Presente disociado
          
          
          ¿Qué hacen los vidrios en el piso? Cortan. No se puede, entonces, caminar descalzo. ¿Qué hace la poesía? Advierte: No camines descalza: poesía desde el cuerpo. ¿Cuerpo? El cuerpo atravesado. Botellas ya cayeron y estallaron, el pasado como un hábito que marca: al cuerpo. Lo dado como un centenar de agujas que tensan al cuerpo que se quiere liberar: los objetos que persisten cuando habría que dejarlos, lo establecido -recuerdos como látigos- castiga a la yegua de peluche y la poesía de Sagulo, se ofrece, carne, y salta por el cuerpo: dejen de pegarle.
          Entre el pasado de botellas rotas y el futuro cercenado de proyectos, el presente de la poesía: no camines descalza, no llores, no te inquietes: la poesía caricia al cuerpo, arrumaco, consuelo y proyecto.
          La poesía de Sagulo parte de saber: una banana en la heladera, pasado el tiempo, se pone negra: a partir de ahí, su poesía se escribe: la banana ya está negra y está en nuestra heladera: ¿qué hacer con ella? El cuerpo extendiéndose sobre eso, y el afuera entumece.
          Otra vez: el aire que faltaba podía ser: aire acondicionado ausente y un verano con ventilador viejo e inútil, o aire que falta al cuerpo asmático de tristeza. Otra vez: las latas pueden ser: envoltorio y forma de condiciones de vida o menú acotado para una comida apurada. Un menú mezcla lo vivo con lo muerto: la poesía: lo vivo revolviéndose entre trastos muertos que se cuelgan como harapos atando al cuerpo.
          La poesía es del hoy. Pero el hoy arrastra pasados, objetos que persisten. La yegua de peluche, la carne que se ofrece: cuerpos debatiéndose entre nostalgia moribunda y el hambre de hoy. La poesía de Sagulo: voz hambrienta y hambre de voz.
          
          Sebastián Hernaiz
           
          _____________________________________________
          
          Carla Sagulo
          El vino de la casa
           
          El vino de la casa
          
          No camines descalza.
          El vino de la casa
          estalló en pedazos.
          Habrá que barrer
          sus lagrimitas,
          buscar en los rincones
          la punta de la herida.
          No llores.
          En las paredes
          ya había manchas,
          el vino estaba rancio
          y la botella sí,
          podría haber sido
          el pie de esa lámpara
          que nunca hicimos.
          Pero no te inquietes.
          Todo se rompe.
          Al fin y al cabo,
          la casa, nos dicen,
          fue siempre luminosa.
           
           
          Nostalgia por los suministros
          el ventilador no alcanza
          no ventila a nadie
          ni siquiera seca
          lo que lloramos
          el verano es demasiado
                           voy a llorar en un balde
                 para mojarme los pies
                 cuando corten el agua
          el ventilador no alcanza
          la sombra no
          no hay aire
                             voy a extrañar sus aspas 
                   sin embargo su sombra
                   cuando corten la luz
          voy a extrañar la luz
          el agua
          como hoy ya extraño el aire
          
          y ni siquiera la tormenta
          ni siquiera la luz
          el juego eléctrico
          
          voy a extrañar demasiado
          cuando corten la sangre
          con el último hielo.
           
           
          Sombrero
          
          Las cosas tienen cierta vida.
          Una vida que retrasa
          cuando el ojo las desnuda
          y encuentra bajo el sombrero
          todas estas hormigas ciegas.
          Vos eras bueno para eso
          sentarte a ver qué hacían los insectos
          pero yo siempre tuve hormigas en el culo
          vos decías.
          Y aunque supe agradecerte
          la sombra que me diste al mediodía,
          nunca pude, cariño, acostumbrarme
          a tu país tan bien organizado.
           
           
          Orden
          No hay que dejar que la casa se caiga.
          Acumular bolsas de plástico
          puede ser peligroso.
          Todo pa´ fuera
          pa´ fuera
          barriendo pa´ fuera.
          Hay gusanos en el tacho de basura.
          En la heladera, una banana negra
          y una fruta desconocida
          que alguien compró
          hace mucho tiempo.
          Afuera.
          Me extiendo en mi casa.
          Ahora va empezar el frío.
           
           
          Dieta disociada
          Algunas veces,
          le tiro a mi carne
          aceite hirviendo
          como a un inglés.
          La riego con vino
          y se la doy
          al que me mire
          hambriento.
          Otras veces,
          mojo el pan de ayer
          en leche fresca;
          abro latas de soledad,
          paquetes de cigarros;
          mezclo lo vivo con lo muerto.
          Me dicen:
          ¡tenés una ensalada, nena!
          y yo pienso:
          será por su dulzura...
          tan adherida a mis huesos
          como esta carne que ofrezco.
           
           
          Dejar un hábito
          
          El pasado es un hábito del presente.
          Es hoy
          un cuarto cerrado
          un sombrero
          una corbata
          objetos que persisten.
          Habría que dejar
          de castigar a la yegua de peluche
          con tanto recuerdo como látigo.
          Dejar de acariciarla
                          -los ojos vueltos hacia atrás,
                las manos perdidas para la acción.
          Dejar de alimentarla
                          -nostalgia que fuera muriendo.
                Hambre de hoy.
           
          Necesidades
          Esta música dejó de acompañarme.
          Ya no quiero el arco del violín
          suicida en la muñeca. Necesito
          que la noche no termine
          que traigan a la orquesta
          que la pongan
          a tocarme
          algo lindo.