el interpretador editorial
 

Editorial

 

 

 

 

El 24 de marzo del presente año fue asesinado Axel Blumberg (20 años) en la provincia de Buenos Aires, quien fuera previamente secuestrado y torturado. Repudiamos esta atrocidad desde todo punto de vista.

Sin embargo, este caso ha repercutido de particulares maneras en la realidad argentina, desatando nefastos discursos de clara inclinación fascista pronunciados por personajes impresentables como Ruckauf (vicepresidente de Menem, ex gobernador de la Pcia. de Buenos Aires y actual diputado) y muchos otros políticos y periodistas.

Más allá de traidores y corruptos, nuestra intención en este número de el interpretador es focalizar, sobre todo, en "doña Rosa". ¿Quién o qué es doña Rosa? Es una invención de los medios de comunicación, una forma de nominalización, ¿una categoría?, un sujeto en principio inexistente. Pero existe. "Doña Rosa" existe porque cuando los medios apelan a ella, trescientas mil personas acuden a su llamado y salen a la calle. "Doña Rosa" es una gran parte de la clase media argentina, la misma clase pequeño burguesa rebosante de complejidad que hace tres años tuvo un importante protagonismo (más allá de evidentes contradicciones, corralito y etcéteras) en la gesta del 20 de diciembre y que ahora, en un acto más de su ingenuo consumo de discurso televisivo, sale a pedir mano dura, a pedir seguridad "para todos los argentinos", todos que se configura hipócritamente pues no es otra cosa que un nosotros que excluye claramente los problemas de las clases populares oprimidas y de los hambrientos que aún hoy mueren por centenares a causa de la desnutrición.

"Seguridad" también es estar seguro del trabajo y del pan de cada día. Millones de personas padecen este tipo de inseguridad.

Argentina no es la clase media, no es "doña Rosa". Todos los argentinos no son "doñas Rosas" siguiendo de manera autómata a través de los medios de comunicación las terribles telenovelas teledirigidas por manipuladores y eficientes sujetos orgánicos al sistema capitalista y neoliberal que padece el país y gran parte de Latinoamérica. La inseguridad de la que tanto se habla últimamente no es toda la inseguridad.

"Doña Rosa" es ingenua, pero también es hipócrita. Hace tres años, muchos vecinos de la Capital Federal bajaban literal y metafóricamente de sus departamentos para servir jugo y dar sándwichs a los piqueteros que llegaban con sus justas protestas. Actualmente, una gran parte de esos vecinos exigen, con fastidio y voces indignadas, que "no los quieren ver más por acá" o, peor aún, que "hay que matarlos a todos". Alguna vez, más precisamente en el año 1945, cuando las masas populares tomaron por asalto la ciudad, un diario presentaba una nota acerca del evento y en unos de sus fascistas pasajes señalaba: "sólo cometieron atentados contra el buen gusto y contra la estética ciudadana afeada por su presencia en nuestras calles". En estos días, se han oído palabras similares. "Doña Rosa", la hipócrita, exige más seguridad, sale a la calle y pide mano dura. En consecuencia, se asigna nuevamente a los militares un rol protagónico en el sistema policial y carcelario. "Doña Rosa" vuelve a golpear puertas de cuarteles y la derecha argentina, siempre agazapada, aprovecha la situación. ¿Acaso no pasó nada en este país? ¿Acaso no hubo miles de personas desaparecidas y asesinadas? Pero "doña Rosa" olvida fácilmente, quizás lo recuerde en el cine al emocionarse viendo una película o un documental acerca del tema en alguna de las salas de los shoppings porteños.

"Doña Rosa" pide mano dura y más dura se vuelve la realidad para el pobre, cuando es públicamente conocido que los secuestros extorsivos que últimamente asolan a una parte de la población giran en torno a las mafias íntimamente ligadas a la policía y la dirigencia política. Pero el endurecimiento de las penas, una vez más, no recaerá sobre las mafias y los guantes blancos, sino sobre los excluidos, sobre los otros.

Se dicen muchas cosas últimamente, se habla de "ciudadanos", de "gente sana", siempre en oposición a un otro que generalmente es pobre, quizás piquetero. Mientras se pide más seguridad, mientras no se pide justicia social, mientras se condena al movimiento piquetero porque viene a la ciudad con las manos empuñando palos y las caras tapadas con pañuelos, "doña Rosa" multiplicada en cientos de miles viene con la cara tapada por la careta y las manos empuñadas con el agua de Poncio Pilato. Desde aquí, celebramos los métodos piqueteros, y, como dice la canción de Las Manos de Filippi, "¡corte de ruta y asamblea, que en todos lados se vea el poder de la clase obrera!

El presente número intenta abrir un espacio de reflexión y de debate y, en su estética y presentación en pantalla, poner en evidencia, a través de las imágenes de diciembre de 2001 en Argentina que configuran la tapa, la contratapa y el sumario, las diferencias y el notable contraste entre aquellas jornadas y estos días. A la hipocresía, a la mano dura, al discurso fascista que últimamente inunda el espíritu de "doña Rosa", oponemos las imágenes del 19 y 20 de diciembre, que se presentan como celebración de lo que consideramos manifestaciones auténticas de la dignidad de un pueblo.

Junto a Sebastián Hernaiz y Sol Bonelli hemos reflexionado acerca de la presentación de este tema y hemos llegado a la conclusión de nombrarlo como cosa, debido a sus amorfas e inacabables dimensiones, más cercanas a la idea de acontecimiento y efecto colectivos que derivan del policial negro, que "caso", término más propicio para pensar un objeto de estudio recortado, ligado sobre todo a la lógica del policial tradicional. Más allá de este esbozo de taxonomía y de intenciones de aproximación genérica, es evidente que las múltiples determinaciones de la cosa convierten a ésta en un objeto cuyo funcionamiento se asemeja al gerundio, ente dinámico e infinito, que presenta permanentemente resistencia al análisis científico. Sin embargo, es fundamental y necesario revisar la cosa. Hemos intentado llevar a cabo nuestra ciencia a través de un posicionamiento político claro, es decir, hurgar dentro de la cosa y no a distancia (léase, quizás, a través del televisor) y, en consecuencia, erosionar desde adentro, comerle a la ballena el vientre.

 

Por otra parte, como en el número anterior, el interpretador insiste en mantener el espacio abierto a escritores y artistas, quienes generosamente han colaborado en este mes con interesantes y muy valiosas obras. Esperamos que disfruten del material publicado y que participen de este proyecto a través de sus opiniones y comentarios, a través, quizás, del foro.

Un afectuoso saludo y muchas gracias,

Juan Diego Incardona

 

 
 
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