Todo pensamiento muerto, es pensamiento asesino.
Hoy releía mis apuntes de estos últimos años y noté que nunca escribí nada sobre la murga porteña. Y me extrañó, dado que hace ya nueve años que estoy en una. Una primera aproximación al problema me dijo que esa experiencia no se correspondía con lo que quería escribir. Y no porque supusiera que era un material poco importante como para literaturizar con él, un "tema menor", sino que, en el fondo, estimaba que escribir sobre la murga siempre sería un malentendido. Que nunca podría hablar sobre ella sin una lectura idiota instalada en quienes imagino podrían ser lectores de todo esto. (Sí, el que escribe piensa siempre en quien lee. Basta de esa hipocresía apolítica). Y que siempre me parecería cursi lo que yo escribiera, porque en algún punto tampoco le podría escapar a esa lectura idiota.
Pero nunca me lo había planteado realmente. Entonces me pregunté de dónde me salía esa autocensura y cuál era esa lectura -esa mirada- a la que le estaba escapando. Di entonces con una anécdota diminuta que parece condensar todo esto:
Hace un par de años, conocí a un periodista de Página/12 quien al enterarse de que yo formaba parte de una murga me dijo con tono irónico: Ah, sos re Nac & Pop. ("Nacional y Popular", sería la traducción. O más ajustadamente: Sos un demagogo, populista, clasemediero culposo). Quedé preplejo, mas disimulé un poco mi reacción. Soy a veces demasiado diplomático. Pienso demasiado qué voy a decir y cómo. Intuyo que recién ahora -dos años después- estoy escribiendo la línea de diálogo que responde a la de ese egresado del Colegio Nacional Buenos Aires. Sos Nac & Pop. Línea de diálogo, la mía, que en realidad es un monólogo, sí, pero esa frase suya, tan breve, era un monólogo aún más denso. Un monólogo que intentaré desentrañar.
Veamos. La murga porteña, desde principios de los 90, fue recuperando un espacio que había ido perdiendo tras sucesivas dictaduras -con sus consecuentes repliegues en la sociedad- y debido a su incapacidad, como género, de dialogar con nuestro presente. Pero sucedió que comenzó a cambiar, a mirarse, a autocriticarse y a encontrar un nuevo sentido para sí misma (en realidad, reforzando uno que siempre tuvo). Y ese sentido es el del encuentro. O mejor, el del reencuentro. Y de ahí que haya también cierto cruce "de clases" en la murga. Chicos de una villa y chicos de Belgrano. Profesionales y amas de casa. Niños y ancianos. Travestis y señoras. (La lista de duplas, un poco prejuiciosas, es larga. Abandono acá.) Y no es venir a describir una panacea verdaderamente democrática y horizontal, porque no lo es. Sino sólo un intento de ir encontrando su justo lugar. A lo que voy es que a pesar de estos cruces "extraños" que se dan al interior del movimiento de las murgas, aún persiste una mirada sobre ella, una mirada prejuiciosa, que impide comprenderla como lo que es: un fenómeno cultural complejo todavía en ebullición.
Sos Nac & Pop. Es una mirada irónica. Desde arriba. Definitiva, rotulatoria. Nac & Pop. Es la mirada sobre "lo popular". (�Encima en inglés trucho! �Encima, haciéndo alusión a la radio Rock & Pop! �Encima!) Esa distancia aristocrática con la que lidia desde siempre la intelectualidad argentina. Incluso aquellos que no pertenecen a la casta, a la estirpe de estancieros, hijos de papá con campo y una gran biblioteca, también ellos, inclusive ellos, y hasta podríamos decir, sobre todo ellos, esos tilingos, cavan la zanjita o el zanjón, entre lo bajo y lo alto. Sos Nac & Pop. Mierda. Sos un snob, un clase media con culpa que se hace el popular. Mierda una y otra vez. Es tan simple y complicado: estando en la murga, nunca sentí que descendía al campo popular. Vos me ves a mí descender, cuando en realidad, estoy entre otros como yo y diferentes a mí. Y eso es posible porque se trata de un espacio en donde la comunicación es posible.
�Cómo explicarle que no se trata de una pose? �que algunos de los momentos más importantes de mi vida son esos minutos de excitación, previos a la salida en un corso, cuando estamos todos mirándonos, dándonos aliento y las últimas indicaciones, cuando aparecen las pequeñas cábalas -un apretón de manos y �acha la murga�-, el rumor de la gente, quizás el final de la actuación de otra murga que se despide, todo todo como una ola que se forma lentamente y estalla al fin en un silbatazo largo que da comienzo a todo y ya no hay vuelta atrás? �y que por más que él lo vea así y no pueda verlo de otro modo, en esos momentos estoy ahí por entero y mi cuerpo está ahí siendo verdad, y no estoy comulgando con nada, ni saldando deudas políticas correspondientes a mi supuesto imaginario clasemediero?
Esto viene de ver al mundo como un espacio donde sólo hay acreedores y deudores. Un clasemedia es un deudor de la clase baja y un acreedor de la alta. Por eso siempre tironeados. Yo no me hallo en esas acepciones. No le debo nada a nadie porque nadie me debe nada a mí desde el vamos. Esa cadena contable inconciente atora.(2) Sos Nac & Pop.
Gente que se piensa, que se considera intelectual, cree también -muchas veces sin saber que lo cree- que eso le impide realizarse sensualmente. Y lo cree porque lo pone en práctica, porque se repliega. Y no es ni una cosa ni la otra. Es todo junto y al mismo tiempo. Los minutos antes de salir en un corso son emocionantes, pero no como puede serlo una paja. La excitación es racional e irracional. Tampoco se trata de una epifanía cándida. Es una experiencia completa, donde lo íntimo y lo social se ponen en juego. Como en tantas otras cosas. Y la clave para que esto pueda ser así es la comunicación, posible si -y sólo si- uno encuentra pares y no inferiores (ni superiores).
Sos Nac & Pop: Cuando la conciencia de clase muta en un prejuicio de clase, que precisamente estanca, que ayuda al tabiqueo. Cuando esa conciencia de creer saber dónde está uno parado implica quedarse ahí parado. Cuando la supuesta izquierda es en realidad sólo una actitud caritativa, condescendiente hacia "los pobres".(3) Es el profundo desprecio que la clase media y alta tiene para con la baja, aún pensándose de izquierda. Porque se creen afuera de la "lucha de clases", en realidad, por el mero hecho de "ser concientes" de esa lucha. Como si no ocupasen ningún lugar. Entonces, desde ese limbo, todos aquellos que no son idénticos a mí, se vuelven extraños. Y yo mismo, que en un principio era alguien idéntico al periodista de Página/12 egresado del Nac Buen Air (en tanto yo estudiante de Letras, escritorzuelo, clase media) muté en alguien extraño. Pero no por mucho tiempo. Para no sentirse solo en su torre de marfil, me trajo de nuevo al mundo de los suyos: claro, lo mío era una pose, mi verdad estaba en otra parte, en la UBA, por ejemplo, pero yo no me quería hacer cargo y me iba por ahí a hacer tachín tachín en la selva espesa de lo popular.
Es que se olvidan de que si uno conoce a los otros, esos otros dejan de ser extraños a uno. Por otro lado -y aquí está la diferencia crucial- en ese movimiento uno no está solo. Esos "otros" están viviendo (y por lo tanto cambiando) tanto como uno, por lo que el espacio irreductible de la otredad se resignifica para ellos también. Si yo cambio, ellos cambian y viceversa. Y me cuesta mucho escribir ellos, porque tiene todavía el tufo reaccionario del zanjón. Porque no puedo ver a quienes nombro como unos ellos, sino como unos nosotros. Sos Nac & Pop.
�Cuánto pensamiento estancado en ese solo comentario! Sos Nac & Pop.
Buenos Aires, 11 de marzo de 2005
NOTAS
(1)El dato no es menor. Invito a quien quiera a sacar sus propias conclusiones al respecto. Pero agrego: el Colegio Nacional Buenos Aires -entre otras instituciones- imparte una educación "de excelencia" que, a estas alturas del país -totalmente liberalizado-, cuadra sólo para las elites económicas, sin que sean necesariamente sus alumnos parte de esa elite. Esto genera un inconciente colectivo bastante contradictorio que cristaliza en miradas como ésta. Estrábicas, �recuerdan? En las que aparece una distancia con la experiencia "real" que pasma, sobre todo por venir de una mentalidad supuestamente crítica y progre. Sos Nac & Pop.
(2)La tradición judeocristiana nos invita a lo mismo: hay que ganarse el cielo. Dar para recibir.
(3)Y aquí otra vez la tradición judeocristiana. El vértice aristocratizante que une lo peor del pensamiento de izquierda con lo más granado del pensamiento de derecha: la caridad. Método y mirada sobre esos otros pobres, miserables, negros, etc. (Sos Nac & Pop!)
Gabriel Yeannoteguy