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Teatro en Buenos Aires

Sálvese quién pueda

Sobre La omisión de la familia Coleman de Claudio Tolcachir.

por María Bayer

 

 

 

La obra comienza.

Si queremos aprender un nuevo juego de mesa, ya sea ajedrez o strip-ludo, debemos identificar las piezas o fichas, entender algunas reglas, ver cómo son los movimientos y aunque no los dominemos del todo, aceptarlos para poder jugar. De la misma manera, de a poco, nos internamos en la lógica de la familia Coleman. Los vemos moverse, relacionarse, pelearse. Vamos intuyendo quién es quién.

Ya estamos jugando.

Hábilmente, Claudio Tolcachir, autor y director de La omisión..., se toma su tiempo para hacernos entrar en la intimidad de esta casa, familiarizarnos con sus particularidades, aceptar sus extravagancias. Sin embargo, una vez que nos instalamos en esa cotidianeidad, surge algo. Se incorpora un nuevo elemento que nos hace ver con otros ojos todo lo que presenciamos hasta ese momento y también lo que va a venir. Irrumpe el afuera, Verónica, la hija pródiga, y por contraste, redimensiona todo. Si no se trata del famoso distanciamiento brechtiano es porque en la vida hay muchos más tonos grises y mal que mal, la posmodernidad juzga severamente los maniqueísmos. Aun así, brechtianamente, nos deja pensando. Aquello que nos hizo reír hace unos minutos, se vuelve agridulce después.

En el teatro argentino, tenemos momentos ilustres de familias disfuncionales en vías de destrucción. Armando Discépolo aportó varios de los mejores ejemplos, y hasta Roberto Cossa con La nona vuelve sobre el tema. Esa anciana cuya voracidad manda al tacho a todo su grupo familiar bien puede funcionar como un antecedente de La omisión...

La diferencia es que en la obra de Tolcachir, la abuela es quien sostiene material y emocionalmente a toda la familia. Leonarda Coleman es un personaje que sorprende por su humanidad y lucidez. Es, además, quien firma los post del blog de la obra: www.laomisiondelafamiliacoleman.blogspot.com

En rigor, los Coleman son tres: abuela, madre y Marito. Hay más hijos (Verónica, Gaby y Dami) pero tienen otros apellidos. Memé, la madre, llegó a la edad adulta eludiendo toda responsabilidad. Continúa pensando, sintiendo y comportándose como un niño. Tiene el síndrome de Peter Pan. Pero, a diferencia de lo que dicta Hollywood, quedarse en el “Nunca Jamás” está más cerca de la pesadilla que del sueño feliz. Memé, como niña, es una perversa polimorfa y sus actos la vuelven impune. Miriam Odorico compone con justeza este personaje, lo que le valió el premio a la actuación femenina en la última Fiesta Nacional del Teatro. También recibieron el galardón por “mejor espectáculo” y “mejor obra original”.

El último Coleman es Marito, el hijo. Ningún rasgo nos advierte de su condición singular. Es un personaje que va complejizándose por acumulación y resignificación. Está obsesionado con los hijos de su hermana, con la muerte y, a su manera, con tratar de entender qué pasó. Lo que creemos amenaza deriva en vulnerabilidad; la irracionalidad, en ironía poética. Shakespeareanamente, es el que está más en contacto con la verdad. Por otra parte, en estas relaciones familiares está tan instalado el juego de la irresponsabilidad que cuando ya no queda otra opción que la salida individual, el más frágil es el que queda desprotegido. Le suponemos el peor final.

La disolución, una vez instalada, no deja de avanzar. El ritmo es una de las virtudes de la puesta, además de lo preciso de los diálogos. La acción parece no detenerse un momento, no permite melancolizarse. Las actuaciones son impecables y la dirección saca provecho de eso.

¿Cuál es la “omisión” de la familia Coleman? ¿Cómo fue que se instaló entre ellos el “sálvese quién pueda”? Polisémicamente, la omisión remite al silencio, aquello que prefirieron callar como familia: la decisión que dividió los destinos de los hermanos. Pero también, podemos entender “omisión” como “evitar”, porque llega un momento en que los Coleman dejan de funcionar como grupo y se disuelven en individuos. La omisión... se sitúa en el difícil momento exacto en que una familia deja de serlo.

 

La omisión de la familia Coleman
Con: Jorge Castaño, Diego Faturos, Tamara Kiper, Inda Lavalle, Miriam Odorico, Lautaro Perotti, Gonzalo Ruiz, Ellen Wolf
Dramaturgia y dirección: Claudio Tolcachir
Sábados 21 hs y 23:15 hs y domingos 19 hs.
TIMBRE 4, Av. Boedo 640 (timbre 4)
Teléfono: 4932-4395

 

 

 
 
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Número 19, octubre 2005: Recordando el festival

Número 20, noviembre 2005: Rafael Spregelburd y el teatro político

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Margen inferior: Francisco de Goya, El sí pronuncian y la mano Alargan al primero que llega (detalle).