el interpretador aguafuertes

Confesionario

Marina Kogan

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Este texto fue escrito para el ciclo "Confesionario Historia de mi vida privada" que organiza y presenta� Cecilia Szperling en el Centro Cultural Ricardo Rojas, en el mes de agosto,��junto a los textos de Romina Paula y Guillermo Mart�nez. Los textos producidos para Confesionario 2006 ser�n publicados�en una colecci�n del CCRRojas.

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I

Febrero de 1991

Vamos de vacaciones a Brasil en un tour de diecinueve d�as que recorre en micro varias ciudades. Supongo que mis padres pensaban que en una propuesta as� habr�a muchos chicos con los que yo pod�a divertirme y ellos descansar, pero para desilusi�n de los tres, no hay chicos sino ancianos, ancianas y parejas j�venes sin hijos. Viajan tambi�n, tres adolescentes, demasiado grandes para mis ocho a�os. Ivana, de quince, veranea con sus padres. Los otros dos son hermanos y tambi�n viajan en familia. Uno tiene quince a�os, y el otro diecisiete. No recuerdo sus nombres.

Ivana es alta y flaqu�sima. Usa gorro con visera y remeras gigantes. A los ocho a�os, tener quince es una fantas�a inevitable.

Pocos d�as despu�s de comenzado el viaje, abandono el asiento al lado de mi mam� para sentarme con Ivana. Pasan los d�as y entre la gente del tour empiezan a tenderse esos lazos que parecen viejas amistades pero que no dejan de ser encuentros ef�meros. Cuando termine el viaje, quiz� se extiendan a alguna otra ocasi�n a modo de reencuentro. Ah� ya no estaremos todos y si hubiese una nueva ocasi�n, y otra, y otra, cada vez ser�an menos los convocados y los presentes. Reci�n entonces, cuando el reencuentro deje de ser reencuentro, y su condici�n no se base en recordar aquel viaje de verano, estar�n cenando o almorzando juntos los que realmente se hayan hecho amigos.

Pero no se trataba s�lo de amistades. Pocos d�as despu�s, sub� al micro y ya no ten�a lugar al lado de Ivana. Ella estaba sentada con el chico de su edad. Re�an, hablaban, se divert�an. Mi mam� estaba sentada con mi pap�. El �nico lugar libre era con el chico de diecisiete que miraba aburrido por la ventana. No ten�a otra opci�n que sentarme all�. A los ocho a�os cualquier contacto con varones me daba verg�enza. S�lo era amiga de otras nenas. Pero ese chico ten�a casi la misma edad de mis hermanos, que ya no veraneaban con nosotros, y supongo que fue esa comodidad la que permiti� de que pronto estuvi�ramos hablando y divirti�ndonos nosotros tambi�n.

En el recuerdo veo con claridad los besos que se daban los novios. Los veo caminar de la mano y dormir acurrucados en el micro, temprano a la ma�ana, camino a las excursiones. Esos besos, n�tidos para m�, se mezclan con un beso que aparece apenas esbozado, inventado por el deseo pero ausente de la memoria.

La gente baja del micro en penumbras cuando llegamos a una nueva parada. Ya casi no queda nadie cuando en la escalera le digo a ese chico, nueve a�os m�s grande, que estoy enamorada de �l y que me gustar�a darle un beso, ?�me das un beso?? dije creyendo que me mirar�a desde lo imposible. Sin embargo no fue as�, y en cambio veo una sonrisa t�mida y su boca acercarse hasta la comisura de mis labios, como la boca de su hermano se acercaba a la de Ivana mientras yo los espiaba desde el asiento de atr�s.


II

Junio de 1992.

Mi primer amigo var�n fue decretado por mi pap�: ?C�mo te llama ese chico. Me gusta que tengas un amigo?, dice una tarde despu�s de escucharme hablar un rato largo y a su pregunta de ?�qui�n llam�?? respondo ?Mart�n, un amigo de Hebraica?. Mi pap� dice que le gusta que tenga un amigo var�n porque hasta entonces no hab�a tenido ninguno.

Yo era amiga de Mart�n, c�mo no serlo si �l era novio de Laura, una amiga de la primaria que tambi�n iba conmigo a los grupos de Hebraica. Ellos eran novios desde siempre y les gustaba decirlo. Ten�amos diez a�os y ya llevaban dos juntos, sin contar el tiempo que compartieron en el jard�n.

En cambio yo no hab�a tenido novio; el �nico que me hab�a gustado era el chico del viaje a Brasil y tampoco ten�a amigos varones, hasta que me fui de campamento y me hice amiga de Mart�n, aunque ?amiga?, lo que se dice ?amiga?... Podemos pensar que en ese episodio est� la primera confusi�n sentimental de mi vida: haber tomado por amigo a quien no lo era.

Recuerdo que en ese campamento dorm�amos en unas habitaciones colectivas y que nos quedamos hablando no s� de qu� cosa hasta la noche tarde, cuando los coordinadores ya dorm�an y en los rincones de esos cuartos empezaba a subir el volumen de los murmullos de nenas y nenes a los que todav�a se les confund�a la voz. Tambi�n recuerdo la ma�ana siguiente, cuando abr� los ojos y lo vi ah�, sentado al lado m�o, mir�ndome dormir. Apoy� su mano en mis ojos para que yo los cerrara, peque�os rasgos de erotismo infantil, �qu� hac�s ac�?, pregunt� y �l respondi�, intimidado, que simplemente hab�a venido a despertarme. Creo que se fue corriendo al tiempo que yo estrenaba un secreto: haberme enamorado del novio de una amiga.

D�as despu�s me llam� por tel�fono y mientras mi pap� se alegraba porque yo ten�a un amigo var�n, el amigo me contaba que hab�a una chica que le gustaba y que no sab�a que hacer porque no era su novia. Yo no pod�a creer que encima me hablara de una chica que no �ramos Laura ni yo, que hubiera una tercera que me ubicaba a m� en el simple lugar de la escucha c�mplice.

Habl�bamos con rodeos. Yo le preguntaba qui�n era esa chica y �l no quer�a contestarme. Le preguntaba sus rasgos, y tampoco. Entonces le aconsej� que le dijera, que lo mejor ser�a decir la verdad. Y �l dec�a que no, que no porque no sab�a si ella tambi�n gustaba de �l. La novia no importaba, esas cosas de las que se cuidan los grandes a nosotros no nos importaban. Yo s�lo intentaba convencerlo de que me revelara el secreto, y en su negativa sospechaba que quiz�... Hasta que dijo "bueno, yo te digo qui�n es, digo el nombre y corto, porque me da verg�enza, y despu�s te llamo, atend� vos". Entonces me hizo contar hasta tres y cuando llegu� hasta tres dijo el nombre.

Marina.

Entonces cort�, y tal como hab�a prometido, volvi� a llamar.

III

Julio de 2000.

Nos encontramos en el barco. Mis padres me hab�an acompa�ado a la terminal de Buqueb�s desde donde me iba a Montevideo, supuestamente a encontrarme con una amiga que me esperaba en la ciudad.

D�as antes, como yo era menor de 21, fui con ellos al CGP del barrio para hacer el tr�mite que me permitiera salir sola del pa�s.

Hasta entonces, yo no hab�a incurrido ni siquiera en la t�pica mentira de s�bado por la noche: decir que me iba a la casa de una amiga para despu�s ir a una fiesta o a bailar, legalmente si sus padres eran m�s permisivos, o ilegalmente si ellos tampoco lo eran.

Ni siquiera eso.

Cuando ment�, ment� por amor. Plane� un viaje a Montevideo con una amiga, para irme, en verdad, con mi novio de entonces, que pese a llevarme veinte a�os (o quiz� por eso) ten�a m�s miedos que yo: tuve que convencerlo, a�n sin estar demasiado convencida, de que en el viaje no hab�a peligro, de que as� como nos �bamos, volver�amos y que todo estar�a bien, que desde all� yo llamar�a a mis padres todas las veces que fuese necesario para evitar que ellos llamaran al hotel en el que, sab�an, iba a alojarme.

Sacamos los pasajes. El barco, tres horas hasta Carmelo y de all� tres horas m�s en micro hasta Montevideo, sal�a el s�bado 16 de julio a las cuatro de la tarde. Volver�amos el fer�ado lunes 18 a la tardecita.

Mis padres me acompa�aron a la terminal de buqueb�s e insistieron en quedarse conmigo hasta que tuviera que embarcar. Estoy nerviosa. Miro hacia todos lados por si lo veo llegar. �Y si no llega? �Y si subo al barco y termino y�ndome sola? �Si nos desencontramos? Les digo que pueden irse, que no tiene sentido esperar. Adem�s, la mentira, y la culpa por esa mentira. �Si me pasa algo? Por otro lado, me sorprende que no hayan preguntado m�s datos sobre mi amiga, de quien no saben demasiado porque la conoc� en estos meses cursando el CBC. En todo esto pienso cuando percibo que alguien me mira y lo veo a �l, en diagonal a unos cuarenta metros, con su peque�a valija verde y con expresi�n de querer salir corriendo.

Fingiendo que ya es suficiente la amabilidad de mis padres, les digo que pueden irse, que ya est�, subo, viajo y en Montevideo encuentro a mi amiga que lleg� antes que yo para estar unos d�as de visita en casa de su abuela, que vive all�. Casi todo esto es cierto. La abuela de mi amiga vive en Montevideo y ella la visita muy frecuentemente, pero no este fin de semana.

Me voy, subo, ya es hora de embarcar, digo y sin dejarlos responder, saludo a mis padres, busco los papeles (pasaje y documento) y me ubico en la fila de gente que ya est� embarcando.

Encontrarnos arriba del barco era el plan, pero despu�s de que se fueron mis padres, y yo me ubiqu� en la fila, lo vi, nos miramos y le hice una se�a para que se acercara. Hicimos juntos los tr�mites de migraciones y embarcamos.

Ya en la ciudad, llegamos al viejo hotel Palacio, en Bartolom� Mitre y la peatonal de la Ciudad Vieja. La habitaci�n doble sal�a unos veinticinco d�lares muy econ�micos para los argentinos del a�o dos mil. Por eso, y para cuidarnos de los eventuales llamados de mis padres, reservamos dos habitaciones. Una a mi nombre y otra al suyo, por si no bastaba tener una para los dos a nombre m�o, por si mi madre llamaba y la recepcionista del hotel le dec�a algo as� como �Marina Kogan? Ah, s�, esa chica que est� con aquel muchacho...

De todos modos, s�lo porque era m�s linda que la que me hab�an asignado, dormimos en la habitaci�n que estaba a nombre de �l, en el primer piso, justo arriba de la recepci�n. Recuerdo haber dormido poco, atenta a cada vez que escuchaba sonar el tel�fono de abajo. Tem�a y pensaba que ser�a mi madre, que por suerte no llam�.

El lunes volvimos, pero un poco m�s tarde de lo que hab�amos pensado. Avis� que hab�a cambiado el pasaje para quedarme unas horas m�s. De regreso en la terminal de Buqueb�s, nos despedimos despu�s de arreglar que al d�a siguiente volver�amos a encontrarnos.

Desde el auto de mis padres, levanto apenas la mano para saludarlo.

Marina Kogan

el interpretador acerca del autor

Marina Kogan

Naci� en Buenos Aires en 1982. Estudia Letras.

Publicaciones en el interpretador:

N�mero 1: abril 2004 - Desde hoy has elegido llamarte Lola (narrativa)

N�mero 3: junio 2004 - El pasamonta�as (narrativa)

N�mero 4: julio 2004 - Dos poemas (poes�a)

N�mero 5: agosto 2004 - Tres deseos (narrativa)

N�mero 10: enero 2005 - Alel� (narrativa)

N�mero 13: abril 2005 - 7 de velo -columna mensual sobre cine- Festival de Cine de Mar del Plata (en colaboraci�n con Mart�n Turnes)

N�mero 14: mayo 2005 - El sue�o de Karol (poes�a)

N�mero 16: julio 2005 - Tzalel Blitz (poes�a)

N�mero 17: agosto 2005 - Un gusano en la gran manzana (aguafuertes)

N�mero 17: agosto 2005 - El sorteo (narrativa)

N�mero 25: abril 2005 - Iconos de la memoria: �memoria? (aguafuertes)


Direcci�n y dise�o: Juan Diego Incardona
Consejo editorial: In�s de Mendon�a, Camila Flynn, Marina Kogan, Juan Pablo Lafosse, Juan Marcos Leotta, Juan Pablo Liefeld
secci�n artes visuales: Juliana Fraile, Florencia Pastorella
Control de calidad: Sebasti�n Hernaiz

Im�genes de ilustraci�n:

Margen inferior: Andrej Zadorine, Morning Poetry (detalle). .