Esta pregunta encierra en toda su estupidez una genialidad digna de Algo descarriló, la obra de Santiago Gobernori que se está dando los viernes en el Espacio Callejón.
Algo descarriló cuenta las visicitudes, vueltas y revueltas, de un triángulo amoroso desplegado a lo largo de tres décadas. La trama de la obra es muy simple: una pareja recibe la visita de un amigo. Una misma cerveza compartida, un mismo encuentro que se repite, se vive y actualiza en los años ochenta, los noventa y los actuales. Aunque cambien los lazos entre los protagonistas, la situación es siempre una. Los momentos de humor también. Nos reímos de incomodidad, y eso es un acierto en la obra. Nos reímos de lo insostenibles que son esos encuentros, de lo ridícula que resulta muchas veces exhibición de la seriedad en los otros. En este sentido, se destaca especialmente el trabajo de Matías Feldman. Lo acompañan, distraídos y lacónicos, Javier Drolas y Clara Muschietti.
Al repetirse ese juego del tercero excluído, vemos perdurar en el tiempo la hipocondría, anhedonia y violencia como marcas distintivas de los personajes. Quedan atrás hijos, anhelos personales, mascotas, recuerdos, dolores. Todo se deshilacha y pierde importancia a la luz del aquí y ahora. Gobernori parece decirnos: ni mejores ni peores, el problema es que somos siempre iguales.
La ilusión del cambio
Si la situación se repite, lo que varía es la época. Sin embargo o quizás por eso mismo, el paso de los años está trabajado desde la exterioridad más absoluta. Todo es igual pero con ligeras variaciones. Cambia la música: comienza con los acordes de Love is a shield, sigue con U2 y cierra con algo de música electrónica. Cambia la moda: de trajes con hombreras arremangados a lo Don Johnson, pasan a la remera de Miami para terminar usando camisas ajustadas y ojotas negras. Cambian los objetos: los patines, los electrodomésticos comprados en cuotas, los celulares que sacan fotos.
El comienzo recuerda a uno de los capítulos de Friends, esos donde hacían retrospectivas, sin embargo aquello que era pura efectividad en la sit-com, pierde fuerza al mostrarse como un gesto vacuo. Hacer el chiste de un chiste no suele ser gracioso. El problema, me parece, es que el pasaje de una década a otra se queda en la pura superficie. ¿Los ochenta se explican por la moda fea? ¿Los noventa son sólo las cuotas de la heladera? ¿Los celulares son los culpables de la estupidez de la gente? ¿Se puede hablar de estas décadas y no referirse al 2001? Aunque se disfrace con ropa vieja, Algo descarriló sólo conoce el presente. Es por eso que en el regodeo de "estamos siempre igual" se apoya el regusto amargo que tiene la obra.
Algo descarriló
Con Javier Drolas, Matías Feldman y Clara Muschietti.
Dramaturgia y dirección: Santiago Gobernori
Viernes 23 hs.
Espacio Callejón
Humahuaca 3759