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Tanto Eduardo Romano como Jos� Isaacson han considerado que la obra po�tica de Nicol�s Olivari se ubica en la conjunci�n de las est�ticas sostenidas por los grupos de Florida y Boedo, convirti�ndose, de esta manera, en "una s�ntesis superadora del conflicto artepurismo/arte social que parec�a dividir a los poetas de ese momento."(1) Si bien Olivari utiliz� procedimientos vanguardistas que lo emparentaban al martinfierrismo, no por ello desisti� de incorporar "lo real" en su poes�a, aunque evitando el verismo del naturalismo boedista. En el pr�logo a El gato escaldado el autor advierte que "labor �nica y suprema ser�" "mezclar en la antinomia del lirismo puro los elementos de la realidad, exagerados hasta la irrealidad para quitarles su saber a f�brica.(2)"
Es, justamente, la mezcla el rasgo central de la obra po�tica(3) de Olivari. Fusi�n de lo alto y lo bajo, tanto a nivel formal, como en el plano de los contenidos, que permite poner a su poes�a en relaci�n, como ha se�alado Romano, con la est�tica del grotesco. Al yuxtaponer elementos del Modernismo y el Tardoromanticismo con elementos ajenos a estos paradigmas est�ticos, elementos dis�miles y aparentemente irreconciliables, busc� imprimirle a sus versos una dimensi�n par�dica y desacralizadora de los preceptos est�ticos de estos movimientos. A trav�s de la deformaci�n y la parodia intent� liberar a la poes�a de la estrechez de las formas cl�sicas. Su abierto enfrentamiento con "los c�clopes de la literatura vieja(4)", cuya figura central era Lugones, su actitud provocativa, su rechazo a todo tipo de jerarqu�as y convencionalismos, nos permiten pensar en una verdadera po�tica del desacato, que persigui� la originalidad y la innovaci�n para impactar y sorprender a los lectores.
Si el modernismo hab�a hecho un culto a la belleza, al cuidado de la forma, a la armon�a, al preciosismo y a la musicalidad en busca del verso perfecto, Olivari atenta ferozmente contra esta "labor de afeminamiento indigno"(5). Intenta desvirtuar el lirismo dislocando el ritmo, anteponiendo la disonancia a la musicalidad y trastocando las pautas de la m�trica tradicional: alterna versos de diferentes metros en forma irregular e indiscriminada. Oscilando entre lo prosaico y lo rimado, cuando recurre a la rima lo hace como un gesto par�dico, para acentuar la fealdad. Opone sus "versos rengos" escritos con "alma y vida, con fuego y rabia"(6), a los "versos peinaditos"(7) y artificiosos. En el pr�logo a El gato escaldado, ya citado, incluso se jacta "de haber escrito el primer poema sin metro, sin escala y sin medida(8)".
En su uso del lenguaje Olivari incorpora la lengua coloquial suburbana, mezclando las malas palabras, el lunfardo, italianismos, neologismos y palabras en ingl�s (cow boy(9), cold dream(10)) o franc�s (menage a trois(11), metier(12)). Conjuga diferentes niveles de lengua de forma irreverente y desestabilizadora, uniendo lo elevado, propio del lenguaje po�tico cl�sico, y lo bajo, generando estructuras oximor�nicas: (amorosa insalubridad(13), doncella t�sica y asexuada(14), copla canalla y cazurra(15), macilenta mariposa(16), etc.).
Olivari adopta el nuevo enfoque sobre los marginales que, como se�ala Beatriz Sarlo, incorpor� la literatura argentina durante la d�cada del veinte(17). El Otro ya no conforma una alteridad amenazadora y distante: el yo l�rico se incorpora a ese submundo lumpen y orillero. Recorre sus espacios de sociabilidad: transita sus calles, utiliza sus medios de transporte, ingresa a sus piringundines, al cafet�n, al prost�bulo, al almac�n, a la lecher�a. El mundo del poeta es el mundo marginal, el lugar del Otro es ocupado por el burgu�s. Inscripto en esa realidad degradada, el poeta da cuenta de ese mundo, opuesto al mundo de espacios cerrados modernistas y a "la lujosa descripci�n de los paisajes(18)" tardorom�nticos. Un mundo de contrastes y desigualdades, de hambre y pobreza, de "camas piojosas"(19) y "malos olores"(20). Un mundo enfermo de tuberculosis, de asma, de arteriosclerosis, de herpes, s�filis y c�ncer.
El "pobre poeta de la urbe"(21) le canta a su musa inspiradora, pero no es una musa rom�ntica idealizada ni una princesita modernista, una "princesita de ( ) sue�os azules/ envuelta en los raros joyantes tules(22)", es una "musa renga", una "musa tuerta"(23), una musa tuberculosa. El objeto del deseo amoroso es ocupado por prostitutas enfermas, por mujeres trabajadoras, traidoras, animalizadas. Mujeres del arrabal que mueren tr�gicamente, pero que sin embargo no hacen sufrir al poeta: "Amada inerte/negra es la suerte/porque tu muerte:/mi celebridad"(24). La muerte es abordada desde una distancia ir�nica que atenta contra el sentimentalismo y la sensibler�a rom�ntica reforzando el efecto grotesco.
A trav�s de la transgresi�n irreverente, la deformaci�n, la iron�a y el humor, y la mixtura grotesca, la po�tica de Nicol�s Olivari constituy� una mordaz cr�tica a los preceptos de las tendencias est�ticas dominantes contempor�neas a la escritura de La musa de la mala pata y El gasto escaldado, y a los valores de la sociedad porte�a en que sus obras estuvieron inscriptas.
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NOTAS
(1)Romano, Eduardo, "Transgresi�n y grotesco en la poes�a de Nicol�s Olivari" en Las huellas de la imaginaci�n, Buenos Aires, Puntosur editores, 1990. P�g. 98
(2)Olivari, Nicol�s, "Pr�logo" a El gato escaldado, Buenos Aires, Centro editor de Am�rica Latina, 1966.
(3)Nos referimos espec�ficamente a La musa de la mala pata y a El gato escaldado por ser las m�s representativas de la po�tica de Olivari.
(4)Olivari, Nicol�s, Ob.Cit. P�g. 9
(5)Ib�dem. P�g. 11
(6)Ib�dem. P�g. 11
(7)Ib�dem. P�g. 11
(8)Ib�dem. P�g. 12
(9)Olivari, Nicol�s, "Nuestra vida en follet�n" en La musa de la mala pata � El gato escaldado, Buenos Aires, Centro Editor de Am�rica Latina, 1992. Se cita por esta edici�n, en adelante se repondr� el nombre del poema.
(10) La musa en el asfalto
(11)El musicante rengo.
(12)La musa en el asfalto
(13)La negra olvidada en la lecher�a.
(14)La dactil�grafa tuberculosa.
(15)San Fernando
(16)Domingo burgu�s.
(17)Sarlo, Beatriz, "Cap�tulo VII: Marginales: la construcci�n de un escenario" en Una modernidad perif�rica: Buenos Aires 1920 y 1930, Buenos Aires, Nueva Visi�n, 1988.
(18) El �xodo.
(19)O-to-rri-no-la-rin-go-lo-g�a.
(20)Poema en forma de cruz para B�rbara la mar.
(21)�Sabes compa�ero?
(22)Canto a la dactil�grafa.
(23)Canci�n con olor a tabaco a nuestra buena se�ora de la inspiraci�n.
(24)Plegaria �nica.
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Juan Pablo Lafosse
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