�
S�bado en una fiesta electr�nica porte�a. Hago un alto y durante un rato me distancio de lo que acontece. Observo. J�venes de entre veinte y treinta y pico se mueven alegres y alocados en la pista. Mucho raro peinado nuevo, mucho piercing y mucho �xtasis. Hermosa escena, pienso.
Recuerdo los primeros asaltos de mi adolescencia. Fiestitas en las que las chicas llevaban biscochuelos y los chicos gaseosas. Se bailaba en pareja, los varones de un lado y las mujeres del otro, en hilera. Hac�amos los mismos pasitos, cant�bamos las letras de las mismas canciones. El rock nacional, por esos primerizos a�os democr�ticos hac�a estragos: sonaba Charly, Abuelos, Virus, Soda Stereo, Sumo, Hit y Zas. Aunque tambi�n nos mov�amos al comp�s de Prince, The Clash y The Cure. Hacia el final siempre aparec�an los lentos, y con un poco de cancha, mucho valor y algo de suerte se pod�a apretujar una muchachita y tener una historia para contar durante la semana. �ramos chicos y parec�a que las cosas ten�an un sentido.
Esto es otra cosa, muy distinta. La m�sica suena y es cadencia, sin letra alguna. Cuando hay voces son s�lo sonidos desprovistos de lenguaje. Sobre la cadencia, las formas son infinitas. Movimientos de seres deseosos de sentirse libres de todo aquello que no es esto. Un peque�o y acotado mundo en el que no hay distancias, no hay orden, no hay jerarqu�as. S�lo luces, sonidos, curvas, roces, impresiones. Un oasis en el que el cuerpo manda, an�rquico a todo impulso cerebral. Me pregunto si es realmente un espacio de evasi�n, un espacio subversivo a la l�gica de este nuevo milenio globalizado o si no es m�s que una r�plica en miniatura de ese mismo orden: individuos solitarios que se mueven descoordinados sobre la misma cadencia global.
Mientras me encuentro en el dif�cil intento de comprender el fen�meno de la m�sica electr�nica, comienza a sonar un tema que provoca el delirio de la muchedumbre. Una canci�n que he o�do mil veces y que marc� el comienzo de los noventa: a todo volumen y con toda su violencia irrumpe un remix de Smells like teen spirit de Nirvana. Me sorprende el escuchar por primera vez una letra sobre una base electr�nica. Es extra�a la aparici�n de la desgarbada voz de Kurt Kovain en este espacio. Me digo que algo est� pasando, y un poco esperanzado abandono mis reflexiones para sambullirme a los saltos en la multitud.
�
�Juan Pablo Lafosse