Este foro no pasa de una exaltada y arbitraria recomendación de algunas películas tanto para involuntarios insomnes, como para quienes sólo buscan en la pantalla chica el preludio del sopor y la somnolencia del imaginario onírico en el que nos adentramos cada noche.
Desafiando las ínfulas del título de esta columna –mendaz como pocos– y sus vanos fastos, aquí se encontrarán recomendaciones que irán de lo camp o kitsch (la coca Sarli es una habitué pero también algún día aparecerán Ed Wood y Jorge Polaco), el cine “infantil” o la patriotera y oportunista reivindicación del nuevo cine nacional, a las altas cumbres de maestros de la talla de I. Bergman, A. Tarkovski u O. Wells, pasando por los clásicos del tiempo en el que Hollywood hacía que el latiguillo “industria de los sueños” fuera algo más que una torpe etiqueta, sin olvidar por cierto algo que podríamos llamar –como en el campo de la música algunos denominan world music– world movies, que incluiría a cineastas como Kiarostami o Tsai Ming Liang.
Dichas recomendaciones están dedicadas a aquellos que hacen justicia colgándose del cable –y por ende, no tienen cómo saber qué demonios se ofrece cuando se sientan frente a la tele–, a quienes pagando las excesivas tarifas se niegan a abonar unos pesos extras por la impresentable revista que se les entrega, y por último, a aquellos que, teniendo ese pasquín en sus manos –pero perteneciendo a esa vasta fauna de televidentes forjados a golpe de imbecilidad del peor cine de Hollywood; me refiero a quienes les resulta igual La dolce vita que la última de Matt Damon, o lo que es peor, la última de Mel Gibson, quien para colmo se cree director–, de vez en cuando perciben que deberían ver algo “como la gente”, pero no saben diferenciar los materiales nobles de los prescindibles y hasta despreciables.
Primera advertencia al lector. Trate de desconfiar de todolo que se recomienda en este foro. El ánimo de quien escribe, el sueño, la fiaca, la poca oferta de filmes de culto y la velocidad con la que se arma esta infamia pueden llevarlo a recomendarle tanto bodrios absolutos como a pasar por alto grandes perlas. Junto a obras de A. Hitchcock, F. Truffaut o S. Kubrik pueden aparecer películas tales como Y tu mamá también, El faro o películas de Palito Ortega, filmes impresentables para cualquier cinéfilo digno de ese presuntuoso mote.Por lo dicho, no sea ingenuo y sospeche de esta democrática lista.
Segunda advertencia al desconcertado lector. No son pocas las noches en las que, presos la abulia o el cansancio, corremos al televisor con el ánimo de encontrar algo que nos libere de ese estado autista en el que nos deja el día despiadado. Y reconozcámoslo, lo hacemos porque no tenemos a alguien que nos rescate y no nos queda otra, de lo contrario, ¿qué mierda estaríamos haciendo frente a la tele si tuviéramos a nuestro lado un cuerpo escultural que incita nuestros más bajos instintos o si tuviésemos una fortuna incalculable y todo el tiempo para derrocharla? Los que lo tienen –tanto una cosa como la otra– les aseguro, no miran películas de Bergman o de Fellini, si no pregúntenle a Pancho Dotto o al Sr. Constantini. Decía que prendemos el televisor un poco desesperados, leemos esta lamentable columna para orientarnos entre la maraña de imbecilidad televisiva y, descorazonados, nos encontramos con que los programadores de turno del cable decidieron proyectar cualquier cosa menos lo anunciado. Por ello –y atajándonos de injustificadas imprecaciones– la casa no se responsabiliza por los cambios en la programación de estos imberbes. En relación con dichos inconvenientes –y ante cualquier reclamo– antes de maldecir a este pobre cristiano que escribe, mejor robe la revista de su vecino o tírele unos mangos al portero para que se la deje primero a usted antes que al inmundo de al lado, apunte los números de teléfono correspondiente y rájele una puteada al Sr. Retro, Sr. Isat (con este último sea más amable porque últimamente el programador que está a sus servicios, en un acto que hace descreer de sus capacidades intelectuales y su sensibilidad, ha elogiado esta columna infame) y toda esa yunta.
Tercera y última advertencia al –ahora cansado– lector. Esta columna está hecha “a las apuradas”, en primer término, porque debo prepararla para cuando comienza el mes y quien aquí escribe recibe la revista el mismo día que Ud., cuando no después. Ergo, la hago “a los pedos”, matándome para que el muy señorito se siente el día 5, 6 ó 7 del mes y pueda saber qué corno mirar; y en segundo término, y no menos importante que lo anterior, a mí el Sr. interpretador.net, para quien trabajo, no me paga un mango por esta columna miserable –y bien que hace, pues no merece retribución alguna–, por ende, la hago “de onda” porque, la verdad sea dicha, me gano la vida como docente. En un maratónico y habitualmente nocturno rally escriturario que nunca excede las cinco horas de trabajo –a veces seis y hasta siete, cuando estoy muy entusiasmado con mis propias tonterías– y que no conlleva la consulta de ese degradado –para algunos mejorado– reemplazo de la Enciclopedia Británica borgeana que es Internet, la hago frente a mi computadora, unas veces con tres o cuatro mamantes, otras, con dos o tres libros de los que robo algunas ideas a gente que sabe y con ello, hacerles creer Uds., ¡oh, pobres ilusos!, que quien recomienda en este foro, sabe. Hechas estas salvedades, si encuentra algún error –a algún director se le adjudica una película que jamás realizó, un título está mal escrito debido a la dislexia de este marmota, etc.–, sepa disculpar a este servil amanuense amante del séptimo arte, la escritura “a lo Aira” tiene estos efectos colaterales, y hasta podríamos decir que los prohija.
Hernán Sassi
DÍA CANAL HORA DIRECTOR/ PELÍCULA
Lun 7 TCM 22 LA COSTILLA DE ADÁN. Comedia con dos estrellas de Hollywood como son S. Tracy y K. Hepburn. No cambie de canal y si aún no tiene sueño, ni se le ocurra poner otro capítulo de Lost que haya alquilado o pirateado porque por esta misma señal viene una película imperdible.
A propósito de Lost.
Un comentario.
Muy a menudo suelo descender del panteón cinéfilo y revolcarme con agrado en el fango televisivo. Más de una vez he terminado en Sex and the city, alguna entrevista hecha por el descerebrado de Majul o peor aún, alguna hecha a Marcelo Birmajer y Vera Fogwill, o en el programa de la gorda Alesandra y últimamente hasta me vi unos cuantos minutos de Gran hermano y peor que peor, hasta escribí a partir de este lamentable programa, no más lamentable que otros tantos, por cierto. Es decir, yo no hablo sin haber padecido o gozado con las bondades de la TV. En el caso de Lost, viendo que todo el mundo hablaba de esa serie y hasta nuestro mismísimo Macedonio, Diego Cousido, se interna fines de semana completos a verla una y otra vez, no tuve más remedio que sentarme y someterme a la tortura.
Lo admito. Tuve poca paciencia. Duré tan sólo un capítulo. Pero eso es suficiente. Recuerdo que cuando Friends explotó sólo me bastó ver unos pocos minutos para darme cuenta de cuál era el secreto del éxito. Salvando las distancias, lo mismo pasa con alguna de Suar, ya sean las pelotudeces de la Monita como otras de “mejor factura” como las Mujeres asesinas.
En el caso de Lost, ¿me quieren decir qué mierda le ve la gente a esta serie de chicas lindas, pelados descerebrados y negritos de rigor perdidos en una isla del orto? Que me disculpen, pero La isla de Gilligan, con mucha menos producción, era diez veces mejor. Recuerden: era maravilloso darnos cuenta de que todo estaba hecho en un estudio de morondanga. Era casi como ver una de Ed Wood.
Dicho lo cual, a menos que les sirva para tener tema de conversación para levantarse una mina o flaco, o mejor, que les sirva para aletargar el suicidio, ¡no rompan más las pelotas con Lost!, y dejen de ver esa basura. Para ver una serie sigo prefiriendo Roma, la que pasan por HBO. De ella también sólo vi el primer capítulo, sólo en aquel fin de semana en que HBO abrió la señal para los pobretones como yo. Me refiero a aquel capítulo en el que si mal no recuerdo se retrataba a César viniéndose al raje de las Galias para cagar a palos a un par de pelados conjurados. Esa serie sí que es recomendable. Pero ahora dejemos las series y vamos a algo serio.
Lun 7 Canal 7 23 PETER CAPUSOTTO Y SUS VIDEOS. UN PROGRAMA DE ROCK. Segunda temporada de este programa que nos recuerda al mejor Cha-cha-cha. Este es realmente un programa de rock con un presentador desopilante, como es de esperar, e intermedios no menos increíbles.
Cuando digo que es un programa de rock no me refiero solo a que aquí encontrará videos completos de grandes grupos como Zeppelin, Jetro Tull, Talking Heads, la Velvet Underground y los Doors, sino –y más que nada– a que el ex-Todo por dos pesos aquí juega con toda la historia del rock, por lo tanto, si Ud. tiene el oído medio atrofiado y no es afecto a esta música, se pierde la mitad de los chistes.
En esta nueva etapa encontramos sketchs en donde escuchamos letras al revés, como la de “Wish you where here” de Floyd, traducciones delirantes de letras en inglés, como la de “Money”, también de los Floyd, la historia de Brian Bolls, el flaco que inspiró al mismo Warhol para crear la lengua de los Stones (¿la creó él, no?; disculpen, pero entre tantas pelotucedes que escribo se me confunden las cosas), y auspicios del bar “Acá sí que no se coge”, bar para tomar cervezas y discutir sobre la revolución marxista-leninista en el que Vilma Ripol disertará sobre “qué hacemos con la revolución en Long Champs” y luego veremos el ballet de Luis Zamora.
Pero por sobre todo en esta nueva etapa se destaca la versión que ofreció del extraordinario documental-entrevista de Pino Solanas y Getino, el de la actualización política y doctrinaria en donde aparece explayándose largo y tendido el Gral. El mismo que vemos otras noches por Canal 7 en el original, pero aquí doblado por Capusotto. A propósito, le recomiendo que no deje de ver el documental de Solanas, el verdadero. Ahí verá en acción la inteligencia, persuasión y gracia del político más importante del siglo veinte en Argentina, del único político equiparable a un Castro o Mao, salvo que un poco más listo que éstos porque a él la revolución (la peronista, la única posible, la socialista ya vimos que fracasó en todo tiempo y lugar) le salió bien.
Retomando, en la presentación de esta reversión, conmovedora para todo peronista, Capusotto demostrará no ya la influencia mundial sino intergaláctica del peronismo mostrando el escudo justicialista nada más ni nada menos que en las naves espaciales de La guerra de las galaxias.
En esta versión el General, líder también de la grey rockera, nos legará estas palabras:
“Llevo en mis oídos la más maravillosa música: es un solo de la guitarra de Lolo.”
“Al imperialismo hay que hablarle en su idioma: I´can´t get no satisfaction.”
“El trabajador dirá: Yo quiero mi pedazo. ¿Por qué no me lo dan?”
Antes de despedirme quería recordar que en una recomendación pasada de este programa me pronuncié con fastidio y hasta con resignación frente al decadente estado del rock nacional y en contra principalmente del paradigma dominante en nuestros días, el lumpen-rock o el rock chabón, género que vendría a ser la bailanta con guitarra eléctrica. En esta ocasión agregaré otro comentario a propósito de una discusión en torno al rock que tuviera con unos amigos de elinterpretador hace unos días, el cual hará las veces de reivindicación de la guitarra como instrumento privilegiado en el rock y de alerta sobre el estado del rock en nuestros días.
Viernes de pizza y cerveza con amigos. Viernes de charla distendida. Todo venía fenómeno hasta que el mismísimo Macedonio, nuestro ya mítico Diego Cousido, experto en pop y amante de Bob Dylan y Calamaro, tuvo el desatinado comentario que más o menos se resume en esta barrabasada: “Steve Vai no existe al lado de Keith Richards”. Juro que traté de contenerme, pero ese fuego eterno que todo rockero lleva dentro (cosa que nunca sucederá con los miles de giles que efímeramente escuchan pop) me lo impidió y en resumidas cuentas diré que casi nos vamos a las piñas y con ello termina una amistad que se ha hecho fuerte con los años.
Me explayo.
Esta pelotudez que dijo don Cousido es análoga a si yo dijera que Charlie Watts quedará en la historia de los grandes bateros del rock. Cualquier imbécil sabe que esto es una Animalada, que el tipo no tiene estilo ni lo tendrá, por lo menos tocando con los Stones, no sé tocando jazz con sus amigotes como dicen que hace. En este caso, los únicos bateros que tuvieron un estilo reconocible y fueron maestros para todo batero fueron John Bonham, el de Zeppelin y Neil Peart, el de Rush, el único con un sello inconfundible. Cualquier pibe de 12 años que empieza a escuchar un poco de rock lo sabe. Y no hace falta ser músico para apreciarlo.
Bueno, con la guitarra, “el” instrumento del rock por antonomasia, pasa lo mismo. Entre los guitarristas más recordados de la historia del rock, nunca, pero nunca estará el esperpento de Richards que lo único que sabe hacer como su amigote Jagger es patentar un bailecito. Y esto es coherente, pues los Stones son eso: música para mover las cachas, para ponernos loquitos, fierita. Después de todo, su “música” podría resumirse en eso de “It´s only rock and roll, but I like it”, que traducido vendría a querer decir: “el rock and roll es ruido, mucho ruido, pero me gusta, ¿y qué?, ¡pelotudo!”
Para hacerla corta, entre los guitarristas que quedarán en la historia del rock por su puesto estará Hendrix, S. R. Vaughan, el primer Santana, Steve Howe de los Yes, Brian May, David Gilmore, Jimmi Page, Ritchie Blackmore, Steve Vai e Yngwie Malmsteen, entre otros tantos, y no son muchos. Pero nadie en su sano juicio recordará como guitarrista a Richards.
Uno escucha un par de acordes de estos cristianos que mencioné y al segundo los reconoce, sin ir más lejos, como cuando uno escucha a Bach, Satie, Mozart o Beethoven. Sólo un par de frases y ya sabemos que estamos frente a cada uno de ellos.
Ahora bien, escuchemos un par de acordes de Richards. ¿Lo reconocemos? Sí, por los riff. No lo niego. Pero, ¿un guitarrista de rock se define solo por eso? Me temo que no. Si así fuera, en nuestro mentado panteón estarían incluidos el guitarrista de Black Sabbath, el de AC/DC y hasta el de Kiss, guitarras menores en cuanto a talento musical. Y ojo que soy un devoto de de cada uno de ellos.
¿Se entiende ahora mi furor?
Ahora bien, ¿todo esto a santo de qué? De alertar al mundo rockero ante el peligro de un espécimen en extinción: el guitarrista virtuoso, ese que nació con Hendrix y los bluseros que lo precedieron. Aquellos que creen que esto es una exageración, por favor señálenme en Argentina alguien que venga a suplantar al flaco Spinetta. De lo contrario, como diría el inefable Coco Basile, ¡shut up! Y esta inexorable desaparición va de la mano del precitado rock chabón, género que está matando al rock todo. Así que atentti al piojo.
Para terminar, cuando recomendaba por primera vez Peter Capusotto y sus videos y lagrimeaba por el estado del rock actual en nuestro país, cerraba mi comentario dándole fuerza para que no lo ganara el desasosiego como a mí e instándolo a poner el equipo a todo lo que da y escucharse un “Child in time” de Purple, un “Come together” o “I want you” de los Beatles o mejor, un “Black dog” de Zeppelin. En este caso agregue a la lista algún temita de Hendrix, del primer Santana, de David Gilmore y Steve Vai. Ah, si encuentra uno en el que Keith Richards demuestra que es un verdadero guitarrista –cosa que dudo– dele para delante también con ese. Seguro música no va a escuchar, pero cuanto menos le va a alegrar la noche y va a ponerse a mover el esqueleto “a lo Stone”, cosa que hemos hecho todos los rockeros alguna vez.
Ah, en Rock and Pop TV se da la primera temporada de Peter Capusotto y sus videos todos los martes a las 23hs.
Lun 7 TCM 23,45 H. Hawks. EL GRAN SUEÑO. La famosa novela de R. Chandler adaptada nada más ni nada menos que por William Faulkner y con H. Bogart en el protagónico. Es too much.
Si se entusiasma con la película, cómprese este novelón de aquellos. Citemos un pasaje célebre a ver si lo tiento para comprarla:
“¿Qué importaba dónde uno yaciera una vez muerto? ¿En un sucio sumidero o en una torre de mármol en lo alto de una colina? Muerto, uno dormía el sueño eterno y esas cosas no importaban. Petróleo y agua eran lo mismo que aire y viento para uno. Sólo se dormía el sueño eterno, y no importaba la suciedad donde uno hubiera muerto o donde cayera. Ahora, yo era parte de esa suciedad. Mucho más que Rusty Regan. Pero el anciano no tenía que serlo. Podía yacer tranquilo en su cama con dosel, con sus manos cruzadas encima de la sábana, esperando. Su corazón era un breve e inseguro murmullo. Sus pensamientos eran tan grises como la ceniza. Y dentro de poco él también, como Rusty y Regan, estaría durmiendo el sueño eterno.”
Raymond Chandler, El sueño eterno.
De paso cañazo, ya que mencionábamos al gran Faulkner a propósito de ésta, una de las muestras de su tortuoso paso por Hollywood, gloso unas palabras suyas en una entrevista ya mítica y donde -¡qué casualidad!– también se menciona el sueño, aunque no tiene nada que ver con la peli de Hawks.
- ¿Existe alguna fórmula que sea posible seguir para ser un buen novelista?, pregunta el periodista.
- 99 % de talento, 99 % de disciplina, 99 de trabajo. El novelista nunca debe sentirse satisfecho con lo que hace. Lo que se hace nunca es tan bueno como podría ser. Siempre hay que soñar y apuntar más alto de lo que uno puede apuntar. No preocuparse por ser mejor que sus contemporáneos o sus predecesores. Tratar de ser mejor que uno mismo. Un artista es una criatura impulsada por demonios. No sabe por qué ellos lo escogen y generalmente está demasiado ocupado para preguntárselo. Es completamente amoral en el sentido de que será capaz de robar, tomar prestado, mendigar o despojar a cualquiera y a todo el mundo con tal de realizar la obra. - responde muy orondo Faulkner con un vaso de whisky en la mano.
- ¿Quiere decir Ud. que el artista debe ser completamente despiadado?, repregunta el Majul de turno.
- El artista es responsable sólo ante la obra. Será completamente despiadado si es un buen artista. Tiene un sueño, y ese sueño lo angustia tanto que debe librarse de él. Hasta entonces no tiene paz. Lo echa todo por la borda: el honor, el orgullo, la decencia, la seguridad, la felicidad, todo, con tal de escribir el libro. Si un artista tiene que robarle a su madre, no vacilará en hacerlo.- remata Faulkner con una frase que quedará en los anales de la literatura.
Mar 8 RETRO 22 F. Lang. PERVERSIDAD. Del director de los nibelungos, de Metrópolis, de M, el vampiro; aquí podemos ver una de su período en Hollywood.
Mar 8 TCM 23,45 N. Ray. LA MUJER CODICIADA. Como buen populista que soy, siempre desconfié de la grandeza de este director. ¿Por qué? Sólo porque quiénes lo recomendaban eran nenes cool. Al perseverar en mi prejuicio me perdía de un director genial. Sí, genial. ¿Pruebas? Aquí van, y en orden de importancia, de mi importancia: Llama a cualquiera, Johnny guitar, Rebelde sin causa y Sangre caliente. Si no vio ninguna de estas películas, alquílese una. Antes vea ésta y va probando. Es una de las pocas que no vi, pero seguramente es una maravilla.
Mie 9 RETRO 22 H. Hawks. SCARFACE. La original, aquella que vio Pacino como 80 veces para que su versión le saliera como la gente.
Mie 9 TCM 22 EL SECRETO DE VIVIR. Comedia de la época dorada de Hollywood con Gary cooper.
Juev 10 A & E 22 González Iñárritu. 21 GRAMOS. Cuando vimos Amores perros y supimos que su director había caído bajo las garras de Hollywood, todos previmos lo peor: que aquel que sabía narrar con gran destreza se iba a “achanchar” como todos los que caen últimamente en aquellas tierras en las que, como decía Allen en Annie Hall, hacen películas con la basura que sacamos a la calle y donde finalmente todo termina siendo basura. Si desconfían de estas palabras, observen los trabajos de los orientalitos que por estos años arriban allí, quienes en otros tiempos y en otras tierras –las suyas– hacían maravillas y ahí –en los States– hacen mamarrachos; eso sí, cobrando millones de dólares.
Nuestros temores fueron en vano, como la mayoría, por cierto. Porque en este caso, con V. del Toro, S. Penn y una rubiola preciosa como protagonistas, el ex-mejicanote hizo una película de una factura excelente, mucho más entreverada que la anterior y sin grandes baches como tenía aquella.
Juev 10 RETRO 22 R. Corman. EL CUERVO. Comedia con Peter Lorre y Jack Nicholson. Recién me entero de que Nicholson actuó con este actorazo descomunal. La voy a ver con Ud.
Juev 10 TCM 23,40 R. Aldrich. ¿QUÉ FUE DE BABY JAME? Con la mala de las malas, Bete Davis, y J. Krawford, una que según dicen no dejaba títere con cabeza.
Sab 12 CCA 00:00 T. Parker. TEAM AMERICA. POLICÍA MUNDIAL. Trataré de acicatearlo para que vea esta película con argumentos un poco más sólidos que los de la Rolling stone, revista que en un alarde de síntesis y hermetismo la definió como “escandalosamente graciosa”.
Antes que nada, avisemos que los creadores de South park, responsables de este filme, cambiaron los dibujitos animados por títeres. Con respecto a esto, para leer algo más que la previsible crítica a los yankis a la que nos tienen acostumbrados, repare en la primer escena, situada en París, en la cual en un travelling vemos a un títere-titiritero con su títere -ergo, puesta en abismo del procedimiento esencial de la peli-, y repare también que los héroes aquí son actores.
Como sospechará, la World police que menta el título es la garante de la seguridad del mundo y está encarnada en los United States of America, ni más ni menos. Como sabe, los States deben cuidarnos de los “malos” terroristas poseedores de WMD o armas de destrucción masiva. Como también sabe, nuestros guardianes están dispuestos a todo para defendernos (léase, defenderse): aquí como “efectos colaterales”, como ya hicieron con la cuna de la civilización, Nínive, donde nació la escritura, donde se encontró una de las mayores bibliotecas de la antiguedad, la de Nabucodonosor; volarán en mil pedazos la Torre Eiffel, el Louvre, las pirámides de Egipto y la mismísima evocación de la Esfinge, aquella que Edipo forzó a precipitarse desde las alturas al dar con el acertijo liberando a los tebanos de aquel monstruo-preguntador precursor borgeano de Sofovich y de la Su Gimenez. Decíamos, volarán todo porque lo que importa no es el medio sino el fin: la defensa ante el Mal que acecha.
Lo bueno del filme es que no sólo carga las tintas sobre Bush y sus amigotes, sino también sobre los actores “progre” de Hollywood que se le oponen con menos convicción que Putin o Chirac y con todas las ganas de que esta declarada enemistad sirva más para potenciar su carrera profesional que para lograr la paz mundial. Ellos son Tim Robbins, Susan Sarandon, Sean Penn, Alec Baldwin, Liv Tyler, y así siguiendo, como diría nuestro incólumne batallador contra el imperialismo, David Viñas. Estos desalmados incluso caen sobre “el” opositor por antonomasia: Michael Moore, quien aquí se detona como un extremista islámico.
Eso sí, el final tiene un dejo de complacencia para con el Imperio. Al fin y al cabo alguien tiene que parar a los terroristas con turbantes y esos son ellos, el Gran Hermano Americano. Pero bueno, no le pidan peras al olmo, los pibes no son Sontag o Chomsky. Cuanto mucho serán unos demócratas un poco “radicales”, nada más. Será más productivo y más fehaciente entonces, antes que verlos como unos comunistas perdidos en Norteamérica y en el tiempo, incluirlos en la tradición cínica, en la línea Diógenes-Voltaire-Kraus-Celine-Asis-Fogwill. Y hago la analogía con la literatura porque en el cine no existe una fuerte tradición cínica.
Sab 12 ISAT 23 L. Clark. BULLY. El director de Kids vuelve a retratar con crudeza la juventud norteamericana. “Fuertísima. Es más dura que Kids. Una patada en las bolas”, dijo, medio dormido, un poco embolado o hasta quizá drogado, Diego Cousido, nuestro Macedonio, un sabio del cine amigo de elinterpretador que por la misma fobia que padecieron Sócrates, Cristo y Buda desgraciadamente nos priva de su profundo conocimiento cinéfilo en forma escrita, o mejor dicho, nos lo regala sólo a los dichosos que podemos conversar con él solo cuando desciende de su montaña, como el Zarathustra nietzscheano.
Dom 13 RETRO 22 SCARFACE. La original, aquella que vio Pacino como 80 veces para que su versión le saliera como la gente.
Lun 14 RETRO 22 B. Wilden. PACTO DE SANGRE. Continúa el ciclo de cine negro que se da por esta señal los lunes y martes. Ya sé que es un peliculón y si escribo sobre cine debería haberla visto. Bueno. Pues no la vi. ¿Y qué? Después de todo no es la única joya que todavía no he visto. Aunque no lo crean, no vi Novecento de Bertolucci. Hoy cubro un bache y uno de estos días –más vale un día largo, largo– me alquilo la de Bertolucci.
Lun 14 TCM 22 R. Brooks. EL GATO SOBRE EL TEJADO DE ZINC CALIENTE. A propósito de Pasión fija, su novela de vanguardia sobre el amor feliz, Philippe Sollers, escribió lo siguiente: “Nada es más subversivo en la actualidad que un amor que funciona entre un hombre y una mujer. El sistema pretende que la pasión sea sinónimo de malentendido, fracaso, amargura y resentimiento. Nada desestabiliza más que una pasión que perdura intacta con los años”.
Interesante lo del franchute, ¿no? Pero en realidad aquí nos servirá más como contraejemplo que como otra cosa porque lo que menos encontrará en esta película será felicidad y una “pasión que perdura intacta con los años”. Más bien hay mucha amargura y sobre todo mucho resentimiento.
Esta es la versión cinematográfica de la obra del gran Arthur Miller interpretada por E. Taylor, aquí haciendo las veces de amante consecuente y por ello contrariada, y Paul Newman en el papel del desalmado que la ignora y humilla hasta la exasperación. Su desdén es casi inhumano. Con decirles que a uno le dan ganas de cagarlo a trompadas al lindito este. Si tiene alguien al lado que hace las veces de novio, esposo, amante o lo que sea, desquítese ahora por si en el futuro se le transforma en n Newman de cuarta y la hace sufrir como a la pobre Taylor.
Lun 14 Canal 7 23 PETER CAPUSOTTO Y SUS VIDEOS. UN PROGRAMA DE ROCK. Segunda temporada de este programa que nos recuerda al mejor Cha-cha-cha. Este es realmente un programa de rock con un presentador desopilante, como es de esperar, e intermedios no menos increíbles.
Cuando digo que es un programa de rock no me refiero solo a que aquí encontrará videos completos de grandes grupos como Zeppelin, Jetro Tull, Talking Heads, la Velvet Underground y los Doors, sino –y más que nada– a que el ex-Todo por dos pesos aquí juega con toda la historia del rock, por lo tanto, si Ud. tiene el oído medio atrofiado y no es afecto a esta música, se pierde la mitad de los chistes.
En esta nueva etapa encontramos sketchs en donde escuchamos letras al revés, como la de “Wish you where here” de Floyd, traducciones delirantes de letras en inglés, como la de “Money”, también de los Floyd, la historia de Brian Bolls, el flaco que inspiró al mismo Warhol para crear la lengua de los Stones (¿la creó él, no?; disculpen, pero entre tantas pelotucedes que escribo se me confunden las cosas), y auspicios del bar “Acá sí que no se coge”, bar para tomar cervezas y discutir sobre la revolución marxista-leninista en el que Vilma Ripol disertará sobre “qué hacemos con la revolución en Long Champs” y luego veremos el ballet de Luis Zamora.
Pero por sobre todo en esta nueva etapa se destaca la versión que ofreció del extraordinario documental-entrevista de Pino Solanas y Getino, el de la actualización política y doctrinaria en donde aparece explayándose largo y tendido el Gral. El mismo que vemos otras noches por Canal 7 en el original, pero aquí doblado por Capusotto. A propósito, le recomiendo que no deje de ver el documental de Solanas, el verdadero. Ahí verá en acción la inteligencia, persuasión y gracia del político más importante del siglo veinte en Argentina, del único político equiparable a un Castro o Mao, salvo que un poco más listo que éstos porque a él la revolución (la peronista, la única posible, la socialista ya vimos que fracasó en todo tiempo y lugar) le salió bien.
Retomando, en la presentación de esta reversión, conmovedora para todo peronista, Capusotto demostrará no ya la influencia mundial sino intergaláctica del peronismo mostrando el escudo justicialista nada más ni nada menos que en las naves espaciales de La guerra de las galaxias.
En esta versión el General, líder también de la grey rockera, nos legará estas palabras:
“Llevo en mis oídos la más maravillosa música: es un solo de la guitarra de Lolo.”
“Al imperialismo hay que hablarle en su idioma: I´can´t get no satisfaction.”
“El trabajador dirá: Yo quiero mi pedazo. ¿Por qué no me lo dan?”
Antes de despedirme quería recordar que en una recomendación pasada de este programa me pronuncié con fastidio y hasta con resignación frente al decadente estado del rock nacional y en contra principalmente del paradigma dominante en nuestros días, el lumpen-rock o el rock chabón, género que vendría a ser la bailanta con guitarra eléctrica. En esta ocasión agregaré otro comentario a propósito de una discusión en torno al rock que tuviera con unos amigos de elinterpretador hace unos días, el cual hará las veces de reivindicación de la guitarra como instrumento privilegiado en el rock y de alerta sobre el estado del rock en nuestros días.
Viernes de pizza y cerveza con amigos. Viernes de charla distendida. Todo venía fenómeno hasta que el mismísimo Macedonio, nuestro ya mítico Diego Cousido, experto en pop y amante de Bob Dylan y Calamaro, tuvo el desatinado comentario que más o menos se resume en esta barrabasada: “Steve Vai no existe al lado de Keith Richards”. Juro que traté de contenerme, pero ese fuego eterno que todo rockero lleva dentro (cosa que nunca sucederá con los miles de giles que efímeramente escuchan pop) me lo impidió y en resumidas cuentas diré que casi nos vamos a las piñas y con ello termina una amistad que se ha hecho fuerte con los años.
Me explayo.
Esta pelotudez que dijo don Cousido es análoga a si yo dijera que Charlie Watts quedará en la historia de los grandes bateros del rock. Cualquier imbécil sabe que esto es una Animalada, que el tipo no tiene estilo ni lo tendrá, por lo menos tocando con los Stones, no sé tocando jazz con sus amigotes como dicen que hace. En este caso, los únicos bateros que tuvieron un estilo reconocible y fueron maestros para todo batero fueron John Bonham, el de Zeppelin y Neil Peart, el de Rush, el único con un sello inconfundible. Cualquier pibe de 12 años que empieza a escuchar un poco de rock lo sabe. Y no hace falta ser músico para apreciarlo.
Bueno, con la guitarra, “el” instrumento del rock por antonomasia, pasa lo mismo. Entre los guitarristas más recordados de la historia del rock, nunca, pero nunca estará el esperpento de Richards que lo único que sabe hacer como su amigote Jagger es patentar un bailecito. Y esto es coherente, pues los Stones son eso: música para mover las cachas, para ponernos loquitos, fierita. Después de todo, su “música” podría resumirse en eso de “It´s only rock and roll, but I like it”, que traducido vendría a querer decir: “el rock and roll es ruido, mucho ruido, pero me gusta, ¿y qué?, ¡pelotudo!”
Para hacerla corta, entre los guitarristas que quedarán en la historia del rock por su puesto estará Hendrix, S. R. Vaughan, el primer Santana, Steve Howe de los Yes, Brian May, David Gilmore, Jimmi Page, Ritchie Blackmore, Steve Vai e Yngwie Malmsteen, entre otros tantos, y no son muchos. Pero nadie en su sano juicio recordará como guitarrista a Richards.
Uno escucha un par de acordes de estos cristianos que mencioné y al segundo los reconoce, sin ir más lejos, como cuando uno escucha a Bach, Satie, Mozart o Beethoven. Sólo un par de frases y ya sabemos que estamos frente a cada uno de ellos.
Ahora bien, escuchemos un par de acordes de Richards. ¿Lo reconocemos? Sí, por los riff. No lo niego. Pero, ¿un guitarrista de rock se define solo por eso? Me temo que no. Si así fuera, en nuestro mentado panteón estarían incluidos el guitarrista de Black Sabbath, el de AC/DC y hasta el de Kiss, guitarras menores en cuanto a talento musical. Y ojo que soy un devoto de de cada uno de ellos.
¿Se entiende ahora mi furor?
Ahora bien, ¿todo esto a santo de qué? De alertar al mundo rockero ante el peligro de un espécimen en extinción: el guitarrista virtuoso, ese que nació con Hendrix y los bluseros que lo precedieron. Aquellos que creen que esto es una exageración, por favor señálenme en Argentina alguien que venga a suplantar al flaco Spinetta. De lo contrario, como diría el inefable Coco Basile, ¡shut up! Y esta inexorable desaparición va de la mano del precitado rock chabón, género que está matando al rock todo. Así que atentti al piojo.
Para terminar, cuando recomendaba por primera vez Peter Capusotto y sus videos y lagrimeaba por el estado del rock actual en nuestro país, cerraba mi comentario dándole fuerza para que no lo ganara el desasosiego como a mí e instándolo a poner el equipo a todo lo que da y escucharse un “Child in time” de Purple, un “Come together” o “I want you” de los Beatles o mejor, un “Black dog” de Zeppelin. En este caso agregue a la lista algún temita de Hendrix, del primer Santana, de David Gilmore y Steve Vai. Ah, si encuentra uno en el que Keith Richards demuestra que es un verdadero guitarrista –cosa que dudo– dele para delante también con ese. Seguro música no va a escuchar, pero cuanto menos le va a alegrar la noche y va a ponerse a mover el esqueleto “a lo Stone”, cosa que hemos hecho todos los rockeros alguna vez.
Ah, en Rock and Pop TV se da la primera temporada de Peter Capusotto y sus videos todos los martes a las 23hs.
Mar 15 RETRO 22 LA SOMBRA DE UNA DUDA. Joseph Cotten, aquel galán que actuara, entre otras, en alguna película de Hitchcock, esconde algo groso: la policía lo persigue no ya por matar a una ricachona de un country al confundirla con una biblioteca clavándole cinco pitutos en el cráneo, sino tan solo por asesinar con premeditación a una viudita con plata. A diferencia de los García Belsunce, Cotten es piola. No deja ningún pituto en la escena del crimen y no se contradice como Johnny y compañía. Pero como los Belsunce, él va a pisar el palito. La que hará las veces de fiscal será su propia sobrina.
Mire esta película que es una joya atravesada casi como el caso que me sirvió de analogía.
Mie 16 RETRO 22 O. Wells. LA DAMA DE SHANGAI. Según nos cuenta Truffaut en el prólogo del libro de Bazin sobre Wells, por aquellos tiempos –los ´50,´60– los cinéfilos querían demostrar que un film serie B como puede ser este thriller bien podía ser superior a una película de género sobre un “tema importante”. Por ello Rohmer y cía. ponían en un plano de igual El ciudadano y La dama de Shangai.
Pasados los años en los que se cimentaba la política de los autores de los Cahiers, hoy no necesitamos justificar con tanta pasión una película que, como reconociera el mismo Wells a Peter Bogdanovich, cuenta con la peor escena que él haya filmado jamás; por supuesto, tratándose de Wells, junto a tantas otras que quedarán en toda antología de las mejores del cine.
Como aquí no recordamos a los poetas por sus peores versos sino por los mejores, no nos detendremos en esta escena que Wells quería sacar de cuajo y los Estudios no le permitieron. Más bien repararemos en otro comentario que Wells le hiciera a Bogdanovich en esas largas entrevistas que vienen a ser como la “serie B” de las que Truffaut tuviera con Hitchcock. Simplemente porque sus palabras nos permiten ratificarlo como un director borgeano.
Luego de contar por qué le cortó el pelo a la pobre Rita, dejándola casi como Sansón (la foto de Wells frente al espejo con los pelos de Rita en sus manos es de antología; búsquela, vale la pena), nos hace una confesión.
Bogdanovich pregunta: You like mirrors.
Y Wells rectifica: I like reflections, as long as they aren’t mine.
Alguien tan afecto a las ficciones sobre ficciones, a la delgada línea que separa los rigores de la vigilia con los placeres y pesadillas vividos en nuestros sueños, a los laberintos mentales o fácticos, y sobre todo al poema de Kubla Khan de Coleridge como lo demostró en El ciudadano, ya venía –creo yo sin saberlo– borgeanizándose a lo loco. En La dama de Shangai terminará por confirmar su devoción, la cual es absolutamente indemostrable (por lo menos para mí y menos ahora, escribiendo al tun tun) e inventada por mí en este preciso instante.
Wells, aunque se valga de los espejos como nadie lo ha hecho en el cine, presiente el carácter abominable e hinchapelotas de esas superficies que vanamente reproducen el mundo. Y por qué no, lo padece, como lo padecemos los espectadores en la memorable escena de La dama de Shangai. En ella recordaremos las palabras del narrador de “Tlon, uqbar, orbis tertius”: “Los espejos […] son abominables porque multiplican el número de los hombres”.
Pero en esta ocasión no será borgeano sólo por escenificar el infinito. Gracias a sus palabras, o mejor dicho, a la doble acepción de una de ellas, diremos que es borgeano también por ser tan afecto a las maquinaciones del ser humano.
Mie 16 ISAT 23 J. Caouette. TARNATION. Imagine a su sobrinito de 11 años filmando su vida. Bueno, ahora imagínelo si su vida es un quilombo. Más o menos eso es Tarnation: la vida un poco terrible (como la de todos) de un flaquito con una familia disfuncional (como la de todos).
A propósito, ¿qué es una familia “disfuncional”?
A veces, en su afán de ver el cine con el mismo ánimo con el que un científico enfrenta a un espécimen desconocido; es decir, con el solo impulso de clasificarlo todo bajo su régimen conceptual, los críticos “mandan fruta” y meten en una misma bolsa películas muy disímiles. Como en la crítica vernácula hasta no hace mucho abundaban los filmes sobre “jóvenes abúlicos”, hoy sigue pululando esto de vivir en una “familia disfuncional”.
Todos tenemos un muerto en el placard. Toda familia es disfuncional. Y no, toda familia en el fondo es disfuncional. De modo que esta “categoría” ya no nos dice mucho, ¿no? ¡Señores críticos, piensen un poco más! No simplifiquen las cosas que ya bastante tenemos con lo que consumimos día a día en los medios.
Que... ¿qué hace con la película? Mírela ya que está. Lo propio voy a hacer yo porque en su momento con eso de “un pendejito filmando su vida sin censuras en una familia disfuncional” a mí no me convencieron para verla en cines.
Sab 19 RETRO 10 C. Dreyer. LA PASIÓN DE JUANA DE ARCO. Dreyer es un director de culto. Como Guimaraes, como Lezama o Di Benedetto, quienes son escritores de escritores, él es un director de directores, como Resnais, como Antonioni o como Hugo Santiago, sin ir más lejos.
Filmada en tiempos del cine mudo, esta película tiene una modernidad tal que el montaje paralelo de los minutos finales del Nacimiento de una nación de Griffith o el montaje dialéctico de Eisenstein frente a ella parecen recursos del paleolítico.
Ya sé, la clave de Dreyer no estaba en el montaje sino en el plano. En sus películas encontrará encuadres cortados y un uso del fuera de campo único. Esto es, una novedad tan radical como la que impusiera Degas “partiendo al medio” bailarinitas (disculpen la guarangada) en sus pinturas con tonitos pastel. Y en definitiva, y lo que es más importante porque esto Ud. lo va a ver más fácilmente, la expresividad que esta bestia logra con estos encuadres es realmente asombrosa.
Haga la prueba. Vea esta película y compárela con cualquiera de ese tiempo. Verá que pasa lo que con Sin aliento de Godard, por ejemplo, parece filmada ayer.
Eso no sucede con muchas películas.
Me detengo un instante en este punto.
No me mienta, cuando ve cine de hace unos años, aunque Ud. no sepa un pito de cine, se da cuenta de que “algo huele a viejo”, y eso incluso sucede con películas de la edad de oro de Hollywood. Lo mismo pasa en la literatura. Lea a Goethe y luego a Balzac y se dará cuenta de que el primero parece un abuelo y el segundo un punk. Bueno, Dreyer es todo un punk. Véalo con sus propios ojos y más en ésta, su obra maestra.
Dom 20 CCA 22 Almodóvar. TODO SOBRE MI MADRE. No pienso gastarme en cortar y pegar. Haga click aquí abajo y lea el comentario en la columna Dos extraños amantes, que dicho sea de paso no sé qué demonios hace en esa columna cuando debería estar en esta.
DOM 20 RETRO 22 O. Wells. LA DAMA DE SHANGAI. Según nos cuenta Truffaut en el prólogo del libro de Bazin sobre Wells, por aquellos tiempos –los ´50,´60– los cinéfilos querían demostrar que un film serie B como puede ser este thriller bien podía ser superior a una película de género sobre un “tema importante”. Por ello Rohmer y cía. ponían en un plano de igual El ciudadano y La dama de Shangai.
Pasados los años en los que se cimentaba la política de los autores de los Cahiers, hoy no necesitamos justificar con tanta pasión una película que, como reconociera el mismo Wells a Peter Bogdanovich, cuenta con la peor escena que él haya filmado jamás; por supuesto, tratándose de Wells, junto a tantas otras que quedarán en toda antología de las mejores del cine.
Como aquí no recordamos a los poetas por sus peores versos sino por los mejores, no nos detendremos en esta escena que Wells quería sacar de cuajo y los Estudios no le permitieron. Más bien repararemos en otro comentario que Wells le hiciera a Bogdanovich en esas largas entrevistas que vienen a ser como la “serie B” de las que Truffaut tuviera con Hitchcock. Simplemente porque sus palabras nos permiten ratificarlo como un director borgeano.
Luego de contar por qué le cortó el pelo a Rita, dejándola casi como Sansón (la foto de Wells frente al espejo con los pelos de Rita en sus manos es de antología; búsquela, vale la pena), nos hace una confesión.
Bogdanovich pregunta: You like mirrors.
Y Wells rectifica: I like reflections, as long as they aren’t mine.
Alguien tan afecto a las ficciones sobre ficciones, a la delgada línea que separa los rigores de la vigilia con los placeres y pesadillas de nuestros sueños, a los laberintos mentales o fácticos, y sobre todo al poema de Kubla Khan de Coleridge como lo demostró en El ciudadano, ya venía –creo yo sin saberlo– borgeanizándose a lo loco. En La dama de Shangai terminará por confirmar su devoción, la cual es absolutamente indemostrable (por lo menos para mí y menos ahora, escribiendo al tun tun) e inventada por mí en este preciso instante.
Wells, aunque se valga de los espejos como nadie lo ha hecho en el cine, presiente el carácter abominable e hinchapelotas de esas superficies que vanamente reproducen el mundo. Y por qué no, lo padece, como lo padecemos los espectadores en la memorable escena de La dama de Shangai. En ella recordaremos las palabras del narrador de “Tlon, uqbar, orbis tertius”: “Los espejos […] son abominables porque multiplican el número de los hombres”.
Pero en esta ocasión no será borgeano sólo por escenificar el infinito. Gracias a sus palabras, o mejor dicho, a la doble acepción de una de ellas, diremos que es borgeano también por ser tan afecto a las maquinaciones del ser humano.
Lun 21 RETRO 22 F. Lang. EL MINISTERIO DEL MIEDO. Otra de Lang de la época en Hollywood.
Lun 21 Canal 7 23 PETER CAPUSOTTO Y SUS VIDEOS. UN PROGRAMA DE ROCK. Segunda temporada de este programa que nos recuerda al mejor Cha-cha-cha. Este es realmente un programa de rock con un presentador desopilante, como es de esperar, e intermedios no menos increíbles.
Cuando digo que es un programa de rock no me refiero solo a que aquí encontrará videos completos de grandes grupos como Zeppelin, Jetro Tull, Talking Heads, la Velvet Underground y los Doors, sino –y más que nada– a que el ex-Todo por dos pesos aquí juega con toda la historia del rock, por lo tanto, si Ud. tiene el oído medio atrofiado y no es afecto a esta música, se pierde la mitad de los chistes.
En esta nueva etapa encontramos sketchs en donde escuchamos letras al revés, como la de “Wish you where here” de Floyd, traducciones delirantes de letras en inglés, como la de “Money”, también de los Floyd, la historia de Brian Bolls, el flaco que inspiró al mismo Warhol para crear la lengua de los Stones (¿la creó él, no?; disculpen, pero entre tantas pelotucedes que escribo se me confunden las cosas), y auspicios del bar “Acá sí que no se coge”, bar para tomar cervezas y discutir sobre la revolución marxista-leninista en el que Vilma Ripol disertará sobre “qué hacemos con la revolución en Long Champs” y luego veremos el ballet de Luis Zamora.
Pero por sobre todo en esta nueva etapa se destaca la versión que ofreció del extraordinario documental-entrevista de Pino Solanas y Getino, el de la actualización política y doctrinaria en donde aparece explayándose largo y tendido el Gral. El mismo que vemos otras noches por Canal 7 en el original, pero aquí doblado por Capusotto. A propósito, le recomiendo que no deje de ver el documental de Solanas, el verdadero. Ahí verá en acción la inteligencia, persuasión y gracia del político más importante del siglo veinte en Argentina, del único político equiparable a un Castro o Mao, salvo que un poco más listo que éstos porque a él la revolución (la peronista, la única posible, la socialista ya vimos que fracasó en todo tiempo y lugar) le salió bien.
Retomando, en la presentación de esta reversión, conmovedora para todo peronista, Capusotto demostrará no ya la influencia mundial sino intergaláctica del peronismo mostrando el escudo justicialista nada más ni nada menos que en las naves espaciales de La guerra de las galaxias.
En esta versión el General, líder también de la grey rockera, nos legará estas palabras:
“Llevo en mis oídos la más maravillosa música: es un solo de la guitarra de Lolo.”
“Al imperialismo hay que hablarle en su idioma: I´can´t get no satisfaction.”
“El trabajador dirá: Yo quiero mi pedazo. ¿Por qué no me lo dan?”
Antes de despedirme quería recordar que en una recomendación pasada de este programa me pronuncié con fastidio y hasta con resignación frente al decadente estado del rock nacional y en contra principalmente del paradigma dominante en nuestros días, el lumpen-rock o el rock chabón, género que vendría a ser la bailanta con guitarra eléctrica. En esta ocasión agregaré otro comentario a propósito de una discusión en torno al rock que tuviera con unos amigos de elinterpretador hace unos días, el cual hará las veces de reivindicación de la guitarra como instrumento privilegiado en el rock y de alerta sobre el estado del rock en nuestros días.
Viernes de pizza y cerveza con amigos. Viernes de charla distendida. Todo venía fenómeno hasta que el mismísimo Macedonio, nuestro ya mítico Diego Cousido, experto en pop y amante de Bob Dylan y Calamaro, tuvo el desatinado comentario que más o menos se resume en esta barrabasada: “Steve Vai no existe al lado de Keith Richards”. Juro que traté de contenerme, pero ese fuego eterno que todo rockero lleva dentro (cosa que nunca sucederá con los miles de giles que efímeramente escuchan pop) me lo impidió y en resumidas cuentas diré que casi nos vamos a las piñas y con ello termina una amistad que se ha hecho fuerte con los años.
Me explayo.
Esta pelotudez que dijo don Cousido es análoga a si yo dijera que Charlie Watts quedará en la historia de los grandes bateros del rock. Cualquier imbécil sabe que esto es una Animalada, que el tipo no tiene estilo ni lo tendrá, por lo menos tocando con los Stones, no sé tocando jazz con sus amigotes como dicen que hace. En este caso, los únicos bateros que tuvieron un estilo reconocible y fueron maestros para todo batero fueron John Bonham, el de Zeppelin y Neil Peart, el de Rush, el único con un sello inconfundible. Cualquier pibe de 12 años que empieza a escuchar un poco de rock lo sabe. Y no hace falta ser músico para apreciarlo.
Bueno, con la guitarra, “el” instrumento del rock por antonomasia, pasa lo mismo. Entre los guitarristas más recordados de la historia del rock, nunca, pero nunca estará el esperpento de Richards que lo único que sabe hacer como su amigote Jagger es patentar un bailecito. Y esto es coherente, pues los Stones son eso: música para mover las cachas, para ponernos loquitos, fierita. Después de todo, su “música” podría resumirse en eso de “It´s only rock and roll, but I like it”, que traducido vendría a querer decir: “el rock and roll es ruido, mucho ruido, pero me gusta, ¿y qué?, ¡pelotudo!”
Para hacerla corta, entre los guitarristas que quedarán en la historia del rock por su puesto estará Hendrix, S. R. Vaughan, el primer Santana, Steve Howe de los Yes, Brian May, David Gilmore, Jimmi Page, Ritchie Blackmore, Steve Vai e Yngwie Malmsteen, entre otros tantos, y no son muchos. Pero nadie en su sano juicio recordará como guitarrista a Richards.
Uno escucha un par de acordes de estos cristianos que mencioné y al segundo los reconoce, sin ir más lejos, como cuando uno escucha a Bach, Satie, Mozart o Beethoven. Sólo un par de frases y ya sabemos que estamos frente a cada uno de ellos.
Ahora bien, escuchemos un par de acordes de Richards. ¿Lo reconocemos? Sí, por los riff. No lo niego. Pero, ¿un guitarrista de rock se define solo por eso? Me temo que no. Si así fuera, en nuestro mentado panteón estarían incluidos el guitarrista de Black Sabbath, el de AC/DC y hasta el de Kiss, guitarras menores en cuanto a talento musical. Y ojo que soy un devoto de de cada uno de ellos.
¿Se entiende ahora mi furor?
Ahora bien, ¿todo esto a santo de qué? De alertar al mundo rockero ante el peligro de un espécimen en extinción: el guitarrista virtuoso, ese que nació con Hendrix y los bluseros que lo precedieron. Aquellos que creen que esto es una exageración, por favor señálenme en Argentina alguien que venga a suplantar al flaco Spinetta. De lo contrario, como diría el inefable Coco Basile, ¡shut up! Y esta inexorable desaparición va de la mano del precitado rock chabón, género que está matando al rock todo. Así que atentti al piojo.
Para terminar, cuando recomendaba por primera vez Peter Capusotto y sus videos y lagrimeaba por el estado del rock actual en nuestro país, cerraba mi comentario dándole fuerza para que no lo ganara el desasosiego como a mí e instándolo a poner el equipo a todo lo que da y escucharse un “Child in time” de Purple, un “Come together” o “I want you” de los Beatles o mejor, un “Black dog” de Zeppelin. En este caso agregue a la lista algún temita de Hendrix, del primer Santana, de David Gilmore y Steve Vai. Ah, si encuentra uno en el que Keith Richards demuestra que es un verdadero guitarrista –cosa que dudo– dele para delante también con ese. Seguro música no va a escuchar, pero cuanto menos le va a alegrar la noche y va a ponerse a mover el esqueleto “a lo Stone”, cosa que hemos hecho todos los rockeros alguna vez.
Ah, en Rock and Pop TV se da la primera temporada de Peter Capusotto y sus videos todos los martes a las 23hs.
Mar 22 ISAT 23,15 M. Scorsese. CASINO. Los directores no sólo se destacan, entre otras cosas, por su mano maestra en la dirección de actores, en la composición de los planos, en el montaje; también lo hacen por algo previo: la selección de actores. Lo sabemos, la elección de actores es capital. Si no me creen, pásense por un festival de cortos (no se los recomiendo, hay torturas mejores) y verán cómo cualquier pelafustán malogra buenas ideas. Aquí la elección es más que feliz, es perfecta. No sólo se luce la pareja protagónica, R. De Niro y Sh. Stone, que están soberbios, sino también un actor de reparto estupendo, uno de los mejores: Joe Pesci. Esto último no representa un dato menor. Me lleva a escribir una idea; que no es poco, che. Pesci en Casino –y en Toro salvaje también, haga memoria- como el inolvidable Peter Lorre en tantas películas –¿se acuerda del freak de ojos saltones de Casablanca?, a él nos referimos–, es de esos personajes secundarios que, sin competir con el protagonista, brillan tanto o más que ellos y aportan al filme un balance perfecto. En esa sólida pareja que conforman Sam, su jefe, caracterizado por un imperturbable R. De Niro, y Nicky, su mano derecha y puente con los verdaderos jefes (los que están detrás de Sam, y ahí recuerdo: “¿qué Dios detrás de Dios la trama empieza?”, decía nuestro Borges refiriéndose no a la mafia, tema olímpicamente ignorado por él, sino a otra cosa pero que nos viene al pelo), encarnado por Pesci; aunque a primera vista lo parezca, este último, Nicky, no es el Robin del dúo dinámico o el Engels del otro dúo dinámico, el marxista; él es un protagonista más. Presten atención al crescendo en la increíble actuación de Joe Pesci y verán a qué me refiero.
Ahora dirijámonos propiamente a la película. Con un montaje perfecto y continuos movimientos de cámaras (e incluyamos aquí los zooms que en otras manos, incluso las de Visconti, son una grasada), Scorsese ofrece una dinámica radiografía de aquel antro de perdición que, tras esquilmar a decenas y centenas de incautos, supo ser fuente de inspiración de algún genio desengañado como Dostoievski. La constante voz en off que en otras películas es más bien un estorbo, un énfasis innecesario o un “perrito faldero” de las imágenes, aquí intensifica el vértigo y genera un magnetismo con el que quedamos prendados de cada una de las escenas de este exhaustivo retrato de ese submundo fascinante. Y esto es así. La fuerza hipnótica de Casino es tal que, a menos que lo interrumpan con cortes publicitarios, uno no puede levantarse del sillón o de la cama ni siquiera para agarrar un chocolate o para bajar a recibir los helados que su descerebrado hijo le encargó a Pérsico porque, consumiendo sólo MTV o a lo sumo de vez en cuando las alturas periodísticas de Crónica TV, no tiene la más pálida idea de lo que es apreciar buen cine.
Un capítulo aparte merece el tratamiento de la luminosidad. Todo aquí se nos muestra radiante, ceniciento, más o menos como en las pelotudeces de Suar que mete foquitos en todos lados para hacerse el “moderno”. Pero no, no va por ese lado. Aquí estas imágenes, luminosísimas todas –preste atención-, están perfectamente justificadas. La intensa luz cenital que pende sobre cada personaje no es otra cosa que la metáfora de ese panóptico certeramente instalado para controlar todos y cada uno de los resortes de esa monstruosa máquina de hacer dinero. O mejor aún, esta luminosidad tan marcada es el símbolo de éstas, las dos caras que muestra Casino, la visible y radiante, y la oculta o en penumbras. Porque aquí, si bien todo se nos muestra esplendoroso, todos y cada uno esconden mezquindades varias, muchas debilidades y un vacío insondable; así como el casino, que se nos ofrece con un glamour y brillo deslumbrantes, representa un sistema legal y de una civilidad digna de nutridos elogios pero cimentado sobre bases espúreas y criminales.
Casino es una vuelta más sobre el tema que obsesiona al cine norteamericano: el poder. Y más que nada, y por eso quien diga que es la Citizen Kane de nuestro tiempo tendrá razón, es el retrato del ascenso y caída de un hombre poderoso. Hombre poderoso que, en este caso particular, si bien no es miembro del núcleo la mafia, es su Ganímedes, su servidor más fiel y eficiente. Pero a diferencia de lo que ocurría en Citizen Kane, aquí no hace falta descubrir su “rosebud”. Este hombre de mirada marcial tiene un punto débil, está perdidamente enamorado de Ginger, interpretada de manera magistral por Sharon Stone quien, bajo la mano de este turro de Scorsese, está deslumbrante siempre, preciosa hasta cuando estalla desbocada o sucumbe abatida.
Dos recomendaciones librescas para el “visionado” (¡así llaman al simplote acto de ver una peli en la Academia!; no, si como decía un compañero de trabajo: “hay que meter tanta bala, que no alcanzan las balas”): el lunes a la nochecita empiece a leer El jugador de aquel místico y nihilista ruso, Dostoievski. Aunque no tiene nada que ver con la mirada de Scorsese, más ética, menos psicológica o metafísica, cuanto menos le sirve para ponerse en tema. Mejor aún, si se dispone a leer, a engrosar las filas de los devotos de la palabra impresa, léase de cabo a rabo –es cortita- La experiencia sensible de Fogwill que sitúa su acción en un hotel-casino de las Vegas como es el de esta película. Igualmente, y más si se trata de esta película de reventados, siempre es bueno leer a un reventadito como Fogwill.
Para terminar, un agradecimiento como colofón. Debo el entusiasmo para volver a ver Casino, una de las pocas películas que vi tres o cuatro veces en mi vida, la cual vería otras tantas, y el ánimo para encarar este extenso y anodino comentario a nuestro Macedonio, aquel que es fóbico a la escritura pero nos deleita con sus agudas reflexiones en charlas con vinillos de por medio, sí, al ya famoso Diego Cousido, quien es un amante del cine de Scorsese.
Mie 23 RETRO 22 C. Reed. EL TERCER HOMBRE. Continúa el ciclo de cine negro por esta señal, esta vez con Wells, sí Orson Wells, y Cotten, el de los pitutos de hace unos días atrás.
Mie 23 A & E 22 P. T. Anderson. MAGNOLIA. Una película coral (aunque esta denominación exude delirios de grandeza, sólo refiere al simplote arte de cruzar historias, no más que eso) totalmente recomendable con T. Cruise y J. Moore.
Juev 24 TNT 22 M. Scorsese. PANDILLAS DE NUEVA YORK. Como bien me lo anticipara tiempo atrás Diego Cousido, ésta es nada más ni nada menos que otra versión de El nacimiento de una nación de D. Griffith, un poco más descarnada incluso y un poquitín menos racista también. Cuando me lo comentó este sabio lacónico fóbico a la publicación de textos y a toda escritura (con decirles que su fobia llega a tal punto que sus e-mails son prácticamente fragmentos presocráticos), sin miramientos tomé sus palabras como todo lo que sale de su boca, como una verdad revelada. Y la verdad, luego de verla “de a cachos” por el cable, recién hace un tiempo pude ver completa Pandillas y debo confesarlo –aunque no sin pesar–, esto que me anticipaba Macedonio lo dice casi literalmete uno de los personajes. No. No lo nombra a Griffith. ¡Bueno sería!
Si con una narración de un ritmo asombroso para la época El nacimiento de una nación reflejaba la lucha fraticida como germen de ese pueblo republicano puertas adentro e imperialista de cara al mundo, Pandillas muestra el núcleo de mafia, corrupción y fervor religioso sobre el que se monta la Roma de nuestros días. Una gran película de Scorsese, por lo menos mucho más decente que la impresentable Vidas al límite, filme que no puedo creer que haya sido concebido por el director de joyas como Taxi driver, Toro salvaje y, sobre todo, Casino, mi preferida como ya se dio cuenta si no se salteó algún comentario.
Juev 24 UNC 22 A.G. Iñárritu. AMORES PERROS. Con la misma dosis de rigor narrativo e impronta documentalizante de otras obras del cine latinoamericano contemporáneo, este vertiginoso filme cruza tres historias en un choque automovilístico. La primera de ellas, la mejor, tiene una potencia pocas veces vista. La segunda, una nimiedad absoluta. La tercera, propia de un señor reaccionario, como lo es don Inárritu -ex-militante del PRI-. No es azaroso que hoy esté filmando en Hollywood, ¿no?
Juev 24 ISAT 23,05 LOS GUANTES MÁGICOS. Anteúltimo filme de este “prolífico” y joven director argentino. Lo de joven, vaya y pase, siendo como es un tiempo en el que no sólo la adolescencia sino también la juventud se estira hasta quién sabe cuándo, pero lo de prolífico corre más que nada por cuenta de los organizadores del Festival de Cine Independiente de Bs. As., quienes en una edición pasada le armaron una retrospectiva a Rejtman con sólo 3 peliculitas en su haber. Si para ellos esta es una vasta obra, la de Chabrol ¿qué es?, ¿centenaria?, ¿milenaria? Esta es una de las razones por las cuales al cine independiente lo vardean no sólo el impresentable de la columnita de ñ, ¿cómo se llama?, ese viejo pelotudo que le gusta el cine pochoclero y las grasadas de Campanella y aborrece buenas películas como El custodio, las de Lisandro Alonso y Lucrecia Martel, eh..., Jorge Carnevale o algo así, sino también muchachines que cantan en bares y les dedican canciones para denostarlo como un tal Alvy Singer, simpático personaje cuyo nombre artístico lo sacó del cine, más precisamente de un director bien independiente como es Allen.
Pero bueno, basta de tonterías y chicanas. Hablemos de lo importante.
Si Rapado con su estilo neutro e impasible representaba la crisis de los 20 y Silvia Prieto la de los 30, Los guantes mágicos mostrará la de los 40. Aquí tendremos a un remisero, Vicentico, que acaba de perder a su novia y que lo único que le importa es su auto. Eso sí, le importa como le puede importar algo a alguien en las películas de Rejtman, sin mucha pasión que digamos.
Aunque no sea su mejor película (la mejor es Silvia Prieto), esta es una buena muestra del nuevo cine argentino.
Vie 25 RETRO 22 B. Rafelson. EL CARTERO LLAMA DOS VECES. La obra de Cain, aquella que también adaptara el mismo Visconti, con un joven J. Nicholson y J. Lange en los protagónicos.
Sab 26 SPACE 00:00 Pitof. VIDOCQ. Francois Vidocq fue un intrépido. Fue ladrón, se convirtió en soldado, deserta varias veces cambiándose de bando como de camiseta –un día se tomaba unos drinks con los austríacos, otro con los franchutes–, vuelve a retomar su amor por los bienes ajenos, falsifica un par de cositas, lo meten en cana, se escapa, vuelve a prisión y termina colaborando con la policía como soplón en la cárcel. Como corolario de esta vida increíble lo encontramos como jefe de policía.
Con semejante vida como material narrativo, al tipo no se le ocurre mejor cosa que escribir sus memorias, memorables por cierto y que constituyen el primer antecedente del género policial, anticipando por una década al mismo Poe.
Como se ve la vida del loco Vidocq es de película. Pero justamente no le recomiendo ésta que dan por Space, un mamarracho mayúsculo en el que actúa, si la memoria no me falla, el inefable Depardieu, a quien detesto tanto como a Edie Murphy, Jim Carey y Robin Williams. Mejor léase las memorias que son una delicia, tan o más interesantes que las de Casanova. Eso sí, si las consigue porque están en una edición de Centro Editor y hoy encontrarlas es una tarea casi imposible.
Sab 26 VOLVER 22 F. Páez. VIDAS PRIVADAS. La crítica destrozó esta película en el estreno. Es más, el pobre Fito se fundió como loco con ella. Bien vale desoír a estos “eruditos en pantuflas” y darle una nueva oportunidad, más que nada porque en música no se la daremos. En el arte de combinar los sonidos, está claro, no le llega a los talones ni a Charly ni al flaco. No me jodan. Pero en el cine, salvando el final que es de cuarta, Fito no lo hizo tan mal. Mírenla y me darán crédito.
Dom 27 RETRO 22 C. Reed. EL TERCER HOMBRE. Continúa el ciclo de cine negro por esta señal, esta vez con Wells, sí Orson Wells, y Cotten, el de los pitutos de hace unos días atrás.
DOM 27 TCM 22 H. Hawks. RÍO BRAVO. Hawks, un tipo que filmó todos los géneros, y todos bien encima, aquí se manda con un western nada más ni nada menos que con el mítico Wayne.
Lun 28 RETRO 22 O. Wells. SED DE MAL. ¿Ud. se acuerda de la película de Sokurov en el Hermitage o de La soga de Hitchcok o de los memorables planos secuencia de Tarkovski? Bueno, bien que hace porque son para recordar. Pero el plano secuencia que verá al comienzo de esta película es algo más groso, es el más recordado de la historia del cine.
Además, aquí verá también a un Wells genial en su faceta de actor. Él fue un personaje enigmático y oscuro en alguna de sus películas, risueño y cínico en otras. Aquí es simplemente repugnante.
Lun 28 VOLVER 22 L. Favio. JUAN MOREIRA. Díganme si no hay que compadecerse del maltrecho Moreira. Al pobre le pasan todas, casi como a Fierro. Pero no me voy a detener en ello, baste decir que es un “renegau” también como Fierro. Mejor hablar de Favio, el único director que el nuevo cine argentino reconoce como precursor y referente ineludible.
Esta obra es parte de la trilogía épico-popular que le siguió a esa primera y magnífica trilogía compuesta por Este es el romance del Aniceto y la Francisca, de cómo quedó trunco, comenzó la tristeza y unas pocas cosas más; Crónica de un niño solo y El dependiente.
Juan Moreira está interpretado por el mismísimo Bebán. Recuerden la escena final. Más de uno se ha reído hasta la carcajada con esta soberbia actuación. Ante tal bravata, sólo resta interceder para que no sean enviados al infierno sin escalas: Dios, que también es peronista, como Favio, y todos en este país, y por qué no el mundo (¿imaginan un mundo peronista?; qué quilombo, ¿no?), ¡perdónalos, no saben lo que hacen!
Lun 28 Canal 7 23 PETER CAPUSOTTO Y SUS VIDEOS. UN PROGRAMA DE ROCK. Segunda temporada de este programa que nos recuerda al mejor Cha-cha-cha. Este es realmente un programa de rock con un presentador desopilante, como es de esperar, e intermedios no menos increíbles.
Cuando digo que es un programa de rock no me refiero solo a que aquí encontrará videos completos de grandes grupos como Zeppelin, Jetro Tull, Talking Heads, la Velvet Underground y los Doors, sino –y más que nada– a que el ex-Todo por dos pesos aquí juega con toda la historia del rock, por lo tanto, si Ud. tiene el oído medio atrofiado y no es afecto a esta música, se pierde la mitad de los chistes.
En esta nueva etapa encontramos sketchs en donde escuchamos letras al revés, como la de “Wish you where here” de Floyd, traducciones delirantes de letras en inglés, como la de “Money”, también de los Floyd, la historia de Brian Bolls, el flaco que inspiró al mismo Warhol para crear la lengua de los Stones (¿la creó él, no?; disculpen, pero entre tantas pelotucedes que escribo se me confunden las cosas), y auspicios del bar “Acá sí que no se coge”, bar para tomar cervezas y discutir sobre la revolución marxista-leninista en el que Vilma Ripol disertará sobre “qué hacemos con la revolución en Long Champs” y luego veremos el ballet de Luis Zamora.
Pero por sobre todo en esta nueva etapa se destaca la versión que ofreció del extraordinario documental-entrevista de Pino Solanas y Getino, el de la actualización política y doctrinaria en donde aparece explayándose largo y tendido el Gral. El mismo que vemos otras noches por Canal 7 en el original, pero aquí doblado por Capusotto. A propósito, le recomiendo que no deje de ver el documental de Solanas, el verdadero. Ahí verá en acción la inteligencia, persuasión y gracia del político más importante del siglo veinte en Argentina, del único político equiparable a un Castro o Mao, salvo que un poco más listo que éstos porque a él la revolución (la peronista, la única posible, la socialista ya vimos que fracasó en todo tiempo y lugar) le salió bien.
Retomando, en la presentación de esta reversión, conmovedora para todo peronista, Capusotto demostrará no ya la influencia mundial sino intergaláctica del peronismo mostrando el escudo justicialista nada más ni nada menos que en las naves espaciales de La guerra de las galaxias.
En esta versión el General, líder también de la grey rockera, nos legará estas palabras:
“Llevo en mis oídos la más maravillosa música: es un solo de la guitarra de Lolo.”
“Al imperialismo hay que hablarle en su idioma: I´can´t get no satisfaction.”
“El trabajador dirá: Yo quiero mi pedazo. ¿Por qué no me lo dan?”
Antes de despedirme quería recordar que en una recomendación pasada de este programa me pronuncié con fastidio y hasta con resignación frente al decadente estado del rock nacional y en contra principalmente del paradigma dominante en nuestros días, el lumpen-rock o el rock chabón, género que vendría a ser la bailanta con guitarra eléctrica. En esta ocasión agregaré otro comentario a propósito de una discusión en torno al rock que tuviera con unos amigos de elinterpretador hace unos días, el cual hará las veces de reivindicación de la guitarra como instrumento privilegiado en el rock y de alerta sobre el estado del rock en nuestros días.
Viernes de pizza y cerveza con amigos. Viernes de charla distendida. Todo venía fenómeno hasta que el mismísimo Macedonio, nuestro ya mítico Diego Cousido, experto en pop y amante de Bob Dylan y Calamaro, tuvo el desatinado comentario que más o menos se resume en esta barrabasada: “Steve Vai no existe al lado de Keith Richards”. Juro que traté de contenerme, pero ese fuego eterno que todo rockero lleva dentro (cosa que nunca sucederá con los miles de giles que efímeramente escuchan pop) me lo impidió y en resumidas cuentas diré que casi nos vamos a las piñas y con ello termina una amistad que se ha hecho fuerte con los años.
Me explayo.
Esta pelotudez que dijo don Cousido es análoga a si yo dijera que Charlie Watts quedará en la historia de los grandes bateros del rock. Cualquier imbécil sabe que esto es una Animalada, que el tipo no tiene estilo ni lo tendrá, por lo menos tocando con los Stones, no sé tocando jazz con sus amigotes como dicen que hace. En este caso, los únicos bateros que tuvieron un estilo reconocible y fueron maestros para todo batero fueron John Bonham, el de Zeppelin y Neil Peart, el de Rush, el único con un sello inconfundible. Cualquier pibe de 12 años que empieza a escuchar un poco de rock lo sabe. Y no hace falta ser músico para apreciarlo.
Bueno, con la guitarra, “el” instrumento del rock por antonomasia, pasa lo mismo. Entre los guitarristas más recordados de la historia del rock, nunca, pero nunca estará el esperpento de Richards que lo único que sabe hacer como su amigote Jagger es patentar un bailecito. Y esto es coherente, pues los Stones son eso: música para mover las cachas, para ponernos loquitos, fierita. Después de todo, su “música” podría resumirse en eso de “It´s only rock and roll, but I like it”, que traducido vendría a querer decir: “el rock and roll es ruido, mucho ruido, pero me gusta, ¿y qué?, ¡pelotudo!”
Para hacerla corta, entre los guitarristas que quedarán en la historia del rock por su puesto estará Hendrix, S. R. Vaughan, el primer Santana, Steve Howe de los Yes, Brian May, David Gilmore, Jimmi Page, Ritchie Blackmore, Steve Vai e Yngwie Malmsteen, entre otros tantos, y no son muchos. Pero nadie en su sano juicio recordará como guitarrista a Richards.
Uno escucha un par de acordes de estos cristianos que mencioné y al segundo los reconoce, sin ir más lejos, como cuando uno escucha a Bach, Satie, Mozart o Beethoven. Sólo un par de frases y ya sabemos que estamos frente a cada uno de ellos.
Ahora bien, escuchemos un par de acordes de Richards. ¿Lo reconocemos? Sí, por los riff. No lo niego. Pero, ¿un guitarrista de rock se define solo por eso? Me temo que no. Si así fuera, en nuestro mentado panteón estarían incluidos el guitarrista de Black Sabbath, el de AC/DC y hasta el de Kiss, guitarras menores en cuanto a talento musical. Y ojo que soy un devoto de de cada uno de ellos.
¿Se entiende ahora mi furor?
Ahora bien, ¿todo esto a santo de qué? De alertar al mundo rockero ante el peligro de un espécimen en extinción: el guitarrista virtuoso, ese que nació con Hendrix y los bluseros que lo precedieron. Aquellos que creen que esto es una exageración, por favor señálenme en Argentina alguien que venga a suplantar al flaco Spinetta. De lo contrario, como diría el inefable Coco Basile, ¡shut up! Y esta inexorable desaparición va de la mano del precitado rock chabón, género que está matando al rock todo. Así que atentti al piojo.
Para terminar, cuando recomendaba por primera vez Peter Capusotto y sus videos y lagrimeaba por el estado del rock actual en nuestro país, cerraba mi comentario dándole fuerza para que no lo ganara el desasosiego como a mí e instándolo a poner el equipo a todo lo que da y escucharse un “Child in time” de Purple, un “Come together” o “I want you” de los Beatles o mejor, un “Black dog” de Zeppelin. En este caso agregue a la lista algún temita de Hendrix, del primer Santana, de David Gilmore y Steve Vai. Ah, si encuentra uno en el que Keith Richards demuestra que es un verdadero guitarrista –cosa que dudo– dele para delante también con ese. Seguro música no va a escuchar, pero cuanto menos le va a alegrar la noche y va a ponerse a mover el esqueleto “a lo Stone”, cosa que hemos hecho todos los rockeros alguna vez.
Ah, en Rock and Pop TV se da la primera temporada de Peter Capusotto y sus videos todos los martes a las 23hs.
Mar 29 ISAT 23,05 EL GRAN PEZ. No pienso cortar y pegar. Vaya a Dos extraños amantes y lea por qué debe ver si o sí esta película.
Mie 30 RETRO 22 J. Pierre Melvielle. BOB, LE FLAMBEUR. Peliculón, como todos los que hizo, del director de El samurai, aquél filme que no me canso de recomendar y de calificar de perfecto, aunque actúe el bodoque de Delón.
Mie 30 ISAT 22,55 L. V. Trier. DOGVILLE. Como hiciera en Bailarina en la oscuridad y como haría en Manderlay, Trier sigue torturando en sus filmes a mujeres desdichadas que soportan un destino trágico. Bueno, digamos que en el plano de la realidad no hace otra cosa. Si no pregúntenle a las actrices que han trabajado bajo su tutela, Bjork y a la ex de Cruise, por ejemplo. Ellas han terminado su labor con ganas de arrojarse a las primeras vías de tren a la vista.
Escapando de unos gangsters la pobre Kidman llega a un pueblito de yankilandia en busca de refugio. El pueblo en un principio será un lugar acogedor, para ella, un vergel, pero luego se transformará en un infierno peor que una cárcel. A pesar de que aquí la cámara tiene movimientos bruscos como en algunas del “dogma”, en Dogville Lars dejó de obnubilarse con pelotudeces que se resumen en “¡ah, hagámonos los locos filmando sin luz artificial y sin música incidental!, ¡oh!, ¡qué locos somos!” y seriamente montó un set preparado en detalle para la sesión tortura de Nicole, que usado brechtianamente, nos distancia de sus pesares y nos permite ver las cosas con más juicio. Ah, Lars, ¿después del dogma del orto te diste cuenta de que el artificio sirve para algo, cabezón? Bueno, más vale tarde que nunca.
Manderlay, la segunda de esta trilogía americana que se estrenó no hace tanto y recomiendo con mucho entusiasmo, es también una joya. Trier sigue torturándonos con buen cine. Ah, y también sigue torturando a una pelirrojita hermosa que aunque muestre piadosas intenciones frente a un grupete de esclavos del Sur de EEUU y quiera educarlos en las bondades de la democracia americana, lo que realmente quiere es darse una buena revolcada con ese negro torneado que, apareciéndosele entre sueños cual Morfeo, no la deja dormir todas las noches y la lleva a toquetearse como loca.
Juev 31 AXN 22 EL GRAN PEZ. No pienso cortar y pegar. Vaya a Dos extraños amantes y lea por qué debe ver si o sí esta película.
JUEV 31 TCM 22 W. Friedkin EL EXORCISTA. El gran Italo Calvino en su ensayo Por qué leer a los clásicos decía que cuando uno lee un clásico por primera vez ya lo conoce. Y esto es porque él ya pertenece a la memoria de la tribu. En el caso de El exorcista, ¿quién no escuchó hablar sobre esta película, la de Linda Blair contorneándose en la cama semoviente y vomitando Alba Latex verde? De modo que cuanto menos, por esta razón, el filme de Friedkin ya es un clásico. Pero mejor dejemos en paz a Calvino (que en paz descanse, sobre todo, por la trilogía Nuestros antepasados y por Si una noche de invierno un viajero, si no las leyó, pégese un tiro o consígalas, ¿qué espera?), seamos honestos a la verdad y digamos que El exorcista quedará en la historia del cine por su carácter revulsivo –más en ésta, la versión que contiene muchas escenas que no estaban en la del ´73- y por su herética iconografía que parece ideada por el turrito de Nietzsche, quien, dicho sea de paso, metió la cola ya que tiene uno de su prole en los créditos, un tal J. Nitzsche.
Basado en un best seller, a su vez tomado de un caso real, esta provocadora obra, centrándose en el caso de una adolescente poseída por el Diábolo, retrata la ancestral lucha entre el Bien y el Mal que viene reeditándose desde Caín y Abel o desde el muchacho Zoroastro y los ejércitos de la luz y de las tinieblas.
La escena inicial –que cobra sentido como en tantas otras películas al final del filme, así que aguante– nos sitúa en el norte de Irak, donde se asentaba la milenaria ciudad de Nínive. La cuestión es que, inmersos en medio de un esfuerzo arqueológico ciclópeo, encontramos a decenas y decenas de tipitos desenterrando ruinas del tiempo de los Asirios (pobres, hoy vemos vana tal empresa ya que en sólo unos decenios un tal Bush se encargará, más por ignorancia que por maldad, de destruir todo aquello con una prolijidad envidiable). En ese marco se encuentra un cura de ceño fruncido, el gran Max Von Sydow, que ve el desafío del eterno e ígneo villano del tridente en cada chirimbolo rescatado. El tipo no está loco, cuanto menos no por esto. Van a ver.
Dejamos el Cercano Oriente y nos instalamos en la anodina vida de una actriz que comparte algunos momentos con su hija, un angelito encantador. Al correr de las escenas la pendejita –Linda Blair, reconocidísima por ese papel- empieza a dejar su cándido semblante angelical para convertirse en una posesa de las más bravas. Es tan brava que la muy impúdica (que entre paréntesis se llama Regan, como el presidente, ¿ya Friedkin lo veía como un demonio?; capo, ¡y eso que no conociste a Bush!), luego de decirle todo tipo de barbaridades a cuanto macho se le cruzaba, llega al broche de oro ¡clavándose un crucifijo en la vagina! Por ello, ante tamañas escenas, yo advierto. Devotos, abstenerse. En este sentido, como vemos, por su violencia y por sus imágenes sacrílegas, la película bien puede catalogarse como una de las más herejes de la historia, y, en una fantasía contrafáctica, de haberse proyectado en el Medioevo, seguro que iba al Index de cabeza.
La madre, como cualquier mujer sensata, recurre en principio a la ciencia, encarnada en este caso por unos médicos que no dan pie con bola y, ante el desconcierto, el de los médicos por supuesto, éstos le recomiendan que recurra a algún sacerdote cristiano que cree en la sugestión de las palabras (sin saberlo el médico la estaba mandando a un analista, ¿no decía Freud que toda la confianza en la terapia y en la cura estaba en la sugestión por la palabra?) y que cura haciendo exorcismos como si estuviera en la época de Torquemada. Ahí va la pobre madre y cae con otro cura, éste más joven que el gran Max, que anda con algunas duditas de fe y un problema groso, se siente culpable porque su vieja murió en un sanatorio de mala muerte y él no pudo estar a su lado en aquel fatídico momento (conflicto con el cual, con dolor, me siento muy identificado ya que viví –y aún padezco- una situación similar). El curita joven tampoco puede atrapar al Luzbel escondido en el cuerpo de la ahora cada vez más monstruosa Linda Blair. Bueno, ¿y ahora?, ¿quién podrá ayudarnos? No, el Chapulín colorado, ni en pedo. Se caga todo ante Luzbelito, el demonio de Los redonditos de ricota, que es el mismo que está –y disculpen la expresión- “metido” en el cuerpito gentil de Linda, que a su vez, de linda a esta altura ya no le queda nada. Hay que llamar a alguien que sepa de demonios en serio, que no sea un sanatero ni un pelotudo como el Chapulín. Está bien que los dos visten de colorado, que quizá por esa nimia coincidencia se sienten a tomar unos drinks y a hablar sobre esto de estar siempre disfrazados por la vida, y en una de esas el diablo, medio en pedo, se olvida de que es diablo y deja en paz a la pobre chica. Pero no. Pues si se trata de luchar contra el Mal, ¡contra el Mal, la Hormagaaa Aaatómica! No, la Hormiga Atómica tampoco, esto es algo serio. Pero serio, serio. Una hormiguita de mierda ¿qué puede hacer? Entonces, como último recurso, ¿a quién pueden llamar sino a aquel que, desafiando al abominable Sr. Muerte con una partidita de ajedrez de morondanga en El séptimo sello de Bergman, gozándolo a más no poder, tirándole las piezas, chicaneándolo durante toda la película, logró cuanto menos postergar su propia muerte algunos días? Sí, a Max, a Super Max Von Sydow. Es lógico, si logró boludear a la Muerte en la peli de Bergman, ¿por qué no podría incluso vencer al demonio en ésta? Ahí llega Super Max, un poco demacrado, pero es Super Max, caracterizado en una de las últimas escenas como si fuera un detective de la serie negra; y agua bendita va, agua bendita viene, un salmódico recitado de la Biblia por aquí y otro por allí, objetos que vuelan por la habitación, levitación de por medio y el demonio... Ni en pedo les cuento la inesperada y deslumbrante secuencia final que bien vale la celebridad que tiene esta película. Hay que verla sí o sí. Vale la pena. Si no lo convencí con estas largas parrafadas, ¡váyase a cagar, quiere! O vaya a ver a Tinelli. Por más exorcismo que le hagamos, Ud. ya es irrecuperable.
Antes de despedirme de este comentario le aviso que esta es la versión común, la que vimos todos durante años, no la nuevita. Ni en pedo reescribía para esta ocasión lo que había escrito cuando se dio aquella con escenas inéditas. Así que olvídese de todos los comentarios que hice (si es que los hice, ya ni recuerdo) en referencia a las escenas nuevas, porque aquí no las va a encontrar. No sea ratón, alquílesela en el video, ¿quiere?
Juev 31 VOLVER 23 U. Rosell. BONANZA. Junto con Balnearios de Llinás, Los rubios de A. Carri y Yo no sé qué me han hecho tus ojos de S. Wolf, Bonanza integra esa rara mezcla de documental y ficción que con gran nivel en todos estos casos se vino imponiendo en el nuevo cine argentino.
Aquí conocemos la vida de ese personaje único que es Bonanza, un hombre fuerte que vive con sus dos hijos –dos freaks tan adorables como él–, entre la chatarra y un bestiario descomunal, que sobrevive de la caza y de la pesca, y que, por sobre todo, en sus actos y en sus dichos nos recuerda un tiempo en que los hombres de los márgenes tenían códigos.
A diferencia de quienes creen que es una película populista (y a ellos les aclaro que el director no coloca a Bonanza como ejemplo paradigmático de los marginales, como ocurre en la de Gaggero, y esa sí sería populista, sino simplemente como un freak), en mi opinión Bonanza es una película ética y sobre la ética. Una joya del nuevo cine argentino. Para grabar.
Hernán Sassi