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columna mensual

el interpretador

S�xodo

Sixty-4

Tatiana Goransky

"Algunos dicen que no existen orden ni momento determinados entre el abrazo, el beso y la opresi�n o rasgu�o con las u�as o los dedos, pero generalmente todas estas cosas deben hacerse antes de la uni�n sexual, mientras golpes y emisi�n de sonidos diversos corresponden al momento de la uni�n. Sin embargo, Vatsyayana opina que cualquier cosa puede hacerse en cualquier momento, puesto que en el amor no hay tiempo ni orden..."

Hace dos mil a�os, en la ciudad sagrada de Benares, junto al Ganges, un anciano de nombre Mallanaga Vatsyayana (supong�moslo encorvado, de barba blanca y con narguile) analizaba los principios del placer sensual. Ignorando a�n las futuras teor�as del padre del psicoan�lisis, este anciano redact� la versi�n "compacta" del Kama Sutra (aforismos sobre el amor) conforme a los preceptos de las sagradas escrituras y para beneficio del mundo entero. El "Kama" es el disfrute de los objetos apropiados por medio de los cinco sentidos, y esta conciencia del placer se aprende por medio del Kama Sutra y de las pr�cticas personales.

La lectura de este libro suele efectuarse de formas diversas. Est�n por ejemplo quienes lo leen en grupo: he visto m�s de un documental norteamericano en donde cierto n�mero de personas se re�nen en casa de una mujer vestida con telas de colores y con pechos descubiertos quien junto a su marido (portador de un taparrabos de lino crudo) ense�an al grupo a "interpretar" el libro. Esta mujer es casi siempre due�a de una oscilaci�n constante y su pelo enmara�ado (pelo de reci�n lo hice y estuvo formidable) juega una parte central en el desembolso final de un buen n�mero de morlacos.

Otra de las formas de leer este texto acostumbra ser en pareja: dos personas que lo ojean en la cama y tratan casi simult�neamente de ir probando las diversas posiciones recomendadas. Esto tiende a ser un fracaso para los que descuidadamente se compraron la versi�n no ilustrada, sobrevaluando sus capacidades de abstracci�n, comprensi�n y yoga (con o sin ilustraciones la mayor�a de la oferta del antiguo libro est� dirigida a aquel joven delgado y ojeroso que en nuestra divisi�n de la primaria se pon�a el pie detr�s de la oreja). Por �ltimo est� el que decide enfrentarse al libro en actitud solitaria. Ya sea prepar�ndose para una cita de esa misma noche, para extender sus conocimientos y as� conquistar al sexo opuesto, para informarse de manera desinteresada y puramente acad�mica. O m�s com�nmente para enriquecer la vida en pareja con la inclusi�n de nuevos detalles: c�mo preparar el lecho amoroso, como tratar al partenaire para darle placer prolongado, como innovar posiciones o obtener nuevos tips del art�sticamente reconocido bucal, etc, etc.

Uno de los postulados m�s llamativos del Kama Sutra es que seg�n Vatsyayana los hombres se dividen en tres clases dependiendo de las dimensiones de su Lingam: el hombre-liebre, ese que la tiene peque�a (y probablemente "juguetona" en el inconsciente colectivo); el hombre-toro, ese que a todas las mujeres les queda bien y que suele ser seguro de s� mismo porque escuch� que a algunas mujeres "les duele si es desproporcionadamente grande"; y el hombre-caballo: aqu�l que camina derecho y siempre tiene una sonrisita perceptible en los labios. Ese que gusta sobre todo de introducirse dentro de ella y esperar ese sonido femenino que d� finalmente cuenta de lo que �l tiene entre las piernas.

Para sorpresa de muchos lectores lo mismo sucede con la mujer que pertenecer� a uno u otro grupo dependiendo de la profundidad de su Yoni (aunque nunca he escuchado a una mujer vanagloriarse de esta condici�n, pertenezca al grupo que pertenezca). Estos grupos son: la mujer-cierva, la mujer-yegua y la mujer-elefanta. Es f�cil entonces entender de donde vienen ciertas expresiones contempor�neas, como por ejemplo el habitual "�Esa mina es una yegua!", que no se estar�a refiriendo a la belleza de esa se�orita en particular sino a la profundidad media de sus genitales. La uni�n ideal se dar�a entonces entre los pares: cierva/ liebre, toro/ yegua y elefanta / caballo. Uniones que aunque improbables en la naturaleza, se cotizar�n r�pidamente bajo esta innovadora nomenclatura. Por el contrario, las uniones disparejas, aquellas que presuponen que uno exceda al otro en tama�o, se dice que provocar�n complicaciones a la hora del ritual y consecuencias poco agradables...

La uni�n de los genitales entonces no ser�a una cosa tomada a la ligera. De una cierva y un caballo podemos esperar rupturas e hinchazones que podr�an poner en jaque a la mujer. Mientras que el encuentro entre una elefanta y un hombre-liebre dejar�a a la primera deseosa, insatisfecha y probablemente malhumorada. Es por esto por lo que algunos han propuesto diferentes maneras de evitar las "malas yuntas": Se ha postulado por ejemplo la inclusi�n obligatoria en el DNI de nuestro tipo de Yoni o Lingam, aunque fue r�pidamente descartado por la mayor�a por considerarse discriminatorio. El resto de las propuestas se pueden encontrar en un extra�o documento titulado "Sobre el Yoni y el Lingam en la sociedad de los '90" que aunque ya cuenta con m�s de 10 a�os, da una idea bastante clara de la mirada de ciertos sectores sobre las diferencias genitales. El debate entonces est� abierto y nadie pretende tomar una decisi�n apresurada, aunque solucionar este tema parece estar en el mayor inter�s de algunos individuos, que han tenido encuentros perturbadores con los animales equivocados...

Al apartado que versa sobre la uni�n sexual se lo conoce tambi�n bajo el nombre de "Sesenta y cuatro" (Chatushshashti). Algunos cr�ticos brit�nicos de m�sica de los '70 sosten�an que esto fue lo que incit� a Los Beatles a inclinarse por esa cifra para su famoso tema "When I'm sixty four", aunque una d�cada m�s tarde, cuando el furor del Kama Sutra se hab�a evaporado, esta hip�tesis fue descartada por "irritantemente absurda". El "Sesenta y cuatro" aborda diversos temas: el abrazo, el beso, las acciones del hombre durante la c�pula, el ara�azo con las u�as o dedos, el mordisco, las formas diversas de c�pula, el yacer, el hacer sonidos diversos, sobre c�mo desempe�ar el papel de un hombre, los golpes, el llanto, y el auparishtaka o uni�n bucal. Gracias a este listado pormenorizado, por ejemplo, cualquiera podr� darse cuenta cuando con su amante est�n envueltos en un Tila-tandulaka: un tipo de abrazo mejor conocido como "la mezcla de semilla de s�samo con arroz", que tiene lugar cuando ambos yacen sobre un lecho y se abrazan tan estrechamente que los brazos y muslos de uno est�n circundados por los brazos y muslos del otro. O cu�ntos alguna vez quisieron saber c�mo se llamaba aquel beso en el cual uno de los amantes gira la cara del otro, agarr�ndolo por la cabeza y el ment�n para besarlo... �ahora ser� l�cito comentar por ah� que acaban de darle un beso en escorzo!

Pero aunque cada parte de esta obra da cuenta de la importancia y la seriedad con la que se trataba al sexo en aquellos tiempos, en lugar de reposar en posici�n avejentada, el Kama Sutra pareciera reclamar de nosotros una lectura m�s l�dica que did�ctica. La posibilidad de vislumbrar entre sus p�ginas opciones similares a: "pierde un turno", "avanza dos casilleros", "duerme hasta la mano siguiente", y muchas otras de las grandes premisas que alcanzaron la fama en aquellos juegos de mesa que ya sol�amos jugar de chicos...

Tatiana Goransky

el interpretador acerca del autor

Tatiana Goransky

Naci� el 16 de febrero de 1977. Egresada de la carrera de dramaturgia de la EMAD, estudi� m�sica, cine y fotograf�a.
Trabaj� para Uol durante dos a�os en la secci�n Uolsex redactando rese�as de libros er�ticos y pel�culas pornogr�ficas. Actualmente publica sus columnas en Flatusvocis, Ragnatela Magazine y El Interpretador, cursa la carrera de Letras en la UBA y trabaja como cantante junto al tr�o de jazz Del Sur Tr�o.

Publicaciones en el interpretador:

S�xodo

N�mero 3: junio 2004 - El estigma de No�

N�mero 4: julio 2004 - Si-Fi-Sex

N�mero 5: agosto 2004 - D y G vs. Los Titiriteros del Pene

N�mero 6: septiembre 2004 - Ninfo-Ladies

Direcci�n y dise�o: Juan Diego Incardona