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Otro amor es posible

Sobre Un amor anarquista, 
de Miguel Sanches Neto

(Beatriz Viterbo, 2006)

por Paula Ruiz

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La Historia, cuando es tal, est� plagada de hechos. Hechos fechados, documentados, pretendidamente objetivados.

Hay ocasiones en que se le puede adicionar un poco de conflicto. Entonces estar�amos hablando de Historia Pol�tica, y leyendo, o tal vez escuchando, sobre relaciones de poder en que los intereses individuales o partidarios motivar�an los hechos.

O, claro, nuestra querida Historia Social, donde los actores van viviendo el devenir como si fuera un gui�n o lo modifican y manipulan de acuerdo a sus intenciones (dependiendo el marco te�rico en el que nos situemos, obviamente).

Pocas ?ninguna, podr�a decir? de estas alternativas deja lugar para los sentimientos. Se necesita una ayuda para hacerlo. Es necesario que la literatura nos ayude. Y los ejemplos en que esto ha ocurrido son varios. Con resultados desparejos, pero varios al fin.

Miguel Sanches Neto parte de un hecho hist�rico, documentado, que ha sido estudiado por varias vertientes debido a su singularidad: en ese Brasil de fines del siglo XIX que recib�a con los brazos abiertos los inmigrantes que buscaban enriquecerse, mejorar su posici�n, progresar individualmente, en ese Brasil hay una colonia anarquista. Se trata de inmigrantes italianos que vienen siguiendo un sue�o, la realizaci�n de una comunidad ut�pica que finalmente ha encontrado su lugar, y que como todo suceso hist�rico realmente existente est� plagado de incertidumbres, de misterios y de romanticismo, alimentado por los m�ltiples trabajos hechos sobre ellos y por los propios escritos que los protagonistas dejaron como testamento de su experiencia.

La trama de la novela alterna entre lo que sucede en la Colonia Cecilia, las acciones desesperadas pero plagadas de esperanza del Dr. Rossi, fundador y director espiritual, de alguna manera, del proyecto, y las cartas enviadas por �l hacia ?o desde? su Italia natal, que van aumentando en desesperaci�n a medida que la realidad va chocando contra sus sue�os. Los suyos y los de todos los miembros de la Colonia. Porque por m�s teor�a que estos inmigrantes llevaran encima, los sentimientos, parece decirnos Sanches Neto, eran m�s fuertes. Y la necesidad de compa��a, que cada vez se parece m�s a un desfogue de los cuerpos cansados, sucios, desilusionados de los anarquistas, se vuelve irresistible e insoportable. Compa��a, en este caso, es sin�nimo de heterosexualidad. De mujeres que acompa�en a los hombres, pero que los acompa�en libremente. Porque romper con la sociedad burguesa es romper, tambi�n, con el amor burgu�s, la doble moral, las mentiras y el ego�smo.

Sanches Neto explota al m�ximo el recurso de la lucha contra la Naturaleza. La lucha es constante y se da en varios frentes: se lucha contra la selva, indomable, inevitable; se lucha contra los instintos, omnipresentes, poderosos; se lucha contra la Naturaleza social en la que estos anarquistas nacieron y con la que quieren romper a toda costa. Cueste lo que cueste. Son todas luchas perdidas desde un principio. La creaci�n de la Colonia Cecilia se propone como una vuelta al Estado de Naturaleza, donde el Hombre se revela fuertemente hobbesiano: es un hombre ego�sta, ambicioso, perezoso, y peligroso; si bien no tanto para sus iguales como para los sue�os que cada vez son menos comunitarios, y que parecen vivir s�lo en Rossi, el �nico que no abandona el proyecto original. Cuanta m�s gente se suma a la Colonia, m�s humanos, m�s d�biles se delatan, y la cantidad hace aparecer todos los vicios propios de ese g�nero humano que traiciona sus propios anhelos. La negativa a participar del amor libre es el ejemplo m�s claro. Y las consecuencias nefastas, terribles, que hacen surgir el ego�smo, las inseguridades, incluso la violencia y la autodestrucci�n, cuando este tipo de amor es llevado a la pr�ctica, la confirmaci�n elocuente.

Un amor anarquista es, aunque suene redundante, una novela de amor, en la que se exalta la fuerza del amor ego�sta, en que una persona se apropia doblemente del sujeto amado. Ese lazo de propiedad, fundante de la familia burguesa, es el que los anarquistas siempre quisieron romper. Y es el que, para Sanches Neto, nunca se doblega, porque en la novela ning�n sentimiento se deja de lado. El cuerpo tratado como mercanc�a, los deseos reprimidos que estallan en el trabajo, la soledad y la vastedad de un paisaje que por todas partes exhuma sexualidad son los que llevan a la Colonia a su destino inevitable.

Quiz�s el autor tenga raz�n, y el amor tal como hoy lo conocemos, y tal como lo dec�a aquella canci�n, sea m�s fuerte. Por otra parte, quiz� la fuerza sea de los hechos sociales que coercionan de tal manera a los individuos que los obligan a aplastar sus sue�os y los llevan a que el intento de llevar adelante un modo de vida alejado del establecido sea tremendamente dif�cil. O, tal vez, y s�lo tal vez, Sanches Neto no se anim� a pensar que un ser humano, como �l, como cualquiera de nosotros, pueda llevar a la pr�ctica el amor libre, desinteresado, ingenuo, tan s�lo movido por el afecto, las ideas comunes, la entrega mutua y el compa�erismo; todo lo que dar�a lugar a un casamiento sin inter�s ego�sta, determinado por una necesidad ideol�gica (pg. 179).

La dedicatoria final del libro hace pensar que es esta la opci�n m�s probable.

Paula Ruiz

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Paula Ruiz

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