INTRODUCCIÓN
Pasé estos últimos cuatro meses en Asia, recorriendo los escenarios más fascinantes, conociendo las formas de vida de las culturas de esa zona y aprendiendo, absorbiendo y asombrándome. Con la curiosidad más despierta que nunca intenté documentar todo lo que entraba por mis sentidos, desde el olor de una vereda meada en Tailandia hasta los ejercicios de meditación de un monje tibetano en los Himalayas. Estas crónicas son los mails que fui mandando a mis amigos, una ligera aproximación a la experiencia que viví, absolutamente imposible de ser expresada con palabras.
continua... (ver anteriores)
Miércoles, 1 de Diciembre de 2004 10:16
DALAT – HOI AN
Después de la agitada Ho Chi Minh partimos hacia Dalat, una ciudad que podría pensarse como la Villa Carlos Paz de Vietnam, con sus cosméticos canteros y chalets color pastel; suaves sierras y pintorescas cascadas para el deleite de los recién casados, target del comercio local. Es evidente que no es un centro de turismo internacional porque faltan en los mercados los marketineros carteles de: "100 Vietnamese silk o "Local handcrafts" y en cambio predominan los puestos de comida, vendedores de boletos de lotería y carteles en vietnamita. Acá ocurrió lo mismo que en Malasia con el idioma: los franceses aplicaron el alfabeto romano (y como 10 acentos diferentes nuevos), así que desde hace menos de un siglo que se dejaron de usar los caracteres chinos. Pero a pesar de la familiaridad que genera poder descifrar las letras, la frustración de no entender absolutamente nada es más fuerte.
Nos quedamos ahí tres días, encantadas con la gratuita amabilidad de los locales, que no dejaron de preguntarnos de dónde veníamos apenas nos cruzaban o directamente nos gritaban "beautiful" cuando pasábamos (entusiasmadas por practicar nuestro escaso conocimiento del idioma vietnamita nosotras respondíamos "No, you lep lam" -very beautiful-).
Es una fija quedarte charlando de la nada con la gente, tan curiosa de nosotras como nosotras de ella, de modo que la entrevista etnográfica es mutua. Al nombrar Argentina, ellos narran toda la data que manejan sobre fútbol y piden que les cantes algún tema de tu país (y también algo en inglés así se prenden en un duet: el otro día con un tipo hicimos una performance de un disco completo de Carpenters). En una de estas charlas domingueras con unas adolescentes que salían del colegio conocimos a Dhuong, quien sería nuestra informante durante los siguientes días. Vivísima y ambiciosa, esta chica de dieciséis años no dudó en pasearnos para poder practicar inglés (hablaba perfecto) y aprender algo de castellano. Así que gracias a ella pudimos disfrutar "pho bo" (sopa de fideos con bife) a las 8 de la mañana en el mercado, conocer la cafetería de su colegio, presenciar una escena Rebelde Way con su filito, y, como broche final: una sesión de karaoke en un cuartito alquilado al fondo de una casa privada (sí, como en Perdidos en Tokio).
También estuvimos en Nha Thrang, la principal ciudad balnearia de Vietnam, donde no disfrutamos de la playa debido al clima (es la temporada de lluvias), pero sí pudimos apreciar otras perspectivas sobre este país; en una sobremesa estirada, el dueño de un restaurantito francés despotricó contra el gobierno por las limitaciones absurdas a las inversiones extranjeras y no ahorró detalles en la descripción de la relación con su concubina vietnamita, cuya amiga estaba a la venta por 10 mil dólares. Tremendo. A pesar de que el régimen aflojó bastante hace unos años con una especie de perestroyka, todavía sobreviven bastantes medidas duras comunistas, con respecto a la propiedad privada por ejemplo: nos contaban que cuando la gente se construye una casa puede ser desalojada de un día para otro porque no es dueña de su terreno, o la tierra que se asigna en el campo está estrictamente limitada y regulada en parcelas de 100 mts. cuadrados (se ve perfecto desde la ruta); también hay sueldos máximos: la novia de este francés le daba su excedente de lo que sacaban juntos del restaurante porque sino se lo quedaba el partido.
Ahora estamos en Hoi An, un pueblo sobre la costa con veredas angostas y casas antiguas de madera de estilo japonés y chino (gracias al puerto sobre el Mar de la China, hubo influencias de todo Asia acá). Además de ser increíblemente pintoresco y de que el gris y la humedad le dan un tono nostálgico, este lugar se destaca por la calidad de los sastres, así que además de visitar edificios y pagodas, nuestro itinerario incluyó largas horas en el mercado eligiendo sedas y estampados (chinos, vietnamitas, incluso toile de jouie!) para convertir en sacos y pantalones a medida, todo abajo de 10 dólares.
Y no faltaron en estos días recorridos en bondi, por las rutas inundadas y con conductores desaforados que manejan por el carril contrario. Una escena inolvidable nos la brindó un copiloto, cuando en medio del viaje instaló una hamaca paraguaya entre el pasillo y el hueco de las escaleras y se echó a jugar con su telefonito celular, con sonido y todo. Dicen que en India los bondis son descerebrados, asi que voy a empezar a coleccionar situaciones extremas de ruta (por ahora el karaoke camboyano se lleva los laureles).
Bueno, estamos camino a Hanoi, la capital.
Saludos
Rosa
(voy a empezar a rotar mis mil sobrenombres para satisfacer a todos)
Sábado, 11 de Diciembre de 2004 2:01
SAPA
Acabamos de llegar de Sapa, un pueblo en la frontera con China donde tuvimos que defendernos del inesperado clima gélido con nuestras permeables vestiduras estivales (y un par de tejidos adquiridos in situ) y mantener extenuantes luchas contra la burocrática mafia del turismo vietnamita; "el chanta argentino" es un poroto al lado de estos oportunistas que viven de las comisiones de los tours armados y que se aprovechan de los felices mochileros sudamericanos. Es increíble la diferencia en el trato que se recibe de las mujeres y de los hombres de acá: ellas laburan como locas y son extremadamente amables; ellos son unos ladrones que sonríen mientras te explican que no van a cumplir con lo que prometieron. En Tailandia era al revés: ellos se portaban como unos duques mientras que ellas te esnobeaban.
La atracción de esta zona está en las minorías étnicas que vinieron desde China, Tailandia y lo que hoy es Laos y Camboya y que se fueron instalando en aldeas desparramadas por los valles altísimos, entre terrazas de arroz y bosques de bambú. Son alrededor de 50 grupos de menos de 500 personas con diferentes idiomas, costumbres y trajes (cada uno a pocos kilómetros del otro), que hasta hace 20 años se consideraban autónomos del gobierno central, pero ahora se rigen por una cabeza local dependiente del Partido. Viven de las cosechas, de la cría de búfalos y de las artesanías: unos textiles increíbles teñidos de índigo con una planta cuyo nombre no recuerdo y abrigados como las mantas Made in China que te dan en los refugios. Hicimos un trekking de tres días, parando a dormir en las propias viviendas de esta gente, con quien comíamos y desayunábamos: los adultos no hablan inglés, así que nos comunicábamos con señas o vía nuestro guía, un local que entendía bastante del tema. Hay un evidente uso estratégico de estas comunidades como vidriera de la faceta mas folklórica del país, pero pudimos desmontarlo de a poco, primero asomándonos en sus casas de caña y percibiendo el interés con que familias enteras disfrutaban de "El Quinto Elemento" en TV o sino bailando marcha con las entusiasmadas chiquitas de la aldea Lao Chai en Bamboo, la disco, e intercambiando mails para chatear más adelante. Estas pequeñas que se pasan el día rodeadas de turistas (los varones se quedan trabajando en la aldea o salen a cazar) aprenden frases sueltas de varios idiomas con una dicción impecable así que no es raro recibir un "no way Jose" o "mucho-poco-loco" en medio de sus construcciones acertadas en inglés.
A pesar de la brecha cultural entre este segmento de la población y el 80% de vietnamitas restantes, hay varios hábitos en común entre ellos: el obligado uso de escarbadientes después de cada comida o en ratos libres (en mi libro el narrador comenta con sarcasmo que éste es el tratamiento dental mas sofisticado del país); los partidos de badmington callejero y la ceremonia del té: en todas las casas hay siempre una bandeja con una mini tetera y un juego de tacitas en donde se sirve té verde o de jazmín para los visitantes; muchas veces entramos en algún negocio a preguntar algo y nos tildamos conversando con las bebidas en la mano; en el medio de la montaña, estas pociones eran un combustible potente. El café es otra bebida muy difundida, no sólo en Vietnam sino en la región en general, dato que me sorprendió y me llenó de alegría. Se importa de Indonesia sobre todo y se lo consume con leche condensada (caphe sua), en su versión Nescafé y helado, este ultimo, un elixir para el clima tropical.
Más comentarios sobre la cultura pop: las telenovelas. El hit del momento es un culebrón koreano que se pasa ininterrumpidamente, pero como en todo régimen disciplinario, está doblado al idioma local. Lo simpático es que no hay un intérprete para cada personaje, sino que todos las voces las enuncia una misma locutora, con muy poco dramatismo y una pronunciada demora. También está el fútbol: los posters de equipos ingleses empapelan los negocios y los partidos se transmiten en directo en los bares (con carteles que avisan los horarios) y en pantallas gigantes en los boliches. Ahora se está jugando la Tiger Cup (Tiger es la Quilmes local), así que no es infrecuente ser ignorado por un comerciante vietnamita que mira su selección competir contra los países vecinos en lugar de atender al cliente.
Otro aspecto del país que se evidencia en la comparación entre el norte y el sur es la presencia del Cristianismo. A pesar de ser mayoritariamente budista, casi un 10% de la población es católica gracias a los misioneros jesuitas que entraron en el XVII (supuestamente la intervención francesa se dio en primer lugar para defender a los misioneros perseguidos por los locales...) y la influencia de Nho Dinh Diem, el presidente de Vietnam del Sur en los 50's, que no sólo perseguía comunistas sino protestantes. En la zona de Dalat o mismo en Ho Chi Minh había iglesias por todos lados; acá al norte, abundan las pagodas chinas.
Bueno, de vuelta en Hanoi por unos días. Voy a ver si puedo mandar algunas de las fotos increíbles que saco Oji, nuestro amigo japonés que no viaja sin su tubo de wasabi y condimentos de pescado para enriquecer el arroz blanco.
Sin tiao!
Rosarito
Miércoles, 15 de Diciembre de 2004 23:46
HANOI
Hipótesis: A pesar de la reunificación y todo, Vietnam tiene una marcada distancia en la idiosincrasia de lo que fueron Cochinchina y Tonkin y esto se puede evidenciar en la comparación entre Ho Chi Minh y Hanoi.
La primera ciudad es el centro económico del país, donde se nota mas el "doi moi" (la apertura del mercado -ojo, todavía no hay Mac Donald's-) y hacia donde se dirige la mayoría de los esperanzados emigrantes locales. Fe de erratas: en un mail anterior escribí que había 10 millones de personas ahí, pero según un artículo más sólido que leí ayer hay casi 7. My apologies. Hanoi en cambio está más pegada a lo que queda del comunismo, así que en vez de la Rue Cantinat se puede apreciar una soleada tarde en Lenin Park y definitivamente acá no se consigue tanta pattiserie francesa como la de los carritos que transitan la que alguna vez fue llamada "Pearl of the Far East". La vida urbana de la capital es inclusive más densa que al sur: en el Old Quarter los mercados se trepan a la calle dejando las veredas para las mesitas y el estacionamiento de motos, de modo que los peatones se disputan el asfalto con los motociclistas (prácticamente no hay autos en el centro). Y estos mercados tienen una presentación particular: hay menos pintorescas mujeres con sombreros cónicos y canastas sobrecargadas de lo que sea; pero hay mas barberos, madres que despiojan a sus hijos, fumadores de pipas de agua y una notoria oferta de animales vivos, quienes desde sus comprimidas jaulas le agregan el factor musical a este ecléctico bazar. Y en cuanto a la etiqueta, el sur es claramente más pituco: no faltan en los bancos, los colegios y otras oficinas públicas las mujeres uniformadas con el "ao dai", el atuendo tradicional (un vestido túnica de manga larga y cuello mao sobre pantalones flojos).
Dos cosas que distinguen la estadía en Hanoi de otras paradas son sus 5 días, un record considerando el ritmo con el que veníamos, y el hecho de estar sola. Las muchachas partieron a Bangkok para volar a India, pero yo no resistí la tentación de visitar China, así que decidí quedarme un rato más por acá organizando esta digresión del recorrido inicial y caminar, caminar, caminar y caminar. Son copadas las nuevas modalidades de relacionarse con la gente que van surgiendo al ser una sola: creo que resulta menos intimidante para los vietnamitas acercarse a una persona inclusive más baja que ellos que a cuatro simpáticas latinas que conversan a los gritos (es increíble lo fuerte que hablamos...). Por ejemplo el otro día me senté un rato en la plaza donde juegan los niños a la sombra de la estatua de Lenin (propaganda..?) y se me acercó un chiquito con el cuestionario obligado: "What is your name?", "How old are you?", "How many brothers and sisters have you got?" y cuando se nos acabaron las palabras en común, saque mi cuaderno y empezamos a intercambiar dibujitos. Pero al chico no le divirtió el Pictionary, entonces agarró una hoja y se dirigió a una pareja joven para que le tradujeran al inglés lo que quería decir, así que pudimos seguir charlando mediados por estos estudiantes. Al rato, una chiquita que saltaba la soga me invitó a que la acompañara, y oh sorpresa, creo que marqué mi record sin pisar la soga, cosa que no hacía desde primaria.
Y gracias a mi sociable amigo Enrique Avogadro me puse en contacto con el embajador argentino, quien amablemente me invitó un familiar almuerzo dominical, con milanesas con papas fritas y vino tinto andino, una dieta que no me había dado cuenta que extrañaba tanto. ¡Muchas gracias Familia Ferrari!
Una última observación sobre Vietnam en general: la población joven: en la misma revista sobre el país que cito arriba, leí que casi un 60% del total de gente tiene menos de 25 anos. Es impresionante la cantidad de niños que se ve por todos lados jugando, paseando, inclusive laburando. En Sapa aparecían de la nada entre los caminos en las montañas y cargados en sacos en las espaldas de las madres y sus hermanos. No sé bien cómo funciona el tema del control de la natalidad acá, pero claramente esta gente tiene el desafío de organizarse bien para que el Estado dé abasto para todos en unos años.
Bueno amigos, en breve recibirán un mail sobre Yangshuo, donde me encuentro ahora. Es un pueblo en la provincia china de Guangxi, al sur del país.
Tam bic!!!
Rose
continuará...
©Rosario Hubert