Silencio.
Los silencios de Rimbaud,
Del espectador que espera la Palabra
De los animales disecados en una esquina Embalsamada yo junto a elefantes,
Grandes elefantes blancos, ballenas, ballenas despellejadas,
Despellejado toda mi alma
Y el Todo se transforma
Soy sueño
Sueño de muertos
Una momia triste
Fatigada por el inevitable venir y subvenir
Del ritmo un lado la cabeza al otro un lado
La cabeza al otro
Una bocanada de letras lanzadas
al viento.
Escucha,
“Pobres niños”
Miró la manta blanca y dijo, ¿Qué esperan?
Silencio.
Los silencios de Rimbaud,
Del espectador que espera las palabras
Espera en un rincón de la calle
“Privado del sonido que sale de las manos de un
Profesor de piano”
Pero Madame: a este piano no le salen
Palabras,
Y ella se asomo desde la oscuridad
Y dijo “A mí tampoco.”
Levantemos la mirada hacia el oeste
Esperando escuchar siempre el retumbar de la mar con la tierra
OH la mar…
…Otro placer que se acaba…
Y caminamos por pasillos oscuros,
Tapizados por estampillas de cantares de gesta
Silencio.
Los silencios de Rimbaud
Espectro que siempre se levanta para volver a murmurar el tráfico de la novela
funesta, la caída de la pasión, la peregrinación del actor
¿Somos caretas?, pregunte mientras miraba
el reloj
El artista que camina mirando sus propios
Pies
“Es tan natural, Madame que hablemos de correr
En estos tiempos”, pero hoy sólo
Me place el silencio
Mientras le cuento
Como el fantasma siempre viene a toda prisa
A toda prisa por el sendero
“Pobre lector, Madame. Es mejor que esperemos viendo el reloj
En la oscuridad de la niebla”.
La cabeza que parece indomable es capaz de silenciarse a si misma
Como la máscara que
Silencian los espacios proyectados
Donde escuchábamos poesía.
La parábola no se exprime
Como se escogen las letras para lanzarlas Al vacío
Yo le digo al oído
“El trabajo y la existencia
Son tan magníficos pero son tan difíciles de pensar juntos”
La fatiga y la tristeza
En una caverna son más nuestros,
Y digo al oído, “Le vi pasar”
Aunque pensaba olvidar a la pobre mujer.
“¡Me ha visto!”Pensó en silencio
Aunque siempre he estado recostada al otro lado de la cama
Y le dije susurrándole
una cancioncilla al oído
“Por las noches…”
Por las noches, continúe
Se la imagino bella y de espalda mirando la matinée en un cine vacío
Muerta de miedo, murmuró antes de caer
muerto sobre las teclas
¿Y quienes nos esperan?
Rodeado de cientos elefantes blancos
Esperando ...
Y usted siempre repite
“OH miserable lector,
Qué ha de quedarnos a nosotros”.
Alejandra Rosas C.