“Los jóvenes son arrogantes porque frecuentan a sus iguales, que no son nada pero gustan de aparentar mucho."
Friedrich Nietzsche.“El hombre en el trato”.
Humano, Demasiado Humano.
Vampiros en Mc Donald’s y Marylin Manson—. El vampiro amenaza la institución social de la familia. El vampiro, su mordedura, transgrede el orden reproductivo porque impone el suyo: un deseo de carne insaciable lo atormenta. El vampiro, la proliferación de vampiros, en la producción cultural es un síntoma de la disolución de los cuerpos sociales tradicionales. Los vampiros hacen legión. Los más adolescentes son atraídos mediante el uso de su insatisfacción, rechazo y desocialización en las malditas horas carcelarias del secundario. Detestan a sus compañeros. Detestan su música bailable, alegre y villera. Detestan su raza, peinados, ropas, códigos y excesos. Algunos, frente a eso, se vuelven Pentecostales evangelistas. Otros —aunque secretean racismos de grupo— se vuelven Dark, Hardcore, Punk. Marilyn Manson hace su entrada con el Anticristo bajo el brazo: redefine lo glam, destruye biblias en público, expele “the beautiful people”: su blanco es lo que llama Fascismo Cristiano. En Estados Unidos se lo culpa de ser parte de una larga causalidad que hace posible que unos pibes entren en una escuela armados y maten a tiros a sus compañeros. Michel Moore lo entrevistó, el caso Columbine. Marylin Manson es un sacerdote negro que cultiva la tristeza en los adolescentes. Hacer sentir miserables al resto es lo que los marylin mansons del mundo entienden por rebeldía. Manson hace de la bisexualidad una experiencia disponible, no oculta su “brujería”: detrás de él aparecen las encarnaciones de herejías de antaño bajo la forma de jovencitos curiosos por la magia negra. Existe en Capital Federal, cerca del obelisco, una disco que los aglutina llamada Réquiem. Los simulacros del film “El Cuervo” se comen una hamburguesa en un Mc Donalds. Frente a la cajera y en manada, la gozan: ¿Cómo podés trabajar de esto? ¡Pedazo de boluda! En la cara y sin asco. Miran a todos como si fueran insectos. Este sentimiento de elite clasificado como Tribu. Un deseo de exhibicionismo les inunda. Estos vanidosos de la noche son estetas de las sombras del espíritu, artistas de la negrura urbana, adolescentes de la provocación.
Los Tatuajes y las guerras estéticas—. El tatuaje puede ser la expresión de una falta. Un procesamiento pictórico de una pérdida, de seres queridos, de ideales, de etapas, de aspiraciones no cumplidas. Cierto deseo de perdurabilidad. El tatuaje es cooptable por las formas de belleza y seducción dominantes: un pequeño tatuaje en las tetas —públicamente insinuado— no jode a nadie —salvo el proceso de arrugamiento masivo (PAM). No es signo de nada “raro” para la policía técnica de recursos humanos. Esto no sucede con las modificaciones corporales (que bien mostró el programa “Transformaciones”) y la escarsificación cuya vertiente extrema es la mutilación de dedos. Salvo pequeñas fluctuaciones, genera bajas en el índice Riesgo Calzón Ponderado. Existe en este extremo algo repudiado por la normalidad y su funcionamiento social: la “fealdad” querida, defendida y hecha bandera como pregunta filosófica ¿por qué esta belleza “fashion”? Sólo en discusiones filosóficas de revista “boluda total” se afirma que lo bello y lo feo está en el ojo del observador. La calle maleducada y argentina no perdona. Este ideal de belleza del piercing, cuerpos totalmente tatuados, las alteraciones en la piel, etc. es una guerra urbana contra el ideal de la belleza fashion. La belleza de modelo, nos dice el periodismo Opositor de Noticias, es oprimente: hace sentir menos sexy a hombres y mujeres (según las últimas encuestas de universidades británicas) inventa cuerpos-trofeos inexistentes, manda al gimnasio a todo fofo, a todo gordo, a todo larva... a medio mundo. La seducción no es una intención sino un efecto. La cuestión no es la belleza sino, de nuevo, la seducción con formas instaladas o no y básicamente lo deseado no es ni una revolución estética —siempre local— ni tampoco eventuales siliconas, implantes o mutilaciones: Otra cosa es envidiada(1). Los simulacros y copias que compiten en pos de una forma idealizada cualquiera se disputan una intensidad(2): se buscan el efecto de ese ideal(3). Esta intensidad —poder de atraer o rechazar— es lo deseado y falsamente la encontraremos en personas. Impersonal y Fugitiva.
Carnaval en Cabildo y Juramento: Febrero regaló a los vecinos de Vicente López alegres fin de semanas con más de 30 comparsas, sábados y domingos. Una pasión a pulmón, en todas las edades, trabajosas indumentarias, canciones, líricas de todo tipo, murga, pomos, micros, calor, risas: salud desbordante. Todo el mundo bailando bajo el ritmo corpóreo y arrastrador de la murga. La murga no pide permiso: nos incorpora, nos mete en el juego. Una detrás de otras, las comparsas —destaco la comparsa local de Barracas y su irónico discurso sobre la música chiki-pum o sea la electrónica— estalló como espectáculo algo que es mucho más que música: la murga tiene historia y es además filosófica. La visión carnavalezca del mundo contra toda esa maraña semi-lésbica. Lo carnavalesco es lo innovador en el sentido de la transformación de la realidad y una forma de experimentación vinculada al deseo y a la utopía. Se trata de exponer el sufrimiento a la risa. En lo carnavelezco no existe centro alguno sino un gran intercambio dialógico. Se trata de la manifestación de una política de vida bajo la forma de la danza y la canción satírica. Los desgraciados descriptos arriba por estrechez del espíritu se sienten repelidos por estos fenómenos, como si se tratase de una enfermedad los miran con altanería, distancia, piedad. Estos desgraciados no sospechan la palidez cadavérica de su “salud” cuando pasa delante de ellos el huracán de vida ardiente de los carnavales barriales. En los carnavales barriales, en la murga local, los cuerpos no se hallan bajo la dictadura del Ideal sino que se exponen en su naturalidad, singularidad, en la belleza de la danza misma: el cuerpo se expande a sí mismo, se contorsiona, fricciona y hace multitud. Lo carnavalesco es pura incorporación, integración de las diferencias: una comunalidad productiva cultural, es decir, un estilo de festejo del humano tal cual es. Lo carnavalesco es una forma de resistencia a las micro formas que sectores de la sociedad inventan para que nos despreciemos y así humillados otros disfruten de lo que es nuestro: la expresión.
Mis agradecimientos a todas esas bellas y barriales comparsas.
Conclusión en torno a la cuestión de la expresión y la libertad: En el número 1 de revista Godot Gabriela D’ Odorico afirma que el momento de la escritura no es el de la creación o irrupción de algo en la nada de una página virgen sino del momento en el cual cobra sentido la elección de formalidades académicas, de obsesiones: una cuestión de legitimidad, de certificado, de Escuela, de inscripciones, cooptaciones, adherencias y rechazos. Y que la página blanca no es lugar de la advenida de lo intempestivo sino más bien que existe un dispositivo disciplinar a priori a toda escritura, y que constituye el negocio editorial “la adaptación al sentido común, la corrección política... la necesaria agilidad de lectura...”: Gabriela advierte que la “creatividad” es mercancía cultural y que la mercancía cultural resulta en inofensivos entretenimientos o placenteras terapéuticas. Al final del artículo, esgrime su Ideal: la creación como acto supremo de la libertad. Este acto, afirma, nos desposee de esa instancia psíquica tan reguladora que tenemos la mayoría de las personas para sentirnos un poco más cómodos, seguros y orientados. La irrupción de la libido creadora forja personajes, borra el autor del relato: el personaje adquiere vida. Este acto supremo sería el goce de una seducción turbulenta: una eyaculación metafísica. Se trata de un devenir mujer que concibe la escritura como un gran Parto, el texto como un bebé cuya tábula rasa no debe ser impregnado por las formas imperantes de la producción mercantil intelectual y el acto de la concepción una escritura que se aparte del lenguaje del mundo, la política, el poder y la interioridad. El escritor que subyuga a Gabriela es aquél que al mismo tiempo rompe con el discurso vigente y con el relato egoísta de sí... ¿Pero quién será este Romeo, este Príncipe Azul de la Escritura Suprema? ¿Quién, de nosotros los que estamos vivos, conjurará todos los requisitos? ¿Quién podrá subir a tales alturas y tempestades y venderle un libro a Gabriela? He mencionado este artículo porque aunque en otra esfera vuelve a plantear la misma problemática ligada a los ideales —estético o intelectuales— la expresión y la libertad. El problema se plantea porque quienes sueñan con tales magnificencias quieren una libertad Absoluta: del cuerpo, de la escritura, del hacer, del experimentar, del pensamiento, etc. El Poder Existe.
La nada no es la de la página en blanco. La página en blanco es pura potencialidad, puro devenir, indeterminación y amorfidad. La página en blanco es afirmación que no puede decirse, una palabra que no osa pronunciarse. La página en blanco esta llena de sí misma, es todo lo pensable, no conoce lo otro de sí porque es puro Sí. La Nada es “el hombre” mismo. La página en blanco es pura plenitud. Limitar, darle forma, no es el acto de la escritura sino el de la Interrogación. La Interrogación hace posible la búsqueda de la verdad como limitación, es decir, una Parcela y no lo Absoluto. ¿Por qué todos estos Ideales?
¡Ved al Crepúsculo! ¡Ved al Crepúsculo todos estos Ídolos!
©Leonardo Sai
NOTAS
(1)Las mujeres dicen detestar que se les “impongan” cuerpos imposibles. Sin embargo, creo que no es un problema del Orto.
(2)Una gran atracción o un fuerte rechazo.
(3)Para cientos de mujeres cualquier ideal social de belleza no constituye más que una referencia a tener en cuenta, grados de popularidad y búsqueda de armas de seducción. Salvo para ese raro tipo de mujer conocido como Mujer Fálica e Histéricas S.R.L. Para ellas, la belleza del cuerpo en tanto medio constituye una obsesión posible y central en sus vidas. El poscapitalismo publicita mujeres fálicas. Madonna es arquetipo de ese deseo social, unas hermosas tetas políticas. Lo que resiste a este sistema de ilusiones mercantiles de independencia y semen adquirido en una tazita es el poder de lo femenino mismo.