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La Editorial Siesta acaba de publicar el libro Mec�nica de la distracci�n de la poeta brasilera Camila do Valle. Es el puntapi� inicial para Siesta Traducciones que, al decir de Marina Mariasch ?editora y presentadora del libro en la reciente Feria del Libro en Buenos Aires? ser� un modo de continuar su compromiso con la difusi�n de poetas contempor�neos, en esta ocasi�n no s�lo de Argentina sino de Latinoam�rica; y es uno de los t�tulos que integran, adem�s, la serie de poetas brasileros traducidos por poetas argentinos publicados por las editoriales independientes Elo�sa Cartonera, Siesta y Black & Vermelho con el apoyo econ�mico de la Embajada de Brasil en Argentina.
Estos poemas, traducidos por Cecilia Pav�n, podr�an apodarse "sueltos". Poemas libres, unidos en un libro pero desarreglados, desparramados en el papel. Sus formatos y sus l�neas est�ticas son diversas: poemas cortos y poemas largos. Poemas cortantes y poemas fluidos. Poemas arcaizantes y poemas pop. Poemas c�lidos y amenazantes.
Hay, s�, una voz femenina que destaca, que dice que aunque el lenguaje sea de los hombres/ la ciudad me sali� mujer. Y que se continentaliza en una estrategia seductora, con las piernas escrupulosamente abiertas en Am�rica Latina.
Este tono personalista y situado (gen�rico, hist�rico y geogr�ficamente) exhibe una autoconciencia por momentos caprichosa pero densa; una suerte de contrapunto entre la alegr�a vitalista del verso expresivo y un fracaso en el decir propio de la fragmentariedad de su lenguaje
�La poes�a es una fiesta! (�d�nde est� la risa)
�Y el juicio?.
Es que en la mec�nica distractiva de Camila Do Valle se leen y escriben las teor�as cr�ticas de su formaci�n acad�mica, entonces por m�s/ que grite, mis gritos no salen del poema./ Contin�o una tradici�n que sigue hablando sola... Incluso en sus propuestas m�s intimistas, en sus poemas de amor, de conquista y de sue�o, hay una pregunta latente por la l�gica, por la medida de la palabra po�tica. De un modo expl�cito expone la contradicci�n entre el deseo de ser literatura y lo decepcionante, en t�rminos de experiencia vital, de ser s�lo eso.
Casi todos los poemas del libro est�n en primera persona y de alg�n modo, todos son poemas de amor: de amor al poema.
tinta o l�grima: esa es mi sentencia
La escritura es el amor y el amor es la literatura, eso podr�amos leer solapadamente en los versos, el cuerpo que aparece es tambi�n el cuerpo de la letra. Mi casa es la literatura. Y los poemas que omiten el yo se rescriben, dejan la marca de la experiencia del poeta. Muestran, contra la p�gina, el trabajo concreto y su imperfecci�n. Tambi�n as� se poetiza la experiencia. Dice yo/ para contar la historia. Tan infinitamente yo. Los otros se fueron./ Esa concentraci�n en el yo que canta y cuenta presiona contra el poema y estalla. Distrae y destruye: lo esperable del verso, lo esperable en la p�gina que sigue. Tambi�n defrauda. Defrauda a quien busque una resoluci�n sint�tica de las contradicciones, a qui�n busque acomodarlos en una l�nea �nica. Invita a seguir a la autora en un camino intenso y sinuoso, en b�squeda.
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Una zaranda
�Con cu�ntos versos se hace un amor?
Y una vez hecho, �por cu�ntos poemas se los puede intercambiar?
Ese es el problema de econom�a po�tica que persigue a los
poetas desde hoy hasta Cam�es.
Hago m�as, as�, las palabras de mi ex poeta preferido.
Pero nadie me responde del otro lado de la l�nea. Por m�s
que grite, mis gritos no salen del poema.
Contin�o una tradici�n que sigue hablando sola y
observa por las rendijas patrones y rigores �ticos-est�ticos
tratando de entender la ideolog�a de los �ltimos
paideumas del mercado editorial.
Sospecho que un amor no vale un verso. Ni cien
poemas. No es intercambiable.
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Tango
Veo millones de Robertos todos los d�as.
Pero la �nica vez que fui a ver a Anita hice un poema.
Ah� la ciudad era yo.
Renacuajos rojos sal�an de mi vagina,
por mis piernas corr�an venas
que abr�an avenidas en pleno centro de Am�rica Latina.
Aunque el lenguaje sea de los hombres
la ciudad me sali� mujer.
De lejos, mi abuela grita muy cerca:
?Tenga maneras, se�orita! Cruce las piernas!
Y yo cruzo adorablemente las piernas,
y encandilo al se�or capit�n.
De espada en el cintur�n y riendas en la mano. (�yo o �l?)
Solamente te pido, Anita, que no te cases con �l.
Si vos no te cas�s: yo tampoco.
Continuemos con las piernas escrupulosamente abiertas
en Am�rica Latina. De forma estrat�gica: sin maneras.
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Gemidos de Elo�sa
Magdalena no se arrepiente de haber amado al Nazareno:
Mucho gem�a sin los filisteos, los fariseos y otros tantos.
Magdalena no am� al Nazareno:
Gem�a mucho sin los filisteos, los fariseos y otros tantos.
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Inicio de romance
Un tiempo feliz: el tiempo en que estaban todos vivos.
Ahora ya se han ido casi todos. Los vivos se dispersaron y
dispersaron con ellos muchas historias. Sobramos yo y mi
imposibilidad de dispersi�n que se concentra en este texto: yo
para contar la historia. Tan infinitamente yo. Los otros se fueron.
Pero mucho de algunos qued� en m�. Sin dispersi�n prevista en el
horizonte ya seco de mis ojos en el espejo. Y en el fondo de mis
ojos: ellos.
Aquellos:
I ? Diva Mar�a de Jes�s. Nada m�s coherente que una funeraria
llamada Cristo Redentor para buscar su
cuerpo. Repito ?su cuerpo? en voz alta. Y advierto que no
puedo ir al entierro de lo que vive dentro de m�.
Silencio, por favor: ?una pausa de mil compases?.(1) La
enumeraci�n no proseguir�. Casi todos los que se fueron,
volver�n, con la mera invocaci�n de este nombre.
(1)Paulinho de Viola
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In�s de Mendon�a
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