el interpretador narrativa

 

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Ampere -4-

Juan Diego Incardona

 

 

 

 

continúa...

 

Estaba descansado muy pancho en el piso porque hay veces que el abismo me chupa lo más cerca que puede y me tocaba la substantia del higo y el yogurth de la batata cuando en medio de la música y los búhos que me fisuraban escucho en mi cabeza la voz de un lungo malsano que me grita a través de los agujeritos encefálicos y me dice levantate, conejo, y yo no puedo responder y prefiero tirarme por el tobogán más abajo y dormirme la siesta postergada, pero el personaje insiste con su melodía, que levantate conejo, que despertate Jael, que tenemos trabajo cabeza de avestruz, y ¡la reconcha de tu vieja la petera, dejame dormir, camello hijo de puta! No me obligues a entrar, Jael. ¿Entrar a dónde? Entonces percibo el vadimonium y una suerte de aplicación subcutánea en la espalda que me quema la sangre y me parte en pedazos y me agarra el extranjero polimorfo y el obiratio y me levanto como un tiro y acercándome a la ventana que da al patio intento buscar aunque no sé bien de qué se trata esta cosa y me empiezo a marear y cabeza me duele la y mierda pasa qué y ahogo y muerte y me deshago y me entrego y la oscuridad me hace parte suya.

En el chupador de la nox me deslizaba infinitamente y la trompa de falopio me absorbía y yo me resistía un poco pero era en vano y el largo pasillo me lanzaba al infierno y yo hacía mi fuerza contraria pero era en vano y estaba llegando a la densa niebla y yo no quería estar ahí pero era en vano y no sentía frío ni sentía calor y casi no tenía sentidos salvo un instinto de mono entre el occipital y el parietal y por eso percibía que alguien me estaba mirando pero no podía darme vuelta y lo intentaba pero era en vano y el sueño me masticaba y me tragaba.

De la niebla apareció un camello uniformado y sin explicaciones me obligó a cavar un pozo en la tierra desértica y en vano cualquier cosa porque no podía accionar mi voluntad y sin remedio tuve que hacer de catastus en la plaza de aquel sueño mal parido y con esfuerzo inevitable empecé a manejar la pala y el pico hasta que profundamente encontré una caja, mi cara generaba el líquido amarillento y el irroro manaba su fiebre por mi cuerpo, y entonces levanto los ojos y descubro que el camello ya no estaba solo y que una tropilla entera me apuntaba y me pedía la caja y qué ganas de meterles el puñal en el esófago pero me habían quitado el control de mis músculos y las larvas me piden la caja y entonces me agarra un irrefrenable deseo de abrirla pero la patota se pone recalesca y se viene encima y me gritan qué carajo estás pensando, danos la caja cerrada y se las tengo que dar y ellos se van y yo me quedo solo en el pozo con el pico y la pala.

De pronto sentí que mi cuerpo volvía y como el sueño tenía lugar para más, decidí saltar del pozo y caminar unos metros con las herramientas y así estuve un rato y todo parecía una eternidad y los metros eran kilómetros pero en un momento vislumbré un lugar apropiado con tierra rojiza y me dije voy a cavar mi pozo y a encontrar mi caja y entonces le di con fuerza al pico y casi me quedo sin brazo porque la tierra era tan dura que reboté como goma y me dolía hasta la pulpa y menos mal que sonó el teléfono en el living de mi casa y pude despertarme del infierno y lentamente me incorporé, abrí la puerta, atravesé el patio, entré al otro lado de la casa y atendí y dije hable y una voz conocida me contestó qué hacés Jael.

¿Estás ahí? ¿Decime algo? ¿Cómo estás, Quijote? Contestame, ¿qué te pasa? ¿Me escuchás? ¿Y? ¿Me vas a contestar o no? ¿Me escuchás? Soy Roque, decime algo... Hola, le contesté. ¿Dónde estuviste todo este tiempo, te llamé un montón de veces y nunca me atendés? ¿Te pasa algo? ¿Estás bien? Sí, le contesté. Escuchame, los artistas están preparando una exposición circunstancial con intervalos para el decachinno, van a estar todos, tenemos que ir, es en el bar de Florio, me contaron que van a mostrar una pintura inédita de la vieja, imaginate lo que puede ser eso, algunos dicen que es impresionista, otros que es expresionista, que tiene una cara y un paisaje y no sé qué mierda más, tenés que venir, Quijote, va a estar bueno el avispero, ¿qué decís? No sé, le contesté. ¡Dale, por favor, imaginate la pintura de la vieja, no te la podés perder, cabrón, ¿qué decís?
?¿Cuándo?
?Hoy a la noche. ¿Venís?
?Bueno.
?¡Ok! Te paso a buscar a las nueve; nos vemos, amigo.

Salí al patio y me senté un rato en el piso, al lado de la maceta de los malvones rojos, y me sentía mal, con panza, con cabeza y con estado rationalis incipiente, menos mal que encontré una laguna y recordé unos pedazos de la chica gótica tomándome la nuca y cantando ?¿estás bien?? con su boquita nocturna, pero el charco se secaba y otra vez me agarraba el malestar y el collabasco y tenía ganas de romperme y quemarme ilimitadamente, pero me pareció sentir una cosquilla en el codo derecho que me sirvió de atenuante y entonces me doy vuelta despacito y descubro las patas marinas de mi perro Ayax y levanto la mirada y sus ojos son grandes y le digo qué pasa lechuza y el chabón me pide comida y le digo ahora te traigo y entonces me levanto y empiezo a caminar hacia la cocina junto a mi acompañante que me quiere morder los cordones y juntos entonamos selvas hasta el fin salen esta vez a penetrar en los jardines.

Después de la comida y la dedolentia volví al patio a mirar hacia atrás y apenas me senté, vi el brillo descalzo de una luz sibilante encima de la baldosa roja de mi abuela y entonces me agarró la melancolía inversa y la verdad que me dejé llevar, un poco por curiosidad, un poco por aburrimiento, y cantando vuelve del cuento feroz su sombra está por seguir, de pronto me pareció escuchar click e instantáneamente mis músculos se endurecieron y todo fue rígido, el mundo se quedó sin viento y perpetuo, anonadado, sin aire, sin olor, sin vejez y sin muerte, sin vida y sin muerte, y yo era la sal, era la arena de la playa de una foto, de una playa de baldosas cuadradas rojas y amarillas de un patio.

Lentamente y con esfuerzo volví a poner los dedos en el enchufe y entonces el nervio radial se conectó en el canal de torsión del húmero y la arteria humeral se puso recalesca como el Carcarañá y se bañaban todos los pantanos y todos los tendones y los vastos externos e internos y el tríceps se puso polimorfo y la cosa seguía y no paraba y la foto se puso cinética y ya parecía una película y el troquín y el troquíter y la misma cabeza humeral se prendieron a la turbina y cada vez faltaba menos y me esforzaba y cerraba los ojos para concentrarme pero todavía no podía moverme aunque la corriente estaba llegando a los cables amarillos gracias a la venas que se abrían otra vez y la cefálica y la basílica se recargaron completamente y los cables amarillos pasaban al naranja y las venas satélites abrieron la válvula y el nervio mediano pasaba al violeta y la marea no se detenía y el musculocutaneo y el branquial anterior y el bíceps y derivaban las funciones y las variables se ponían constantes y explotaban los vectores fuerza y mi brazo por fin despedazaba la foto y se alargaba y la mano se abría y se cerraba y se hundía en la arena del patio y me parece que agarré el camioncito de plástico que me regaló mi papá.

Se prendieron todas las luces y se encendieron las máquinas y los artefactos y la memoria se llenó de canales y me parecía sentir la masilla del relleno que le puse al camioncito y la caja todavía transportaba el cargamento de bolitas lecheras y japonesas y mi mamá me llamaba porque estaba lista la comida pero claramente pude ver que la guerra de soldaditos no me daba respiro y el interfectio se volvía más intenso y en la llanura los tanques producían fatiscos sonoros y la matanza no tenía límites y los cadáveres se contaban por millares y mientras los americanos planeaban un ataque sorpresa en la costa noreste, las bases antiaéreas que los aliados instalaron cerca de las macetas del sur estaban siendo atacadas ferozmente por decenas de Stukas, que soltaban eficientemente sus bombas de masilla, y hacían estragos sobre las vías del ferrocarril y las pistas del escaletri, provocando la scissura que buscaban para dejar aislada a la ciudad, y en otra parte sin requies una bomba cayó en el puente sobre la rejilla del desagüe y la Luftwaffe puso todo lo que tenía y destruyó el radar inglés montado sobre la canilla de la piletita, pero la RAF ocultaba otro radar sobre la banqueta y parecía que en consecuencia la batalla daba un giro, pero mi mamá insistía la vociferatio de la comida y los bandos tuvieron que acordar una tregua y la Segunda Guerra Mundial se detuvo.

 

continuará...

 

©Juan Diego Incardona

 

 
 
el interpretador acerca del autor
 
                       

Juan Diego Incardona

Villa Celina, 1971.

Es posible leer más obras de Juan Diego Incardona en los espacios de autor de Eldígoras-EOM.

http://www.eldigoras.com/eda/portal.htm

Publicaciones en el interpretador:

Número 2: mayo 2004 - Eyeston (narrativa)

Número 3: junio 2004 - Super Dios (narrativa)

Número 4: julio 2004 - Maldita Ley Interpretación acerca del artículo 194 del Código Penal en relación a los cortes de ruta y la criminalización de la protesta en Argentina (ensayo en colaboración con María Cecilia Incardona)

Número 4: julio 2004 - La voz de la señora Chamberlain (narrativa)

Número 5: agosto 2004 - El estanque de agua inmutable (narrativa)

Número 5: agosto 2004 - Beth o La lucha por la casa Acerca de La furia y otros cuentos (1959) de Silvina Ocampo (ensayo)

Número 6: septiembre 2004 - Bartleby, el oxímoron Ensayo sobre Bartleby, el escribiente (1856) de Herman Melville.

Número 6: septiembre 2004 - Canción para muertos (narrativa)

Número 7: octubre 2004 - Internet (narrativa)

Número 9: diciembre 2004 - Ampere -1- (narrativa)

Número 10: enero 2005 - Ampere -2- (narrativa)

Número 11: febrero 2005 - Ampere -3- (narrativa)

   
   
   
   
 
 
 
 
 
 
Dirección y diseño: Juan Diego Incardona
Consejo editorial: Inés de Mendonça, Marina Kogan, Juan Pablo Lafosse
Corrección: Sebastián Hernaiz
 

Imágenes de ilustración:

Margen inferior: Franz von Stuck, Lucifer (detalle), y" stromcirkel" (detalle).