el interpretador ensayos/artículos

 

Teatro en Buenos Aires

María Bayer

 

 

 

Aquel que nunca pisó este teatro se perdió la experiencia de llegar a la sala a través de los recovecos de un corredor, en parte al aire libre, decorado con una enredadera sin podar y que en verano da pequeñas florcitas blancas (no pidan más precisiones, mis conocimientos de botánica son nulos). Una revista mural decora todo el recorrido. La hacen bimestralmente un grupo de ilustradores y a través de “Espacio Callejón, Ediciones sin salida” se pueden llevar postales con los mismos motivos.

El “callejón” desemboca en la barra donde se puede tomar algo antes de cada función. Una novedad de este año es que el espacio del bar se amplió incorporando mesitas aquí y allá. Alicia Leloutre tiene su taller y se puede ver parte de su obra o incluso a la artista plástica en pleno trabajo. Siempre me llamó la atención una escultura que se ve en la planta alta, hecha con huesos y pedazos de metal. Muchas veces, esperando que den sala, me quedo mirando ese esqueleto de animal apuntalado en el balcón. ¿Un perro, un lobo, un bicho prehistórico? La mezcla de materiales orgánicos y hierro no deja de resultarme inquietante e hipnótica.

La ambientación de este teatro muestra el cruce de lo nuevo y lo viejo en una vieja casa chorizo reciclada. El Espacio Callejón tiene una única sala revestida de ladrillos a la vista. Las butacas están ubicadas en una tarima y el escenario, a nivel del piso, resulta más bien un espacio escénico que, por su extensión, permite muchas transformaciones escenográficas. Indiscutiblemente es el lugar al que se le concedió más importancia. Tiene también un entrepiso donde está la cabina de luces y sonido y una escalera que lleva a los camarines.

Originalmente, se llamó “El Callejón de los Deseos” y fue uno de los teatros pioneros en elegir la zona del Abasto. Abrió sus puertas un año después de Babilonia, a comienzos de la década del ’90 y, a diferencia de aquel teatro, logró subsistir a la crisis del 2001. En esta sala se pusieron obras que luego se convirtieron en hitos de la escena porteña. Por ejemplo, fue aquí donde se estrenó la memorable puesta de Máquina Hamlet de Heiner Müller que hizo el Periférico de Objetos en 1995 y que luego recorrió el mundo. En el 2003, Emilio García Wehbi asumió la dirección artística del teatro. Es en este momento en que cambia de nombre y pasa a llamarse “Espacio Callejón”.

En enero de este año, García Wehbi fue reemplazado por Gonzalo Martínez, Carolina Balbi y Percy Jimenez. La nueva dirección artística del Espacio Callejón comenzó el 2005 con muchas novedades pero también apostando a los reestrenos. Y por eso, en abril se presentarán algunas de las obras que estuvieron en cartel el año pasado como Sigo mintiendo, de Mariana Chaud y Open House, de Daniel Veronese.

 

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Reseña de dos espectáculos que pueden verse en el Espacio Callejón.

 

¿Sueñan los cowboys con ñandúes en llamas?

En Vapor, de Mariano Pensotti, las situaciones pasan a un ritmo vertiginoso. Son fotos, fragmentos de historias que una vez contadas dan paso a la siguiente. El mundo representado recuerda al de La Estupidez de Rafael Spregelburd: un motel en las afueras de Las Vegas donde el cartel luminoso perdió la “t”.

La escenografía es mínima y al mismo tiempo, compleja. La escena está encuadrada por columnas de lamparitas, como las que rodean los espejos de los camarines, pero también como las del teatro de revista. Una pantalla, al fondo, divide el espacio en dos planos donde los personajes “hablan a cámara”, tal como nos acostumbró la tele en los talk show, y cuentan sus miedos.

La dirección saca partido de las virtudes de los actores y les permite lucirse. Uriel Milsztein, con su ropa de cowboy, resulta tierno y vulnerable. Nayla Pose Dan está sexy, enorme y desaprensiva. Juan Minujín y su traje de joven oficinista aporta sus matices al heterogéneo grupo. La música en vivo, Ana Foutel y su pianito, crea climas y situaciones de humor.

Sin embargo, lo que me resulta más interesante de Vapor es que está construida con restos, con anotaciones al margen, pensamientos rápidos, genialidades, que nunca encontrarían su lugar en el centro de la página.

La noción misma de personaje tambalea ante la propuesta de Pensotti cuando pone en escena enunciados cuyo garante ya no es el cuerpo singular del actor, donde el fluir de los diálogos resulta más importante que saber quién está hablando. Una voz puede pasar por el cuerpo de varios actores y un diálogo puede ser actuado por una misma persona. En definitiva, Vapor, una obra que le gustaría mucho a Manuel Puig.

Vapor,
Escrita y dirigida por Mariano Pensotti
Con Uriel Milsztein, Juan Minujín y Nayla Pose Dan
Música: Ana Foutel
Viernes 23 hs.

 

 

Que la derrota no te enchastre

El sabor de la derrota transcurre en medio de un campo en la provincia de Buenos Aires a principios de siglo XX. Un padre enfermo y manipulador; un hijo tironeado entre su deseo de viajar a la Capital y sus compromisos filiales. Completan el elenco una mujer desesperada y un peón ladino. Todo transcurre la noche en que finalmente Eusebio dejaría el campo para buscar mejor suerte en Buenos Aires. El deterioro físico y moral su padre resulta sinecdótico con el pasado familiar de bienestar perdido. Ya no les quedan ni proyectos ni contactos... la tierra se volvió lodo, la casa de la infancia es un lugar inhóspito y sin embargo, Eusebio no logra salir. Pero cuando llega Teodora, los planes podrían cambiar... Demás está decir que todo en El sabor de la derrota está muy sucio, enlodado, medio podrido (como los lechones que robó la chica).

A unas muy buenas actuaciones, equilibradas entre la seriedad de la situación y pequeños toques de humor, se suma una excelente dirección. La apuesta escenográfica despliega una gran pericia técnica. Se trata del frente de la casa de campo, pero parte de la obra ocurre en su interior, al que accedemos a través del hueco de la ventana sin por eso perder visibilidad. El sabor de la derrota, con dramaturgia y dirección de Sergio Boris estuvo en escena la temporada 2004 en el Teatro San Martín y ahora se reestrena en el Espacio Callejón. Este es el último espectáculo de La Bohemia, un grupo de investigación teatral que surgió en 1998. Martín Kahan, Daniel Kargieman, Darío Levy y el propio Sergio Boris recorrieron varios festivales con su obra anterior de la cual el grupo toma el nombre. En este nuevo espectáculo se incorporó Laura López Moyano.

El sabor de la derrota
Dramaturgia y dirección: Sergio Boris
Con: Martín Kahan, Daniel Kargieman, Darío Levy y Laura López Moyano
Sábados 23:30 hs.

 

Programación de abril

Lunes 21 hs. Open House, de Daniel Veronese.

Miércoles 21 hs. Ciclo de música, poesía y presentaciones de libros.
20 de abril: Cacuara & The beauty fools (teatro y música).
27 de abril: Recital de Brotes de Soja (pop).

Jueves 20:30 hs. Cancionero negro, de Darío Levín (con música en vivo).
22:30 hs. Un acto de comunión, de Lautaro Vilo.

Viernes 21 hs. La pornografía, de Gonzalo Martínez.
23 hs. Vapor, de Mariano Pensotti.

Sábados 20:30 hs. Sigo mintiendo, de Mariana Chaud.
23:30 hs. El sabor de la derrota, de Sergio Boris.

Domingos 20:30 hs. Noches payasas, con los Papota Payasos Grup.


El Espacio Callejón está ubicado en Humahuaca 3759, Buenos Aires.
Tel: 4862 1167


©María Bayer

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Publicaciones en el interpretador:

Teatro en Buenos Aires

Número 7: octubre 2004

Número 10: enero 2005

Número 11: febrero 2005

Número 12: marzo 2005

 
   
     
 
 
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Imágenes de ilustración:

Margen inferior: Francisco de Goya, El sí pronuncian y la mano Alargan al primero que llega (detalle).

 

 

 

 

 

 

 

 

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