¿A qué se vuelve cuando se vuelve? ¿Olor
          de los duraznos o la mesa
          con amigos esperando tu salida
          a las ocho del trabajo ¿A qué? Cuando vientos
          soplan atardeceres tibios y ésta
          resulta una calle reconocida: cruce
          para autos donde el taxi
          aminora en el saber de la pick up
          cruzando sobre el amarillo
          ya rojo. A qué
          mientras hacia Entre Ríos
          bajás Estados Unidos perpendicular al retorno
          a casa de la marcha: cada cara
          una idea de país
          enmarcada en la ventana
          del micro escolar. Idea de días
          marcados en la rítmica
          del hoy posible. Espacio para parrillas
          comunión y renuncias para señalaar la vuelta
          su auténtica
          revuelta: mi cuerpo
          cada cara reclama, derecho
          ¿a qué? Banderín
          bombo y paso
          de la gente que regresa
          de un sí a algo, claramente
          no a ésta
          desposesión de sí: mi cuerpo mi derecho
          ciertas
          jornadas felices y regresos
          en la lasitud del trabajo
          ya hecho. Yo y mi perro
          nietos
          del anarquista que tuvo
          su hijo peronista -ante el tribunal militar
          mi padre dijo "no" y perdió
          apenas sostenido por su idea
          de país de días
          signados por una
          gracia cierta y sus muchas
          formas de tristeza-. Vuelve
          esta gente que vuelve frente a vos
          una flacucha ilustrada y vacaciones
          para esa chica que también
          cree en determinadas
          formas de política o lo mismo
          para vos sería
          opciones del amor. Mirás y te miran sobre igual
          extrañeza igual
          clara pertenencia: mi cuerpo
          éste
          mi único derecho. "Se vuelve"
          escribiste al amigo y mentiste varias
          razones más allá de duraznos, olores
          de puestos en invierno contra el cielo
          recortado en paraísos, en micros
          que traen a la plaza gente y dicen: hay cierta
          idea de país, de días
          a los que volver. A quiénes
          entregar éste
          mi cuerpo que me pertenece. ¿A dónde
          vuelve quien vuelve? Sobre las miradas del hambre
          del afuera
          más allá de un afuera
          siquiera pensable. ¿A qué? Que no sea una quimera
          donde incluso ésta
          nieta anarquista vea
          en cada cara un sí, el no al afuera
          a la clara
          no posesión de mí. Mis días
          toda una materia, mínima
          historia a contarte cuando veo mi cuerpo
          el corto
          tiempo al propio sueño: una
          idea de qué. Nada
          sabe de olor a duraznos, regresos y el
          por qué
          se vuelve cuando una vuelve a esto
          tan nada -la mano
          de la señora con bolsa, el gesto
          en la cajera del día cuando espera
          frente a la máquina
          la cuenta aparezca. A dónde
          que no sea el propio cuerpo de una, relato
          en palabras conocidas como
          vos
          que tomaste nesquik, respondiste un sábado
          al chico y su auto: "yo
          vuelvo a casa, tengo
          un cactus que regar". Entre ríos
          la marcha anda y en el medio
          esa mujer con perro, su idea de días,
          políticas
          del sí a las tardes, sus siestas
          de paraísos emergiendo un cielo
          abierto a nosotros y a qué. Sólo regresos: vetas
          firmes en la madera de una mesa, corrientes
          anuncia en julio
          ese verano sorpresa. Se vuelve
          igual a ellos que regresan: miradas bajas, ideas
          más cerca del sueño la comarca ésta
          llamada país. Retorno
          aunque mentiste al amigo
          razones ciertas. Se vuelve
          entre corrientes con furia y a la vez
          en éste
          no saber adonde ir. O sí. El río
          de la marcha hacia adelante, columna
          sea redoble y festejo
          para desposeídos de qué
          más allá de sí. Más allá de la historia
          su propio realto el tuyo
          a las puertas del eki la noche o
          contra el altísimo
          portero eléctrico esa
          ancianita de negro: un plato
          de pasta en la mano y servilleta
          haciendo de techo. "La nona"
          dice y se estira en medio de la marcha, su propia
          vida cruzada: Entre Ríos
          avanzamos hacia algo
          -apenas sueño de días para mí
          y para vos también
          nuestro cuerpo-. No mentirías
          a tu amigo al decir: "para abrir se vuelve
          la historia hacia una y hacia uno que es más
          que este cuerpo y el tuyo, la marcha toda
          pidiendo un tiempo
          al propio sueño y olor
          de duraznos en pleno invierno y no
          me fui para volver aunque fuera
          volver la auténtica partida."
           
           
          ©Andi Nachon