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Hubo innumerables teorías, propuestas por distintas creencias —ciencias incluidas—, acerca del destino final de los muertos, o más bien de sus ánimas(1), durante la larga historia de la Humanidad. De las que quedó registro histórico, la más antigua es el culto a los muertos desarrollado en al Valle del Nilo, más de cinco milenios atrás, los que trascurrieron hasta desembocar en la moderna neurofisiología que postula una serie de procesos complejos más o menos conexos, que producen la ilusión psicológica de una unidad y una continuidad de la personalidad, unidad y continuidad que se desvanecen por completo y para siempre con la cesación de esos procesos (eso que llamamos muerte). Entre ambos extremos hay, hubo y habrá infinidad de especulaciones, todas más o menos vanas, ya que por su misma naturaleza el tema se resiste a ceder sus secretos frente al método experimental: ningún observador puede ir a fijarse y volver; y, si vuelve, es que no estuvo allí. La hipótesis que es desarrollada en esta serie o saga narrativa de cinco novelas de Philip Jose Farmer, las que presentamos aquí, es, sino la más plausible, seguramente una de las más originales. Sin descuidar los aspectos místicos de la cuestión(2), el autor expone un método, consistente con una tecnología muy avanzada, que permite "recuperar" las ánimas o almas de los muertos, recreando más adelante cuerpos idénticos a los que fueron los "recipientes" originales de esas ánimas. Los detalles de esa tecnología no importan ni tampoco son muy extensamente aclarados en la narración. Pero en la saga de Riverworld sus resultados son más que notables: La Humanidad completa, en masa, toda la Humanidad que ha existido a lo largo del tiempo, desde los antepasados del Homo sapiens hasta comienzos del Siglo XXI, es recreada simultáneamente a lo largo de un valle fluvial de millones de kilómetros de largo. El pandemonium de culturas que resulta de ese acto masivo de recreación de la Humanidad apenas si lo puede abarcar la imaginación, y Farmer sólo nos lo muestra a través de los puntos de vista de cuatro o cinco personajes clave que tratan de insertar estas extraordinarias experiencias en sus respectivos marcos lógicos de referencia. Así en la primera novela de la serie, la visión del mundo queda a cargo del soldado-aventurero victoriano Richard Francis Burton, un personaje histórico real, como casi todos los de la saga; en la segunda, la tarea cae sobre las espaldas de Samuel Langhorne Clemens, más conocido por su pseudónimo literario, Mark Twain. Otros personajes importantes en los libros de la saga son Cyrano de Bergerac, Alice Lidell(3), John Plantagenet (el Rey Juan Sin Tierra), Hermann Wilhelm Göring y el propio Farmer, disimulado tras el pseudónimo de Peter Jairus Frigate. Algunos personajes son meras invenciones, como los prehumanos Kazz y John Miller, o el sofisticado extraterrestre Monat Grrautut; otros, aunque históricos, desempeñan papeles menores. Entre estos últimos están el médico y viajero sufi, Nur ed-Din el-Musaphir, contemporáneo y amigo de John Plantagenet, Jean Baptiste de Marbot, un general de los ejércitos de Napoleón I y su amante, Aphra Behn, una de las primeras escritoras profesionales que registra la Historia(4) .
Con este supremo acto de re-creación, Farmer tiene a su disposición dos líneas argumentales sumamente prometedoras. La primera, y eje principal de la narración, es un típico argumento de novelas de aventuras, las que a su vez lo heredaron del género épico. Se trata de la búsqueda, a través de un viaje lleno de peripecias, de un tesoro místico, de un saber o de atributos supranaturales, como la inmortalidad, por parte de un héroe o de un grupo de héroes. La Epopeya de Gilgamesh es el ejemplo más antiguo de este tipo de narraciones. En la obra que nos ocupa, el eje argumental principal discurre a lo largo de la búsqueda de respuestas a las grandes preguntas trascendentales: ¿Por qué se devolvió la vida a los muertos? ¿Quiénes lo hicieron? ¿Cómo lo hicieron? Este eje le da un tono épico menor a toda la saga, emparentándola con otras series de aventuras, tanto las clásicas decimonónicas como las de la era “Pulp”(5) en los EE.UU. de la primera mitad del Siglo XX. Farmer toma prestadas técnicas y situaciones narrativas desarrolladas por sus autores favoritos en el género.(6)
Además de las motivaciones “clásicas” del héroe mítico y del aventurero que busca el poder, los hombres del Mundo del Río están contaminados con la visión escéptica y hedonística de nuestros contemporáneos de los siglos XX y XXI. Algunos viajan hacia las remotas fuentes del Río por el mero deseo de satisfacer su curiosidad, por el acto estético y placentero de la adquisición de conocimientos. Y también para combatir un tedio aplastante, ya que la inevitable inmortalidad, la imposibilidad de reproducirse (conservan el deseo sexual, pero son estériles) y la provisión cuasi mágica, por medio de la tecnología, de sus necesidades de alimentos y vicios, han borrado de un plumazo algunas de las más importantes motivaciones de la vida.
La segunda línea argumental, supeditada a la primera, constituye su telón de fondo. Son las pequeñas historias de los miles de millones que pueblan el Valle, a lo largo del Río, historias originales ocasionalmente pero que, la mayoría de las veces, resultan ser ecos de la propia Historia. La Humanidad recreada en el Valle es una que ya ha escrito la Historia, su Historia, y la ha dejado atrás, aunque perdura todavía en las mentes de sus actores como algo sobre lo que no está todo dicho. Así vemos renacer remedos de antiguos estados e imperios, revivir viejos ejércitos, levantarse las grandes ideas que desde el principio de los tiempos han impulsado a los hombres a la acción.
Y aquí está la principal debilidad de la obra. Lo que convierte a la primera de las novelas en una obra brillante y original(7), más tarde va opacando los sucesivos volúmenes de la saga por el exceso de material disponible, que ahoga paulatinamente la creatividad y la originalidad del escritor, tentado de desplegar demasiada documentación histórica para fundamentar el accionar de cada personaje, en lugar de confiar en su propia capacidad para formular nuevas narraciones. No se puede decir que Farmer sea un escritor sin oficio, por el contrario, lo tiene, y mucho, pero es uno de esos escritores que se tientan irremediablemente con las historias colaterales que le aportan sus fuentes, en detrimento de la historia central. Farmer esquiva a medias la compulsión de llamar al escenario a los grandes actores de la Historia, haciéndoles representar sus gastados papeles(8) , gracias a un condicionante contenido en el propio argumento. Al resucitar a la Humanidad a lo largo del Valle, quedaron establecidas, cada pocas decenas de kilómetros a lo largo del Río, diferentes poblaciones, con diferente composición cultural y cronológica. La fórmula habitual era la presencia mayoritaria de dos culturas dominantes, pero muy distintas entre sí(9) y el resto consistía en una mezcla de cualesquiera otras culturas de la Historia, con predominio de habitantes de fines del sobrepoblado mundo de fines del siglo XX y primeras décadas del XXI. Gracias a este interesante truco argumental, Farmer permea toda la vasta sociedad del Valle con el escepticismo y con los puntos de vista, más o menos racionales y cosmopolitas, del hombre contemporáneo, el cual ya ha leído “toda” la Historia y actúa en consecuencia.
Jorge Barbikane
NOTAS
(1)En castellano ánima no sólo es sinónimo de alma, sino que es un cultismo de su mismo origen, que quedó al comienzo de la evolución del latín anima(m) hacia el castellano alma:
lat. anima > ánima(m) > ánima > ánma > álma > cast. alma
(2)Estas cuestiones se aclaran en detalle en los dos últimos volúmenes de la saga, El laberinto mágico y Dioses del Mundo del Río.
(3)Alice Pleasance Liddell, la Alicia real en la que se basó el escritor, clérigo y matemático Charles Lutwidge Dodgson (bajo el pseudónimo de Lewis Carroll) para desarrollar el personaje principal de Alice's Adventures in Wonderland y Through the Looking-Glass, and What Alice Found There. Era una de las hijas de Henry George Liddell, filólogo, vice canciller de la Oxford University y coautor junto a Robert Scott de A Greek-English Lexicon, importante obra usada hasta el día de hoy por los estudiosos del Griego Clásico.
(4)Sería ocioso y hasta molesto para el lector intentar introducir aquí todos los personajes que –siendo o no relevantes para la trama– son relevantes desde el punto de vista histórico. Baste decir que Farmer evita cuidadosamente involucrar demasiado a un personaje histórico o semihistórico (tal es el caso de Ulises) en la trama, a menos que pueda contar con abundante documentación sobre él. Más, muchos de los actores de la Historia que nos son presentados, son ellos mismos escritores y han dejado atrás sus memorias, correspondencia, intervenciones públicas, etc., como para que el novelista disponga de suficiente material de primera mano; tal es el caso de Marbot, autor de una importante autobiografía que es una fuente documental insoslayable para el estudio de las Guerras Napoleónicas. Incluso individuos que sólo despiertan un interés marginal y anecdótico, como John "Liver-Eating" Johnson o Johnston, están muy documentados por los estudiosos de las sociedades de frontera en el Oeste Norteamericano del Siglo XIX. Veremos, más adelante, como la amplia disponibilidad de estos recursos documentales juegan en contra de la lbre creatividad del escritor.
(5)El término pulp o pulp fiction se refiere a las ediciones en papel barato y amarillento de novelas, revistas e historietas de bajo precio que inundaron el mercado en los EE.UU. entre los años 20s y los 50s del siglo pasado. Posteriormente se siguió denominando pulp fiction a las ediciones populares en tapa blanda (paperback). Ejemplos de ediciones pulp en Argentina fueron las publicaciones de literatura universal de Editorial Tor, las de la Serie Oro (policiales y misterio) de Editorial El Molino y las revistas de historietas de Editorial Abril. Numerosas publicaciones técnicas sobre mecánica, electrónica y bricolage se editaron también en nuestro país impresas sobre ese tipo de papel y contribuyeron a la formación de una amplia "cultura técnica" popular: Radio Técnica (que tenía el formato de un periódico), Mecánica y Ciencia, Radio Chassis, Hobby, Ciencia Popular y otros.
(6)Narradores como Kenneth Robeson (Lester Dent), Edward Rice Burroughs, Jules Verne y Arthur Conan Doyle, entre otros, figuran entre los escritores favoritos de P.J. Farmer, que escribió tanto biografías de algunos de estos autores, como también novelas de aventuras, basadas en la exégesis de algunos de sus personajes (Tarzán, Phileas Fogg, “Doc” Savage, Sherlock Holmes). Ecos de Emilio Salgari, Alejandro Dumas, Daniel Defoe y hasta de Jonathan Swift también pueden ser encontrados a lo largo de la saga.
(7)A vuestros cuerpos dispersos (To Your Scattered Bodies Go, 1971) recibió el Premio Hugo a la mejor novela de Ciencia Ficción en 1972, durante la 30° Convención Mundial de Ciencia Ficción.
(8)A medias porque, pese a todas las circunstancias propicias para hacer algo distinto, Odiseo debe disparar su flecha, Johnston comer hígados, Li Po embriagarse, Burton buscar las fuentes, Clemens hacer chistes, el Rey John traicionar y el temible Jabberwock chasquear sus mandíbulas; y los ejemplos podrían seguir y seguir. Convengamos en que hay un público ávido de festines históricos, que esperan que sus héroes se repitan infinitamente a sí mismos. ¿Pero qué sentido tiene todo esto en un contexto donde la inmortalidad ya ha sido obtenida? La ilusión de la inmortalidad es perpetuar nuestra historia personal en la gran Historia. Escritores tan perspicaces como Jorge Luis Borges (El inmortal), Simone de Beauvoir (Todos los hombres son mortales) y Brian W. Aldiss (El momento del eclipse), han mostrado exactamente lo contrario, que el inmortal termina siendo expulsado de la Historia, porque descree de ella. La Historia no es un plan eterno y majestuoso, sino el resultado de muchas vidas breves e intensas, dispuestas aleatoriamente una a continuación de otra.
(9)Por supuesto, desde el primer día de la resurrección casi todas estas culturas, obligadas a compartir un mismo territorio, se atacaron con ferocidad. Durante muchos años el estado "natural" de las poblaciones a lo largo del Río era de una agitación y guerra constantes.
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