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Crónicas de Viaje/Folletín

Las cartas de Asia -4-

Rosario Hubert

(Ver también galería de imágenes: Las fotos de Asia)

 

 

 

 

INTRODUCCIÓN

Pasé estos últimos cuatro meses en Asia, recorriendo los escenarios más fascinantes, conociendo las formas de vida de las culturas de esa zona y aprendiendo, absorbiendo y asombrándome. Con la curiosidad más despierta que nunca intenté documentar todo lo que entraba por mis sentidos, desde el olor de una vereda meada en Tailandia hasta los ejercicios de meditación de un monje tibetano en los Himalayas. Estas crónicas son los mails que fui mandando a mis amigos, una ligera aproximación a la experiencia que viví, absolutamente imposible de ser expresada con palabras.

 

continua... (ver anteriores)

Viernes, 24 de Diciembre de 2004 2:15
CHINA

Amigos, hablemos de China. El único detalle que me inquietaba de partir sola con mi mochila y mis redondísimos ojos a China era el cruce de la frontera, con mi visa de Vietnam casi vencida y el trámite de migraciones a medianoche en un puestito poco transitado. Pero no hubo ningún inconveniente al final y todos los aspectos lingüísticos de la burocracia de ambos países comunistas recibieron el asesoramiento de mis compañeros de vagón, Tina, de Pekin, y Huy, de Ho Chi Minh. Ella nos dio la más cordial bienvenida a su país invitándonos un desayuno con arroz y unas masas bien aceitosas en Nanning, la ciudad donde cambiamos de tren y ofreciendo poner su dirección en nuestros formularios de entrada al país (qué se yo, por si acaso...).

Aterricé en Yangshuo, una especie de énclave occidental en la provincia de Guangxi, con calles de adoquines y casas antiguas que albergan restaurantes de "Western food" y "Cappucchino shops", así que mi entrada al megamundo Han fue bastante gradual. El terreno acá es rarísimo, totalmente chato pero con formaciones de roca que hacen ángulos rectos con el suelo, parecidas a las de Phi Phi, en Tailandia, pero sin mar, claro (se llaman carstinas, según mi guía). Ideal para recorrer en bici o para escalar (no faltan en este mundillo los negocios de "Climbing").

De ahí tomé un tren de 24 hs. a Kunming, una ciudad en la occidental provincia de Yunnan. Las líneas de esta región son bastante nuevas y el sistema ferroviario en general es increíblemente eficiente. Mi ticket era "hard sleeper", un eufemismo de clase económica ya que la retórica maoísta no permitiría jamás diferenciar niveles sociales en un servicio prestado por el Estado. A diferencia de los trenes de Vietnam, los compartimentos no están divididos con paredes acá, así que no fue difícil entablar relación e intercambiar frutas, sopas o semillas de girasol (el tentempié más popular) con los otros pasajeros. Estoy viajando con unos canadienses y un inglés que estuvo trabajando acá todo este año, así que su suficiente manejo del mandarín facilita el trato.

En realidad, no estoy entrando sino que me estoy moviendo por una tangente del megamundo Han, porque del total de 1300 millones de habitantes, en esta región vive el 7% de individuos de otras etnias. En Kunming, por ejemplo, hay una colectividad enorme de musulmanes, muchos descienden de los Mogoles, de India y otros varios que fueron deslizándose más tarde del Xinjiang, los Uigures. Son alucinantes las imágenes de sincretismo en la arquitectura de las mezquitas, que parecen pagodas pero con carteles en árabe, o en los altoparlantes desparramados por el barrio islámico, que alternan oraciones en dos idiomas.

Kunming es impecable, con un tráfico absolutamente apacible gracias a los amplios carriles exclusivos para bicicletas y autos con motores eléctricos (y silenciosos), y a los obligatorios semáforos. Los edificios son monumentales cuadrados de vidrio y fierro con carteles luminosos y pantallas planas; muchos son bancos (de Agricultura, de la Construcción, de Comunicaciones; siempre explicítan su especialidad) o shoppings de algún producto en especial. Se respira un aire de inmensidad tremendo, y eso que esta zona no tiene ni la mitad de densidad que las metrópolis de la costa este.

Ahora estoy en Dali, una ciudad amurallada que fue la capital del Yunnan durante 5 siglos, antes que fuera invadida por los Mongoles y anexionada a lo que hoy es China, que mantiene un aire imperial en las estructuras de las entradas y arcos desparramados entre las casitas de madera con techos chinos (no conozco el termino arquitectónico para describir estos techos, "chino" suena medio vago ahora, pero supongo que se entiende la idea). Es un centro turístico bastante popular para los locales en esta época, ya que es pleno invierno y ésta es la provincia más cálida; los viajeros occidentales vienen en verano, de paso en la ruta al Tibet. La ciudad está entre un lago y montañas con picos nevados; es el principio de los Himalayas.

No me gustaría generalizar porque estoy acá hace una semana nada más pero podría comentar algunas impresiones sobre:

-La población y el control de la natalidad: a diferencia de los proliferantes niños de Vietnam, acá no se ven tantos grupos sino chicos sólo con sus padres.

-Idioma: Nadie habla inglés. Pero no es difícil orientarse con los mapas porque todas las calles están traducidas al "pinyin", un sistema de representación fonética de los caracteres chinos en el alfabeto romano.

-Varios:
La gente escupe deliberadamente en la calle; hay cantidades irrelevantes de empleados en trenes y restaurantes, y todo el mundo toma sopas en paquetes (hay Sparklings con agua caliente en todos los negocios o trenes).

Saludos navideños
Roc

 

 

Miércoles, 29 Diciembre de 2004 8:38
ZHONGDIAN

Amigos, estoy a salvo del tsunami, pero no deja de impresionarme que la ola pego en la playa de Tailandia donde nos quedamos como una semana. Increíble. Todavía espero una respuesta de nuestros amigos de Phi Phi para ver cómo están.

En este momento me encuentro a 3000 mts sobre el nivel del mar en Zhongdian, un pueblo casi en la frontera con el Tibet, donde la temperatura no supera los 0 grados pero el sol pega tan fuerte a través del aire impoluto y despejado que durante el día se puede andar sin dos pares de guantes y tres de medias térmicas. A la noche no. Ésta era una feliz aldea de montaña de tejas "chinas" habitada en su mayoría por tibetanos y otros grupos minoritarios de China, los Dongbas y Naxi (cada uno con su versión de multicolores tejidos y gorros de piel), pero sufrió en los últimos años la modernización urbana Han y el crecimiento demográfico que viene ocurriendo en todo el país. De todas maneras, las nuevas construcciones cuadradas y monumentales mantienen el estilo tibetano: colorido, meticuloso en los detalles de las tallas, brillos y ornamentos minúsculos, y a pesar de los intentos de Pekín de frenar la autonomía cultural de esta provincia, los carteles están escritos en tibetano además de mandarín. El barrio antiguo mantiene todavía una crudeza que lo distingue del de Lijiang, otro asentamiento a 200 km, al sur, remodelado para el turismo con lámparas coloradas con caracteres pintados y restaurantes con manteles vichy. Las calles empedradas de acá dividen veredas congeladas que sostienen viviendas de madera y sirven de pasaje para los yaks, gallinas y pequeñísimos perros (prácticamente no vi ningún can más grande que un Pekinés). Como trasfondo de este escenario casi medieval hay una colina que soporta una estupa budista, parecida a las de Tailandia; en esta región predomina el budismo lamaísta, así que de nuevo se ven jóvenes monjes vestidos de naranja oscuro circulando por la calle, inéditos en Vietnam u otras partes de China.

Ah, Navidad. Absolutamente surreal. Con un poco de nostalgia por estar lejos de casa, donde con tanto esfuerzo intentamos forjar la identidad de la cálida Nochebuena latinoamericana decorando un ficus y disfrutando otro banquete que pavo, mi Navidad fue helada y al son de música del Xinjiang en un bar de jóvenes artistas de Dali. Pero cumpliendo el rito cristiano, con mi amigo inglés partimos a la Iglesia (¡católica, al pie de los Himalayas!) a escuchar villancicos navideños en chino y canciones típicas de la comunidad Bai. Mientras la congregación atendía este variado espectáculo, el resto de Dali se batía en una carnavalesca guerra de espuma (ahí entendimos por qué las calles se habían saturado repentinamente de vendedores de Rey Momo a la mañana). Según una noruega que conocí el otro día, en Chengdu hacen batallas de martillos inflables, tipo cotillón. Se ve que se ha adoptado la Navidad como una fiesta pagana en este país, al menos en todas las ciudades que visité había excesivos Papá Noeles y decorados alpinos en los negocios.

Bueno, por ahora esto. Mañana salgo para Deqin, un pueblo más al oeste, y posiblemente nevado.

Feliz año
Lulu

 

 

Domingo, 9 de Enero de 2005 0:01
DEQIN

La ruta a Deqin se va haciendo cada vez más sinuosa y resbaladiza por la nieve y en lugar de bosques de pinos como en el camino a Zhongdian, las empinadísimas laderas visten arbustos secos y ardidos por el vehemente sol de invierno. Sigo fascinada por el estado de las rutas en este país, tan lisas, pintadas y religiosamente señalizadas e iluminadas.

Este trayecto es el pantallazo más ilustrativo de la vida tibetana en Yunnan. Además de las viviendas de piedra del estilo de fuertes de campana hay cantidades de carpas armadas con cada parte del yak: la piel como lienzo, los cuernos como estacas y el pelo como soga. De lejos parecen mini circos, porque además de la forma parecida sostienen en los tirantes miles de banderines multicolores con oraciones como símbolos de buena suerte que flamean debido al permanente viento y siempre hay algún que otro trailer estacionado al lado de las ovejas o cabras. Estas carpas no están plantadas al azar, sino que estos grupos nómades las instalan en las temporadas de siembra en las zonas fértiles y siempre de acuerdo a los principios de la geomancia. Es impresionante como inclusive en esta región de tierra tan estéril cada metro potable está explotado para el cultivo; por todos lados hay caballetes gigantes en donde se seca la cosecha.

Deqin es la última ciudad antes del Tibet, que se destaca por su glaciar sobre la base del Kawa Karpo (de 6740 mts.) y por la falta del tratamiento vietnamita del turismo, lo que permitió que sus ciudadanos nos brindaran la sensación de cotidianeidad y la indiferencia de lo más natural. Quizás suene osado, pero físicamente los tibetanos de esta zona tienen un ligero parecido a los indígenas norteamericanos: piel morena, ojos finos y pelo oscuro larguísimo con raya al medio; completamente diferentes a los han, de tez blanquísima, rasgos más cuadrados y brillantes cabelleras negras (o zanahoria para los jóvenes parafinados, una costumbre no sólo argentina) peinadas para el costado. La vestimenta tradicional es quizás un combo de estos dos: abrigos y botas de piel de animales sobre brillantes y ornamentadas sedas.

Lista: ubicuos elementos en esta región:

1. China Mobile: carteles, oficinas, puestos de venta, locutorios, graffitis y usuarios de teléfonos celulares. Impresionante.

2. Carne de yak, con calaveras ásperas y cortes del animal que cuelgan durante días en las ventanas de las carnicerías.

3. Instant noodles: estas sopas en paquetes multicolores se venden hasta en las farmacias.

4. Fotos de Jiang Zemin: se ve que el ex presidente hizo mucha campaña con las minorías porque en todos lados hay fotos suyas confundiéndose en diplomáticos abrazos con todo el mundo. (http://english.people.com.cn/data/people/jiangzemin.shtml)

5. Cigarrillos: Kiosquitos que se dedican exclusivamente a vender miles de variedades, inexistencia de no-smoking áreas (¡se fuma en los minibuses!) y frenética publicidad. Como la mayoría de las tabacaleras son del Estado, hay propaganda pro pucho.

6. Músicos: La gente canta a los gritos en los bondis. Es copado, nadie mira al cantante ni le pide que baje la voz, inclusive a veces se superponen melodías.

7. Mamás con bebés en mochilas.

8. Negocios de millones de variedades de té.

Ahora estoy de nuevo en Kunming, recuperando mi energía con las batatas naranjas y los kebabs del barrio musulmán, exquisitos bocadillos que se han convertido en mi dieta básica (además de los instant noodles, huevos cocinados en té y nueces).

Bueno, en unos días parto al sur de Yunnan.

saludos
Rosi


 

continuará...

 

©Rosario Hubert

 

 
 
el interpretador acerca del autor
 

 

               

Rosario Hubert

Nació en 1981 en Bs. As. y sigue viviendo en la misma casa de siempre.

Estudia Letras, le gusta mirar mapas y comer helado de chocolate hasta que le duele la panza.

Publicaciones en el interpretador:

Número 12: marzo 2005 - Las cartas de Asia -1- (aguafuertes)

Número 13: abril 2005 - Las cartas de Asia -2- (aguafuertes)

Número 14: mayo 2005 - Las cartas de Asia -3- (aguafuertes)

Número 15: junio 2005 - Las fotos de Asia (imagen)

   
   
   
   
   
 
 
 
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Consejo editorial: Inés de Mendonça, Marina Kogan, Juan Pablo Lafosse
Corrección: Sebastián Hernaiz
 
 
 
 

Imágenes de ilustración:

Margen inferior: Rosario Hubert, Monjes (detalle)