el interpretador narrativa

 

Belleza Capital

Camila Flynn

 

 

 

 

Fascinante. Una vez más: las cordilleras se hundieron en el océano. La cosa antigua tuvo un ritmo y ciegamente: el fondo fue una planta.

Arriba emergieron rutas: florecieron. Torres espantosas. Y allí donde todo: habría de invertirse: surgió el oro. El cuadro de un metal entre las piedras. Un átomo en la frente: un cráneo.

Simple.

De la síntesis nuclear (runa limpia o trazo recto), nació un adicto al medio. Un trozo o elemento negro, oculto en la grafía de una ciencia.

Y hubo foto.

Frente a ella, el horizonte colocó su abismo en cierto grado: en cierto estado de la ebullición marina. Mundo ira o placa verde: una infusión global de moluscos fritos, de perlas cocidas subjetivamente y según la medida. De ninguna especie.

Y hubo foto.

Un poco en las cavernas, un poco en los recuerdos, un poco en la mecánica o la leche, (el oro fue dañado). Toda su luz quedó puesta: en lingotes apilables.

Arriba estaba el sol. Un disco imperioso montado sobre palos, montado a palos: cabalgando. Pisando a lo bestia su ruta, su mapa de troncos y de palos. De movimientos a cuánto: está ese bosque a cuánto. Está ese verde.

Palo y a la bolsa. Pura leña. Pura raza hecha mueble: puesta en cuatro.

Y así, lo fascinante. La mesa con sus clavos simulando ser algo. Indispensable. Una tabla horizontal y dura, clavada en cierto punto. En cierto ángulo algebraico por donde encajar los palos derivar: lo recto hundir. Un pan: un vino un: gesto.

Esa balsa compartida por los hombres, esa: cosa. Chata pegándose a la escena. Alimentándola. Bordándola en el agua como una transparencia, como una naturaleza de sabiduría muerta.

Pero esa cosa. Pero esa cara o cara al cielo: copió la magia de un cuadro. La magia de un cuadrado rodeado de recuadros. La fuerza de una bomba: la gracia de un caballo. Puro sexo, puro.

Ritmo diagónico. Arcano.

Corazón: líneas mentirosas no hay. Gestos

 
mentirosos: no. Y el plato que se monta en la ruta de los palos (no es espejo) te hace burla.

Corazón: la foto es semirrecta. Tiene origen. Pero hacia allá: la cosa viva explota. Los dedos se reparten y el ángulo perpetuo de todo lo que avanza: reverdece.

En el cuerpo de los peces: huesos tibios. Y por dentro: los trece faraones blancos fueron más. Que un gesto fijo. El dedo hacia arriba hizo un caos. Sol. De carne en la punta. Bienaventurada la pintura que drague en las tinieblas: dijeron. Y armaron un banquete: de bienes integrales.

Hizo fresco.

Un día como cualquier otro, los obesos del norte sacaron de la veta: una pasta. A esa pasta la explotaron. El barco mineral y el pez acorazado hicieron geología y bajo arresto: los densos carburaron. Tanta leche con qué hacer y con qué armar: la vida plástica.

Un chorro de.

Bolsas: botellas: ampollas. El líquido más negro y más corrupto y fascinante. La lucha por lo extinto y por lo obsceno de ese palo. Atrancado entre la fruta anarquista y la polenta imperial. Un empalamiento de materias vivas. De diálogos reales entre primos entre.

Hermanos.

Multiplicándose en la tabla como alimentos forrajeros. Ahorrativos. Afanosos recibiendo maza: consumiendo morra.

Ganados acá.

En cierta siesta de bolsas digestivas de. Violinistas quietas sobre el pasto masticado en dos tierras o ideas vacas. Coleteando moscas que qué: por los tres o cuatro matarifes que: allá qué.

Lo humano qué.

Invisible en cuatro bostas porque ellas no. Que nunca bestias. Las vacas morales.

Entonces salió del ángulo, la bestia bruta: ese lujo. Mutó lo verde en verde (trazó un origen) y en cierta manzana americana: puso el ojo.

Entre palo y palo, el sol estaba arriba y era un disco que allá: ilustraba el tema de la siembra. La canción perpetua del trabajo, de las divisiones, de lo fascinante de esa bestia que entre palo y palo:

les puso el ojo.

 

Mas el oro parpadeaba y todavía: no había sol. La oscura monarquía charlaba con sus pozos, los cuerpos transcurrían, las clases ascendían. Hasta que (arriba) el disco se rayó como en un sueño y más que nunca:

la bilis se hizo imagen.

Una furia clandestina comenzado: un pez metálico en la ruta: calando al corazón: del corazón. Impuesto.

A los palos.

Y el negro tras el eje de la ira en rotación metió su trompa en el medio. Arriba: sol. Y justo en lo más justo y en lo más sagrado: la foto comenzó a apestar. La cosa viva se pudrió de golpe y fue como una forma diabólica. Una especie de belleza.

Capital. Un texto hacia arriba y un mundo hacia abajo. Superponiéndose.

Los estragos del hechizo no se oyeron. En la foto: la bestia kamikaze reventó los vidrios. Qué golpiza evolutiva y qué vacía: gigantesca. El ventanal celeste:

afuera. Y entre torres: un nirvana.

 

Los tragaluces escupieron un número severo. Y de cabeza: las mil doscientas secretarias ejecutivas fueron mil doscientas. Fotocopias de papel de árbol.

Nada sabio. Pero fue una cosa real. Y fue una cosa fascinante.

(Los palos. El oro. Lo verde.) Un reino de clavados en movimiento: de animales. En verdad muy bellos. Batracios erguidos en el borde del orgullo. Siempre rectos, siempre alertas. Tomando saques de:

líneas de: saltos en el aire más allá del agua. De la cosa primitiva. Del cuerpo acovachado en la teoría que con poco: explica todo.

Si un más allá del sol. Hubiese. Qué síntesis qué. Foto. El agua pestilente no olería no tendría: olor. La especie original tan sólo gatearía y no vería ni: sabría.

 

Ciertas misas.

Entonces, alivio. Hay una imagen. La foto de una unión. Un cruce. Un chiste. Los puntos de una trenza que entreteje. Sol. Que encuentra y no: señala.

Nada: tan sólo imagen. De una imagen.

Fuerza. Conectando ruinas enlazando: templos y ahuecando: ritos espirales que no paran de tatuar y de arropar: generaciones.

 
Detrás del sol: el mecanismo de expansión está colgado. Por detrás del sol: un caballo se escurre como una piel de búfalo. Admirable. Y la ruta ahí dentro está al palo: es una bestia: penetra. Palo, pasta, oro: convierte la continuidad en un gesto.

Hacia arriba o hacia abajo: quiebra adentro. Oro. Una alianza milenaria de metal en punta, de fuego grabado al aire. Por lo escrito.
Mazazos de tierra-vaca. De vida-acá. De tiempo-ahora. A palos. Junto al agua, que es lo dicho.

Todo un mecanismo interno suspendiendo. El ritmo de los nudos: revelando. El anverso de la foto. La cuadrada. La quemada o circular: foto que ejecuta la cena de siempre. La de ayer la: última.

Caballada. Un mar de automatismos. De flashes excéntricos acercándose a la violencia. Estallando hacia los cuatro puntos cardinales. Los cinco. Los diez los: mil centros sin nombre. Los ángulos de un sol que mira ver pasar.

Las naves. Las torres. Las plantas. Esos núcleos de la acción que nunca pasta.


Todo está profundamente obturado. Las fotos grupales se multiplican. Los anfibios se detienen: punks! se vuelven círculos. Candados de cadenas en los cuellos que al final: son algo así como el amor, el sexo y las pistolas.

Un hombre cortando a una mujer en un hotel al norte. Del espanto al norte. De la vida.

Fascinante. Tan bello y fascinante que en cierto eclipse se observan: los nudos y las vueltas. El borde musical que se concreta.

Un tema quieto.

Un ritmo de oro y de foto empetrolada. De pequeños temas fijos que nunca jamás se oyeron. Que nunca jamás se vieron y que no. Vendieron copias.

Quizá terrorismos quizá: duelos. Vómitos de historia forastera quemándose entre alas, entre flashes disparados por lo estúpido.

De una vía.

Entonces fascinante. Pero oscuro y fascinante. Acá: todo se rompió y una vez más: los peces abisales prendieron sus luces fluorescentes.

O las apagaron.

Pero las prendieron. Y en las ciudades: las ballenas proyectaron sus caras de rectángulo en el cielo.

 

 

Camila Flynn

 

 
 
el interpretador acerca del autor
 
             

Camila Flynn

Nació prematuramente el 11 de abril de 1981. Estudia Letras y no toca el piano. En noviembre del 2004 redescubrió las canciones de Charly García. De nacer hombre le hubiese gustado llamarse Ariel.

Publicaciones en el interpretador:

Número 10: enero 2005 - Anima Women

Número 12: marzo 2005 - Instrumento

Número 13: abril 2005 - Ojos Nin

Número 15: junio 2005 - Continente negro

 
   
   
 
 
 
Dirección y diseño: Juan Diego Incardona
Consejo editorial: Inés de Mendonça, Marina Kogan, Juan Pablo Lafosse, Juan Pablo Liefeld.
sección artes visuales: Juliana Fraile, Mariana Rodríguez
Control de calidad: Sebastián Hernaiz
 
 
 
 

Imágenes de ilustración:

Margen inferior: Gustav Klimt, Obra (detalle).