Alejandro Horowicz es una máquina de pensar: la música de su conversación podría ser la furia del heavy metal. Su capacidad creadora, bajo el influjo de la erudición marxista, es tan letal como su fuerza destructora. Escritor de Los cuatro Peronismos, profesor en la Facultad de Ciencias Sociales UBA y demás descripciones curriculares no arriman una idea de lo que aquí acontece. Esta entrevista es un encuentro-acontecimiento que ilumina aspectos del pensamiento de Toni Negri. Con esa excusa, hemos conversado sobre la esquizofrenia, las asambleas, Marx, el posfordismo, el linaje hegeliano, el capital tecnológico. Pesen y hagan máquina.
por Leonardo Sai y Gabriel Erdmann.
¿Cómo se dá el proceso de acumulación en el posfordismo? ¿Cómo se puede relacionar esto con lo que expresa Bauman en su libro La modernidad líquida: “la cadena invisible que une a los trabajadores con su lugar de trabajo imprimiéndoles movilidad era, según Cohen, “el corazón del Fordismo”, la ruptura de esa cadena era el cambio decisivo, la divisoria de aguas de la experiencia vital asociada con la decadencia y la acelerada desaparición del modelo fordista. Como observa Cohen, “quien empieza su carrera en Microsoft no tiene idea donde terminará. Comenzarla en Ford o en Renault significaba, en cambio, tener la certeza casi total de concluirla en el mismo sitio”? Creo que se puede pensar la relación entre proceso de acumulación posfordista y lo que Toni Negri llama “Producción de vida cotidiana”.
Primero: la estructura de la acumulación se ha modificado dramáticamente. El capital tecnológico al subsumir las formas indiferenciadas de capital, es decir, las formas que no cuentan con la innovación tecnológica permanente como recurso, lo que está haciendo es restaurar el viejo método de saquear las otras ramas a favor de la punta tecnológica. Lo que no quiere decir que desaparece el Fordismo, sino que el Fordismo deja de ser el centro, el corazón de la acumulación; al dejar de ser el centro una aparte de que sus integrantes son lanzados a la Nada. La Nada es:
a- Las prebendas del “Estado benefactor” en crisis.
b- La desocupación sin el “Estado benefactor”.
c- La Marginalización perpetua.
d- Aquellos que por, a pesar de, en consecuencia de la crisis son lanzados a otras direcciones que de no ser por la crisis no hubieran intentado, tales como reciclarse en la punta tecnológica.
De modo que no estamos hablando de una vida cotidiana homogénea, ni de destinos claramente trazados, sino de un sinnúmero de destinos individuales que dependen de las características de la estructura de la subjetividad por una parte, y de la naturaleza de la objetividad nacional por la otra; es decir, de las nuevas condiciones sociales de reproducción del capital: como transformación del trabajo asalariado y por tanto en la conformación de la nueva fuerza productiva.
Esto construye un número muy grande de escenarios diversos para la vida cotidiana. La idea de estratificarlos rápido, sociológicamente, suele estar más bien vinculada a creer que el café de la esquina de la casa donde uno vive es el centro del universo. Lo que nosotros vemos es, precisamente, migrantes que arrancan de distintas puntas del universo para ir a parar al viejo Fordismo en crisis —porque convengamos que los migrantes que van a Europa o a los Estados Unidos no van a parar a la punta tecnológica sino a servicios altamente descalificados y que, generalmente, los locales no quieren hacer esos trabajos, o por lo menos no en esas condiciones de trabajo, o con esa estructura salarial; de modo que estamos planteando un sinnúmero de situaciones que organizan vidas cotidianas muy heterogéneas dentro de la misma estructura.
Este es el famoso problema de la fragmentación de la estructura fordista de la clase obrera, esto es, de su estallido definitivo. Al mismo tiempo, como la estructura del capital tecnológico tiene localizaciones geográficas específicas (verdad que no necesariamente dentro de la misma “localización nacional”) pero todavía existe un Estado agujereado que contiene, de alguna manera, viejos capítulos que el Fordismo tuvo en su correspondencia con el estado de bienestar; esta nueva estructura, con que en definitiva los sobrevivientes logran sostener durante un rato su vieja situación, contiene una inevitable caída libre sistémica - continua que los vuelve una suerte de Mutantes Sociales; con toda la angustia que esta situación trae aparejada para el conjunto de trabajadores (antes tenían una cierta clase de garantía no solo de ubicación y continuidad sino ante la crisis misma, había un diseño sistémico para la crisis que garantizaba cierto piso para el conjunto: Esto esta dejando de existir o directamente ya no existe más). Estos mutantes sociales, organizados en condiciones del agujero del mercado nacional, son hombres y mujeres que saltan en distintas direcciones al ritmo del flujo de la nueva estructura del Capital, como en los mejores relatos de la ciencia ficción de Philip Dick. .
Ya no es “la crisis del 29” o esas crisis capitalistas, el capitalismo mutó y las nuevas mutaciones ya no producen ni las mismas crisis ni las mismas salidas que producían antes.
La crisis es un ingrediente sistémico - continuo. Es decir, todo el tiempo hay segmentos de la economía que están en crisis y todo el tiempo hay una punta tecnológica que no sólo sobrelleva la crisis sino que impulsa la actividad. Sin esta doble tendencia no se puede entender ahora por ejemplo qué pasa en la economía norteamericana. Si uno mira los viejos indicadores “asalariados-desocupados” uno ve que hay una doble tendencia, doble sistema de tendencia, que por un lado hay sectores de la economía que están en franca expansión, sectores de la economía estancados y sectores en franco retroceso. Al mismo tiempo, la marginalización de países y continentes prosigue. Es verdad que la marginalización incluye los países del viejo centro, pero no es menos cierto que África entera está al margen, que 2/3 de Asia, salvo determinados enclaves, está al margen y que América Latina, básicamente, salvo unos pocos puntos, están al margen. El viejo mapa colonial, semicolonial, neocolonial ha sido rediseñado por esta nueva situación, pero no pierde su condición neocolonial dado que está sometido a una gramática de funcionamiento que no controla de ninguna manera. Es cierto que el centro de la economía mundial, a través del Estado Nación tampoco controla estas nuevas formas: pero convengamos que No hablamos de lo mismo.
Está bien que las crisis (del 29’, del 70’, etc) están sobrellevadas por fuerzas dentro del propio sistema —la crisis es intrínseca al capitalismo— pero estos grandes debacles ya no se solucionan con Keynesianismos o nuevos Keynesianismos que lo pongan en funcionamiento.
Las Crisis tenían que ver con un Adentro del Capital y un Afuera del Capital. Las Crisis eran el momento en que el Afuera del Capital no era capaz de absorber los excedentes del Capital; esto producía una caída de la tasa de ganancia, un abarrotamiento del mercado por una falta de demanda solvente. Esta situación ya no funciona. Ya No hay Afuera del Capital. Todo está Adentro capital tecnológico mediante.
El Capital crea su propio Consumo
Construye su propio mercado interno. Mercado para el Capital. Es decir, la fórmula de Keynes “toda oferta construye su demanda” ha alcanzado su punto exponencial máximo. Esa oferta Satura su propia demanda y la vuelve a Saturar, y la vuelve a re-construir. La situación en la que Keynes pensó ya no existe. Esa idea alcanzó su punto límite. Keynes ha sido, por así decirlo, Alcanzado. El postulado keynesiano es el postulado de la acción económica misma: “Toda oferta construye su propia demanda” se traduce como “esta oferta construye su propia demanda casi ad infinitum” si se sustenta en el capital tecnológico. De lo contrario no. Esa es la realización del Keynesianismo por desborde definitivo.
Pero ya no es el Estado el que realiza políticas públicas para incentivar el consumo, sino el Capital mismo dictando el Código. No se puede entender este capitalismo sin el método de acumulación del keynesianismo, pero al mismo tiempo es un Poder Mayor.
Muy superior. Nunca el Capital dispuso de semejante estructura porque no hay masa que le haga resistencia. Porque él mismo es su propio límite, porque la fuerza de trabajo del capital tecnológico no sólo no le hace resistencia sino que por ahora se pliega plásticamente a su dictado.
Además, la acumulación se dá principalmente a través del mercado financiero, acumulación bancaria-tecnológica.
La acumulación tiene una doble noción: una sobre la estructura del capital muerto, que es el Capital Constante —los medios de producción— y otra (y esta es la novedad descomunal) sobre la Estructura del Capital Variable: lo que Negri llama Biopolítica no es otra cosa que la transformación directa de las capacidades de la subjetividad vivas sobre la estructura del Capital. Esta es la verdadera nueva acumulación. Ahí está el centro. Lo que vos estás hablando de la estructura financiera tiene que ver con la disponibilidad de hacer circular; en rigor, esta nueva estructura del Capital que ya no está exactamente sometida a la estructura financiera. La estructura financiera está sometida a la nueva estructura del Capital y somete, subsume, las formas anteriores mediante una estructura de saqueo. Es verdad que en el mapa Neo-colonial, para las víctimas la estructura del sistema financiero sigue siendo El Fantasma. Pero, ese fantasma, está al servicio de otra cosa: por eso uno puede entender con que tranquilidad el presidente de EE.UU le dice al presidente de Argentina “pelee centavo a centavo con el Fondo”. No está hablando de su plata, ni siquiera la de los bancos. Esta hablando de otra cosa. Es la plata de los rentistas marginales que siguen sobreviviendo de alguna manera en otras condiciones que, para garantizar su cuantum, tienen que aceptar operaciones donde el riesgo es infinitamente mayor porque no acceden a otra cosa.
Negri sostiene que la dialéctica marxista no es la hegeliana. O sea, que el marxismo es el pensamiento de la crisis, no la contradicción que se resuelve. ¿Esta de acuerdo? ¿Qué le parece?
Primero: para dos generaciones decisivas de luchadores socialistas, la dialéctica de Marx o no existía—era de un positivismo craso— o era la de Hegel—que era el caso de Lenin. Lenin pensaba que la lectura del primer libro de El Capital requería el conocimiento de la dialéctica de Hegel, al punto que sostenía que nadie prácticamente había entendido el primer libro de El Capital sino disponía de esta afinada estructura conceptual. En realidad, ese es un error de percepción filosófica grave. ¿Por qué? ¿Cuál es el problema de Hegel? Entender qué relación hay entre la revolución francesa, y el nuevo Logos laico dentro de la tradición occidental. Hegel hace un traje a medida para este problema. Puesto que la revolución francesa es la Razón es preciso construir un linaje ad doc para la Revolución Francesa. Este el modo, dice el jóven Marx, en que el pensamiento filosófico alemán se situaba a la altura conceptual de los problemas de su tiempo, porque no se podía situar a su altura material. En lugar de pensar, como lo ingleses, en términos de Economía Política, había de pensar los problemas en términos de Filosofía Política. Y la Fenomenología de Hegel es la conceptualización que plantea la ausencia de modernidad alemana, situando teóricamente como centro el problema que esa sociedad era incapaz de resolver. Hegel entendió exactamente esta debilidad estructural alemana como debilidad de su burguesía, y como no tenía ninguna posibilidad de resolver esto en el terreno material, lo resuelve en el terreno de la reflexión conceptual, de la especulación. Esta construcción de linaje constituye una operación intelectual descomunal; da sentido de continuidad al conjunto de la reflexión humana, desde un punto teleológico de llegada: es un modo de continuar la lógica teológica como lógica histórica, como si fuera la Biblia laica de la Revolución Francesa. Es un intento de pensar una continuidad posible en donde la transformación de los conceptos arroje ese resultado. El único pequeño detalle es que no hay modo de entender esta operación sino ex post facto: no se puede entender porque la reflexión sucede en Berlín, porque la materialidad transcurre en Londres, porque la Revolución se desarrolla en París. Es decir, no se entiende, desde esta lógica, la especificidad del recorrido histórico. Por eso, Hegel hace una metafísica objetiva de la historia que le permite a Lukacs hablar de Subjetivismo Objetivo. Por eso el corazón de su teoría es el Trabajo. Pero No cualquier trabajo: el Trabajo del Espíritu Absoluto. Esta metafísica de la historia está al servicio de entender esta estructura de la modernidad, pero no resuelve los problemas de ausencia de modernidad en tanto problemas materiales. Hegel no es un instrumento para resolver los problemas de la sociedad alemana. Cuando Hegel llega a ser un instrumento alemán se parece mas a un vigilante prusiano, en su versión Bismarkeana, que a una herramienta de transformación radical.
¿Qué hay para descubrir en Hegel?
Un problema elidido: la impotencia histórica de la burguesía alemana, impotencia que Marx subraya, intentando resolverla radicalmente. Por tanto construye un tesis sociológica-política ad hoc: la revolución permanente. Según este postulado una tarea histórica no está determinada por la naturaleza abstractamente social de sus beneficiarios, sino por quienes son capaces de ejecutarla. Ahí organiza una notable novedad histórica: el modo de resolver una tarea —la forma histórica que ésta adopta— esta determinado por la naturaleza del movimiento que encabeza y resuelve el problema. La Revolución Rusa no fue una revolución socialista porque la materialidad permita organizar en la Rusia Zarista una sociedad socialista, sino que resultó tendencialmente Socialista porque desarrolló un nuevo camino histórico (el gobierno soviético) articulando una nueva perspectiva de clase a escala planetaria. Esta novedad nada tiene que ver con el hegelianismo, con la necesariedad lógica de una revolución socialista en Europa, sino con la descomposición histórica del capitalismo ruso, de la burguesía en el imperio de los Zares, acompañado del surgimiento de una nueva herramienta histórica y de un nuevo protagonismo político. En lugar de poner el centro en una conceptualización necesariamente unilateral (por eso derrapa el menchevismo, con su rigidez sociologizante y deductiva) pone el centro en las tareas, y desde esa perspectiva se lanza con Lenin a la cabeza a la guerra civil. Con un detalle: ganar la guerra no implicaba la victoria de la revolución.
La praxis.
Exactamente. Marx plantea que bajo el capitalismo, la naturaleza de las relaciones sociales es mercantil. Por eso su libro, El Capital, arranca con una divisoria de aguas: “En los países en lo que impera el régimen capitalista de producción la riqueza se nos aparece como un inmenso arsenal de mercancías y la mercancía como su forma elemental” Esto quiere decir que en los países donde no impera el régimen capitalista, la riqueza No se nos aparece bajo una forma mercantil, y la mercancía No es su forma elemental. Este es un corte tajante. De esta frontera para afuera yace la resistencia al Capital, y de esta frontera para adentro funciona el Núcleo mismo del nuevo Capital. Este núcleo construye, contiene, impulsa una historia universal que no es otra que la historia del mercado mundial. Ya no es una ficción sobre cómo se cruzan ciertas ideas de una determinada manera para arrojar un determinado resultado conceptual, sino el sentido de la materialidad histórica real, los procesos vivos por los que se transforman las sociedades existentes. Ya no se trata de un mapa que permite viajar con el dedo sobre el mapa, sino de operaciones históricas, de programas políticos surgidos a consecuencia de estas operaciones históricas. El hegelianismo no construye ningún programa político revolucionario, sólo puede armar linajes a los que remite de una forma culta, interesante y erudita. De modo que está muy claro que la lógica de transformación de la que se ocupa Marx en El Capital no es la lógica de Hegel porque su problema no es el problema de Hegel.
Cuando a Marx le preguntan, si el tuviera que autodefinirse: ¿cómo lo haría? Nunca dijo filósofo: sino Historiador. ¿Por qué? Porque los problemas que él se plantea resolver son problemas históricos, no filosóficos. No estoy diciendo que no haya una reflexión filosófica posible sobre los problemas históricos. Estoy diciendo que no se trata de navegar en un mar de interesantes generalidades (“lo bien conocido en general no es conocido”, nos recuerda Hegel) sino se trata de entender la especificidad que Marx define, con toda precisión en El Capital, como Gramática Mercantil. La Gramática Mercantil no es una dialéctica hegeliana. No son conceptos que su mueven per se. La noción de Capital no es una noción dialéctica, en el sentido hegeliano de la palabra. Es una fórmula que parte del conocimiento existente sobre economía política, de la economía clásica, de Adam Smith y David Ricardo, que reformula polémicamente. Construye la pregunta para una respuesta sin pregunta, la plusvalía, y por tanto reorganiza radicalmente el campo rompiéndolo. Al decir de Althusser: cambia de objeto construyendo uno nuevo: un objeto teórico: el capital. Organiza un desvío que de ninguna manera tiene que ver una transformación interna del mismo campo –dialéctica– sino con un nuevo campo problemático. Por momentos reinventa todos los problemas, y por momentos no esta a la altura de sus propias invenciones. Pero siempre lo que está haciendo Marx es someter esos problemas histórico-materiales a una crítica implacable. Esta crítica no se resuelve con una operación de conceptos, con una necesariedad dialéctica, sino con una propuesta de transformación de estructuras. Lucha, enfrentamiento, victoria que no incluye a los vencidos sino como cuerpo sobre el que se ejerce la victoria. Los vencidos son vencidos definitivamente. No se trata de ver cómo se incluía en la Revolución Rusa a la Burgusía Rusa. La Burguesía Rusa no tiene inclusión: la burguesía rusa Huye. No hay ninguna elevación del concepto anterior a otro Estado. La revolución destruye esa burguesía y reconstruye el capital. El capital impulsa una lógica expansiva. La revolución se propone reconducir, bajo sus propios postulados, esa lógica. Sólo es posible sostener transitoriamente esa dirección. Lenin y los bolcheviques lo saben. Entonces, o la lógica política se adueña de la situación a escala europea o la lógica económica destruye los fundamentos de ese programa político. Esta lógica expansiva tiene una materialidad perfectamente diseñada. De esas relaciones sociales materiales se ocupa Marx.
Esta especificidad es la que Marx pone en el centro, como Problemática. La transformación socialista no es una variable de la transformación burguesa (cosa que el joven Marx creyó), no es la revolución donde una minoría guía a la mayoría (aunque represente los intereses mayoritarios). No hay tal cosa. Si la mayoría no asume como propia esa situación, tal cosa no sucede. Asumirla como propia pasa a ser el hecho político decisivo, y una cuestión que la mayoría tenía que hacer de sí: una clase dominante. Tarea que la clase obrera tenía que asumir en tanto clase histórica. Esta tarea jamás sucedió. Este es el fracaso, la derrota, del socialismo leninista. La clase obrera no se planteó en Europa jamás este problema a esa escala y por lo tanto el socialismo no pudo vencer. No porque no estaban dadas las condiciones materiales histórico-políticas, sino que no estaban dadas las condiciones de su propia transformación para esa tarea. La revolución rusa dejo en claro que un sistema de representantes (el soviet) daba paso a otro sistema de representantes (el PCUS con sus 13 millones de burócratas), y que representantes no son representados: el pueblo que gobierna no es el pueblo que es gobernado, y los que gobiernan terminaron representándose a sí mismos. Este es el problema que ninguna situación revolucionaria fue capaz de resolver durante el siglo XX. La representación, en tanto ficción política, presupone la represión porque aquellos que no son representados no tienen lugar. Por eso, la representación es una ficción excluyente. Hay formas de representación que se adecuan, en ciertas condiciones, a una formulación más amplia, casi mayoritaria. Pero aun en este caso existe un violentísimo afuera. Si algo quiere decir la noción nueva de Multitud es precisamente que no se trata de representar a los individuos, que los individuos se representan a sí mismos —como Rousseau ya bien entendía— que no se pueden representar, que no son representables. La Multitud tiene que ver con el modo en que participan en el proceso productivo, desde esa especificidad, la democracia pierde su carácter representativo para alcanzar su cenit: la democracia directa. Este nuevo proceso productivo es el que democratiza radicalmente la situación.
Si uno piensa la reflexión de Hobbes desde la atalaya de Spinoza, uno puede observar que Hobbes esta pensando desde y para el Leviatán, en términos de soberanía. ¿Qué organiza? El Estado. ¿Los límites? El mínimo intraspasable: la sobrevivencia de Individuos. Locke no es otra cosa que las garantías dentro de el Leviatán, que éste se puede dar el lujo de suspender cada vez que lo considere necesario para la sobrevivencia del Leviatán. ¿Cómo razona Spinoza? Se lo plantea al revés: del lado de la ciudadanía. ¿Cuáles son las operaciones de terror que el Leviatán hace? ¿Cuál es la teología política que hace posible el terror como sistema de propagación, continuidad y sometimiento? Por lo tanto: ¿Cuáles son los elementos sobre los que hay que hacer palanca para evitar y destruir el monstruo? La Democracia Absoluta —en las condiciones de Spinoza— es la desintegración del Leviatán. Y Hobbes tiene razón en esos términos históricos. Spinoza piensa, como límite de su tiempo y como posibilidad del nuestro. No se trata de creer que hoy vamos a aplicar la noción de Spinoza entonces. Lo que estamos entendiendo es que el modo en que Spinoza razona, resiste conceptualmente al Leviatán de Hobbes, nos sirve a nosotros para esta nueva forma que el Capital adopta. Y las nuevas formas del Capital no pueden ser otra cosa que nuevas formas de la clase obrera. Decir que el Fordismo ha concluido, decir que la fábrica ya no es más el escenario, es decir, que la clase obrera industrial concebida como objeto central de esa transformación ya no puede serlo porque el proceso productivo mismo se ha modificado, modificándola.
La disolución del trabajo manual por el inmaterial.
Así es. Se ha quebrado definitivamente esta estructura dicotómica anterior que funcionó para todo ese pasado, y que es parte de la pre-historia humana. La historia humana empieza ahora instalada sobre un nuevo piso tecnológico. Este nuevo piso hace posible el respeto de todas las singularidades; que no se respeten todas las singularidades ya no es un problema material, ni siquiera es un problema conceptual: es puramente político. El problema del socialismo ya no es más alcanzar la productividad del trabajo que no tenemos, la distribución de la riqueza por crear: ES simplemente aprovechar de conjunto la riqueza existente, evitando su apropiación privada. Ahora sí: confisquemos a los confiscadores. Es decir, que la apropiación del excedente sea tan colectiva como su producción. El Socialismo, en tanto materialidad, es posible instantáneamente: simplemente requiere un nuevo programa para esta Matrix, donde otra vez nos topamos con la ciencia ficción, esta vez bajo la pluma de William Gibson.
La revolución tecnológica apropiada por las masas supone un tipo de trabajo que se puede hacer de tu propia casa.
Así es. Es un trabajo genuinamente democrático. Es un trabajo donde el interés, la afinidad personal, los afectos, y no la rentabilidad deciden; la rentabilidad ha alcanzado un grado tan descomunal que ya no es un problema. Estamos en condiciones de producir todo para todos, todo el tiempo y más. No “estaremos”: Hoy eso es inmediatamente posible. Hay hambre, injusticia, riqueza desigual, simplemente, para asegurar la apropiación del excedente para un conjunto de absolutos parásitos. Nunca la clase dominante fue más parasitaria que hoy. Porque en el período anterior, la clase dominante estaba al servicio del núcleo del Capital que garantizaba el uso más racional de esos excedentes: ésa era su justificación histórica. Ahora, el trabajo muerto es trabajo muerto. Punto. El centro del trabajo es el trabajo vivo y el centro del trabajo vivo son todos los trabajadores, por lo tanto, ya no hay más capitanes de la industria. Hay una democracia del conocimiento tecnológico en la punta, y esa punta se puede extender, por decisión política colectiva, a una nueva ciudadanía mundial. Si todavía no sucedió es simplemente porque la mayoría no tiene todavía la capacidad política de transformar su mayoría potencial en mayoría efectiva.
El individuo era la creación donde el Capital se sostenía...
En la Introducción a la contribución de la Economía Política, Marx explica su investigación: la producción material. La producción material, dice Marx, es la producción social de individuos. El individuo es un resultado histórico. Ese resultado histórico es una condición necesaria para la constitución del capitalismo. Pero en El Capital, Marx ya no estudia las condiciones de la producción material sino como condiciones de la riqueza mercantil, es decir, ya no pone el centro en la producción de individuos, se da cuenta que la producción de individuos sigue la lógica de la producción mercantil. Ahora bien, mientras la producción de individuos sigue la lógica de la producción mercantil, es la lógica de la producción mercantil la que determina el quiénes, el cómo y sobre todo el dónde. Es decir: ¿cuál es el trabajo necesario? ¿cuál es el trabajo innecesario/inútil? ¿Qué cosas quedan al margen de ambos, es decir, marginalidad: ejército de desocupados? La noción de ejército de desocupados en estas nuevas condiciones se transforma hasta la negación. Todos son o pueden ser desocupados en tanto que todos son potencialmente libres. En un mundo de hombres y mujeres libres, el Mercado deja de ser la demanda solvente, para ser el registro del consumo global. En definitiva, antes era preciso saturar el mercado, y nadie sabía en rigor en qué momento sucedía tal cosa. La producción era una incitación a expandir, sobrepasar, extender el mercado. Hasta que la crisis le fijaba al mercado su propio límite, el mercado retrocedía, la crisis reconstruía los términos productivos destruyendo y construyendo, y así volvía el nuevo ciclo del Capital: había un adentro del Capital y un Afuera del Capital. El Mercado es una noción que presupone que hay un afuera del mercado, sino hay afuera del mercado no hay mercado tradicional. Primera cuestión.
Segunda. El Mercado presupone que, en definitiva, la cuantificación de su propio número es un resultado a obtener porque depende entre otras cosas de la lucha de clases: hay mercado más chico según quienes sean los vencedores y los vencidos en el reparto del ingreso, porque eso define nada más y nada menos que la demanda solvente y en consecuencia el tamaño del mercado y la naturaleza de la innovación tecnológica también dependen de la lucha de clases. Ahora bien, la innovación de hacer que la producción tenga cierta instantaneidad. Ejemplo “Vender producción musical en Internet”: yo no tengo que producir un millón de discos previamente; espero que me pidan, aplico la tecla “Enter” y envío. Hay una retroalimentación comunicativa instantánea que hace que ese número a despejar sea un valor matemático cierto (certeza en lugar de probabilidad) en cada momento: esa es la demanda y también el mercado de eso. El trabajo inútil desaparece. La noción de Mercado desaparece. Es la posibilidad de tener instantáneamente lo que demandas. Si algo caracteriza la fábrica toyotista es esto: una fábrica que trabaja sin Stock, ¿por qué? Porque cada uno de los usuarios le dice: “quiero un toyota estilo K, quiero que el tapizado sea la opción 4, quiero que la palanca de cambio entre las 14 opciones sea...” Cada uno diseña dentro de cierta estructura su propia versión del modelo K, absolutamente personal. Si eso es posible para un automóvil Ya, ¿por qué no va a ser posible para todo lo demás? Esta dada la instancia de Dominio, de Conocimiento que hace eso posible por lo tanto no es más que un problema del tamaño de la demanda solvente, y el tamaño de la demanda solvente no es más que el resultado de la lucha de clases: otro resultado político arroja otro ordenamiento general de la sociedad mundial.
Este es el problema, no el mercado. La discusión Mercado, no-Mercado, era una discusión donde había una tensión, donde el secreto de la economía era la limitada capacidad de satisfacer la necesidad. La producción insuficiente. Por eso era tan importante la noción de mercado. Porque no era posible satisfacer inmediatamente todo.
La cuestión es la articulación política que permita esto, que ya no pasa por la representación.
Hay un consenso tendencial que es una forma de ciudadanía mundial. Todo esto que estamos charlando son tendencias; Tendencias significativas, decisivas, que se van materializando, pero conviene entender que el análisis de las tendencias no puede confundirse con cada una de las cuestiones prácticos-empíricas que la gente tiene que resolver en cada lugar.
La Micropolítica.
Estas tendencias tienen que articular la micropolítica, es decir, que la escala de la acción política no es la escala ni de la municipalidad, ni la de la provincia, ni de la Nación, ni del Estado sino la escala que hace posible la satisfacción de estas necesidades. En Sudamérica sin MERCOSUR, nosotros, no tenemos escala de acción política: hacemos simplemente gestión administrativa. En esa gestión, con límites de estructura dados, la política sólo puede ser la decisión que ponga en la picota esos límites transformando la escala; es decir, si alguien cree que los problemas de Tucumán se resuelven en Tucumán está fuertemente equivocado, si alguien cree que los problemas de la Argentina pueden resolverse simplemente en el marco del mercado nacional está fuertemente equivocado. El camino son las estructuras supranacionales en tránsito a una estructura mundial unificada; ahí es donde se ve que hay recursos más que suficientes para todos; lo que falta en determinados lugares falta porque en otros re-contra sobra, y falta por el disparate del sistema de apropiación. Aquí se puede terminar con la demanda insuficiente, porque hay producción suficiente. No se trata más de una economía de necesidades insatisfechas por incapacidad productiva, se trata de la necesidad de la economía por perpetuar este orden establecido generando la necesidad insatisfecha. Esa es la tarea de los organismos financieros internacionales. En cambio, si la economía es sometida a la política, si dicta las condiciones ya no es más voluntarismo sino simplemente el nuevo orden posible. Voluntarismo es tratar de cubrir con una tela que permite vestir a 30 a 50. Y todo el tiempo hay que desvestir para vestir. Y no está mal eso. Burlarse es un acto cínico, porque no es lo mismo que durante un rato estén todos vestidos a que uno estén siempre vestidos y otros siempre desnudos. Esa perspectiva solo es amable desde el punto de vista del que está siempre vestido. Desde el punto de vista del otro no lo es tanto. El planteo: éste ya no es el dilema: hay mas que suficiente para todos. La paradoja puede visualizarse incluso en esta Argentina: un país que genera alimentos para más de 300 millones de personas, tiene 35 millones de habitantes de lo cuales 20 tienen necesidades básicas insatisfechas. ¿Eso qué muestra brutalmente? Muestra que entre la generación de riquezas y su apropiación media la propiedad privada.
Antes te hablé del Individuo y la relación con el Capital para mencionar lo siguiente: el sostén del actual sostenimiento del Capital se lo puede pensar con este Sujeto larvario que adosa un consumo como placer momentáneo.
El Capitalismo es Esquizofrenia, el Capitalismo produce esquizofrenia y funciona esquizofrénicamente. La esquizofrenia es su lógica funcional. Por eso, la tendencia histórica a la esquizofrenia se ha incrementado hasta alcanzar el rango de problema central. Ahora bien, si la sociedad política dependiera de la fuerza de la subjetividad kantiana, es decir, que cada uno fuera éticamente responsable de cada una de todas sus conductas, entonces, ¿qué nos muestra Deleuze? Que ese Deber Ser no tiene nada que ver con el Ser, y que esa presuposición justifica el Leviatán. Esa presuposición resalta la enorme distancia entre ambos términos finalmente aplanados por el Leviatán, que los vuelve individuos que son... esquizofrénicos. ¿Cómo se resuelve? Dentro de ese marco, de ese juego, de ningún modo. Es que la construcción de individuos en esta sociedad jamás puede poner en la picota a un sistema que los construye dañados.
Es lo que dice Marx: en el Estado son un Igual, en la Soc. civil sos...
La igualdad formal ante la ley ni siquiera termina siendo igualdad ante la ley. En el planteo socialista tradicional una operación política, la confiscación de los confiscadores, se constituía en soporte para la construcción de la nueva subjetividad. Pues bien, cuando se confiscó a los confiscadores se los reemplazó por representantes que confiscaron a sus representados. Por tanto esta nueva subjetividad no apareció en parte alguna. Entonces, parece ser que este no es el camino para la construcción de las nuevas subjetividades. La novedad que nos aporta Negri es que el Capitalismo, dice siguiendo a Marx, construye una tensión entre poder político y poder económico. En todas las formas anteriores, el poder económico determina el poder político. No hay ninguna clase de duda que el propietario feudal de tierras y siervos es el poder económico, detenta el poder político, el religioso y el militar: hay una absoluta identidad entre todas las formas de poder y una absoluta coherencia.
Mientras que aquí existe una tensión entre el mercado político y el mercado económico, porque las cartas de ambos mercados no siguen ni la misma lógica, ni el mismo reparto; el gran temor del mercado económico es que el mercado político imponga sus términos y burle a los confiscadores. Esta tensión se resolvía mediante el socialismo. Cuando el mercado político confisca a los confiscadores no incluye a los excluidos, sino que incorpora al juego a otros que no estaban incluidos; eso sí, excluye a unos que sí estaban (la burguesía) pero la mayoría de los que no estaban (proletarios, campesinos y sectores medios) sigue sin estar. La dictadura del proletariado terminó siendo la dictadura sobre el proletariado por medio del comité central representado por el secretario general. En consecuencia, lo que hemos visto es un desplazamiento de lógicas de poder que no se resuelve en dirección popular sino oligárquica. Este problema no se resuelve con voluntarismo, sino con la transformación de la estructura productiva.
La novedad de las nuevas formas de producción en la punta tecnológica es que la cooperación democrática no es un enunciado: “yo no te puedo hacer inventar nada a punta de pistola”. Los sistemas de cooperación, los sistemas de democracia y funcionamiento son intrínsecos a esta nueva forma de actividad y por lo tanto la posibilidad democrática ya no depende de un deber ser, sino de la estructura del mismo Ser. Esta transformación ontológica del ser es la clave de la posibilidad misma de la nueva forma de subjetividad. En rigor los economistas más inteligentes decían que si el capitalismo hubiera necesitado brutos y analfabetos habría brutos y analfabetos. Si hubo un importante nivel de alfabetización, un importante nivel de cultura de masas —apareció el problema del nivel de cultura de masas— es por la necesidad misma del Capital. La variación de las necesidades mismas del Capital hace posible nuevas formas de democracia directa, ya no son formas abstractas de democracia, ya no es el deber ser de nuevos ciudadanos que van a ser perfectos por un sistema educativo así los construya, sino que son ciudadanos que adquieren su ciudadanía a través del proceso de producción mismo. En lugar de sólo decidir en la esfera de su actividad, deciden la esfera de toda la implicancia de su actividad, es decir, le da un acompañamiento político a su actividad productiva. Se trata de terminar con la separación liberal entre política y economía. Se trata de entender que la economía es política y que las decisiones económicas son decisiones de política concentrada, como sostenía Lenin. Si las decisiones de economía concentrada pasan a ser decididas no sólo por los que intervienen directamente sino también por los que intervienen mediadamente —si se democratizan estas decisiones— esto hace posible un ordenamiento totalmente otro, en condiciones totalmente otras; ese es el límite más seguro contra la esquizofrenia que el capitalismo impone, terminando con un sistema donde los ciudadanos votan pero no deciden. Es decir, la posibilidad de que la esquizofrenia se vuelva recesiva. Es tiempo que la gente empiece a decidir la dirección de su propio cambio. En rigor, las nuevas condiciones de producción de la subjetividad hacen posible que cada uno pueda ser quien desee ser, esto es, el mapa del deseo deja de ser simplemente el mapa del consumo, el nuevo mapa del deseo va a ser el mapa de la construcción de la propia subjetividad: conocer y reconocer tu propio diseño. No comprar el deseo unilateral mercantil de la publicidad. Ejemplo, la democratización de ciertas modas mientras la esquizofrenia estalla en el cuerpo.
Mirá la ropa de mujer. La ropa de mujer impone tamaños que no son los de las mujeres; las mujeres tienen que adecuar sus formas y tamaños a la ropa: hay que meter cirugía para que entren, hay que meter dietas, para que entren: hay que meter sufrimiento, para que entren. El placer ya no determina la dieta alimentaria, la salud no determina más la dieta alimentaria, la Indumentaria determina todo: una dictadura más imbécil y más profundamente deshumanizada no se ha visto jamás. Los cinturones de castidad medieval al lado de las formas de bombacha de la bikini actual son un poroto, la chica que no entra en la bombacha se siente una verdadera porquería. Una púber que todavía no completó su desarrollo fisiológico se “hace las lolas” y la mamá le paga la cirugía de sus nuevas “lolas” cuando ni siquiera sabe todavía como son sus lolas. Eso no es simplemente la locura de algunos: es el patrón de locura instalada. Uno no puede entender los comportamientos alimentarios de millones y millones de personas sin entender estas formas avanzadas y determinantes de esquizofrenia. No son conductas personales. Esta cada vez más claro que el capitalismo resulta cada vez más esquizofrénizante.
Las nuevas formas de la política incluyen el descentramiento, allí la Micro-política...
A la gramática de concentración del Estado, el Capital le tenía que oponer una fuerza que tuviera la posibilidad, al menos abstracta, de ofrecer resistencia eficaz. Si las formas de organización no eran más que las formas de organización del Capital, el cambio de las formas de organización del Capital plantean las formas tendenciales de liquidación del Estado: una suerte de programa anarquista abstracto —no porque nos proponemos La Anarquía, sino porque proponemos una sociedad donde el Estado tiene su mínima expresión, esto es, donde la administración de las cosas por las personas es el centro, y no la administración de personas como si fueran cosas. Lo que estamos diciendo es que no se trata de la abolición abstracta y voluntarista del Estado sino de que esta nueva forma de relación y producción no requiere de semejantes instrumentos. La formación de nuevos instrumentos políticos depende fundamentalmente de nuevas luchas que se están comenzando recién a librar. Decir cómo van a ser esas luchas es adelantarse demasiado a los acontecimientos. No podemos saber cómo van a ser exactamente esas luchas, sí sabemos que la nueva teoría no va a ser ninguna otra cosa que la sistematización de esas nuevas formas de praxis. Nosotros vamos a aprehender de millones de luchas que se van a librar, y esas nuevas luchas nos van a enseñar, como en su momento La comuna de París, cuál es el nuevo camino. No se trata aquí que alguien teleológicamente, a lo Hegel, nos cuente como va a ser eso. Nadie sabe cómo va a ser eso.
La caída del muro de Berlín no es simplemente el derrumbe del orden soviético. Es el derrumbe de todo un sistema de acción política. Es preciso re-inventar la política. Es preciso hacerla Toda de Nuevo. La política no decepciona Aquí: Decepciona Aquí, allá, en todas partes. Y decepciona porque nada de lo que hace falta viene de allí. Es preciso entender entonces qué hace falta para re-inventarla. O para disolverla Definitivamente.
¿Cómo ves la experiencia de las Asambleas?
Es una experiencia muy pobre. Si uno quiere pensar en términos de Receta, piensa en términos de Fordismo. Ya no es más un problema de Recetas, ni de mezclarlas. El Capital Tecnológico impone la Invención. La invención no puede ser una propuesta programática. Nadie puede tener un programa de inventos. Entender la enorme riqueza tecnológica, o biopolítica como dice Negri, sin entender la enorme pobreza política de la sociedad contemporánea, la enorme incapacidad de la mayoría para imponer su punto de vista —fuera de la encuesta— no puede dejar de llamarnos la atención, y no puede dejar de estar ligado a las experiencias políticas concretas y a las derrotas políticas concretas.
No sólo tenemos que ver el aspecto constructivo de la crisis. Tenemos que entender la naturaleza destructiva de la crisis que organiza a su vez nuevas formas de construcción tendencial. Lo que vemos en las Asambleas es la inmovilidad, son recetas más viejas que la humedad, relojes que hace décadas que no dan la hora. El Leninismo sirvió como conceptualización sobre el capitalismo monopólico, la lucha de los estados monopolistas, hasta 1945. Así como es imposible pensar el capitalismo sin competencia, es imposible pensar el imperialismo sin luchas Inter.-imperialistas. A partir de 1945 ¿cuáles son las luchas Inter-imperialistas? ¿Dónde vemos enfrentamientos entre potencias imperialistas? No hay tal cosa. Lo que vemos es Bi-polaridad, que las viejas potencias imperialistas se ven obligadas en función de esta bi-polaridad a ceder sus áreas de dominio. Quien crea que Irak es una nación no entiende. Quien crea que Arabia Saudita es una nación, no entiende. Si algo muestra África es su trivialización absoluta. El mapa colonial no se transformó en un mapa nacional en ningún caso. No en algún caso sí, en otro no. No es que el caminio libio funcionó y el libanés no funcionó. No funcionó el libio, el sudanés, no funcionó el congolenio: No funcionó ninguno. Vemos un conjunto de problemas irresueltos que es preciso volver a plantear. El colosal retroceso político de los sectores populares en el mundo entero no puede no vincularse con las derrotas de las viejas formas de acción política. No sirven. Hay que inventar, construir nuevas formas de acción política a otra escala. Ese es el desafío del siglo XXI.
Entrevistadores: Leonardo Sai y Gabriel Erdmann.