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Fui modelo vivo en un taller de escultura durante mucho tiempo. Las dos alumnas y la profesora trabajaban en dos obras casi tama�o natural: 1,20 m. de altura, y mis proporciones breves no superan por mucho ese l�mite. Eran dos esculturas de una belleza conmovedora, m�s parecidas a m� misma que muchas otras cosas que por mi mediaci�n fueron hechas.
Despu�s de dos a�os de trabajo intenso volvimos al taller, vacaciones mediante, el 12 de marzo de 2003. Cuando desvistieron las esculturas de bolsa pl�stica y trapos h�medos (medioambiente en el que suelen mantenerse durante su gestaci�n), una de ellas estaba destrozada. El barro es cosa delicada. A pedazos fue desmoron�ndose sin que nadie supiera decir por qu�.
La autora de la escultura se sent� a llorar mirando desolada el paisaje: los restos en el piso, una horizontalidad aplastante, la mutilaci�n desnuda al ojo.
Su compa�era se sent� a llorar con ella.
La profesora intentaba un consuelo dif�cil.
Alguien dijo muerte.
Y yo,
yo misma muda
junt� los pedazos de mi cuerpo de barro en la bolsa negra.
La clase termin�. S�lo pude llorar cuando sal� a la calle, sola. Esa misma tarde le escrib� una carta a la escultora de la p�rdida, que tiene el mismo nombre que mi mam�. Le promet� que la muerte es un vac�o para ser llenado.
Le promet� luto y ritual.
Le promet� un Cap�tulo Hiroshima.
Helo aqu�.���
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La carta
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Mi�rcoles 12 de marzo de 2003
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Andre:
Acabo de salir del taller. Entonces no supe decirte nada. Dejame que te diga ahora: tristeza. Esta muerte tambi�n es m�a.
Siempre fui de la idea de que el todo es m�s que la suma de las partes. Cuando empec� a posar ya no pude dudarlo. Artista y modelo dialogando, gestando ese todo que es la obra, tanto m�s que la sumatoria de las partes que es, de alg�n modo, indecible. Entre nosotras esa comuni�n es un hecho consumado, aunque se nos haya rebelado la materia.
Una vez, pensando en la muerte, escrib� lo que significa para m� ser modelo vivo. Te lo transcribo porque creo que va a gustarte.
?Por suerte descubr� otro tipo de muerte maravillosa. Es la muerte de ser modelo vivo. Posar es morirse, es prestar muerte para que otros reconstruyan desde ese vac�o, para que haya luto y ritual, es decir, nueva forma para la vieja nada. Es reparaci�n puesta en marcha. Ceder mi muerte es habilitar un espacio de creaci�n, de recreaci�n, de devolverme una vida ampliada por otro. Mi muerte entonces es m�a y a la vez pertenece a la humanidad entera. Tal vez mi muerte haya sido el m�s feliz descubrimiento de mi vida.?
Dejame que te diga ahora que a veces escribo cosas, y tengo una larva de idea que puede ser mariposa: mi deseo de escribir mis memorias como modelo. Ya tiene un cap�tulo que es de ustedes, muchas veces pens� en le�rselos pero no encontr� la oportunidad. Ahora s� que la oportunidad es hoy. En cuanto termine esta carta van a poder leerlo.
Pero dejame que te diga ahora que alg�n d�a habr� un Cap�tulo Hiroshima, tal vez un poema que atestig�e la ca�da, el desvanecimiento de la m�s hermosa escultura que han hecho de m�. Ya ves, de nuevo la muerte dispara luto y ritual, nueva obra, esta vez en palabras. Y eso s�lo por mi parte. Todav�a hay materia, todav�a y para siempre hay trabajo que hacer en el taller al que m�s gozosamente he aceptado el convite de los mi�rcoles. Ojal� sigamos trabajando juntas muchos a�os m�s. Cabe decir que he llegado a quererlas mucho.
Dejame que te diga ahora lo �ltimo, un secreto, Andre, una sospecha que me sobrevino: este desmoronamiento hacia el suelo es una venganza de los dioses. No fue el soporte ag�nico del alambre, ni la humedad, ni el peso, ni la temporada de asfixia en el pl�stico incorruptible. Fue demasiada belleza.
Un abrazo.
Mariana.� �
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Desmayo
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Es necesario prestar testimonio de la carencia,
de la corrupci�n del v�nculo,
del ejercicio del arte mal plantado.
Porque siendo yo modelo vivo
(artista para artistas)
gozo la posibilidad diaria
de testear humanidades,
de putear a la salida
o reverenciar gestos c�lidamente nobles.
Y el factor socio-econ�mico
cortando la baraja.
Tengo pruebas:
Modelo posando parada. D�a h�medo y sofocante. Baj�n de presi�n demasiado pr�ximo al desmayo. Ceden las piernas. Modelo cae ?l�vida- de rodillas.
Taller de Barrio Norte: ?d�cimo piso? anuncia el ascensor que habla. Piso alfombrado, paredes blancoimpecables. Profesora flaqu�sima, alt�sima, elegant�sima, divina. Come natural, agua mineral. Lee ?La Naci�n?. Se apellida en ingl�s.
Modelo arrodillada, algo verde, suda y pide disculpas ?No me siento bien?. Profesora sin levantar el l�piz de su obra ni los ojos del l�piz, responde que est� bien, que cuando se te pase segu�s posando. Silencio. El l�piz cumple con su trabajo. Modelo se arrastra hasta la cocina, escala trabajosamente el armario lustroso. De la vajilla de porcelana se sirve una cucharada de az�car bajo la lengua. Sabor amargoabandono.
Taller de Paternal: en la terraza de un caser�n de barrio. Algo sucio, s�, un caos complaciente. Olor a humedad, arcilla y caf�. Profesora entrada en carnes. Optimista escultora, amante de Bourdelle, madre. Alumnas: dos. Espont�neamente fieles. Innegable franqueza. Madres sin necesidad de contarles los hijos.
Modelo tambalea en la tarima, palidece hasta el ombligo. Una madre la sujeta en el aire cuando pierde el equilibrio. Me llama por mi nombre. ?Est�s helada, ven�, sentate ac�?. Palabras hay muchas otras, pero eso no importa. Otra madre corre a servirme caf� extra azucarado. La tercera madre abre todas las ventanas, me abanica con un diario cualquiera, no ?La Naci�n?, un diario cualquiera.
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Cap�tulo Hiroshima
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I
El fallo de la m�dula
derrumbe
de barro caigo.
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II
De barro ca�da.
Silencio.
R�quiem.
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III
Lloran las gentes
el derrumbe.
Mi muerte de barro.
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IV
En la bolsa negra
enterrando restos.
El silencio no cabe.
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V
Un hombro
��� un codo
������� la rodilla.
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VI
No alcanza
no llega
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VII
Mis restos
s�lo barro
Descarnada.
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VIII
Se fue al suelo
la duplicaci�n
la duplicaci�n
no se resiste.
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IX
Ca�da
Cumplimiento
De ver.
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X
Cuerpo en barro
cenital derrota
me guardo breve.
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XI
Gris de la muerta,
me toca la mano
su cintura.
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XII
Barro mi gemela
al fondo oscuro, asfixia.
dios no se resigna.
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�XIII
Se ha roto la mu�eca
la mu�eca
inacabada.
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XIV
Animal de la humedad:
la deshora
no da tiempo.
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XV
Reverencia muda.
Arrodillada
junt�ndome.
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XVI
A pedazos
desvanecida
el silencio de reunirme.
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