Vejez

Oscar Corbacho

 

 

 

 

GERIATRICO.

Aquí vienen a parar los huesos rotos,
los alegatos de las radiografías,
la epifanía de la destrucción,
los móviles de las religiones,
las mujeres de Lot,
el abatimiento de los días.

Se percibe en los ojos
que el mundo se está extinguiendo
según la hipocresía de la naturaleza
que es eterna, a su modo,
y que se encarga de desmentir
el pasado furor de la juventud
y lo convierte en torpeza,
en el lado oscuro de la felonía,
en la cara invisible del enigma.

Resulta estéril averiguar
sobre la esperanza de vida en otra vida.

Quienes regresaron de la muerte
no saben. No contestan.

 

 

ESPERANZA DE VIDA.

Silencio químico,
sillas de ruedas,
muletas,
toses,
vacilante lenguaje,
cuerpos arrinconados sin gracia,
la vanidad perdida,
el sollozo extenuado,
la cámara de gas del desamor:
almacenaje de viejos.
La ciencia está orgullosa
de alargar la esperanza de vida
sin otra esperanza de vida
que terminar idiota,
despreciado
y solo.

Cuando llegue el momento,
hará mucho tiempo
que habrán muerto.

 

 

LLEGAR A VIEJO.

Perdiste todo:
la fuerza,
la salud,
el sexo,
la alegría de ser joven
y tener tiempo de sobra.

Ni el recuerdo te queda,
porque todo es tan vago
que confundes los rostros
y las fechas.

Ni tus ojos ven lo que antes veías
porque no ves.
Mozart tiene que sonar cada vez más alto.
Hueles a viejo.

Además,
molesta tu lentitud,
tu leve estupidez,
tus pañales,
tu miserable jubilación.

Y no terminas de morir nunca.

 

 

ESTAS QUEDANDO SOLO.

Tu hermana
(que era la alegría del mundo)
recuerda olvidando,
ve la vida por un pequeno agujero, se orina.

Tu mujer de antes
(que era ondulante como una pantera)
caminaba con muletas, huesuda y cenicienta,
antes de morir asistida por su hijo,
neblinoso de drogas.

Tu vieja amiga no lee más poesías
por teléfono porque se dejó morir
harta de todo.

El único compañero sobreviviente
hace años que contempla la existencia
casi sin piernas, desde un sillón de ruedas,
en un geriátrico,
trivial y resignado.

Te persiguen los espejos, los hospitales,
los electrocardiogramas, las hojas secas
y el recuerdo de las tibias cenizas
caídas sobre tu mano.

 

 

SIN INDULGENCIAS PLENARIAS.

A un paso del asaltante loco,
del cáncer o el infarto,
del balazo en la sien
o de ser atropellado con luz verde,
sigues intentando descifrar
si la vida es gracia o es condena.

Tantos años y nada.
Nada para tus hijos y tus voces.
Nada para tu insomnio y el fetiche del amor.
Nada para la nada.

Hay una muchedumbre que hace preguntas tontas:
¿qué significa todo?
¿qué viene después de esto?
¿qué eras antes de ser?
¿por qué es sólo una ráfaga?
¿por qué existen ateos?

Has de morir sin cielo, sin infierno
y sin indulgencias plenarias.
Solo con el jadeo familiar de otras muertes,
sin que nadie venga, a pesar de tus gritos,
a dar muerte al niño de la infancia,
antes de que crezca.

 

 

COMO EL VIENTO.

Vas muriendo de a pedazos,
cubierto de pastillas y pinchazos
por donde ingresa el ángel de la muerte.

Las personas que amabas, se van muriendo,
y te resulta extraño el mundo repentino
y progresivo que te come los bordes.

Sabes que hay drogas para olvidar la muerte.
Pero no es eso.
Quisieras entender.
Solamente entender un matiz, una alusión,
una hilacha.
Vagamente.
Como entiendes la caída del sol que no es caída,
el horizonte errante,
los eclipses de luna del profesor de física,
las tablas de marea,

pero no entendés el viento que viene de algún lado,
va hacia otros vientos
y termina en algún sitio convertido en soplo,
jadeo, nada,
desmemoriado y tonto.

 

 

GERIATRICO II

Un aliento de sombra,
silencio y retirada
los envuelve.
En sus precarios cuerpos
todo está consumado
a la manera de una fría venganza inmemorial.

Los tribunales decidieron su suerte
por sobre las lágrimas, el desierto, las culpas.

En este rincón del mundo
están para morir,
desertores,
atónitos.

Te repugna pensar
que el cadáver que arrastran
tiene años de vida,
años de no vivir
y que sólo les queda
la dignidad del abatimiento
y plegarias desencantadas.

 

 

CONFESION.

Un viento oceánico,
ciego,
crepuscular,
arrasó tu casa,
tus poemas,
tus libros,
tus muletas,
tu perra muerta,
tus claras ideas,
tus furores.

Tembloroso, sin fuerzas,
ahora vives por enfermeras
y nadie se atreve a confesarte,
pobre,
que todo está perdido,
que está perdido todo.

Esta mañana,
luego de un desértico silencio,
viniendo de lo alto,
de sustancias perdidas,
de un código fetal,
de fanatismo,
declaraste débilmente
que no te suicidarías
porque estabas enamorado de la vida.

 

©Oscar Corbacho

 
el interpretador acerca del autor
 
                           

Oscar Corbacho

 

OBRAS PUBLICADAS

1971: “Un domingo por semana” - Ed. Americalee

1972: “Confesión espontánea” - Ed. Trenti Rocamora

1974: “Poesía internacional” - Ed. Vosgos, Barcelona

1978: “Orden del Día” - Ed. Emecé

1996: “Poeta en la Universidad”

2004: Inclusión en la antología “Poesía Argentina Contemporánea”, de la
Fundación Argentina para la Poesía –Parte XIV- Ed. Vinciguerra

 

DISTINCIONES

1971: Premio de Honor en las Jornadas Culturales de Morón

1971: Primer premio en el concurso “Chau Seaver”
organizado por la Municipalidad de la Ciudad de
Buenos Aires

1972: Mención del Fondo Nacional de las Artes por
“Confesión espontánea”

1973: Accésit Premio Apollinaire de Poesía 1973 de Palma de
Mallorca, Espana

1974: Premio Municipal de Poesía Inédita (ano 1972) por
“Orden del Día”

1975: Primer premio “2º Certamen Nacional de Poesía” del
Grupo Roberto Arlt

1977: Tercer premio regional (Zona Capital Federal y Gran
Buenos Aires) otorgado por el Ministerio de Cultura y
Educación de la Nación para el período 1972/75 por
el libro “Confesión Espontánea”

1978: Primer premio en el concurso “El poema infantil
ilustrado” organizado por la Sociedad Argentina de
Escritores

1979: Primer premio concurso “Dodero” de la Fundación
Argentina para la Poesía por “Poeta en Publicidad”

1979: Primer premio concurso “Roberto Themis Speroni”
organizado por la Sociedad Argentina de Escritores de
La Plata

1980: Finalista del VIII Premio Carabela (Carabela de Oro) de
Espana

1987: Premio Fundación Eveready

1987: Premio Fundación Fortabat por “Poeta en publicidad”

1996: Primera mención en el concurso de Editorial Vinciguerra
por "Poeta en la Universidad"

 

ACTIVIDADES AFINES

1965/70: Asesor literario en Editorial Americalee

1971/74: Crítico bibliográfico en los diarios Clarín y La Nación,
de Buenos Aires

1994/95: Profesor de redacción publicitaria en la Universidad
de Palermo, Buenos Aires.

1996/99: Dirección de talleres literarios

30 anos de experiencia en publicidad dentro del área
creativa.

   
   
   
   
 
 
 
 
Dirección y diseño: Juan Diego Incardona