columna mensual
 

Acordate de la Francisca

La rusita

 

 

 

 

Sábado 22 hs. Lluvia, la realidad. ¿Qué mejor que viajar? Y para viajar, nada mejor que el teatro.

Somos recibidos inmediatamente por la boletería, para dejar de lado cuanto antes todo lo que pertenece a este mundo y sumergirnos lentamente en ese otro espacio, el de la ficción, el del juego, a medida que subimos una larga escalera, al compás de un tango de la vieja guardia. Para los de este mundo, nos encontramos en el CET (Centro de Estudios Teatrales), una de las tantas casas que, a punto de expirar, fueron rescatadas por el teatro para albergar a sus personajes. Es que en Rosario el teatro es un elemento vital, una necesidad básica, es un gran generador que nunca cesa de sorprendernos.

Para los del otro mundo, ese hall de entrada es el barrio, hay en el aire, un olorcito a mate, a cotidiano. De pronto, un sensual jazz y unas piernas que bajan las escaleras del entrepiso montadas en unos zapatos de tango. Ahí aparece ella, la Francisca, enfundada en su vestido rojo, jugueteando con su estola negra, y, en un inglés de entrecasa, nos invita a pasar a la función.

Entramos; nos encontramos un sujeto extrañísimo haciendo chispas con unos cables en el rincón izquierdo del escenario. El escenario está dividido en tres momentos que componen la obra; el rincón derecho, el izquierdo y un entrepiso, a donde sube la Francisca, que se va a "Niú Llork".

En escena, los personajes son cinco: La Francisca, que permanece siempre en "Niú Llork", el matrimonio conformado por "el viejo" -o el Cholo- y "la vieja" -o la Chola- en la cocina de su casa, a la derecha, y, a la izquierda, dos hombres absurdos y caricaturescos, que comienzan siendo los perseguidores del Cholo y terminan siendo sus amigos, escenas clownescas mediante.

Se trata de la historia de un hombre en situación, pero no es todos los hombres, es sólo ese hombre concreto en esa situación concreta, así que debemos centrarnos en él e ir dónde él y no acercarlo a nosotros. Esto nos es advertido por el sexto personaje, nuestra conciencia, un ser en principio formal y rígido, que jamás pisa el escenario ya que de algún modo nos pertenece, y que nos invita a juzgar, a reflexionar, con argumentos poco comunes, si bien no por eso falsos, cada escena de la obra. Aparece y desaparece, y poco a poco se va desnudando, y así, se va alienando cada vez más, y va tomando carácter progresivamente absurdo ; la sátira crece y comenzamos a alienarnos en ella, nos sorprendemos riendo finalmente de situaciones de tortura, de una traición, de un asesinato, que ocurre cuando nuestra conciencia se ha desnudado y enloquecido casi por completo, ya que la conciencia nunca se desnuda -o se des-anuda- del todo.

Tal vez no somos más que eso, seres alienados en nuestros deseos, en los deseos de los otros, en busca de nuestra identidad, de ese ideal que está allí arriba. ¿Somos tan libres como nos creemos? ¿Cuánto tiempo de nuestras vidas somos realmente, verdaderamente nosotros? ¿Cuánto tiempo nos estamos "mintiendo", viviendo como no queremos, obedeciendo órdenes que van contra nuestra esencia?

Con un argumento simple y personajes cotidianos, nos reímos y también nos conmovemos; todos somos hombres, y el hombre. Si no, acordate de la Francisca.......

 

Acordate de la Francisca

Autor: Marisel Lloberas Chevallier
Actúan: Lis Mondaini, Severo Callaci, Luciano Temperini, Javier Gómez Insausti, Leonardo Oliva y María Emilia Gómez.
Asistente de dirección: Pablo Coppa
Dirección: Marisa Busso
CENTRO DE ESTUDIOS TEATRALES
Dirección: San Juan 842
Rosario - Santa Fé - Argentina
Teléfono: 0341-4398946



©La rusita

 
Idea, realización, dirección, edición y diseño: Juan Diego Incardona