muy bien, me entierro, busco no atenderte: voy a llevarlo yo solita. Desde luego que el sacudeo de las letras no me estaba haciendo bien, pero peor me hac�a tu soliloquio interminable. Ahora al menos imagino cerrazones de agudos, raspone�ndome la nuca, cediendo al peso de tuntunes redondos y emparchados, de bajezas audiom�rficas que se me meten hasta el carac�.
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