Podría empezar por un lugar común. Por decir que cada persona es distinta. Que cada uno maneja sus tiempos, que cada uno actúa a su manera, que decide como mejor le parece con lo que tiene más a mano para hacerlo. Podría ponerme psi y agregar que cada persona elabora sus duelos como le sale. También podría no hacerlo y decir, directamente, que El Ilusionista es una búsqueda, el relato de cómo Juan Treml intenta evitar su dolor, atravesarlo, seguir adelante. Maneras de empezar hay miles. Es todo cuestión de decidir.
Bellomo decide empezar su novela tratando de velar un golpe fuerte: la muerte de la hija del protagonista. Al comienzo todo es pérdida, y casi sin tregua sumerge al lector en una atmósfera lo suficientemente pesada como para entender por qué esa decisión casi inconsciente del protagonista de dejar de ser quien es. Entre recuerdos que no se van -y que no se quieren dejar atrás- Treml abandona, enmascara, todo lo que era y se va convirtiendo en el otro, en El Ilusionista; primero casi como un juego, luego con dedicación y empeño. El Ilusionista, Mister Fix, ese otro en que Treml se diluye, pasa a ser el uno. Es Treml el que ya no existe, y por ende su dolor, su pasado, todo lo que quería ser olvidado. O recuperado.
Todo el texto es un juego de desapariciones, no sólo en las manos entrenadas del Ilusionista, sino también en las experimentadas de la Muerte. Los personajes aparecen y desaparecen en una atmósfera de magia constante. Y es la muerte esa última pasada, ese misterio que probablemente sea el que Treml quiere develar. Una y otra vez. Es el pase último, el truco perfecto de desaparición.
Bellomo peca de interpretación: más de una vez esboza explicaciones psicológicas acerca del accionar de su personaje. Los lugares comunes, como el encuentro con la primera mujer luego del alejamiento de su esposa (¿será ella la hija que Treml pierde? ¿será él el padre que ella no tiene?), sin embargo, no cambian del todo el clima del que el texto está imbuido y que es, en última instancia, lo que permite que el truco perfecto de desaparición, ese que nunca falla, que nunca se conoce, que es siempre misterioso, surja y resurja. Porque por más intentos que haga, Treml no podrá alejarse de la muerte.
Paula Ruiz