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Hast�o. Repetici�n. Eso escucho que dicen mis amigos que escuchan. Un murmullo indefinido o una mirada demasiado tan�tica. Lo vengo escuchando y leyendo hace semanas, como denuncia, en medio de discusiones est�ticas y de replanteos identitarios.
Me dijeron que era antigua, que estaba pasada de moda, viviendo de otra �poca. Lo escuch� y me re�, porque ac� estoy en mi pantalla escribiendo todo esto.
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Salimos el viernes a la tarde. Despu�s de una clase, cuatro amigas, tres m�s en una esquina, muchos mensajitos de celular. Algo de emoci�n, como siempre, cuando uno se enfrenta con la sospecha de m�s, con los bombos, con todo el rito. Caminamos.
Vamos yendo. En el tumulto, se corre el rumor de que va a haber quilombo. Demasiados grupos juntos para un mismo pasado. Seguro que hay quilombo. La frase se repite. Los oficialistas contra los no oficialistas. Pero si esta es una marcha "sin costo"- digo. �No era que todos estaban m�s o menos de acuerdo?. �No era para el recuerdo, la conmemoraci�n, la memoria?. La memoria...
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Al final hubo quilombo. No hubo muchas pi�as, pero hubo escena de ruptura en medio del acto, a micr�fono abierto, con toda la tv captando lo que luego ser�a la �nica y repetitiva imagen que pasar durante horas.
Es que memoria tienen los unos y los otros. Cada uno construye su pasado, sus recuerdos. Su emoci�n. Va juntando. Nosotros, ellos, los individuos y los grupos. Parece que nos cuesta mirar para atr�s y nos enfrenta. Al dolor tambi�n.
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Acelerados por llegar, suenan los telef�nos "esto est� hasta las bolas, ap�rense a cruzar la 9 de Julio porque sino no entran.", "d�nde andan, estamos en Per�, mam� est� mareada por la cantidad de gente" "lleg� Lau, nos quedamos de este lado".
Hay, realmente, mucha gente. Y poco espacio para pasar. No importa c�mo, seguimos. El jefe tira su teor�a del Sur. "Hay que enfilar por Diagonal". Cruzar la calle y empujar a las columnas que ya salen. Intentamos por el Cabildo pero la marea nos devuelve al r�o principal. Optamos por la izquierda, las chicas adelante, los brazos en alto, perd�n, permiso,� s�, �llegamos?. A la palmera de la izquierda. Ah� hay otros amigos. En el trayecto me encuentro con mi viejo. Su pelo canoso, a lo Gonz�lez, la mano en la cabeza, apostado contra un �rbol. �Pap�, qu� sorpresa!, S�, ahh, los t�os. No, no, seguimos por ac� porque vamos a la plaza, �ven�s con nosotros? Me aclara que no, que se queda en esa esquina por el tema de la presi�n, y se toca el pecho. Pienso que de card�aco no tiene nada su se�alamiento y que lo que no puede es entrar en la Plaza. A ver si se encuentra con alguien que no ve hace treinta o treinta y dos a�os, o a mi mam�, que est� con su pareja dando vueltas por ah�. O con fotos...
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Vamos recordando mientras hacemos. Queda todo en la retina, en el fondo, en el cerebro, en las manos, y en los pies tambi�n. Para algunos queda cursi, �no?, hablar de lo emotivo, pero nosotros vamos yendo igual, y s�, hay emociones. Qu� cagada que est� con esas vallas sino ser�a mucho m�s impresionante. Pensamiento y emoci�n no est�n divididos en lo que hago. La mam� de Andre. Mi hermana. Mis t�os (incre�ble: no pasaban por ah� desde lo de Alfons�n). Pocos viejos, pens� que iba a haber m�s. Lectura de Walsh. Consignas y r�plicas. Treinta mil detenidos desaparecidos. Presentes. Hoy y siempre. Y las repeticiones, a los gritos, los brazos arriba, dif�cil escaparse de esa vena.
No quiero escaparme.
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A los tumbos, vamos llegando como grupo. Rejuntados. Dispersos alrededor de la palmera. Cada uno vibra con una porci�n de ese relato, con esos relatos. Pero no son solo historias �ntimas, escrituras del yo. Por m�s que tratemos y tratemos de individualizarnos, de ponernos el foco sobre el hombro, de gritar a viva voz �yo soy distinto!, caminando, de arriba, o en la foto, se mezclan las banderas, se mezclan las proclamas y eso, parece, sigue dando mucha bronca. Decir nosotros parece un imposible que nos deja constantemente extra�os.
Pero nosotros est�bamos ah�. �Qui�nes somos?. Ese caminar es parte ya de m�, me constituye tanto como me cuestionan las voces de los otros mientras hablo, aunque ellos no est�n. Est�n.
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Trato de abrir la cabeza y ampliar la mirada, animarme tambi�n a escuchar lo que no quiero. Es diferente salir hoy a escribir sobre el pasado, pensar ad�nde es que queremos asentarnos, reclamar claridades que todav�a no se muestran o imaginar un corte tajante y dar un salto.
Rele� el poema de Terranova El Ignorante y pensaba qu� atractivo era sentarse en la misma silla que �l. Tirar de la cuerda y cagarse en los muertos, aun a sabiendas de que hacerlo es tenerlos en el cuerpo y en la letra para siempre. Es un poema, pero funcion� como declaraci�n, como distancia. Jug� a eso y le sali� bien. Hay que ver qu� verso corta cada uno para entender lo que se dice.
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Entre la cr�tica al recuerdo, hay gritos de bronca todav�a. Indignado: el se�or ese, el rubiecito, de canal 9, el viernes 24 a la noche. "Voy a contarles la verdad de los subversivos". El taxista que me da c�tedra. Mis alumnos de escuela privada que ni tienen idea y se pudren de que alguien les hable otra vez de lo mismo. Mi jefe enfrascado en su postura. Mucho enojo.
Dudas: de mucha gente, dudas. Que s� al feriado, que no al feriado. Que s� a la Esma, que no a la Esma. Que estos son los hijos de puta, que estos otros son los hijos de puta. En la plaza las peleas, en el palco las peleas, en la Avenida las peleas. En la tele solamente las peleas. Se escuchan tambi�n algunas certezas.
Hay que tener est�mago para cuestionar un homenaje. Hay que tener ganas de mirarlo por tv. �A qui�n ser� que estamos haci�ndole el juego?. �Tiene sentido hoy alejarse, seguir siempre siendo el cr�tico, el cuestionador?. Rechazar lo otro que tambi�n se escucha: gritos de alegr�a, encuentros, algunos abrazos.
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Leo que somos una generaci�n distinta. Bueno, claro, muchos tenemos menos de treinta a�os. Es obvio �no?. Ahora bien, �qu� somos?. �Un conjunto de qu�?. Un c�mulo de historias tal vez, de herencia, de pasado. Tambi�n de desencuentros en una coyuntura.
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Escucho voces vivas que todav�a se pelean por las de ayer. Cada uno con un pedazo de historia por sacar. O tapar. Yo tambi�n tengo mi historia. Poco importa a esa historia que hagan o no hagan un museo, porque est� igual ah� -aunque no se hubiese dicho, igual estaba. El dolor estaba, el relato, a susurros, igual estaba. A lo pasado no, pero al futuro s� le cambia c�mo y d�nde se recuerde. Cambia la llegada y el volumen, no as� su intensidad.�
Ahora hay recuerdos que se dicen en voz alta y eso desata tambi�n otra pol�mica. Riesgo de ruido y de molestia. �Qui�n se arroja el derecho de esas voces?. �El Estado?. �Cu�l es el problema del discurso estatal?. �Es una sola voz?. El Estado necesita cerrar, poner r�tulos. En medio, sumados al Estado, muchos buscan cierres. Conclusiones. Condenas, por qu� no. Otros siguen buscando pistas. Aun as�, no hay solo una voz, adentro mismo del Estado, del oficialismo, del partido oficialista hay muchas l�neas que pelean por decir.
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No todo da lo mismo. Uno no se expone -no pone su cuerpo igual- en cualquier cosa. Y mal que nos pese, aun tenemos cuerpo. �Cu�nto pongo en las palabras antes de volverme loca?. �Cu�nto tocamos con el ojo del recuerdo un pasado relatado, rearmado, fragmentario?. �Cu�nto padecemos por no sacarlo a andar?.
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No me da lo mismo vivir en cualquier lado. Me siento parte de este pa�s extra�o, por azar y por opci�n. Eso es raro, suena raro. Alguien me dijo que ten�a un color pol�tico de "nacimiento". Trato de ir sac�ndome esos vestidos bautismales, como la religi�n, que ah� qued�, en el caj�n en que pude meterla. Eso no implica que me resienta, que desoiga, que no mire c�mo vengo. En la pasi�n tambi�n hay condiciones. Y venimos medio golpeados, parece, aunque digamos ser kilometrajes nuevos.
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Como dijo Tiz�n, a este pa�s lo comparto. Pa�s usado. No vino a nuevo.
Con los que mataron y arrasaron. Tambi�n con ellos. Con los que se sienten ajenos a esta marcha, a esta conmemoraci�n y a este repudio. Ellos tienen tambi�n que convivir conmigo. Cuando tenga hijos, ellos tambi�n van a compartir la tierra aunque no les guste. Y sino, se ir�n, a compartir con otros, otros pasados, otros recuerdos y mirar�n atr�s y nos ver�n ac�. Qui�n sabe d�nde estaremos. Hay otras cosas por las que pelearnos hoy, si es que queremos dar pelea. Pero parece que la dictadura sigue d�ndonos que hablar. Y la resistencia, y la b�squeda, y el rechazo. Y esas palabras, que signifiquen cosas nuevas. Hay que volverlas nuevas, aunque cueste. Y lo que hay hoy, lo que traemos y lo que aun no est�.
Tambi�n pensar qu� es lo que queremos recordar, qu� queremos guardarnos en los ojos, poner en los papeles. �Especialistas? �O narradores?. Contar el cuento literario que podemos tambi�n es meternos con qu� es eso del pasado. Con la lengua que sedimenta, la de los usos. La del silencio tambi�n. Y a veces hay que callarse. Porque es mejor o�r.
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Ahora hablamos porque nos convoc� el resonar de este momento. Como olas. Pero la verdad, es que hay que tener ganas de pararse en la vereda de enfrente, hay que tener ganas de sacar hoy la bandera del cinismo, hay que tener ganas de ponerse a criticar. Porque todav�a quedan cosas sobre las que no da lo mismo decir o no decir. Y obviamente: esto no es el pasado. Esto es hoy. Ac�. Entre nosotros.
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In�s de Mendon�a, Buenos Aires, 29 de marzo de 2006
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