Un año sin amor (Selección oficial competitiva)
Galardones en el Festival:
Premio Fripresci
Si Un año sin amor es una novela-diario que propone diversos problemas y discusiones acaloradas tanto en ámbitos académicos como fuera de ellos, la película no se queda atrás. Tanto para quienes hemos leído el libro como para el espectador que acude al cine sin demasiada información previa, la película es un testimonio audaz y controvertido acerca de una temática sobre la cual el cine argentino hasta ahora no se había manifestado.
Aclaración para aquellos que no están al tanto: Un año sin amor es una película de Anahí Bermeri, producida por Daniel Burman y Sergio Dubcovsky, ganadora del premio Teddy en el Festival de Berlín y el otorgado por Fripresci en el de Mar del Plata, basada en la novela homónima de Pablo Pérez, un diario que lo tiene a él mismo como protagonista.
No es que a partir de esta nueva versión de la vida de Pablo Pérez surjan problemas que hasta ahora no habíamos pensado. Sin embargo, luego de presenciar la conferencia de prensa donde (entre otros) estaban Anahí Bermeri, la directora de la película; Juan Minujín, el actor que encarna a Pablo Pérez personaje; y Pablo Pérez mismo, escritor y persona en la que se basa ese personaje, esos problemas entre realidad y ficción, lo público y lo privado, y la incomodidad o desencajamiento que ya provocaba la novela, ahora se disparan a una velocidad que por lo menos, logra desconcertarnos y genera, sí, nuevas cuestiones que cuesta poner en orden.
En la conferencia las preguntas, en general, iban dirigidas a la directora y de a poco también a Pablo, el escritor y la persona-personaje-protagonista de la historia. Ese cruce (haber escrito una novela y que haya sido adaptada al cine, y que aquello que se narra sea su propia vida) genera una inquietud fascinante que él (con vestimenta de cuero y acompañado por amigos vestidos del mismo modo) aprovecha con diversión. Herederos del legado que nos han dejado los reality shows, hay quien incluso le pregunta a Pablo por su estado actual (de salud y civil): “acá estoy, vivo, disfrutando de este momento maravilloso, con muy buena salud. En realidad me estoy divorciando”, respuesta que provoca risas y aplausos entre el público.
Pablo, un joven escritor, homosexual, enfermo de SIDA, escribe su diario íntimo en 1996, al tiempo que incursiona en la toma del cóctel que le permite estabilizar su salud. Pablo, además, tiene problemas económicos, vive con una tía a la que no tolera y busca el amor y la contención afectiva que encuentra en un grupo sadomasoquista.
La película, de estética cuidada, con tomas de violencia sugerida y un contexto de violencia explícita (su situación familiar, su estado de salud, el desamparo) tiene, según Pablo Pérez “una intención además de literaria, militante de poner estos temas en discusión. La homosexualidad, el sadomasoquismo y el SIDA son temas que me interesaban que queden planteados como un documento de la época que se estaba viviendo”.
Un año sin amor es una buena película argentina que tiene un tratamiento de la imagen cuidado y original, como original es el punto de vista desde el que se narra. Esa cruda perspectiva confesional es lo propio de la novela y es allí donde guarda más intensidad. La desorganización que leemos en el diario de Pablo, que es la errancia y desconcierto constante que él vive en 1996, en la película aparece ordenada con prolijidad en los ejes homosexualidad, SIDA y sadomasoquismo. En ese ordenamiento y estructura la película pierde algo de lo más potente y problemático que propone la novela.
El movimiento interesante que hace Anahí Bermeri es aprovechar el tiempo que ha transcurrido entre la realización de la película y la escritura del diario para mostrar qué pasa en la vida de Pablo con la publicación del libro. Qué le pasa a él cuando ve la portada y se encuentra con la faja que al frente dice “HIV POSITIVO”, cuáles son las reacciones de su familia, y cómo continúa él después de ese 31 de diciembre que en la novela es la última entrada del diario. Cuando preguntamos el porqué de la decisión de mostrar esta especie de “bonus track”, Anahí responde que “la idea era dar una perspectiva actual y era también mostrar cómo la vida del personaje continuaba después de este año, cómo cambiaban sus expectativas a partir del cóctel y cómo si bien cambiaba su vida por la medicación, no cambiaba su deseo ni sus problemas familiares, y cómo había otros logros más allá de la enfermedad”. Pablo agrega que “además de lo que dijo Anahí, la película es una adaptación de dos libros. Lo que pasa es que el título de uno de ellos en algunos medios se lo menciona y en otros no. Se llama “El mendigo chupapijas” y se entiende por qué no se menciona tanto... Ahí es donde ocurre el episodio de la publicación del libro y que a Pablo lo echan de su casa…”
Un año sin amor es una muy digna ópera prima de una directora que navega con soltura y sutileza en una historia que en todo momento corre el riesgo de caer en el golpe bajo. “De hecho -dice Anahí Bermeri- lo que intenta la película es correrse un poco del estereotipo y de los prejuicios que uno puede tener cuando se acerca a ver una película que habla de sadomasoquismo, de sida, de búsqueda sexual. Y me parece que todo esto le pasa a un personaje que está buscando el amor, que está buscando un lugar de pertenencia, un lugar en su vida laboral. Es un escritor y su deseo…”
Marina Kogan
Fotografía: Martín Turnes