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Le pregunt� qu� hora era. Eran tan solo las 21:30 hs, pero ten�a la sensaci�n de haber vivido eternamente. No lo pod�a entender, no era racional, hab�amos viajado a otra dimensi�n. Suspendidos en el espacio, el tiempo se hab�a detenido para pasar a moverse al comp�s de la experiencia.
Despu�s del trabajo arduo, de la confrontaci�n del artista con la idea y su posterior materializaci�n, el proyecto hab�a salido a la luz.
Semanas de corridas, idas y venidas, reuniones, noches sin dormir se hac�a presente la inauguraci�n de "Hotel Bol�var: dos gusanos un c�rculo".
Todo hab�a surgido sin cuestionamientos, natural y fluidamente. Todo hab�a sido encastrado de manera pura y sencilla, porque ten�a que suceder as�.
Sin saber como los elementos funcionar�an en conjunto, ese viernes comenzamos a tejer y a cocer la instalaci�n, a generar los v�nculos y las uniones. Nos preparamos y desplegamos nuestras herramientas, tomamos paredes y ocupamos habitaciones. Desparramando nuestras almas, nos pusimos el vestido de la casa.
Colocamos los elementos disparadores que crear�an una experiencia total y sensitiva: proyector, palabras, frases, velas, sahumerios, una expedici�n a lo profundo de la m�dula. Y nosotros, como anfitriones, bail�bamos por entre la gente que cuidadosamente se mov�a. Era un ritual, una ceremonia.
Juntos hab�amos parido un ni�o sano. El primog�nito que nac�a con la noche de tormenta comenzaba a llorar.
La vela no se apagaba, era la testigo fiel. Se mantuvo estoica en su postura de hero�na. Erguida y orgullosa, iluminaba el camino.
Una suave textura embeb�a todas las superficies, unificaba el ambiente y lo transformaba en �tero. Personas, objetos y obra perd�an sus l�mites transform�ndose en una sola maquinaria, que movida por la energ�a emanaba luz estelar.
La penumbra conten�a, abrazaba y ocultaba a la vez. Los trazos envolv�an las pisadas, el sonido se escurr�a por las grietas y las im�genes cobraban cuerpo y ocupaban espacio.
Te�ido de un naranja rojizo los gusanos de fotos trabajaban como venas que distribu�an la sangre a todo el cuerpo. En el placard se escond�an mis im�genes que pujaban por salir, escup�an vida. La proyecci�n nac�a desde la entra�a. Y el sonido corr�a por los pasillos.
Los sentidos puestos a flor de piel, en la superficie.
Se grababa en las retinas, a fuego en la piel, en el o�do se instalaba y en la nariz dorm�a.
Imposible no hacerse carne.
Est�bamos solos y desnudos frente a la inmensidad.
Le pregunt� si las paredes temblaban y me dijo: -no boluda, la que tiembla sos vos.-
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Eugenia Petre
MADRE-AGUA (Martin Maistrello, Julieta Papi, Maxi Prioriello, Eugenia Petre)
MUELA. CINE (Sabrina Lugo, Daniel Calvo)
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Mam�, qu� sale de las paredes?
Nada, tan solo son los dedos de la casa.
Despierta de su letargo, y comienza a latir, hab�a invernado una eternidad.
Se despereza, �rgano viviente, componente fundamental del entramado.
Te fuiste? A d�nde?
Tal vez perdiste el cuerpo en una grieta o entre la pelusa del suelo o atr�s de la puerta del ba�o, o en el charco de agua.
Hay un velo que cubre todas las superficies, que las unifica y las hace una. Mientras tanto la puerta se abre y el ser inmutable, colgado de una soga, se balancea entre el tiempo y el no-tiempo.
Se sent� en un rinc�n y absorbi� la esencia.
Viaj� m�s profundo y le tembl� la mano, hab�a visto m�s all�. Despu�s comi� de los muertos y las bolitas rodaban por el suelo.
Hizo m�sica, desparram� las fotos.
Se descascar�, se quebr� en mil pedazos y cont� los escalones hasta subir a su habitaci�n (la �nica con placard).
Una entrada o una salida, ya era lo mismo, ya le daba lo mismo. Un agujero negro que todo lo transforma.
Mam�, qu� sale de las paredes?
Nada, tan solo son los fantasmas de nuestra historia.
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Eugenia Petre
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