Casi Hermanos (Selección oficial competitiva)
Galardones en el Festival:
Premio Cinecolor del público
Astor a la “Mejor Película Latinoamericana”
Una de las mejores películas en competencia del Festival, sin duda, fue Casi Hermanos, que obtuvo el Premio del público y el Premio Oficial a la Mejor Película Iberoamericana. A sala llena, la película sostiene las miradas expectantes a lo largo de sus 102 minutos. El film está magníficamente trabajado en todos los campos, tanto técnicos como narrativos. Es destacable que Lúcia Murat trabajó con el guionista de Ciudad de Dios, que en esta ocasión también juega con los pasajes temporales ya que desarrolla la vida de dos personajes en tres momentos de sus vidas. Además de darnos un pantallazo por sus infancias, vemos el momento en que son encarcelados, aunque ambos por motivos diferentes: Miguel –un joven intelectual de clase media, hijo de un diputado federal- está preso por motivos políticos-, y Jorge –hijo de un sambista- primero comete pequeños asaltos para luego transformarse en uno de los dos líderes del Comando Vermelho. Ellos conviven en la misma galería, cada uno impone las reglas. El film da cuenta de los personajes y el entorno que los rodea a lo largo de los últimos cincuenta años de Brasil, un país golpeado por la dictadura militar en los ´70 y que en la actualidad intenta levantar cabeza con un nuevo gobierno democrático pero con grandes dificultades por el dominio del narcotráfico en las favelas.
Casi hermanos es una película de temática social que, acompañada por la fotografía de Jacob Solitrenick, tan pertinente como lograda, un sonido prolijo en el que se destaca la música creada por Naná Vasconcelos, y el montaje realizado por Mair Tavares, recién estrenada en Brasil, será celebrada cuando llegue (aún sin fecha programada) a las pantallas grandes de nuestro país.
Entrevista con Lúcia Murat, directora de Casi Hermanos (Quase dois irmãos)
¿Cuánto y qué hay de tu experiencia personal en la película y por qué elegís mostrar el universo masculino?
La situación de la mujer era muy diferente. Éramos guerrilleras… Las presas comunes no tenían una participación grande entonces para ellos las liberadas…La relación era diferente. Nosotras no éramos vírgenes, defendíamos la revolución sexual. Entonces mientras insultaban a los hombres, con nosotras tenían una relación muy diferente, la mujer tenía una actitud de mucha fuerza. El tipo de conflicto que muestra la película sólo se vio en el caso de los hombres porque los que robaban bancos y los guerrilleros fueron colocados en la misma ley de seguridad nacional. Nosotras no aceptamos, y no teníamos presas comunes en nuestro pabellón. Ellos estaban todos juntos, los guerrillero con los que robaban bancos. Yo quería trabajar con el tema de los hombres porque yo trataba el tema de la prisión y el poder. El poder, allí, es de los hombres, entonces el conflicto es masculino. La idea de la película no es hablar de mis tiempos en la prisión, la idea es hablar de la situación actual.
¿Filmaste en locaciones reales?
La favela era la favela. La prisión fue algo muy difícil para nosotros porque la de Isla Grande se acabó, fue dinamitada, no existe más. Hacer la prisión era una cosa muy complicada, no la quería hacer en estudio, primero porque no tenía plata y segundo porque tenía miedo de que quedara muy falsa. Entonces empezamos a fantasear, pensamos en hacerla por computadora, pero eso es carísimo…Y yendo por distintos lugares encontramos un antiguo manicomio que tiene varios espacios que están deshabitados. Uno de esos espacios se parecía mucho a la prisión, los antiguos manicomios se parecían mucho a las prisiones. Había un lugar que tenía un jardín cerrado, un patio, y ahí tuvimos la idea de hacer ahí la galería. La construimos y el exterior se parecía mucho a una prisión, hicimos los muros… todo. La situación era muy buena, ni real ni en estudio, fue algo construido. La prisión fue hecha en tres partes: la gran parte que se ve en la película (la galería), el edificio que necesitábamos para hacerlo más real, entonces conseguimos, después de mucho esfuerzo, filmar un día en un presidio real (allí filmamos el edificio y los corredores, cuando la gente va y viene).
¿Fue con los actores ese día de filmación?
Sí. Por ejemplo, la escena del fútbol se hace mitad en la prisión real y mitad en el patio del manicomio. Fue una locura para hacer la edición… (risas).
¿Y en la favela cómo fue la experiencia de filmación?
En ese momento fue muy fácil, hoy ya no lo sería.
¿Cuándo la filmaron?
En el 2003. Pero el problema es que evidentemente en la favela tienes que tener una licencia de los dueños del morro, porque sino no se puede… Hoy en día todas las favelas brasileras son comandadas por el narcotráfico. La ley es la ley del tráfico, no hay otra ley. No se puede entrar ni hacer nada si ellos no lo permiten.
¿Hoy no podrías filmar lo que filmaste en esa favela?
No. En esa favela particularmente, porque el jefe del tráfico antes era una persona muy carismática, hay varios libros sobre él, incluso ha estado en Buenos Aires. Él tenía preocupaciones sociales, fue educado por la gente del Comando Rojo…De todos modos, tenía un discurso muy confuso. Él estaba preso en el momento en que filmábamos y dos semanas después del rodaje lo mataron. No tuvo nada que ver con nosotros (risas), fue muy terrible, una disputa interna. El año pasado cuando hicimos el estreno en el Festival de Río, en Brasil, yo telefoneé a la Asociación para que la gente de la favela pueda venir. Yo quería que vengan a ver la película, tenía un montón de invitaciones para los que quisieran, ellos están allí, y queríamos traerlos. Pero como la administración cambió y cambiaron todo no dejaron que nadie viniera a ver la película, tampoco me dejaron llevarla al morro. Así están las cosas, la guerra está cada vez más grande, son cuatro facciones, una violencia terrible, la gente no se puede ni hablar. Está el “Comando Rojo”, “Tercero comando”, “Amigos de los amigos” y “Tercero comando rojo”. Si tú vives en un lugar que es dominado por el Comando Rojo, no puedes ir a un lugar que es dominado por otro porque te matan. Es una violencia absurda…
¿Hay una parte de la sociedad que ignora eso o todo el mundo lo tiene en cuenta?
Hoy en día todo el mundo lo tiene en cuenta porque la violencia está muy cerca. La gente de clase media vive encarcelada, la gente rica tiene autos blindados…Entonces se sabe. La gente quisiera que sea diferente, pero esa es justamente la tragedia. Hay algo ahí más complicado que es la situación de la droga. La capacidad de corrupción de la droga es increíble y toda la gente lo sabe. Los líderes lo coordinan desde dentro de la prisión. Eso no se puede cambiar y el miedo es que la corrupción llegue al congreso, que llegue a tener políticos, como tienen ya sus abogados y tantas otras cosas.
¿Cómo surgió el trabajo con el guionista de Ciudad de Dios?
Fue una coincidencia porque yo tenía el argumento y lo presenté al Ministerio de Cultura donde he ganado un dinero para lo que se llama “desarrollo de guión”. Unos meses después yo conocí a Paulo porque los dos fuimos invitados a una mesa sobre violencia y seguridad. Me gustó él, me gustó como hablaba. Hacía poco tiempo él había escrito el libro Ciudad de Dios, yo lo leí y me gustó muchísimo y entonces nos pusimos a trabajar juntos. En verdad el guión fue hecho con Paulo en tres meses, después yo tuve que parar para rodar otra película, y volví a trabajar con él y el guión un año antes de rodar la película, en 2002-2003.
En la película no se muestra el momento de liberación de Miguel, pero se ve en la prisión cómo va cambiando la realidad. ¿Cómo fue o suponés que fue el encuentro de él con la realidad cuando sale? ¿Cómo fue tu encuentro con la realidad?
Yo no mostré la salida porque yo creo que la película trata de mucho más de la frustración de nosotros hoy. La frustración de la generación que ha luchado por una sociedad mejor y que aún vive es un cuarto de la película. El momento de la liberación yo creo que fue un momento de gloria, fue un momento increíble. En ese momento nosotros creíamos que algo iba a cambiar, y efectivamente cambiamos algo. Luchamos contra la dictadura y la dictadura acabó. Ahora tenemos libertad de expresión y eso es muy importante. Pero también luchábamos por una sociedad igual y hoy es totalmente desigual. Como la película trata de esto no tiene por qué abordar el momento de la liberación, que es el momento de la gran victoria.
Miguel sigue el camino de la política después de ser liberado, en la película se dice que es diputado. Vos elegiste otro camino, ¿por qué un personaje que se dedica a la política? ¿cuál es tu relación con la política hoy?
Hay muchos amigos en la política hoy, muchos amigos en el gobierno de Lula. Entonces yo algo conozco… Yo he votado el MPT y a pesar de los problemas de hoy, continúo. Ellos desde ahí trabajan pero sin poder hacer la crítica más profunda, justamente porque tienen que trabajar, hacer cosas. Trabajar en el poder es trabajar con las limitaciones. Desde mi lugar me parece que puedo hacer una crítica profunda al poder.
¿Cómo ves el cine brasileño actual?
Me gustaría que haya más gente joven trabajando en el cine, como los argentinos Estamos luchando para cambiar las formas de financiamiento, para que los jóvenes puedan filmar.
Más información en www.quasedoisirmaos.com.br
Fotografías y texto: Martín Turnes
Entrevista: Marina Kogan
Ficha Técnica
Directora
Lúcia Murat
Libro cinematográfico
Lúcia Murat, Paulo Lins
Producción
Taiga Filmes (Brasil)
Coproducción
Ceneca Producciones (Chile),TS Productions (Francia)
Director de Fotografía
Jacob Solitrenick
Montaje
Mair Tavares
Edición de sonido
Simone Petrillo
Sonido directo
Silvio Da Rhin
Mezcla de sonido
Emanuel Croset
Música
Naná Vasconcelos
Duración
102 minutos
Año
2004
País
Brasil – Chile – Francia
Intérpretes
Caco Ciocler, Flávio Bauraqui, Werner Schuneman, Antonio Pompeo, María Flor, Juliana
Renato Souza.