el interpretador narrativa

 

Continente negro

Camila Flynn

Presentación, por Juan Diego Incardona

 

 

 

 

Acerca de Continente negro de Camila Flynn

Bajo cero

 

Romperá la prosa tu voz y la hundirá hasta romperle el peso, o elevará tu glamour hasta las nubes y serás astro en continente negro, en noche.

¿Leo lo que quiero? ¿Escribo lo que quiero?

Las preguntas están mal formuladas, son falsas, son caretas. Demasiado escritor, mucho lector, tanto “artista” que pulula por ahí confesando su particular conocimiento y habilidad técnica podrá llevar adelante monólogos interiores con interrogantes metaliterarios o explayarse a través de sendos ensayos acerca de la composición narrativa y las convenientes formas de contar una historia, con escuela, con canon, con taller literario, con Poe, con Borges, con Quiroga y la puta madre que lo parió.

Para mí eso ya no es suficiente.

Nosotros —pronombre que usaría la señorita de Mendonça— mejor no.

Prefiero leer a Camila Flynn para escuchar, meterme en el lenguaje y olvidarme del idioma, contemplar la gramática violentada y seguir las líneas subjetivas que sus oraciones proponen cuando se cortan desesperadamente en un disyuntivo, en una subordinada, en un copulativo que pide más, y romperme yo también en la prosa picada que me arrastra los ojos cuando el fraccionamiento interminable en las distancias temporales y espaciales de los párrafos 00:00, :0-1: y :1-0: de Continente negro se llenan de dos puntos multiplicados que oscurecen y esconden la hoja blanca con sus cajitas y su compás demente y original.

Nosotros inventemos palabras y hablemos con nuestra jeringosa y nuestra música. Poesía, la nueva narrativa tiene que pasar por la poesía: Bajo cero, lo más abajo que se pueda, y entonar las ideas con poca estructura y muchas onomatopeyas y neologismos, y dejarse crecer las uñas como Maldoror y después hundirlas en el tierno pecho de los garabatos incipientes, pero evitando que mueran, pues si murieran, no contaríamos más adelante con el aspecto de sus miserias.

Para que la narrativa chorree sangre y líquido cefalorraquídeo, nada de sintaxis española o rioplatense, sólo pura imaginación musical y camino piedra tras piedra noxa, yo celebro, Camila maldita, los continentes negros que se escarban en el texto que publica el interpretador en este número.

Mientras tanto, los viejos pescadores insisten con sus libros y sus columnas de grandes diarios, parece inevitable, pero nosotros caminamos más: paso tras paso noxalis, con a b c y a b c de juguito hipotalámico, somos narradores de la enramada, ya en internet, ya en un recital, ya en una revista de papel trucho. Es cuestión de tiempo, señorita literatura argentina: será peor que axones metálicos perforando cavidades y núcleos supraópticos, será peor que incendios argentinos en ciudades paraventriculares, será peor: los narradores ya no podrán decir nada legible, sólo estarán ahí, desnudos, cantando y cojiendo, todos enchastrados de significantes viscosos.

Ahora somos bichos y menos hombres, somos perros y menos artistas, somos caminantes y menos ciudadanos.

En la pampa recalesca y la república de pasto camina bichito, camina, camina, camina, camina, camina, camina, camina la negrura polimorfa de los continentes negros y la música descascarada de prosa.

Juan Diego Incardona

 

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Camila Flynn

Continente negro

 

¿Escribo lo que quiero sin la lengua? ¿Escribo lo que quiero?

07:00: Quiero cazar. Tengo un teclado y quiero usarlo. Hacer caer un texto. Abrirlo. Fijarlo en el enlace y derribarlo. Extirparle el sentido, abrirlo. Girar en su interior un mínimo indicio de coherencia. Un brillo. Montármelo, cargarlo y empujar. Subir por la colina. Un brillo. Pujarlo hasta romperle el peso. Hasta partirle el peso en el límite del peso y así poder subsistir. Durar callada en el punto. Roto ahí. Por una prosa. Por una prosa mía. Hundida en lo mío. Rotada sobre el eje del presagio. Por un metal. De vuelta presa.

07:05: O quiero teclear. Teclear con voluntad de persona que escribe, de persona que escribe y persevera en su elección.

07:15: La gravedad del asunto se impone. Un sistema elástico y templado, un sistema con olor a uno, constituye en sí mismo un verdadero tesoro. Es la ofrenda abstracta de un anillo abstracto. La ofrenda circular de una mañana o. La gota más fresca. La gota que por blanda y por celeste eleva tu glamour hasta las nubes y te hace astro. Y te hace fuerte. Sucede que estoy queriendo teclear algo así como una atmósfera. Una presión que me instale, que me achique y me sostenga. Un hogar o el espacio. Por dónde. Ser un sitio. Pero algo parecido a algo me lo impide siempre. Sí. Elijo palabras tapiadas. ¿Escribo sin la lengua? Elijo equivocada. Soy muy joven (tengo sangre en las venas) y a veces me consumo por brillar en mi diamante loco. A veces subo mucho. Sí. A veces me ahorco. Me cuelgo y me ahorco a través del lazo. Mi trampa. ¿Elijo mal? ¿Permanezco peor? Es que quiero lucir más real. Sólo esperen, el arranque es una cuestión de tiempo. Una vez mezclada, cocida y destrozada, quizás puedan tragar mi tarta muda. Algo parecido a algo me desliga siempre. Nunca la lengua fue mía. Yo nunca –lo juro- la moví.

07:45: Por las noches a veces duermo. Por las noches, los sueños me presionan un poquito. Y es lo mismo que estar despierta: soy objetiva. Nada original sobrevive en mí. Memoria no. Pasado no: las horas. La frazada tibia de las horas que me quedan. Por dentro. Que por dentro hay un reloj que anuncia que ya es tiempo de mirarse. Las horas o la ropa. Me visto. Elevo las compuertas del embalse y me visto. Me inflo de lo que no hay, me lleno de lo que no soy. Recupero un peso: me actualizo. Irreflexivas, las olas del hemisferio diestro y del hemisferio siniestro se precipitan sobre mi campo y me. Lavan. Me limpian. Me giran el disco y me lo queman. Me giran el disco o mi placa tocada o mi tierra que dura. Flagelos de un orden anti musical. Soy un 0. Desclavo lunática.

09:30: La calle es inmensa. Se ve inmensa. Y la gente que es. Inmensa. La gente o. Lo que me desquicia qué es. Lo que es esto: las líneas que estilizan la cara del anillo, las marcas espirales de mi fase: no son más que automatismos. Y mientras la zona progresa, mientras la zona se deja hacer formatos, yo resisto princesa. Yo. Relato al vacío. Porque estoy completamente rayada. Porque estoy y porque soy. Completamente rígida. Una voz en on (¿montada?), una voz en play (¿jugada?) mezcla y reproduce y mezcla y reproduce lo que nunca. Oigo. Afuera las cosas simplemente ocurren. Afuera las cosas. Suceden. Pero los trazos me esperan. Los trazos cultivan su hosca rectitud de fosa y me esperan. Sisean que el arranque es siempre una cuestión de tiempo. Y que en algún punto de la jornada habrá un punto. Bajo la ducha o frente a. Un punto. En el espejo o tras. El punto de los huesos bajo qué. Disfraz de a poco. Y las teclas irán excitándose, recargándose, agravándose bajo el peso de lo ciego. Gorriones de cristal sobre la mesa. Como ensambles.

10: 11: Abro la boca y es. Un libro. Y es. Un hombre un. Teléfono que suena y que. Atiendo.

12:21: Suelo estar muy sensible. Suelo estar porque soy. Muy sensible. Los objetos emergen y es. Mi cara tras. Los objetos que emergen. Los objetos que cómo. Se imprimen los objetos. Sobre mí. Sobre mi cara sobre. Yo atestiguo. Que soy la prueba de que ahí. Quedan. De que ahí permanecen y esperan, bien graves en su aguante. Lacrándome.

15:15: Cierro la boca. Me proyecto una danza. La risa de las sombras en los muros. La risa de los muros en mi boca. Los muros en mis dientes. La risa de los muros en mis dientes. La risa. La danza de lo mío en esos dientes o la estela cenicienta de un baile palaciego. Estoy vestida. Río.

18:09: Entonces compro un diario. Compro un diario y cuelgo. Ojeo un temblor. Y cuelgo. Por un temblor yo cuelgo. ¿Y entonces les digo sin la lengua qué estoy viendo? ¿Les digo lo que veo? Veo una constelación de mariposas nocturnas estrellándose contra este falso Oriente. Y veo la cara de este mismo y dulce Oriente, toda forrada de alfombras subversivas. Veo paños húmedos y. Tapices planos y. Leyendas infinitas aterrizando en el polvo. Y veo un manotazo de objetos y objetitos hundiéndose en la panza de un ocaso mercader. Veo al sol ardiente cayéndose al carajo. Y arriba en el carajo veo algo: muy hermoso. Un perfil hermoso. La tierra. Los giros del sistema y veo. La tierra. Y muchas muecas. Muchas muecas allá. Tan lejos tan. Lejos que. Son muchas muecas. Tarde. Muy tarde para algunas acrobacias. Sin embargo allá: mil rimas. Veo mil rimas. En la esfera veo que hay. Uniones. Y luego están los mil. Versos que ahora veo. Y todavía veo. Ligas. Y más de la mecánica de. La mecánica de. Occidente. Más y más y más. De sus cuadros siameses colgados en el tiempo. Sus fondos geniales y muy muertos. Geniales y tan muertos. Tan muertos sobre lo. Atascado veo. Sobre lo denso un. Desenlace barroco un. Temblor. La catalepsia convulsiva de los viajeros humanos o. De los temblores prensados más humanos o. Viajeros o perfiles o. Abiertos como pétalos en la estación de las balas.

20:20: Televisión. El tránsito afuera. Ni perspectivas infinitas, ni transparencias chinas, ni medioevos brutales. Tampoco renacimientos. ¿Qué veo? Veo una jaula de hierro en la médula de los huesos.

21:05: En el cuarto del fondo de mi casa tengo instaladas siete computadoras de última generación. Dos de ellas me perturban: una es verde: la otra es roja. Y juntas arman. Una pareja divina un. Matrimonio frutal que por las noches me alucina hasta el límite de lo imaginable. Son MAC. Y con su apellido de pecado sistémico coronándoles la pantalla me hacen sentir una bruta un. Ente. Duermen la una al lado de la una (acompañándose), delirando el trayecto de sus condenas quietas, de su censura, de su parálisis. Dos artefactos poderosos que qué violan. Que qué rompen con su equilibrio tan básico y tan. Falso. Me atropellan. Juntas navegan una especie de romance idílico, -de-vuelo-poema-que-va-pegado-a-la-tabla-. Y así me comprimen. Qué mogólicas. Pesan tanto que ya no empujo por. Moverlas no pujo: están como clavadas. Y la verdad es. La verdad es. Que me obsesionan un poco. Son redondas, son esféricas. Tienen curvasss. Las otras cinco no. A las otras cinco ni siquiera puedo. Un matiz un. Modo. Son PC. Poca cosa, mariposa, son. Poco círculo. Se amalgaman, se me enchufan, se hunden en lo gris de mi materia. ¿Esconden demasiadas formas? ¿Son muy formales? Son un 0. Las dos primeras las. Que son verdes y son. Rojas y. Encima por las noches duermen: atesoran otra cosa. Un caos. La anarquía en la punta de su tecnología: el color devorándoles la forma. Como no escondiendo nada. Salvadas.

22:50: Apago lo apagable porque es hora de acostarse, de calmarse, (de arrinconarse un rato). Sé con certeza que pulverizo algo vital. Los discos archivan imágenes. Los discos archivan. Signos. Y el tiempo es un chiste. Un chasco que no. Captura sonidos, voces físicas, ladridos. Cosas que se guardan. En las cosas y en. Los cuerpos y oraciones y en los discos. Perros. Entonces yo los desconecto a todos y todos (en un abrir y cerrar de ojos) conocen el hecho. El insuperable. Hecho que hace qué. Las temperaturas se vuelvan ideas y el frío ya no diga. No diga. Que el calor empieza tarde o. Temprano a mentir a. Falsearse por. Dibujarse frente a.

23:45: La oscuridad. La noche de mi casa que es. Enorme. La casa que es enorme y yo por dentro. De la casa por dentro. De la noche. Bajo cero. Mi casa o mi mente por debajo de. Un cero. ¿Les digo sin la lengua lo que pienso? ¿Les digo lo que creo? Creo que la secuencia 0-1 encierra un atajo como para volverse loco. Es el universo comprimido en un dígito. La diagonal que rompe el enlace a. Otro enlace que es. El espacio entero. El espacio más templado o un. Cielo. Un órgano que me hace decir: creo. En los retratos que se queman y perduran y en decir: creo. En los sonidos expulsados del pentagrama y en los colores momificados con vendas de flaqueza y de. Sarcófago. Creo. En los tonos pastel o en las imágenes rojas que son como seres vendiéndose detrás. Del vidrio y creo. En gólems nebulosos y en tormentos barro por armarnos como si. En las bestias profundas que nadan yo creo y en. Los reclamos de un paisaje o. De un vuelo sobre el aire. Creo. En campanadas creo. Y en los ritmos de sistemas que extinguidos no son nada. Pero están. Y laten. Y en el fondo no son más que presencias inhumanas. Creo. Presencias inhumanas en el cuarto del fondo de mi casa. Siete presencias hinchadas, atoradas de poesía y de música que sólo son un 0-1. Acompañándome. Armándome un circuito microscópico. Montándome toda como para girarme hacia.

00:00: lo mínimo en lo recontra. Mínimo. Lo múltiple saliendo de lo dividido. Mis pies. En las raíces, los cuadrados y los cubos las. Figuras moles o. Sábanas blancas o. Pieles de plano origami. Que se alisa se. Arruga se. Aliza se. Arruga. Despejamientos increíbles del enigma X: translaciones imposibles de la X a la Y. Como cruces de un encuentro o un encuentro en un. Punto. De una ilusión de movimiento: de una ilusión de despegue hacia un espacio en un tiempo. Hacia un espacio en el lugar o un sitio. Un árbol. Manzanas de luz en una copa que vino. Blanca y cruzada por la música de un. Sonido de luz profunda. Luz de un árbol. La armonía de la música en un Dios o un Dios. O de qué Dios o luz o. Mínimos encuentros. Hablo. Las parábolas son reales. Las parábolas son trayectos. Y son reales. Las parábolas cuentan: que las alegorías cuentan. Cuentan cifras, cuentan líneas, cuentan algo que está Bien. ¿Les digo lo que digo sin la lengua? ¿Les digo lo que digo? Yo digo sin la lengua que Platón quemó los libros y Platón. Intervino como para: volvernos locos. Entre el 0 y el 1, Platón nos arrojó del puente. Y ahora intuimos que las parábolas no hacen farsa y que las parábolas hacen. Parábolas. ¿Y qué? Si somos físicos. Y qué. Si el encuentro elíptico de la X con la Y nunca fue histeria no es: manía. Que el ejemplo no tiembla y que la gravedad está o está. En la tierra. Naturaleza que está. Y tiembla. OH! madre. Tecnología madre. Un relato umbilical tallado: fijado en la panza de la geometría de: lo real. La panza de una historia gestándose en lo qué. Del relato de un número en la curva o qué. Del caos o en qué. Caos o en qué números de qué. Puentes. Dios. Nos caemos. Circuitos Platón. Circuitos Platón que en un punto: ¿Habrá un Platón celeste? Como para no volverse insano o no. Volverse estampa. Cárcel que se abre con la luz de la mañana. Caja que se amputa con la llave de lo eléctrico. Ante las puertas del watt: del watt del lenguaje: del qué del lenguaje o del qué: de lo mínimo en lo mínimo. Del 1 en lo 0 o de lo 0 en 1. Preguntas sobre el qué de lo dicho por la sangre, del qué de lo que fluye omnívoro. Ahora. Del qué de la abundancia corriendo por los cables a la velocidad del rayo. A la velocidad del rayo o de. La sangre circulando por los renglones a la velocidad del fuego: a la velocidad del destello del tesoro de lo nuevo: del destello en la fosa: del destello en lo oscuro. Que me raya. Me raya. De aquí hasta allá y de allá hasta allá. Para volver acá. Acá en el dedo: mi dedo. Mi dedo que apaga y pulveriza. Que dice ya basta y aprieta y apaga y pulveriza. Y que asume la correspondencia con aquel proverbio tan real y tan proverbio que reza y dice que cuando todo es analogía, todo es silencio por anulación. Manzanita apagada, minúscula, de ida. Pecadito pulverizado en vergüenzas que se vuelven 0-1. Que se vuelven menos uno: contra uno: bajo cero. Como signos primitivos, como cuerpos integrados en el puro color y en el relieve puro. Relevados. Perdonados. Distinguidos sobre la piedra que de pronto advierte qué, absuelve qué, silencia qué. Palitos matemáticos celados. Por no querer ser. O ser. Confinados. Esculpidos. Tachados neciamente en este archivo extraño que es mi disco: mi piedra: mi bloque de lo uno a qué. A qué cosa que se lee y qué. Que qué respira en las vueltas de la placa. Placa. ¿Lo que hay del 0 al 1? Por dios. El hecho la. Cuestión: analogías que son verdaderos black outs. Negros afuera o. Interrupciones. Flashes puntuales que me ciegan el avance y que. De ser o no ser eternos cortes en lo eterno de lo corto: me hacen tarta. Me hacen. Traumas de mi luz abandonada en mí. O mi. Sistema hacia mí. Fogata herida que siempre espera y aguanta y eleva su dulzura y su: gracia que eleva a su: mundo lo que no es: la placa madre la: placa hembra o la: puta origen plaqueta madre la: alegórica y re puta que nunca se fija o pone un: punto pero que: se acerca y que: nunca ante nada: sacrifica o dice: no: me cierren no: no me claven a

:0-1: la tabla tropical: o a la: balsa meridiana que:

:1-0: me escribe sin la lengua y me escribe lo que: quiere qué: me salve y que: por suerte: un metal me: quede y qué: algo parecido a algo me desligue al fin: me: pierda me: expulse de mí o de mi: tierra: o:

 

©Camila Flynn

 

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Imágenes de ilustración: Rosaura Flynn

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el interpretador acerca del autor
 
               

Camila Flynn

Nació prematuramente el 11 de abril de 1981. Estudia Letras y no toca el piano. En noviembre del 2004 redescubrió las canciones de Charly García. De nacer hombre le hubiese gustado llamarse Ariel.

Publicaciones en el interpretador:

Número 10: enero 2005 - Anima Women

Número 12: marzo 2005 - Instrumento

Número 13: abril 2005 - Ojos Nin

 
   
   
 
 
 
Dirección y diseño: Juan Diego Incardona
Consejo editorial: Inés de Mendonça, Marina Kogan, Juan Pablo Lafosse
Control de calidad: Sebastián Hernaiz
 
 
 
 

Imágenes de ilustración:

Margen superior: Rosaura Flynn, Continente negro (detalle).

Margen inferior: Rosaura Flynn, Abejorra (detalle).