el interpretador no temáis

 

Maniático Textual       

Entrevista a Raúl Brasca

por Sebastián Hernaiz

 

 

 

Elinterpretador: Había pensado en empezar charlando sobre la historia de Maniático textual.

 

Raúl Brasca: ¿La historia de Maniático querés saber?

 

EI: Sí, empecemos por ahí. En el número cero, de 1989, en el editorial, da la sensación de que ya fueran un grupo consolidado, hablan mucho de “nosotros”.

 

RB: No, no, no. El grupo se formó con gente diversa. Éramos al principio Cristina Fernández Barragán y yo. Y la otra gente eran amigos de Cristina, que no los conocía. Eran Carlos Luis, César Franco y Laura Fava. Empezamos a hacer la revista toda, por supuesto, a pulmón y sin saber nada. Sin plata, como todas las revistas, porque teníamos cierta afinidad respecto de lo que era la literatura y lo que tenía que ser, ¿no? Era un poco reactiva, además, reactiva un poco hacia la literatura más superficial de los setentas.

 

EI: ¿Cuál sería?

 

RB: Esa literatura que vos leías y que jugaba con el lenguaje de una manera muy elemental. Que tenía una música “de gingle”, digamos, que repetía el “que” veinticinco veces y ese tipo de cosas. Y nos gustaban más autores que por ahí eran anteriores. Por ejemplo nos gustaba mucho Felisberto Hernández. Y contra también esa obligación de la trascendencia, que venía del existencialismo y todo eso, y que a nosotros medio nos pesaba. O sea, tener que escribir cosas que siempre fueran importantes, que trascendieran mucho más allá de lo que se contaba. Nos gustaba mucho lo lúdico.

 

EI: Bueno, hay mucho de humor en Maniático textual.

 

RB: También tuvo su lugar la literatura fragmentaria con la microficción, aunque ya venía de otras revistas también.

 

EI: Bueno, vos publicás varios relatos breves.

 

RB: Sí, publico varios, pero aunque se me conoce como autor de relatos breves, también escribo otras cosas.

 

EI: Acá publicás varios...

 

RB: Sí, y algún cuento largo. Y así empezó Maniático y así logramos sacar el número cero, que era un número de prueba, íbamos a ver qué pasaba...

 

EI: Es llamativo cómo los agarró la hiperinflación. En el número cero que tengo yo, dice “700 australes” tachado y sobrescrito el precio nuevo “15000 australes”. Aumenta veinte veces el precio...

 

RB: La época de la hiperinflación. Era así esa época, era desmesurado. Era tremendo. Me acuerdo que para distribuirla, para venderla, porque al principio no teníamos distribuidor, después tuvimos distribuidor, pero en principio, estos números, los chiquitos, iba Laura Fava con un carrito de supermercado con las revistas, y yo. Porque Laura no quería hablar. Y ella iba con el carrito con las revistas por la calle Corrientes, yo hablaba con el kiosquero, conseguía que la tuvieran a la revista, le daba los ejemplares, hacía un remito y así íbamos de kiosco en kiosco, y al mes lo hacíamos de vuelta intentando cobrar lo que habíamos dejado...

 

EI: ¿Te acordás cuánto tiraban, la tirada de las revistas, cuánto eran?

 

RB: No me acuerdo...pero no deben haber sido más de mil ejemplares.

 

EI: Y las primeras cuatro son con este formato alargado (28 cm. de alto x 10 de ancho), y después pasan a un formato clásico (28 x 20).

 

RB: Sí, que les tengo mucho amor a estas de formato alargado, sí. Y cambiábamos siempre de editor y de impresor, porque al principio siempre nos hacían unos errores espantosos, tremendo.

 

EI: ¿Cómo financiaron el número cero? Aparece “Editada por estudio Integral”, ¿habían conseguido algún financiamiento?

 

RB: No, no, no lo financió nadie. El número cero lo pagamos nosotros, en partes iguales, religiosamente. Y nunca recuperamos la plata, porque había que sacar el siguiente número. Es una historia conocida la de las revistas.

 

EI: ¿Se sostenían con las publicidades o las ventas, las revistas?

 

RB: Publicidades cuesta mucho conseguir, y sigue costando mucho todavía. No sé qué revista desaparece ahora porque no le cierran las cuentas...

 

EI: lamujerdemivida

 

RB: lamujerdemivida, sí, lo leí el otro día. Nunca cierran las cuentas. Salvo que tengas una subvención, como tiene alguna revista en Buenos Aires. Un número que se vendió muy bien, pero porque la compró un público no habitual, fue la que tenía los poemas de la película de Subiela, porque esa película tuvo un éxito muy grande. Y entonces esa revista se vendió así, estrepitosamente. Todo el mundo quería tener los poemas de la película.

 

EI: ¿Qué era, Benedetti, Girondo?

 

RB: Y Gelman. Benedetti, Girondo y Gelman.

 

EI: Mirando la revista, lo primero que aparece es lo del humor, es muy fuerte eso, desde el título del primer editorial “De cómo empezó (o se pudrió todo)”

 

RB: Sí, después un poco fue cambiando la revista. Al principio está todo eso de la librotería, el test del buen lector, los clasificados humorísticos. Y después, reconozco, fue cambiando.

 

EI: ¿Leían otras revistas, tenían relación con otros grupos, otras revistas?

 

RB: Con V de Vian teníamos una especie de pica.

 

EI: ¿En qué consistía?

 

RB: No sé muy bien en qué consistía. Ellos nos acusaban de viejos. Me acuerdo una vez que decían que entre la directora y el subdirector, que era yo, sumábamos casi cien años, mientras ellos cuatro no llegaban a noventa. Para esto, ellos ahora tienen la edad que nosotros teníamos en ese momento.

 

EI: ¿Ustedes qué edades tenían entonces?

 

RB: Y, Cristina falleció a los 52 años. Y falleció casi un año después, en el ´95, y el último número salió en el ´94, o sea que tenía 51 años. Y yo tenía como cinco años menos, así que tenía 46, 47 años.

 

EI: Así que juntaban 100 años en serio.

 

RB: Pero, si vamos al caso, yo no creo que la edad sea muy importante, si en V de Vian estaba Elvio Gandolfo, que es mayor que yo, no sé.

 

EI: Sí, no, no es un criterio, claramente, la edad. Más que eso, una cosa que sí aparece como marca fuerte es una filiación, o relación al menos, con la línea de (Liliana) Heker, (Abelardo) Castillo, Vicente Battista. ¿Eran de los talleres de ellos, ustedes?

 

RB: Lo que pasa es que Cristina y yo habíamos ido al taller de Liliana (Heker). Era más que nada, había, evidentemente, una identificación, porque cuando uno va a un taller es que acepta ciertos preceptos, digamos, aunque luego pueda (o no) transgredirlos. Pero la otra gente no era del taller de Liliana. Eran de otros talleres, algunos, pero qué se yo, habían ido al de Roger Pla, o al de no sé quién.

 

EI: ¿Roger Pla dando talleres?

 

RAÚL BRASCA: Sí, cosas de la prehistoria.

 

EI: No, pregunto porque hablan varias veces de “el taller” y en Maniático textual “El taller” es el de Heker, claramente. Eso aparece varias veces.

 

RB: Sí, de cualquier manera, la revista no es la expresión de un cenáculo, fue una publicación abierta. Hay algún cuento de Liliana, textos de Susan Sontag, está “Ursula”, de Felisberto Hernández, y no sé.

 

EI: Hacen mucho lo de mezclar, clásicos como Felisberto con, no sé, esta tapa (muestro la tapa del número 3), mezclando con textos de ustedes.

 

RB: Bueno, sigo haciéndolo en mis antologías eso. Yo creo que el principio de autoridad estaba bien en la época de San Agustín, pero después...

 

EI: Claro, no, eso sí, lo que me llamaba la atención es el hecho de que teniendo una cantidad de páginas limitada, como toda revista, y elegían dedicar algunas para hacer circular textos de autores canonizados.

 

RB: No, pero no son todos canonizados. Si te fijás, en Maniático publicaron casi por primera vez muchos de los que están ahora publicando, y que son autores muy reconocidos. Gustavo Nielsen, por ejemplo.

 

EI: Sí, Guillermo Martínez, García Curten, Laurencich.

 

RB: Fue una revista, para ellos, y para mí también, muy importante. Porque fue la oportunidad de publicar, de salir.

 

EI: Claro, lo que me llamaba la atención era esa doble operación, autores nuevos y autores clásicos juntos. Y después también hay un número en el que hacen un rescate. ¿Cómo fue ese número dedicado a Bernardo Jobson?

 

RB: Bueno, Bernardo Jobson fue un autor bastante famoso del grupo ese donde también estaban Liliana (Heker), Abelardo (Castillo). Y aparentemente era un tipo muy muy gracioso. Leía sus cuentos en el bar “Unión” –cuentan, yo no lo presencié- y la gente se arremolinaba a escucharlo porque era para morirse de risa. El cuento que publicamos en ese número es muy muy divertido. Tiene otro, “El fideo más largo del mundo”, que también es genial. Hay un libro de Bernardo Jobson, que debería ser reeditado, porque, sí, en literatura humorística es insoslayable. Lo había publicado el Centro Editor de América Latina, en los 70. Jobson era un bohemio. Era un tipo, por ejemplo, incapaz de trabajar. Creo que tenía cuarenta y pico de años y le pidió a la mamá que le regalara una máquina de escribir, una cosa así. Y tuvo un final muy terrible, porque vivía solo, y lo encontraron en su habitación, muerto, veinte días después que murió, por el olor. Y creo que se mereció ese homenaje, y creo que se merecería la reedición de ese libro.

No me acuerdo, quién escribe, ¿Isidoro Blaistein?

 

EI: Blaistein, Battista y Castillo.

 

RB: Claro. Que fueron sus amigos en la época de El grillo de papel.

 

EI: ¿Y ustedes? El grupo original eran cinco. ¿Cómo empiezan a sumar gente? Al final termina diseñando los últimos números Gustavo Nielsen.

 

RB: El grupo éramos cinco, y el resto eran colaboradores. Y la gente se acerca o porque la invitamos, o porque alguien que nos conoce la trae. No hay un modo de acercamiento distinto.

 

EI: Y otra cosa que tiene mucha presencia son los concursos literarios, como modo de acercar cuentos, y colaboraciones. Muchos se presentan como “cuento ganador en...”

 

RB: Bueno, es que en esa época todos dependíamos un poco de los concursos literarios. No sé si ahora es igual, pero entonces una de las maneras, de las pocas maneras de publicar un libro era ganar un concurso literario que te publicara el libro. Muchos empezamos así. Yo publiqué mi primer libro por el Fondo Nacional de las Artes. Ahora ya llevo publicados 16 libros, pero así se empieza. Otros pagan ellos su propia edición. Pero bueno, cada uno encuentra su propio camino.

 

EI: Sí, pero aparece mucho. Tanto como marca de los textos premiados como los avisos que ponen ustedes de concursos.

 

RB: Y, pasa que se mandaba, la gente mandaba mucho a concursos.

 

EI: Ahora puede que haya otras redes para mostrarse.

 

RB: Ahora ha cambiado todo, sobre todo por la presencia de Internet. Ahora la gente publica en Internet y no le cuesta. Pero en aquel momento el soporte era el papel, y no había otro soporte. No había soportes electrónicos, digamos. Qué se yo, ahora te hacés un blog.

 

EI: En los primeros números aparecen muchas cartas de escritores ya bien instalados. Les escriben varios, Marco Denevi, Inés Malinow...

 

RB: Claro, bueno, los primeros números los vendíamos en kioscos pero se los mandábamos también a medios y a escritores. Los mandamos a las radios, por ejemplo. Teníamos un mailing de las radios. Me acuerdo que Dolina habló de la revista. Eliaschev habló de la revista. Mis textos breves publicados ahí fueron leídos en distintos medios. Los mandábamos a medios escritos, radios, y también otras revistas. Y, así, a un mailing de escritores. Porque los escritores tienen talleres, o tienen gente, o pueden hablar de la revista en algunos lados.

 

EI: En el primer editorial decían que “queremos abrir un espacio para decir lo nuestro y lo que hablen otros que tengan cosas que decir” y también para comentar los libros que no tienen cabida en los medios.  ¿Ese era el sentido de sacar una revista?

 

RB: La idea de sacar una revista…  Todos los que sacan una revista, piensan que tienen algo que decir, piensan que tienen un modo de concebir diferente, piensan que hay literatura que no tiene lugar en los medios masivos pero que hay una minoría o un grupo al que le puede interesar, y además está siempre, siempre, la idea de hacer conocer la producción propia. Ahí en Maniático hemos publicado todos los que hacíamos la revista.

 

EI: Desde el comienzo la revista lleva el subtítulo, o la bajadita “¿y si la literatura fuera otra cosa?”. ¿En qué estaban pensando?

 

RB: Bueno, es lo que te decía antes, esa literatura existencialista que se ata a la trascendencia, con mandatos de no ser trivial, no ser esto, no ser lo otro...

 

EI: ¿Tan presente sentían a esa literatura, entonces?

 

RB: Todavía estaba, sí, en ese momento sí.

 

EI: En una entrevista que leía a Damián Tabarovsky de hace ya un tiempo, me acuerdo que criticaba a esta idea de “tomarse en serio al humor”, y los llamaba “los chicos serios”. Ustedes reafirman eso, digo, “nos tomamos en serio el humor”, dicen en un editorial.

 

RB: ¿En dónde dice eso? ¿En Literatura de izquierda?

 

EI: No, en una entrevista en Página/12, aunque retoma cosas de Literatura de izquierda.

 

RB: Yo no lo leí, aunque lo quiero leer, porque lo conozco a Damián, además.  Nosotros nos tomábamos en serio el juego, más que el humor. El juego es esencial a la literatura. Y no creo que Damián se niegue a jugar, porque entonces sí se es un tipo demasiado serio. Puede haber, sin duda, juego sin necesidad del humor, pero ¿por qué no también el humor? No como obligación, claro. Todos los fundamentalismos son malos: no es obligatorio ser gracioso, pero tampoco es malo serlo de vez en cuando.

 

EI: La cita que te decía dice: “Creemos que el humor es una cosa seria, y el juego una cosa esencial al hombre.”

 

RB: Bueno, pero no te agarres de las palabras. Está dicho metafóricamente. Yo no comparto que necesariamente se tenga que ser de algún modo. Estábamos discutiendo con los que despreciaban al humor como parte de la literatura, como algo que puede tener valor en la literatura. Yo también reacciono contra el humor en algunos casos. Se ha dicho que una característica de la microficción contemporánea es el humor. Es verdad. Pero eso ha acarreado una avalancha de piezas que no pasan de chistecitos y se quiere confundir eso con el género. Es una calamidad. Reivindico la ironía, que puede ser humorística, la paradoja, que también puede ser humorística, la parodia, ídem. Pero el chiste, el simple doble sentido, ya me hartó.

 

EI: También aparece un contacto fuerte con la revista El cuento, de México, y con Puro cuento, acá, la de Giardinelli.

 

RB: No, con la revista de México lo que pasó es que yo tenía una relación importante porque yo empecé a publicar en El Cuento de México, porque mandé unos microrelatos y gané un concurso. Y a partir de ahí, como no me podían mandar la plata del premio, me suscribieron. Yo recibía la revista, nos carteábamos, y así. Y acá, con la revista Puro Cuento, surge a través de Mempo, que no me acuerdo cómo, pero en algún momento lo conocimos y nos pareció que hacía cosas que valían la pena, como el concurso. La verdad que la revista de Mempo era una cosa muy parecida a la de México, ¿no?

 

EI: ¿Cómo era recibida la revista?

 

RB: Bien, generalmente bien...

 

EI: ¿En qué sectores, dónde había respuestas?

 

RB: Bueno, ahí hay algunos ejemplos, Marco Denevi, y esa gente. Todavía guardo la carta de Marco Denevi. Bueno, los escritores. Y tuvo muy buena recepción en las radios. Parece que les gustó como producto para difundir “vía oral”, digamos.

 

EI: Sí, aparecen seguido las referencias, agradecimientos a las radios. Después aparecen ya entrevistas a algunos autores...

 

RB: Sí. Ahí entra esa que buscaban ustedes de Soriano en la Facultad (https://elinterpretador.net/30LaCharlaQueSorianoDioEnLaFacultad.html).

 

EI: ¿Cómo llegaron a esa charla? ¿Qué relación había con la Facultad?

 

RB: Creo que fue Cristina, directamente, a esa entrevista, y la grabó. Mirá, podríamos tener la cinta si Cristina viviera. Se hubiera resuelto una polémica más rápido.

 

EI: El primer reportaje es a Heker.

 

RB: Sí, ese se lo hice yo.

 

EI: Aparece bastante Heker. Se habla mucho del taller. ¿Cómo era el taller?

 

RB: Bueno, depende del concepto de literatura que tengas vos. Liliana tiene un concepto del cuento muy estricto. Puede funcionarte, como no. Mucha gente se va, se va enojada. Pero mucha gente aprende allí que hay una estructura en el cuento y aprende a reconocerla, algo que después podés transgredir. A mí me sirvió de mucho. Es como se decía de Picasso: antes de dibujar lo que dibujaba había hecho pintura clásica, hay que aprender a dominar el instrumento.

 

EI: ¿Qué literatura les gustaba leer? Aparecen bastante Castillo, Heker, Battista, también Fogwill, Gorodischer, que los entrevistan con cierta pasión.

 

RB:  De Battista no sé mucho. De Castillo he leído sus cosas, también reseñé “Crónica de un indiciado” en la revista.

 

EI: ¿Compartían lecturas, discusiones?

 

RB: Generalmente se leía la producción propia, y todos criticábamos a los demás.

 

EI: ¿Una suerte de taller literario interno?

 

RB: No, no, no. En la revista veíamos qué queríamos publicar, por ejemplo, a Mempo Giardinelli. Entonces agarrábamos un libro de Giardinelli y lo entrábamos a leer, este sí, este no, este sí, este no, y así hasta que decidíamos democráticamente por mayoría qué publicábamos. Lo mismo pasaba con otras cosas. Todo el material se leía, y después se decidía qué publicar y qué no publicar.

 

EI: El sumario de un número, ¿cómo se decidía?

 

RB: Bueno, la revista tenía cierta estructura: la entrevista, un cuento largo, la ventana indiscreta. Entonces más que nada era qué poner en cada sección. Después en los últimos números hubo siempre cuentos eróticos, que generalmente son muy buenos. A mí me gustan mucho, firmados por un seudónimo, “La Cama de las Damelias”, que era Cristina (Fernández Barragán). Me acuerdo que una vez, ¿quién fue que me dijo?, que estaba entusiasmadísimo con los cuentos eróticos. Ah, Manauta, Manauta, que no sé qué ha sido de él. ¿Vos sabés quién es Manauta?

 

EI: No, colabora en un número, ¿no?

 

RB: Sí. Era también un escritor de este grupo de Castillo y otra gente. Muy de izquierda, dirigía acá una revista del Partido Comunista. Tiene un libro de cuentos lindo, Disparos en la calle, y una novela, Las tierras blancas, que Castillo dijo, creo, que “era un clásico de la literatura argentina”. Nosotros le publicamos un cuento, a Manauta, y una vez hablando con él, no me acuerdo dónde, me pregunta “¿quién es, quién es que escribe los cuentos eróticos? Qué buenos que son los cuentos eróticos”.

 

EI: Cristina escribía bastante crítica más que nada, ¿no?

 

RB: (revisando los números viejos de la revista) También, claro. (Encontramos el cuento de Manauta en un número) Bueno, este cuento no es tan bueno, pero los de Disparos en la calle son muy buenos. Este era un inédito.

 

EI: ¿Cómo decidían a quién entrevistar? ¿Cuáles eran los criterios? ¿el que estaba cerca?

 

RAÚL BRASCA: El que respetáramos y estuviera cerca. No teníamos relaciones como para elegir a quién entrevistar. Ni teníamos tampoco la audacia de ir... Ahora yo me animaría a llamar por teléfono a cualquiera y a decirle te quiero hacer una entrevista. Estoy seguro que me dicen que sí, además. En ese momento se miraba a los escritores con más distancia. La de Soriano fue porque fue Cristina a grabar, y a Liliana sí porque tenía confianza y sabía cómo pensaba y me interesaba preguntarle. Hubo una entrevista a Lastra, que nos habíamos entusiasmado con una novela, La boca de la ballena, sobre el peronismo que era para tomar muy en cuenta. Pero después, Lastra no publicó nada por 30 años. Después, Chitarroni, Forn...

 

EI: Dal Masetto...

 

RB: Angélica Gorodischer, que la entrevista Laura Fava. En esa época otra cosa que había era el auge de Biblioteca del Sur. Se había impuesto la idea de que no podías hacer literatura si tenías más de 30 años, una cosa así.

 

EI: De ahí, ¿les gustaba algo? Bah, Martínez, que escribe algunas veces en Maniático, publica ahí Acerca de Roderer.

 

RB: Sí, Acerca de Roderer lo publicó con Juan Forn. Pero bueno, Rodrigo Fresán, Martín Rejtman, Matilde Sánchez...

 

EI: ¿Leían esa literatura, ustedes?

 

RB: ...pero nosotros éramos todos bastante mayores de 30 años: éramos mayores de 40, y entonces había que buscar una salida porque... Lo que nos decían en V de Vian, la acusación, de lo que nos acusaban era que era de viejos, no era gratuita ni era un chiste. En ese momento de euforia de la literatura joven, que era como decir “el boom”, una cosa así...

 

EI: ¿Sentían que circulaban mucho esos libros?

 

RB: Hacían sentir que si tenías más de 30 años no podías empezar a publicar. Y algún lugar nosotros teníamos que encontrar, no podíamos aceptar que nos expulsaran de la literatura antes de entrar.

 

EI: ¿No tenían experiencias, ustedes, anteriores?

 

RB: No, no. Los otros no sé. Yo no. Yo empecé a publicar en la revista El Cuento de México, y después publiqué acá. Y después en una antología que hizo Laiseca en una editorial, LetraBuena. Esas fueron mis primeras publicaciones.

 

EI: Ahí publica también Barragán, en esa misma antología, Sacamos a pasear al monstruo, ¿no?

 

RB: Ahí publica Gloria Pampillo, Cristina, yo, Silvia Silberstein, no sé si Edgardo González Amer, sí, González Amer y Laiseca.

 

EI: ¿Y con Laiseca, cómo fue el contacto?

 

RB: Sabés que no sé, no me acuerdo. Lo que sí me acuerdo, es que la vez que fui, Laiseca se había enamorado de mis brevedades, de mis cuentos cortitos, y me lo dijo cuando fui ahí a la editorial, él estaba en la editorial, así que él trabajaba ahí. Y como sabía que yo era químico, me preguntó la composición de la atmósfera solar, porque estaba diseñando una teoría del universo. Me acuerdo que después me esforcé en buscar y le mandé aproximadamente la composición de la atmósfera solar.

 

EI: Una sección que va creciendo con el tiempo es “Solos en la librería”, la parte de crítica de libros. González Amer se suma bastante ahí.

 

RB: González Amer me enteré que sacó una película ahora, es director de cine.

 

EI: No sabía...

 

RB: Yo hace siglos que no lo veo. Publicó alguna novela en Emecé. Era muy amigo de Soriano, él, y Soriano lo levantaba mucho.

 

EI: Esa parte de crítica, decía, crece bastante. Incluso con gente de la Facultad. Aparece Beatriz Colombi....

 

RB: Colombi nos llegó a partir de Danilo Albero, que es el marido. Era del taller de Abelardo. González Amer también había sido del taller de Castillo.

 

EI: También están Marcelo Caruso, García Curten... Es un semillero que atraviesa bastante a la revista. Digo, aunque no sean después fieles a la estética de Castillo o Heker. García Curten tiene una cosa muy buena, mucho más felisberteana, de hecho.

 

RB: ¿Está acá o está en México, Fernanda? ¿La conocés? Porque se había ido a Puebla.

 

EI: Bueno, eso es una cosa que aparece en Maniático textual. Caruso, García Curten, los dos ganan el mismo concurso, el de Ciudad de Puebla, al que le hacen publicidad en la revista, de hecho. Eso que te decía de los concursos.

 

RB: ¿Y está escribiendo, Fernanda? El padre es un escultor muy reconocido. Y la madre, que enseña danza, usa mis microficciones para enseñar danza.

 

EI: No se me ocurre cómo será.

 

RB: Es buena poeta, la madre. Se llama Susana Tosso.

 

EI: Es muy buena cuentista, García Curten.

 

RB: Fernanda tiene un mundo muy rico, muy interesante. Me gusta mucho.

 

EI: Y García Curten, Caruso, ¿llegan a la revista de los talleres, cómo llegan?

 

RB: Lo que pasa es que siempre que había una presentación de libros del taller de Abelardo, o del taller nuestro, iban todos los de los dos talleres. De ahí que nos conociéramos.

 

EI: Claro.

 

RB: Pero tampoco se da tanto acá. Porque los únicos de estos talleres en el grupo editorial, somos Cristina y yo, y el resto nada que ver con Liliana, ni con Abelardo ni con Battista.

 

EI: En las presentaciones se nota, aparece Heker presentando a Trebucq.

 

RB: Es que íbamos a las presentaciones porque, por ejemplo, Trebucq estuvo en mi presentación, e inclusive fue la que la organizó.

 

EI: ¿Con ella, qué relación había?

 

RB: ¿Con Jose? Y, Jose escribió... era novelista, y también había ido al taller de Liliana.

 

EI: Bueno, al final viste que eran varios los que eran de los talleres...

 

RB: No, no, pero Jose no era del plantel...

 

EI: No, ya sé, pero los que colaboran, el grupo extenso...

 

RB: “Los que colaboran”, qué sé yo. Nielsen no sé si ha ido al taller de Abelardo en algún momento. Sé que Abelardo lo protegía mucho a Nielsen, le gustaba mucho como cuentista.

 

EI: Y ahí no tenía nada publicado todavía, Nielsen.

 

RB: Creo que no, Playa quemada ¿se llama? Sale después.

 

EI: Nielsen diseña el último número, pero los primeros salen con este formato alargadito (28cm de alto x 10 de ancho), que a mí me gusta más, de hecho...

 

RB: A mí también ¿Y sabés por qué lo tuvimos que cambiar? Los kiosqueros decían que no sabían dónde ponerlo, que la gente pensaba que era un folleto y se la llevaba sin pagar, que no se podía vender, que no se veía...

 

EI: Ah, yo me había creído lo que decían en un editorial, que era porque así tenían más espacio...

RB: No, no. A mí me gustaba, ojalá hubiéramos podido seguir así. Pero lo cambiamos para ver si se vendía más...pero no era por eso, parece.

 

EI: Che, ¿y cómo funcionaban? ¿Se reunían mucho? ¿Cómo era eso?

 

RB: Nos reuníamos todas las semanas. Y ahí generalmente leíamos. Cada uno llevaba el material, y las colaboraciones que mandaba la gente. A veces un escritor te mandaba colaboraciones de otro...y no sabías si era una recomendación o que el tipo tenía un compromiso con el otro...Y entonces leíamos esas cosas, y discutíamos si valía la pena publicar, si no valía la pena publicar.

 

EI: ¿Muchas colaboraciones les llegaban?

 

RB: Y, en aquella época...sí nos llegaban. No me acuerdo quién era que me decía, ¿no eras vos? Sí, vos me decías que no les mandan libros las editoriales.

 

EI: Puede ser, depende cuáles. ¿Les mandaban mucho?

 

RB: A nosotros nos mandaban mucho. Buena parte de mi biblioteca es de los libros que mandaban a Maniático. Las editoriales mandaban, mandaban libros y les interesaba que nosotros les hiciéramos alguna reseña. Planeta, Sudamericana, Emecé, nos mandaban libros. No nos sacaban publicidades, eso no.

 

EI: Claro, esas pocas veces nos mandan. Las que trabajan mucho mejor son Interzona, Beatriz Viterbo, que están mucho más activas.

 

RB: Bueno, es que ahora hay editoriales “chicas”, y hay cada vez más. Yo creo que la literatura se está refugiando en las editoriales chicas. En aquella época no, en aquella época eran las editoriales grandes, bueno, las medianas como De La Flor, que también nos mandaba, y alguna chica de poesía.

 

EI: La poesía mucho no tiene presencia, casi no hay poetas de colaboradores...

 

RB: Bueno, te digo: yo en esa época no leía poesía. Ahora leo, pero entonces no. Uno también va recorriendo un camino.

 

EI: Creo que más que Benedetti, Girondo y un par más, hasta ahí llega.

 

RB: Me quedo con Girondo, a esta altura.

 

EI: Sí, sin duda. Pero contemporáneos casi no hay.

 

RB: Sí, sí, hay uno! O dos. Hay un poeta muy loco...

 

EI: ¿Ese que manda algo desde París?

 

RB: Sí, Emeterio Cerro.

 

EI: ¿Y cómo les llegó algo de París? ¿Circulaba por afuera, por el interior?

 

RB: Sí, teníamos suscriptores, yo recuerdo ahora todo eso porque cuando se interrumpió abruptamente la revista, quedamos en deuda con los suscriptores, empecé a recibir yo los reclamos. Y yo no quería seguir solo con la revista, porque era una cosa hecha con Cristina, y entonces les completé la suscripción con números viejos de la revista, y les dije que no, que no iba a salir por el momento. Mucha gente quería que volviera Maniático. Inclusive Gustavo Nielsen quería hacer un programa en televisión, que se iba a llamar Maniático Textual, y al final, qué se yo, no salió. Para bien o para mal. Pero mucha gente me decía por qué no sacás... Pero bueno, no sé cómo será una revista electrónica, pero sacar una revista es un sacrificio tremendo, un trabajo insalubre que lleva muchísimo tiempo, gastás plata que ponés y no recuperás nunca...No es un divertimento, no, no lo es, realmente. Yo consideré que ya lo había hecho, que estaba bien, y que era momento de hacer otra cosa. No obstante, me gusta la gente que hace revistas, me gusta leer revistas, que me inviten a colaborar...

 

EI: ...que te paguen las colaboraciones...

 

RB: Claro, eso me encantaría, pero hay que decirlo en potencial.

 

EI: Y, es un tema.

 

RB: ¿Sabés quién paga siempre las colaboraciones? Los diarios, los diarios pagan siempre. Ahora me sacaron unas colaboraciones en Babelia, del diario El País, y me pagaron, me mandaron los euros, todo. Lo mismo en La Nación, Ñ.

 

EI: Y después del fin de la revista, ¿el grupo se disolvió del todo?

 

RB: Sí, el grupo se disolvió en el sentido en que no nos seguimos viendo. Bueno, Cristina, ya sabemos, y el resto de la gente no sé si se habrán seguido reuniendo, Laura con Carlos y César. Bueno, Carlos y César seguro que sí, porque eran muy muy amigos. Yo con Laura me seguí viendo un tiempo. Pero después uno sigue un camino, otro sigue otro. Es como con los compañeros de la escuela, que por ahí te volvés a encontrar 30 años después y tanto han cambiado todos que casi no los reconocés.

 

EI: Nos vamos a poner melancólicos.

 

RB: No, para nada.

 

EI: Y cuando se suma Nielsen como ilustrador...las ilustraciones del principio son tremendas, esas imágenes estándar de las computadoras viejas...

 

RB: Sí, Nielsen hizo mucho (agarra un ejemplar, uno de los primeros). Yo amo este número. Me parece...es lindo. Sí, Nielsen tiene mucho talento como dibujante, e hizo muchas ilustraciones.

 

EI: Pero al grupo nunca suman a nadie.

 

RB: Sí, el grupo fuimos nosotros siempre. Al final hubo alguna deserción, pero ya al final.

 

EI: ¿De qué discutían, qué les parecía la literatura en ese momento, les gustaba algo, faltaba algo, sobraba algo?

 

RB: Y...lo que pensábamos que sobraba, no te puedo decir, no es mi intención hacerme enemigos. Pero esencialmente, leíamos el material de que disponíamos, proponíamos cada uno una cosa, y las cosas que proponíamos se leían en voz alta. Había cosas que se empezaban a leer y se desechaban a los diez renglones, y otras más interesantes. Bueno, eso, nos llegaban colaboraciones hasta de París, que mandó Cerro unos poemas que me gustaban. Pasa que con una revista tenés siempre colaboraciones. Lo mismo cuando sos antólogo. Yo recibía un libro por día. No tanto ahora, aunque dos libros por semana recibo, pero hubo épocas...

 

EI: ¿Buscando que los sumes en una antología?

 

RB: Bueno, no lo dicen, pero que quieren que leas el libro. Y yo quiero leerlo, pero no me da el tiempo, no me da el físico para hacerlo. Y lo mismo cuando sacás una revista... Lo que yo no sé es cómo vas a organizar una entrevista como esta....

 

EI: No te preocupes. A mí me gustan las de El ojo mocho, así, el desgrabado crudo...

 

RB: No, no!!

 

EI: Después vemos, tan mal no puede andar. Otra cosa que tienen en Maniático es que no buscan muchos textos polémicos, sino que hablan de una “buena literatura” y, nada, es raro, como una idea de la literatura que les gustaba y que querían darle un lugar.

 

RB: Bueno, la “buena literatura”, el juicio de valor. Yo actualmente desecho solamente lo que es balbuceante, los palotes, la literatura que no es porque no tiene con qué, pero todo lo otro me parece que es digno de consideración. Te puede gustar o te puede no gustar. Lo podés aceptar o rechazar. Pero si ves que ahí atrás hay un escritor, si ves que el que hizo eso quiso hacer eso, lo considerás.

 

EI: Bueno, “éramos tan jóvenes”.

 

RB: Los jóvenes suelen ser muy terminantes. Hay algunos que siguen siendo terminantes a los cincuenta, que piensan que la literatura es solamente lo que ellos hacen. Yo afortunadamente no: soy capaz de disfrutar de un texto de Liliana Heker como uno de Lamborghini. Aunque está claro que lo bueno de Lamborghini no es lo bueno de Heker.

 

EI: Aparecía también un mapa bastante amplio, como una vuelta sobre la literatura que les gusta, y publican entones a Kafka, Quiroga, Felisberto, y algunos inéditos...

 

RB: Eso yo creo que es moderno, ¿no?,  la heterogeneidad es una cosa de nuestra época. ¿Quien decía? Novalis: “en la heterogeneidad está la poesía”. En su época la heterogeneidad no era lo corriente.

 

EI: En el número 6 publican el texto famoso de Sontag sobre el SIDA. ¿Cómo llegaban por ejemplo a decidirse por publicar ese texto?

 

RB: Y, era un tema muy candente. ¿Qué año era?

 

EI: 1992

 

RB: Y, el SIDA en ese momento era… estaba cayendo gente de la cultura como moscas por el SIDA. Así que yo creo que lo elegimos por el tema. Además de que Sontag, bueno! Tal vez un cuento sobre SIDA hoy no tenga la misma fuerza, porque el SIDA hoy es una enfermedad crónica, pero entonces...

 

EI: (Raúl Brasca mira la hora) ¿Estás en hora, ya?

 

RB: No, no, no, todo bien, a las 7 y media tengo. ¿Te tomás algo más?

 

EI: No, estoy bien, estoy bien. Che, y comentarios como el que me contabas de V de Vian, ¿tuvieron? ¿Tenían relaciones con algún otro grupo? ¿Alguien que festejara, que criticara a Maniático?

 

RB: Había una en aquella época, me acuerdo, Clepsidra, que nos mandaban siempre las revistas, y después Sr. Neón, que eran de Daniel Mourelle, Zona erógena, había varias. Ellos nos mandaban siempre. Después algunos autores rosarinos que los publiqué. Había algunos cordobeses...

 

EI: Publican un número con textos sobre Córdoba. ¿Cómo fue eso?

 

RB: Yo viajaba a Córdoba siempre para vender, vendía tinta. Y de paso pasaba librería por librería a dejar la revista. Y tenía una recepción tremenda, porque ellos tenían como la necesidad de salir en Buenos Aires en algo. Y ahí hice entrevistas, de todo. Se vendía muy bien la revista, en Córdoba. Teníamos buena relación allá en Córdoba, incluso salió en las radios cordobesas...

 

EI: Cuando hacen esa entrevista “polémica” al grupo del anti-taller (un grupo proto surrealista cordobés al que se entrevista en un número de Maniático)...

 

RB: Bueno, el “anti-taller” me lo criticaron mucho: “Bueno, está bien, como una locura juvenil, pero basta, no sigas con eso, eh!”.

 

EI: ¿Vos solo hiciste todas esas entrevistas?

 

RB: Sí, yo solo, porque viajaba por trabajo. Soy muy trabajador...

 

EI: Imprescindible ser muy trabajador.

 

RB: Y estos pibes, no me acuerdo cómo se llamaban, tenían un grupo, una especie de escritura automática...Bueno, no era OULIPO, pero...

 

EI: Sí, no parecían ser OULIPO....

 

RB: Un OULIPO a la cordobesa...

 

EI: Es sorprendente en el diálogo del que ustedes dan cuenta, que son todos programas de tele, de radio, más que otras revistas.

 

RB: (leyendo los agradecimientos de un número) Alejandro Dolina, Cristina Mucci, Quique Pessoa...mirá vos. Y había revistas que teníamos canje...ya no me acuerdo más.

 

EI: ¿En V de Vian no ponen alguna vez?

 

RB: ¿Después que nos trataron de jovatos? No creo...

 

EI: En las publicidades que tienen, una vez aparece Emecé, pero muchas son de talleres de escritura. En general, pequeñas publicidades de muchos talleristas.

 

RB: Acá está Laurencich (señala una publicidad de Talleres de escritura de Alejandra Laurencich), que fue quien te contactó conmigo. Parece que daba taller. Ahora da talleres también.

 

EI: Sí, sí. Sacó un libro muy bueno hace poco.

 

RB: ¿Lo leíste? No pude todavía yo. El día que lo presentaba me mandó la invitación, pero ese día se casaba mi hija, justo...así que...

 

EI: ¿Y qué recuerdo te queda al final de hacer la revista? ¿Valió la pena?

 

RB: Sí, siempre vale la pena. Tuvimos muchas discusiones, mucho trabajo. Uno que trabaja más que otro, es así: en todos los grupos sucede eso, siempre uno que se rompe el alma y otros que son bastante más cómodos. Y por eso había discusiones. Pero creo que eso pasa en todos lados. Y después recibías una devolución, leían algo de la revista en alguna radio...eso nos ponía, bueno, muy felices. Y además, bueno, siempre después de cinco años de hacer una revista, ya no es que no sos nadie: hiciste una revista, publicaste algunas cosas tuyas. Después sale un libro tuyo. Y bueno, como que también hacer una revista es una manera de empezar a ser escritor, ¿no?

 

EI: Eso también aparece muy claro, digo, todos se pensaban como escritores. Desde el primer editorial, aunque sea así en chiste, es muy fuerte (me apronto a leer un fragmento del primer editorial)

 

RB: Bueno, ese editorial es de Cristina, pero está bien, yo estuve de acuerdo, así que, bueno, leélo.

 

EI: Leo: “Llegó a nuestras manos de casualidad el número 4 de Canalizar, del personal de embarcado, de dragado y balizamiento. Observamos detenidamente y nos miramos entre nosotros, y todos pensamos lo mismo: ¿Si ellos tienen su órgano, me pueden decir, manga de diletantes, qué estamos haciendo nosotros que no tenemos el nuestro?”. Digo, ese “nosotros” que escribe la revista, es un “nosotros escritores”. Los chistes no sólo son para lectores, sino que suponen lectores que hacen talleres, lectores que son escritores. Como si fuera una revista de escritores para escritores. Los chistes y los clasificados humorísticos no sólo son del tipo “vendo casa, hablar familia Usher”, sino también “encontré perdido principio de novela, consultar en...”, “busco cierre para cuento, cambio por dos personajes de novela”, etc, etc.

 

RB: Puede ser... (Brasca mira uno de los primeros ejemplares, donde hay publicado un microrrelato suyo: “Perplejidad”) Este cuento hizo furor en esa época.

 

EI: Y acá está el cuento largo que publicás, el del traductor, “Una melodía que creía no recordar”.

 

RB: Ese le gustaba mucho a Denevi. Me lo elogió mucho. Qué querés qué te diga. Es como mi prehistoria. Después publiqué mi libro de cuentos, Las aguas madres, en Sudamericana, en el ´94. En el ´96 publiqué la primera antología de microficción en Desde La Gente, que tuvo mucho éxito. Saqué muchas, pero la primera, Dos veces bueno, se reeditó inmediatamente, porque no alcanzaron los números, y eso que eran 10.000 ejemplares. Y en el 2002 se hicieron 30.000 ejemplares. Hasta hubo gente que la pidió al Instituto (Movilizador de Fondos Cooperativos, que sostiene a la editorial Desde la Gente) para imprimirla con el sello de la empresa y regalarla para fin de año, pero no querían pagar derechos de autor. Después hice otra en el ´97, que fue la continuación. En el 2001 hice una con Luis Chitarroni en Sudamericana, también. Llevo 16 libros. Uno en Italia, que es Las aguas madres traducido; tres en España, que son Todo tiempo futuro fue peor, uno de cuentos, Últimos juegos, y una antología, que es De mil amores; y el resto todos acá. Todas las antologías por Desde la Gente, salvo una por Sudamericana, la Antología del cuento breve y oculto.

 

EI: Es muy lindo ese. Debe haber sido lindo de hacerlo.

 

RB: Fue muy lindo, sí. Porque entonces Luis venía a escribir a un departamentito que tenía acá en Vidt, que era una cueva repleta de libros, al punto que no podíamos estar los dos ahí adentro. Entonces nos íbamos a un bar que estaba ahí a la vuelta. Leíamos y discutíamos con whisky, y era tal delirio al final…Y eso duró años, porque nos llevó como tres años hacerla, la hacíamos muy hedónicamente. Y quedó un libro hermoso. La última, La flor del día, que también la hice con él, y son cuentos breves y algunos ocultos, también es muy linda.

 

EI: Es una buena lógica la del cuento oculto.

 

RB: En un congreso de Suiza hace poco, me cuestionaron al principio, la Antología del cuento breve y oculto.

 

EI: Fundamentalistas del cuento breve.

 

RB: Sí y, además, no admiten los recortes. No todos, pero muchos te preguntan si eso se puede llamar creación, si es lícito y no sé qué. Así que ahora en una conferencia en Tucumán hablé directamente sobre lo apócrifo en la microficción y me remonté al principio...

 

elinterpretador: Qué hincha pelotas.

 

RB: No sé, los europeos son más rígidos. No tuvieron un Borges. Juegan poco.

 

EI: Hay un furor sobre el tema, igual.

 

RB: Sí, el artículo que publicaron en Babelia, que te decía, se llama “Furor del microrrelato”. Ellos lo llaman microrrelato, o si no “hiperbreve”. Pero sí, me sorprendió la crítica a los recortes, porque es desconocer el valor de los Cuentos breves y extraordinarios, que es casi todo recorte, y lo que no, es apócrifo. Perdón, también hay piezas unitarias, pero pocas. Y, además, autores respetados por ellos, como Anderson Imbert, rescriben todo el tiempo.

 

EI: Hay mucha teorización, ¿no? Intentos de definir, de establecer qué es un microrrelato, etc.

 

RB: Sí, pero siempre refiriéndose a las piezas escritas como tales. Al punto que en los congresos que yo fui, no hubo ninguna ponencia sobre la vertiente del microrrelato que viene del recorte. Y es una vertiente tan importante como la otra. La revista El cuento, que fue la primera que difundió esto durante cincuenta años, está plagada de recortes. Las primeras revistas del género, que fueron en Colombia, Ekuoreo, Eureko y A la topa tolondra, de Cali, están plagadas de recortes. Los Cuentos breves y extraordinarios, la primera antología, es casi toda de recortes. Dejémonos de joder!

 

EI: Es bastante tosco, al menos. Y es un tema, las revistas y la microficción, es un género que para revistas en papel viene perfecto.

 

RB: Es un género que requiere una actitud de lectura distinta que un cuento común y corriente. Los modos de producción también suelen ser distintos, y sobre todo de difusión, porque se pueden difundir por radio tanto como por mensaje de celular.

 

EI: ¿Quiénes más escribían relato breve en Maniático?

 

RB: Juan Sabia, claro, a él lo he antologado. Me iba a reunir con él hoy también, después, pero está engripado.

 

EI: Lo podías traer, si no. No sabía si decirte que vinieras con alguien, si te seguías viendo.

 

RB: Con Fava, que vive cerca de mi casa, el otro día estaba caminando y le toqué el timbre. Y pobre, había tenido una operación y yo no me había enterado de nada.

 

EI: ¿Sigue escribiendo, ella?

 

RB: Supongo que sí, pero no sé que haya publicado nada en los últimos años.

 

 

 

 
 
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Imágenes de ilustración:

Margen inferior: Antonio Berni, La Fogata de San Juan (detalle).