1.
Hasta donde se ve el asunto empieza con un libro de título insuperable y genial: Los ovnis de Hitler contra el nuevo orden mundial. Su autor, Miguel Serrano, es chileno, neonazi, escritor esotérico y diplomático. Aunque el libro no se consigue en Buenos Aires, el tema florece en la web. Dado que la mayor concentración de extraterrestres y platos voladores pasa hoy en día por Internet, no podía ser de otra manera. El cruce con el nazismo es, apenas, una habitación más dentro del universo de los avistajes, las naves interestelares y las abducciones.
Frente a la cantidad de páginas y sitios que aparecen cuando se escribe el título del libro de Serrano en Google(1), vale aclarar que mucho es material reciclado de otras páginas, cuando no directamente copiado, y muy pocos son los aportes originales.
2.
En libreopinión.com, el sitio de los neo-nazis argentinos, la glosa del libro de Serrano es bastante importante. Usando el mismo título del libro, el resumen empieza citando lo que se supone es el principio de Los ovnis de Hitler contra el nuevo orden mundial(2). No se trata de un párrafo menor y uno se queda con ganas de seguir leyendo.
Por ser éste el último homenaje público que rindo a los héroes del nazismo chileno y a Rudolf Hess(3), he deseado revelar la existencia de los OVNIs hitleristas y las bases que ellos ya tienen también fuera del espacio terrestre. Esta revelación va dirigida no a los camaradas ni al público en general, quienes seguramente la tomarán como una fantasía, pues en su gran mayoría desconocen todo lo referente a este tema fundamental. La revelación tiene por objeto principal hacer conocer a nuestros enemigos, a los verdaderos gobernantes ocultos del Gobierno Mundial Secreto, que saben de la existencia de los OVNIs hitleristas y de sus bases extraterrestres, que nosotros también sabemos...
Después de una breve reseña de la vida de Serrano, una pregunta retórica encabeza la argumentación: “¿Alguien ha pensado por qué los avistamientos OVNI empezaron a producirse a partir de 1947 y no antes?”.
Muchos estudiosos del fenómeno ovni sitúan el principio de todo el 24 de Junio de 1947 cuando un piloto norteamericano, llamado Kenneth Arnold, observó, mientras volaba sobre el estado de Washington, “una formación de extrañas aeronaves circulares que le parecieron como platos deslizándose sobre el agua". La expresión castiza “platillo volante” es una traducción de las palabras que usó Kenneth para describir lo que veía a su base. De allí que el 24 de junio se conozca, en algunos círculos ufológicos, como “día mundial del ovni”. El artículo sin firmar de libreopinión.com no se olvida de remarcar que en 1947 también se creó la CIA y establece la conexión rápidamente: “La Segunda Guerra Mundial terminó en 1945, y dos años después empezaron a sucederse sin interrupción hasta la actualidad avistamientos de Objetos Voladores No Identificados (...)”.
Pero si nos vamos a poner puntillosos, esto no es cierto. Aunque la hipótesis es atractiva, avistamientos hubo desde siempre. Las revistas de divulgación científica, como la legendaria Muy Interesante, cada tanto vuelven a sacar una emblemática nota en la que se exhiben seudo-pruebas de que los egipcios y los griegos ya habían visto objetos no identificados surcando el cielo e incluso habían tenido comercio con extraterrestres. Un dibujo demasiado o demasiado poco explícito, una mención en un párrafo religioso, incluso una tecnología que parece extraña a la época, y así.
Claro que entre 1945 y 1969, año en que Armstrong da el gran paso para la humanidad, hubo una especie de furor alien, muy reconocible ya como parte intrínseca de los años 50. La Segunda Guerra Mundial, con sus seis largos años de existencia, fue, sin duda, un campo de pruebas y avances militares y científicos muy importantes, lo cual reforzaría en el imaginario del lector despistado la idea del trademark nazi sobre los platos voladores. Pero los ovnis estuvieron desde siempre.
El razonamiento de la glosa de libreopinión.com es tan recurrente y poco crítico como el esoterismo y sus derivados paranormales. Frente a un evento increíble se argumenta que por detrás lo que existe es... otro evento increíble. El procedimiento es ideal para presentar al segundo como verdadero. ¿La estrella de Belén guiando a los reyes magos? No, se trataba de un vehículo cuya tecnología nosotros, después de tanto tiempo, todavía no dominamos. En el caso de los ovnis nazis el recurso va por triplicado. No es un ángel, es una nave, y no es una nave extraterrestre, es una nave nacionalsocialista. Para reforzar la idea se incluye un extraño y simpático artículo que el diario La Razón de Buenos Aires publicó hacia fines de la década del setenta. El título dice Platos voladores con cruz gamada. No es tan bueno como el de Serrano, pero tiene lo suyo.
3.
Bajo el subtítulo La prodigiosa tecnología del Tercer Reich aparece lo más sabroso del resumen. Dejando los avances científicos militares verificados, como el Me-262, uno de los primeros aviones a reacción, y el V2, el primer misil de largo alcance, el texto hace foco en otra parte de la tecnología alemana durante la guerra.
Mucho menos conocida es otra tecnología que, por razones obvias, los alemanes del Reich mantuvieron en secreto y sobre la que los aliados, una vez que tuvieron noticia de ella, mantuvieron el más absoluto silencio. Basándose en la filosofía ocultista del Tercer Reich (sociedades Thule y Vril), científicos hitlerianos habrían conseguido avances científicos (especialmente aeronáuticos y astronáuticos) de una magnitud inimaginable.
Esta “otra tecnología” no estaría basada en la “técnica convencional”, sino que habría surgido de investigaciones de la filosofía ocultista del nacionalsocialismo, por supuesto, siempre negadas por los aliados y la prensa mundial de post-guerra.
Estas investigaciones ocultistas defendían la “implosión en lugar de la explosión” y su mayor aporte sería el de reemplazar “motor de explosión, pues éste se basa en la destrucción (explosión)” con el argumento de que la Creación Divina siempre es constructiva.
Por lo tanto, una técnica basada en la destrucción es contraria a las leyes de Dios y puede denominarse como técnica satánica. En su lugar, proponía los motores de implosión. Éste es tan sólo un ejemplo de la filosofía de estos científicos. Gracias a la forma de pensar del Tercer Reich, los alemanes avanzaron en técnica en pocos años lo que los aliados no avanzarían en cien.
Al parecer estas diferencias se desarrollan con más precisión en el libro de Serrano. A continuación se cita una interesante bibliografía que incluye Prodigiosas armas secretas de D. H. Haarmann y Platillos y submarinos alemanes vigilan los mares del mundo de O. Bergmann, dos libros que se pueden comprar en Amazon.
4.
Luego encontramos una esmerada, aunque nunca del todo clara, descripción de los proyectos Haunebu y Vril (los planos del Haunebu y las fotos del Vril son tan sugerentes que vale la pena visitar el sitio sólo por ellos) y algunas otras creaciones nazis como la nave nodriza Andromeda-Gerät o las misteriosas minas aéreas conocidas como foofighters.
Después de tanta pompa, la pregunta se cae de madura. La reseña se la hace sin más, con un subtítulo: ¿Por qué Alemania, si disponía de esta tecnología, no ganó la guerra? La respuesta son estos tres puntos.
1. El desarrollo de esa tecnología llegó demasiado tarde, más bien entre 1944 y 1945, y no se pudo llegar a emplear militarmente. Ciertamente disponían de esa tecnología, pero no se llegó a tiempo a la fabricación masiva.
2. Los OVNIs de Hitler eran muchísimo más veloces que cualquier avión existente, pero esto no bastaba. Se mostraron, al menos en esa fecha, no aptos como aeronaves caza.
3. Por alguna razón, los alemanes del Reich vieron la guerra materialmente perdida y decidieron replegarse, esperar un momento futuro en que la victoria del Reich fuese tan segura como contundente. Ese momento está por llegar.
Antes que nada digamos que la pregunta, desde el momento en que simplifica y subestima los avances militares alemanes, no es una buena pregunta. Quizás la única arma que podría haber significado una diferencia tan importante como para cambiar el curso de la historia de un solo golpe hubiera sido una bomba atómica similar a la que los aliados lanzaron sobre Hiroshima y Nagasaki. Lo demás no podía palear las necesidades bélicas de una nación industrializada al máximo sí pero también diezmada y agotada hasta el absurdo por la apertura sistemática de frentes incontrolables. La extrema falta de combustible y suministros que padecían Rommel en África y Paulus en Stalingrado no se habría podido subsanar con platos voladores.
Los dos primeros puntos que esgrime la glosa de libreopinión.com son atendibles. El español José Lesta, en su libro El Enigma nazi, es de una idea similar.
Todos los expertos en armamento del Tercer Reich han destacado un hecho evidente: si la investigación se hubiese adelantado tan solo un año, el resultado de la contienda podría haber sido muy distinto(4).
El segundo punto también es corroborable y se desprende del primero. Casi todos los proyectos que desarrollaban aviones de avanzada o armas no convencionales fueron truncados por el avance aliado desde el Occidente o por el soviético desde el Este. Ninguno se abandonó por imposibilidad científica o técnica.
El tercer punto, bastante más inverosímil, salta a otras cuestiones, muy del gusto de los esoteristas nazis, que enhebran sociedades secretas, bases en la Antártida y en la luna y la hipótesis de que la tierra es hueca. Centrándonos aquí en los ovnis en relación al nacionalsocialismo, dejaremos esas cuestiones para otro artículo.
5.
Otro trabajo, también muy citado, parafraseado y reproducido en la web, lleva el título Los ovnis de Hitler que puede leerse en www.formarse.com.ar/enigmas y viene firmado por un tal Armando Galant. Formarse.com.ar es un variopinto sitio que se presenta a sí mismo como un “Portal educativo, cultural y artístico de las ciencias alternativas, lo paranormal y la nueva era” y no parece tener ningún tipo de filiación política.
El texto de Galant está armado alrededor de un informe del que no se brindan mayores precisiones. Empezando con la pregunta de rigor, “¿Son algunos de los OVNIs que han sido vistos por todo el mundo desde hace casi 60 años armas secretas fabricadas por el III Reich?”, Galant utiliza un procedimiento del que los escritores de ficción de todas partes del mundo hicieron uso y abuso.
Lo que usted, amigo lector, va a leer a continuación, procede de un informe –muy documentado– que llegó a mi poder procedente de Viena en forma de cinta sonora, texto escrito y video hablado en alemán. En cuanto a la identidad del protagonista de los hechos y la época en que acaecieron, debo confesar que siguen siendo para mí un enigma.
Un poco desgrabando las supuestas citas recibidas, otro poco teorizando, Galant confecciona un relato que nunca termina de arrancar y despierta todo tipo de suspicacias.
En síntesis, el autor elabora la idea de que los ovnis, o parte de ellos, al menos, no son naves extraterrestres sino que fueron creados por los ingenieros alemanes durante la Segunda Guerra. El aporte del breve trabajo de Galant quizás sea explicar un poco más, aunque no mucho más, de qué se trata la “implosión”.
Pero lo cierto es que en aquellos tiempos ya se hablaba de que los alemanes trataban de hallar una “nueva ciencia”, una “técnica diferente y renovadora” con la que sustituir los motores de explosión –considerados destructivos en los círculos esotéricos del III Reich– por otros de implosión, cuya nocividad es nula. Aquellas investigaciones se basaban principalmente en la levitación electrogravitacional y la propulsión por “terriones” (fuerzas cósmico-telúrico-terrestres), en las que, según parece, se encontraba el núcleo de esa “otra técnica”, que distanció la cosmovisión nacionalsocialista de todas las aún vigentes, en un intento de proporcionar al III Reich una total independencia de “materias primas” –inaccesibles de otro modo– y energía abundante, barata y no contaminante.
Sin agregar nada más, salta a una descripción muy parecida a la expuesta en libreopinión.com de las naves Haunembu y Vril, de las “bombas de fuego que paralizan aviones”, de las naves nodrizas con forma de puros. Y agrega, como dato corroborante, algunos casos donde testigos vieron y escucharon a extraterrestres hablando en alemán. El texto termina con las bases nazis en la Antartida y en la luna.
El tercer trabajo interesante y medianamente original que se encuentra revisando la web se puede leer en www.arrakis.es/~layuli/ y se titula Ovnis, ¿terrestres o extraterrestres? Su autor, Juan Ferrer, relata la historia de Kenneth Arnold y vuelve a llamar la atención sobre la coindencia de que los ovnis aparecieran en la post-guerra. Ferrer elabora un texto algo más prolijo y centra su atención en la relación de las sociedades secretas nazis, como Tule o Vril, con los proyectos de naves aéreas de formas innovadoras. Como fuere, tampoco se priva de ligar la post-guerra y el remanente de los nazis que pudieron escapar a la debacle con la presencia de ciertas bases en la Antartida. La virtud del artículo de Ferrer es la de ser un poco más ambiguo que los mencionados anteriormente.
Sobre el final arriesga una colaboración nazi-alienígena y suma algo de espiritismo al tema, pero siempre lo hace en forma de pregunta.
¿Quien facilitó a la médium María Ostiz los planos para su construcción? ¿Fueron realmente unos espíritus? ¿Fueron transmitidos telepáticamente por seres del espacio exterior? ¿O realmente seres extraterrestres estaban con Hitler y dirigieron tales construcciones?
Como se puede ver por las citas, ninguno de estos artículos deja de tener lo suyo.
6.
Si bien es, en su avance sobre la Alemania nazi, los aliados y los rusos encontraron muchas cosas que nunca revelaron a la opinón pública mundial, también es cierto que lo que encontraron despertó todo tipo de fantasías.
Ahora bien, con los avances tecnológicos que vieron la luz y que es posible encontrar aquí y allá en libros medianamente responsables ya alcanza para escribir un excelente capítulo en la historia de la ciencia-ficción universal.
El ya citado José Lesta, en El enigma nazi, repasa brevemente algunos de estos inventos. En su detallada revisión se menciona, entre otras fuentes, El informe de Northrop del investigador español Francisco Bañez y se describen, entre otros armamentos, el Flensburg FuG-227, un detector de cola que advertía al piloto si su avión estaba recibiendo ondas de radar enemigas, el Henschel 293, un misil teledirigido del cual se construyeron doscientas unidades a mediados de 1944, y el Fritz X, otro misil controlado por radio especialmente diseñado para hundir barcos armados, que fue usado en combate con un éxito importante.
Todos estos artefactos –dice Lesta– hicieron que algunos se plantearan la posibilidad de crear aviones de despegue vertical. Muchos no creían en su existencia, pero efectivamente se llegó a construir uno. El Bachen 349, más conocido como Natter o avión-cohete “N”, era una estrafalaria mezcla de cohete, misil y avión.
Refozando la idea de que si la guerra hubiera durado tan solo un poco más, las cosas habrían sido diferentes, el Bachen 349 fue operativo sobre el final de la guerra. Ensamblado en Wurtemberg, se lo calificaba como “caza de rápida ascención”. El lanzamiento se hacía desde una rampa vertical y sus propulsores le imprimían una velocidad cercana a los mil kilómetros por hora. Poseía veinticuatro minicohetes en el morro que podían ser lanzados contra las formaciones de bombardeos enemigas. Se diseñaron dos versiones, una dirigida por control remoto y otra pilotada. En ésta última, el piloto debía prepararse para soportar la brutal aceleración y después estar preparado para saltar en paracaídas ya que el pequeño aparato no poseía mecanismo de aterrizaje. Según Lesta, se llegaron a construir veintitrés de estas naves que estuvieron listas recién el 25 de febrero de 1945.
Pese a su rareza, el Bachen 349, no fue ni de lejos el avión más excéntrico del Tercer Reich. De hecho, los primeros “giroplanos”, antecesor directo de los helicópteros, fueron pensados por Henrich Focke. Primero tímidamente y después con más decisión, prototipos como el Focke C19, el F1 185 o el Fw 61 fueron siendo probados. El Fw 61, sin ir más lejos, se transformó en el primer helicóptero operativo del mundo. Podía despegar y aterrizar verticalmente y una de sus variantes, el Fl 225, desempeñó un papel decisivo en el rescate de Mussolini cuando el dictador italiano quedó prisionero de los aliados en el refugio de montaña Gran Sasso.
De la versión Fl 282 se hicieron unos novecientos aparatos. Como podía despegar y aterrizar en espacios de cuatro por cuatro metros se lo apodó Colibrí. Este extraño vehículo, que se decía podía volar hacia atrás, fue usado para ubicar submarinos enemigos en el Báltico y el Egeo. También participó asiduamente en la defensa de Berlín. Lesta dejar caer sin más que su diseño es sospechosamente similar al del helicóptero Apache que los americanos desarrollaron después de la guerra. Comparando dos fotos, el parecido resulta evidente.
Y, por supuesto, los alemanes también construyeron vehículos aéreos con forma de disco.
Efectivamente, los ingenieros Schriever y Habermohl –escribe Lesta– estuvieron probando desde 1941 en las cercanías de Praga un diseño circular que consistía en un aro plano que giraba en torno a una cabina de pilotaje en forma de cúpula, las alas circulares eran orientables, de manera que permitían el despegue vertical.
Ahora bien, estas naves, aunque increíblemente “marcianas” en su diseño, nunca dejaron de ser prototipos o incluso diseños que no pasaron de los papeles. Todavía no se encontraron pruebas que confirmen que el Haunebu I y el Haunebu II, auténticos platillos volantes que podrían incluso escapar de la atmósfera y realizar viajes espaciales, se hayan construido y probado con éxito. Lo que más se parece a uno de los ovnis nazis de Internet es la “peonza voladora” de Schiever. Lesta cita una entrevista que realizó la televisión alemana a Andreas Epp, conocido ingeniero alemán que trabajó para las SS y al que se le adjudica la invención del “disco Omega”. Según Epp, lo único que llegó a funcionar realmente era una versión primitiva de la peonza que se testeó en el aeródromo de Praga en diciembre del 43.
Aunque su maniobrabilidad era más bien baja –apunta Lesta– este aparato llegó a obtener una velocidad de 800 km/h y una altitud de vuelo de 25.000. Realmente espectacular, pero no increíble, como suelen afirmar algunos ufólogos al hablar de los ovnis nazis.
Un vez que se ponen en claro aunque más no sea un poco estos asuntos, la pregunta que surge es: ¿Hasta qué punto influenciaron los diseños alemanes en el imaginario popular sobre los ovnis avistados de los años 50 hasta nuestros días? O, al revés, ¿cómo saber cuántas historietas de ciencia-ficción de los años 20 habían leído los ingenieros del Tercer Reich?
El material en la web sobre el tema parece infinito, pero al mismo tiempo vuelve una y otra vez sobre los mismos puntos, y al final siempre hay apelaciones al escepticismo del lector o a su fe (a veces nacionalsocialista). En mundoparanormal.com (se menciona como fuente el número 38 de la revista Más allá) la mirada es menos especulativa y el material se centra, como en el libro de Lesta, en lo que sí ocurrió. Mientras el artículo ¿Tuvieron los nazis contacto con los extraterrestres? repite mucho de la glosa de libreopinión.com, la entrada Las naves secretas del Tercer Reich es un recorte bastante serio sobre los logros confirmados de los científicos militares alemanes durante la Segunda Guerra Mundial.
Para terminar, podríamos citar, en inglés, la página www.naziufos.com. Su url lo dice todo. El asunto pinta bien pero hay que pagar. Son cinco euros por año. Parece poco, pero para el espíritu de la web es mucho. En la portada del site, en forma gratuita, se lee: “The reality of the Nazi Ufos has been highly controversial. No really hard historical evidence about the indisputable existence of such advanced technology has been presented so far.”
NOTAS
(1) Si se carga “ovni” y “nazi” en el google, se accede, entre otras cosas, a una serie de páginas que explican un truco del video juego Battlefield 1942: Secret Weapons of WWII. En www.solojuegos.com encontramos esta referencia: “OVNI nazi oculto: El o.v.n.i nazi se encuentra en la pantalla "Base aérea de KBELY" con el grupo alemán. Regenérate en el punto de control de la base aérea y dirígete a uno de los dos enormes hangares. Ahí te encontrarás un ovni con motores y cabina.” El párrafo, consecuente con el mejor estilo corto y pego, se repite infinidad de veces en otras páginas similares.
(2) La glosa de libreopinión.com aparece mejor ordenada, aunque sin las llamativas ilustraciones, en http://www.bolinfodecarlos.com.ar/ovnis_hitler_nuevo_orden.htm
Se trata exactamente del mismo material y al pie se aclara que la fuente es libreopinión.com
(3) Rudolf Hess (1894-1987) era hijo de un comerciante alemán y había nacido en Alejandría. Después de servir en el ejército alemán durante la Primera Guerra Mundial, se afilió al todavía incipiente Partido Nacionalsocialista en 1921. Participó en el putsch de Munich en 1923 y fue encarcelado con Hitler en Landsberg, donde se convirtió en su secretario personal. Dado que había nacido en Egipto, Hess era un ferviente pro-británico e hizo lo imposible para unir el destino de Inglaterra al Alemania. En 1941, poco antes de la invasión alemana a la Unión Soviética, robó un avión, cruzó media Europa y se lanzó en paracaídas en la localidad escocesa de Glasgow. Su idea era entrevistarse con el duque de Hamilton con la esperanza de llegar a un acuerdo de paz. Al enterarse, Hitler lo declaró públicamente loco. El vuelo de Hess a Escocia es uno de los hechos más misteriosos de la Segunda Guerra Mundial. Su figura estuvo siempre ligada a la parte más mística y oscura del nazismo. Muchas veces se lo tildó de esoterista, cuando no directamente de brujo. Según parece, Serrano lo conoció y lo trató durante su actividad diplomática en Europa. Murió prisionero en Inglaterra.
(4) José Lesta, El enigma nazi, el secreto esotérico del III Reich. Madrid. EDAF, 2003.
©Juan Terranova