En las ahora ignífugas instalaciones de la Ciudad Cultural Konex se estrenó el último espectáculo de Gerardo Hochman con la Compañía La Arena. El efecto post-Cromagnon había demorado la habilitación de este espacio casi un año. Como recordarán, en enero del 2005, el publicitado ciclo de teatro griego tuvo que ser reprogramado en otras salas porque no estaban dadas las condiciones de seguridad requeridas por la Ciudad de Buenos Aires. Pero eso es historia pasada. En el 2006, el Konex reabrió sus puertas con Sanos y salvos.
Sanos. Cuerpos entrenados saltan, giran y ruedan frenéticamente sobre la pista, que en vez de circular es una suerte de pasarela. Las mujeres son ágiles, parecen volar en cada pirueta. Los hombres imprimen energía y fuerza a sus saltos mortales. Son firmes y musculosos. Como en todo circo, lo primero que presentan es un desfile general con el elenco en pleno. Ni elefantes ni payasos, vemos la sana exhibición del entrenamiento de los actores. Una sucesión acalorada de pruebas de acrobacia.
Luego vendrán los cuadros propiamente dichos. Más acrobacia, malabares, danza y pruebas de destreza con desigual eficacia e intensidad. Dos mujeres realizan distintas figuras en la altura usando aros como trapecios. Están en topless, se supone que porque es un espectáculo de circo para adultos. A continuación, una pareja de acróbatas simula tener problemas conyugales. Las recriminaciones que se hacen son superficiales y poco creíbles. Esas del estilo “¿no te das cuenta de que el público nos está mirando?”. Suena a viejo o peor, a improvisación de actor principiante.
Tampoco aciertan demasiado los números de danza. Las coreografías, basadas en contorsiones y señas de diverso tipo, aburren un poco. En la acumulación de gestos y figuras se pierden los detalles y se dificulta la apreciación particular de cada movimiento. Por el contrario, cuando los cuadros no pretenden otra cosa más que brindar un espectáculo de circo, logran captar la atención del espectador y eso se disfruta mucho.
El concepto musical que desarrolló especialmente Omar Giammarco para Sanos y salvos gira en torno a citar la estilizada tradición circense de Europa del Este y aludir a los espectáculos off-off Broadway de la década del ’80, aquellos donde se hacía percusión con elementos no convencionales. De manera que los músicos en vivo acompañan los diferentes cuadros con tonadas que recuerdan la banda de sonido de una película de Kusturica.
Hay que reconocer que, al usar un escenario central con gradas a ambos costados, la iluminación resulta particularmente difícil. Lograr que el público focalice la atención en un punto, señalar qué es lo que hay que mirar y qué debe permanecer a oscuras, es un desafío no siempre conquistado. La iluminación funciona muy bien con el palo chino, uno de los mejores momentos del espectáculo. Tres acróbatas suben y realizan distintas figuras en una barra vertical. No funciona sin embargo con la cuerda floja. No se sabe muy bien adónde hay que mirar y por cuánto tiempo. Entonces, el equilibrista queda por momentos haciendo sus rápidos pasitos a oscuras o bañado en una luz demasiado tenue.
Por otra parte, la opción por la seguridad no siempre le rinde a Hochman de la misma manera. Es cierto que en la cuerda floja un salto puede ser tan mortal a dos metros del piso o a diez, el punto es que no luce de la misma manera.
¿A salvo? Aunque se trate de pruebas que requieren destreza y entrenamiento, sin embargo muchos de los cuadros no terminan de brillar. Hay un hiato entre lo que los acróbatas pueden hacer y el señalamiento de la dificultad de la prueba, casi tan importante como la concreción misma. Si bien destaca el entrenamiento, lo “sano” del show, un poco de riesgo artístico no le hubiera venido mal a la concepción global de la puesta. De tan “a salvo”, el espectáculo transita sin problemas por una zona intermedia: la fusión más o menos cauterizada de circo y danza. Es por eso que de lo que no se “salva” Hochman es de caer en el terreno trillado de los lugares comunes.
Sanos y salvos
Compañía La Arena
Idea y dirección: Gerardo Hochman
Jueves, viernes y sábados 21 hs., domingos 20 hs.
Ciudad Cultural Konex
Entradas a 20 y 25 $
Sarmiento 3131