Así como cada músico diseña una arquitectura personal a lo largo de su obra, todo género se inventa una geografía propia, un mapa hecho de retazos que arman el todo. Allá por los años cincuenta, el blues y el jazz fundaban el suyo, abriendo camino a través de dos rutas hoy míticas: Highway 61 y Highway 66. Como sucede con todo recorrido imaginario, establecer los límites de aquella cartografía resulta virtualmente imposible: ambos caminos trascendieron el surco real propiamente abierto para pasar a formar parte de toda la producción jazzera y blusera del mundo. Así fue que la Ruta 66, que originalmente comenzaba en la costa del Lago Michigan, en Chicago, y atravesaba todos los pequeños pueblos de los Estados Unidos hasta llegar a la costa Este, arribó hasta nuestro propio imaginario con una canción de Chuck Berry interpretada por Pappo que llevó el mismo nombre. Con el tiempo las súper autopistas y las rutas interestatales empezaron a reemplazar a la vieja 66, pero la ruta madre se resistió a la desaparición y amplió su recorrido.
Del mismo modo, el folk hizo lo suyo con el río. Más acorde a cierta nostalgia propia de su naturaleza, el flujo permanente de los ríos ha dado, y posiblemente seguirá dando, mucho para decir a los cantautores folk que se arriman a sus orillas. De Bob Dylan en Minnesota, pasando por Johnny Cash en Arkansas y Tom Waits en California, hasta llegar a Nick Cave en la lejana Australia, por momentos, parecería haber una sola corriente. Y si quisiéramos profesar alguna fe al respecto, podríamos del mismo modo decir que todos fueron, a su modo, mojados por las aguas de un sutil genio.
Porque sería ingenuo pensar que todos cruzaron el río de la misma manera, sobre todo a la luz de aquel apotegma que reza que ni siquiera una misma persona puede bañarse dos veces en el mismo río. En ese eterno fluir -donde todo cambia para poder continuar siendo lo mismo- cada uno de estos artistas se ha sumergido a partir de su propio sustrato experiencial, haciendo de cada tramo del río una canción con una impronta diferente. El río final es la suma de muchos ríos personales: el río que dejó lejos la ciudad y los seres queridos del viejo Bob, y donde se preferiría no estar. El río del condenado a muerte de Guthrie. El río donde Jesús mismo decide bañarse de Leonard Cohen y donde Suzanne, mitad fuera de sí, decide amar con la mente el cuerpo perfecto del amado en una suerte de experiencia mística. El río de Smog, que si bien ain´t much too love, da más que un puñado de buenas canciones.
Hay un río para cada uno -Waits, Cave, Cash, Anthony and the Johnsons...- pero, al mismo tiempo, hay un Río último común a todos, que por momentos parece destinado a ser un río de agua negra y pura tristeza (River of Sorrow) y en cuyas intermediaciones, se traman todos estos relatos, acompañados por el sonido del agua que fluye. Todos reman ahí, para descubrir el fondo y construir un imaginario común.
Si el blues encontró en la carretera y en los bares que nunca cierran su más literal metáfora de vida, y el folk prefirió al río como canal simbólico para su música, es difícil pero tentador imaginar de qué ruta de comunicación se van a apropiar las músicas futuras. Sería muy obvio arriesgar la idea de que las rutas futuras van a ser, si no son ya, totalmente virtuales. Digamos: lo que alguna vez fue el río ahora va a ser la web. No lo sabemos. Por lo pronto, si hay una respuesta soplando en el viento, como decía Dylan, también hay una poética todavía flotando en el río.
En la selección azarosa y caprichosa de músicos que sigue a continuación nos hemos propuesto la demencial empresa de condensar una obra y una vida en un gesto único que la cifre, como si esa radical condensación pudiera ser posible. Del repertorio de cada banda, asimismo, hemos escogido y traducido según criterios misteriosos una letra que produzca un destello al menos de la relación del músico con el río. Quizás en la doble lectura de la semblanza y la letra, queremos creer, se esconda el nudo más fuerte en esa cuerda cuyas puntas son la música y el río.
- Bob Dylan (Minnesota, 1941)
Es difícil escribir sobre alguien de quien se ha escrito virtualmente todo. Escribir sobre Dylan es como tratar de pensar algo nuevo acerca de Borges o sobre Picasso: la crítica ya ha superado numéricamente el tamaño de la obra original, y a veces da la estremecedora sensación de que nunca se va a detener, como si el fin último fuera hacer desaparecer a la obra, olvidarla tras una montaña de implacables lecturas críticas. Y sin embargo ahí va el viejo Dylan, con 45 álbumes de estudio a cuestas, discos imposibles de esquivar, tocando en estos días por tercera vez en Buenos Aires. Sería bueno hacer una historia de las frases cortas que se dijeron sobre Dylan, que son una especie de epitafio infinito y universal, como si a Dylan se lo pudiera pensar bajo la lógica compacta del aforismo. Por ejemplo, Lennon dijo: “He showed the way”. El mostró el camino. Un camino de tierra, desde luego, un camino ríspido que Dylan se encargó prolijamente de minar, de modo que ya es imposible mirar atrás y recorrer sus mismos pasos. A cada feroz cambio de personalidad devenía en Dylan un cambio musical, y un día los fanáticos entendieron que es imposible pedirle al ídolo folk que interprete, aunque sea como en un sueño, como un talismán recatado de un naufragio, al viejo Dylan. El mismo lo dijo: “Don´t look back”. Quizás la enseñanza mayor de Dylan al arte contemporáneo haya sido esa idea de luchar con uñas y con dientes contra el fantasma voraz del estancamiento, que se podría resumir en una apostilla imposible: “allí donde has tocado la fama, allí debes pegar un volantazo”. De ese modo, como si fuera una estatuilla con miles de santos religiosos, cada uno elige a su Dylan personal. Algunos se aferran al jovencísimo Zimmerman que salió de Minessota con una guitarra y una mochila para cantar en los bares del Greenwich Village de Nueva York, cuando los comediantes y las bailarinas ya habían hecho el número fuerte de la noche. Otros prefieren al Dylan de The times they are changing, que se puede pensar como un Rimbaud de los años sesentas: un chico de menos de 20 años que le estaba diciendo al mundo: “Ustedes, escritores y críticos, que profetizan con sus plumas / mantengan los ojos abiertos, que la chance no llegará de nuevo / porque los tiempos están cambiando”. En ese momento, sí, Dylan marcó el camino. Abrió literalmente los ojos de una generación. Están también los que se inclinan por el irresistible Dylan que subió a un escenario con una guitarra eléctrica, al que le gritaron Judas desde el publico, se dio vuelta, le dijo a sus músicos “play fucking loud”, e interpretó una de las versiones más incendiarias de “Like a Rolling Stone”, en todas las encuestas la mejor canción de la historia, haciendo lo que muy pocos hicieron: crear un género. Así nació el folk rock, o el folk eléctrico, cuando Dylan se cansó de ser Dylan y se colgó la guitarra eléctrica. Por la misma época, dos años después, los Beatles se iban a cansar de ser los Beatles y se iban a transformar en la banda de corazones solitarios del sargento Pepper. Evidentemente, estar en el risco más alto de la montaña cansa.
Las metamorfosis siguieron, hasta el día de hoy. Hay quienes llegan a afirmar incluso que lo que hace Dylan hoy es free jazz. Da la impresión, por lo pronto, de que en lo albores de los años sesentas el discurso de Dylan, su música, estuvo tan cargado de contenido, un contenido que sirvió para tantos fines específicos y concretos, que hoy se volvió todo forma. Una forma que muta, imposible de apresar, que muchas veces no satisface pero que siempre parece mostrarnos que en realidad, lo que está tocando hoy, lo vamos a metabolizar recién mañana.
Una letra de Bob Dylan
“Watching the river flow”, Greatest Hits Vol 2.
What's the matter with me,
I don't have much to say,
Daylight sneakin' through the window
And I'm still in this all-night cafe.
Walkin' to and fro beneath the moon
Out to where the trucks are rollin' slow,
To sit down on this bank of sand
And watch the river flow.
Wish I was back in the city
Instead of this old bank of sand,
With the sun beating down over the chimney tops
And the one I love so close at hand.
If I had wings and I could fly,
I know where I would go.
But right now I'll just sit here so contentedly
And watch the river flow.
People disagreeing on all just about everything, yeah,
Makes you stop and all wonder why.
Why only yesterday I saw somebody on the street
Who just couldn't help but cry.
Oh, this ol' river keeps on rollin', though,
No matter what gets in the way and which way the wind does blow,
And as long as it does I'll just sit here
And watch the river flow.
People disagreeing everywhere you look,
Makes you wanna stop and read a book.
Why only yesterday I saw somebody on the street
That was really shook.
But this ol' river keeps on rollin', though,
No matter what gets in the way and which way the wind does blow,
And as long as it does I'll just sit here
And watch the river flow.
Watch the river flow,
Watchin' the river flow,
Watchin' the river flow,
But I'll sit down on this bank of sand
And watch the river flow.
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Cuál es el problema conmigo,
No tengo mucho para decir,
Escurriéndome de la luz del día por la ventana
Y todavía estoy en este café de toda la noche.
Caminando de un lado a otro debajo de la luna
Hacia donde los camiones ruedan lento,
Para sentarse en esta orilla arenosa
Y mirar el río correr.
Desearía estar de vuelta en la ciudad
En vez de en esta vieja orilla arenosa,
Con el sol derrotado sobre las chimeneas
Y la gente que quiero cerca.
Si tuviera alas y pudiera volar,
Sé a dónde iría.
Pero por ahora solo voy a contentarme
Con sentarme a mirar el río correr.
La gente en desacuerdo con todo,
yeah,
te hace detenerte y preguntarte por qué.
Porque ayer nomás vi a alguien en la calle
Que no podía evitar estar llorando
Oh, este viejo río sigue corriendo, sin embargo,
Sin importar que aparezca en el camino y en qué dirección sopla el viento,
Mientras eso sea así me voy a quedar sentado
y mirar el río correr.
La gente en desacuerdo donde mires,
Te hace querer parar y leer un libro.
Porque ayer nomás vi a alguien en la calle
Realmente convulsionado.
Pero este viejo río sigue corriendo, sin embargo,
Sin importar que aparezca en el camino y en qué dirección sopla el viento,
Mientras eso sea así me voy a quedar sentado
y mirar el río correr.
Mira el río correr,
Mirando el río correr,
Mirando el río correr,
Pero voy a sentarme en esta orilla arenosa
Y mirar el río correr.
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- Johnny Cash (Arkansas, 1932- 2003)
Cuando era chico, Johnny Cash vivía en una granja en el medio de los grandes campos de Arkansas. Tenía un amigo, que vivía en la casa de al lado. Al lado era, en ese entonces, un distancia de dos o tres kilómetros. El joven Cash iba a visitarlo a su amigo, y volvía todas las noches caminando a su casa, sólo, por el medio del campo. Como la inmensidad de Arkansas lo asustaba, Johnny concibió un juego conjurador que consistía simplemente en cantar las viejas canciones folklóricas americanas lo más fuerte que le diera la voz. Así fue transformando su voz y consolidando el tono que hoy conocemos por sus discos, que se parece a un ataúd que se abre, a un roble que cruje.
La vida de Cash fue, desde la adolescencia hasta su muerte, un tour de force de lógica perturbadora. Las drogas, las cárceles, la fama inesperada, la reclusión, la iconización que lo convirtió en el “hombre de negro” de la música americana. Conoció a todos los presidentes de los Estados Unidos de las últimas cuatro décadas, que lo invitaban como en un ritual a conocer la Casa Blanca. En su maravillosa autobiografía, Johnny Cash by Johnny Cash, cuenta esa y otras anécdotas, mechando siempre su discurso con alusiones a la religión, que marcó su vida y su obra, y a su familia, su otra gran obsesión. Hacia mediados de los años noventa, cuando el folk se había secularizado y la música norteamericana había estallado con bandas como Nirvana, Johnny Cash era una especie de abuelo que nadie sabía si estaba vivo o si había muerto hacía décadas. Sus discos no se vendían, pero el hombre de negro era indeclinable en su empresa de tocar en vivo siempre, en todos lados, en una suerte de never ending tour. En una parada de su gira, se le acercó un productor joven, que ya había producido buenos discos de rock como Blood Sugar Sex Magic de los Red Hot Chili Peppers. El productor, conocido por algunos como “el mago de las bandejas”, se llama Rick Rubin. La propuesta fue concreta: grabar una serie de discos en los que Cash interpretara, solo con la guitarra y acompañado con algún instrumento de modesta participación, sus temas preferidos, y algunas versiones de rock contemporáneo. Al principio Cash vaciló, porque sentía que era demasiado patético tratar de volver a las bateas cantando canciones comerciales de rock. Sin embargo, Rubin le explicó con paciencia que no se trataba de eso, sino más bien de un antojo personal de Cash, de un disco en donde él pudiera tocar, de un modo sencillo y conmovedor, los temas que le gustaran, fueran de quien fueran. Finalmente, Cash aceptó, y el disco se convirtió en la insuperable pentalogía de los American recordings, cuyo punto más alto es sin dudas la cuarta entrega, The man comes around. Cash, al borde de la muerte, olvidado, puesto a morir en el altar de las viejas glorias, tuvo la fuerza de voluntad para mutar de piel y dejar un insuperable testamento. Con una pequeña ayudita de sus amigos, y con un espíritu a prueba de tormentas.
Un letra de Johnny Cash
“Big River”, The man in black
Now I taught the weeping willow how to cry,
And I showed the clouds how to cover up a clear blue sky.
And the tears that I cried for that woman are gonna flood you Big River .
Then I'm gonna sit right here until I die.
I met her accidentally in St. Paul ( Minnesota ).
And it tore me up every time I heard her drawl, Southern drawl.
Then I heard my dream was back Downstream cavortin' in Davenport ,
And I followed you, Big River , when you called.
Then you took me to St. Louis later on (down the river).
A freighter said she's been here
But she's gone, boy, she's gone.
I found her trail in Memphis ,
But she just walked up the block.
She raised a few eyebrows and then she went on down alone.
Now, won't you batter down by Baton Rouge ,
River Queen, roll it on.
Take that woman on down to New Orleans , New Orleans .
Go on, I've had enough;
Dump my blues down in the gulf.
She loves you, Big River , more than me.
Now I taught the weeping willow how to cry,
And I showed the clouds how to cover up a clear blue sky.
And the tears that I cried for that woman are gonna flood you Big River .
Then I'm gonna sit right here until I die
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Ahora le enseño al sauce llorón cómo llorar,
Y enseño a las nubes cómo tapar un cielo claro.
Y las lágrimas que derramé por esa mujer van a inundar tu Gran Río.
Después voy a sentarme acá hasta morir.
La conocí por casualidad en St. Paul
(Minnesota).
Y me destrozaba escuchar su acento, su acento sureño.
Después escuché que mi sueño había vuelto/ Río abajo saltando en Davenport
Y te seguí, Gran Río, cuando llamaste.
Después me llevaste a St. Louis, más tarde (río abajo).
Un extraño dijo que ella había estado acá
Pero se había ido, se había ido.
Le encontré la huella en Memphis,
Pero ella subió andando por la calle.
Levantó un poco la ceja y después siguió andando sola.
Ahora, no golpearás por Baton
Rouge,
Río Reina, hacelo correr.
Llevá a esa mujer abajo a New
Orleans, New Orleans.
Dale, ya tuve suficiente;
Tirá mi tristeza abajo en el golfo.
Ella te ama, Gran Río, más que a mí.
Ahora le enseño al sauce llorón cómo llorar,
Y enseño a las nubes cómo tapar un cielo claro.
Y las lágrimas que derramé por esa mujer van a inundar tu Gran Río.
Después voy a sentarme acá hasta morir.
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- Tom Waits ( California , 1949)
Quizás habría que prescindir ahora de la búsqueda del exacto punto que describa a Tom Waits y abocarse a intentar aunque sea entender qué es lo que hace de Tom Waits un cantautor tan singular. Alguna vez Rodrigo Fresán escribió que Waits, de la palabra compuesta cantautor, tiene más de autor que de canta: es de esos tipos que cuentan una historia. Como Lou Reed, como Ray Davis de los Kinks, como Belle and Sebastian, como Leonard Cohen. La historia que canta Tom Waits, con múltiples variaciones que sin embargo son siempre aliteraciones de sí mismas, es la historia del chico que se va de su casa en pleno desierto norteamericano y recorre a dedo las carreteras hasta llegar a la gran ciudad. Es la historia del borracho de un bar perdido de un pueblo perdido que en la barra se pega un tiro en el medio de la sien. Es la historia de un hombre desesperado llamando a Martha, su novia de la adolescencia, para decirle que partir del día en que se separaron, 30 años atrás, su vida ha sido un implacable derrumbe.
La voz carrasposa y arenosa de Waits ha servido de soundtrack para muchas películas, sobre todo de Jim Jarmusch, con quien ha establecido un vínculo artístico de alta proyección en el séptimo arte. También ha oficiado de actor en algunas cintas. Mencionamos esto porque la imagen que se ha forjado Waits de sí mismo es ambivalente: por un lado es un muchacho reacio a las primeras planas, que prefiere la reunión de alcohólicos anónimos al salón de la fama. Por otro lado, es ese músico carismático y jocoso que deslumbró con su humor punzante y rápido cuando lo entrevistaron públicamente en nuestro país. Sin dudas, Tom Waits es esos y muchos más. Su discografía mutante así lo atestigua. Desde los primeros discos bajo el sello Asylum, de canciones tristes rasgadas en las curdas oxidadas de un piano, pasando por su periodo más funky, incursionando también en sonidos de complejísima catalogación, que parecen por momentos un buen salvaje, con garrote en mano, haciendo un uso libre y perverso de los sonidos más exquisitos de la música clásica.
Por lo pronto, el viejo lobo, el gruñón de Tom Waits, que dejó el alcohol y viaja acompañado de su mujer, una profesora de literatura que no lo deja aferrarse a ninguna botella, seguirá cantando esas canciones de y para borrachos, pero ahora narrando todo desde el lugar de quien ya la vivió, y quizás animándose a dar algún que otro consejo, desparramando aquí y allá algún guiño.
Una letra de Tom Waits
“Misery is the River of the World”, Blood Money
Misery's the River of the World
Misery's the River of the World
The higher that the monkey can climb
The more he shows his tail
Call no man happy 'til he dies
There's no milk at the bottom of the pail
God builds a church
The devil builds a chapel
Like the thistles that are growing
'round the thrunk of a tree
All the good in the world
You can put inside a thimble
And still have room for you and me
If there's one thing you can say
About Mankind
There's nothing kind about man
You can drive out nature with a pitch fork
But it always comes roaring back again
For want of a bird
The sky was last
For want of a nail
A shoe was last
For want of a life
The knife was last
For want of a toy
A child was last
Misery's the River of the World
Misery's the River of the World
Everybody Row! Everybody Row!
Misery's the River of the World
Misery's the River of the World
Everybody Row! Everybody Row!
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La Miseria es el Río del Mundo
La Miseria es el Río del Mundo
Cuanto más alto trepa el mono
Más muestra la cola
No digas que un hombre fue feliz hasta que muera
No hay leche en el fondo del balde
Dios construye una iglesia
El diablo construye una capilla
Como los cardos que están creciendo
Alrededor del tronco de un árbol
Todo lo bueno que hay en el mundo
Entra en un dedal
Y todavía queda lugar para nosotros
Si hay algo que podés decir
Sobre el Género Humano
Es que no hay nada bueno en el hombre
Podés intentar correr su naturaleza con un tenedor levantado
Pero siempre vuelve rugiendo de vuelta
A pedido de un pájaro
El cielo es último
A pedido de una uña
El zapato es último
A pedido de una vida
El cuchillo es último
A pedido de un juguete
Un niño es último.
La Miseria es el Río del Mundo
La Miseria es el Río del Mundo
¡Todo el mundo remar! Todo el mundo a remar!
La Miseria es el Río del Mundo
La Miseria es el Río del Mundo
¡Todo el mundo remar! ¡Todo el mundo a remar!
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- Nick Cave (Warracknabeal, Australia, 1957)
Nick Cave es un hombre obsesionado. Su ultimo disco, Dig Lazarus Dig!, lo vuelve a demostrar. Se trata de un disco conceptual, una reescritura en rock crudo del mito de Lázaro. La literatura, las formas más oscuras de la religión, la filosofía alemana y ciertas expresiones primales del rock y el punk son algunas de las obsesiones de uno de los artistas más complejos que ha dado la música del siglo XX. Y quien escuche los últimos discos de Nick Cave (el intimista The boatman´s call, esa joya que es No more shall we part, el algo fallido Nocturama, su álbum blanco The Lyar of Orpheus/Abbatoir Blues y el reciente Dig Lazaurs Dig!) tiene que tener en cuenta que la música de Cave no fue siempre así.
Al principio de los días, cuando Nicholas Edward Cave era un joven australiano que vivía en el asfixiante pueblo de Warracknabeal, formó una banda, The Birthday Party, que se propuso la tarea de sintonizar con el movimiento punk pero agregándole a esa música directa una furia y un lirismo que ni el mejor punk jamás imaginó. El resultado es un puñado de discos de difícil escucha, y algunos videos que se pueden rastrear en you tube y que muestran a Cave con el pelo largo, la ropa desgarrada, una remera manchada de sangre, arrastrándose por el piso de un escenario y dando auténticos alaridos al micrófono. Sería desacertado decir que luego Cave se domesticó. De ningún modo. Vinieron una serie de discos con su banda los Bad seeds (un crisol de músicos de diversa especie que parecen entender los golpes oraculares de Cave como nadie, con nombres como Mick Harvey, Blixa Bargel y otros), con una poética más refinada y en donde empezaban a despuntar las obsesiones conceptuales y humanas más claras de Cave. De esa cosecha están, por ejemplo, el gran Let love in o The good son, grabado en Brasil, en donde nació el hijo de Cave.
En esos días de los Bad Seeds, la relación de Nick Cave con las drogas era cercana. Tras una larga estadía en el infierno de la heroína, llegó el día en que una sobredosis lo dejó en la cornisa desde donde se ve la muerte. La parca golpeó a su puerta, pero Cave despertó. Por milagro, por accidente, por diseño, pero despertó. Y a partir de aquella experiencia, Cave se volvió un músico infinitamente más complejo pero al mismo tiempo más directo, disparando esquirlas que se clavan justo en el medio del inconsciente. Y curiosamente, como si hubiera perpetrado un pacto fáustico con el diablo, Cave parece no envejecer. Sus discos son refinados pero cada vez más arriesgados, como si recién estuviera en una primera estación y le faltara penetrar lo bosques más espesos de la creación musical.
Una letra de Nick Cave
“Saint Huck”, From her to eternity
Born of the river,
Born of its never-changing, never-changing murky water
Huck standing like a Saint, upon its deck
If ya wanna catch a Saint,
then bait ja hook, let's take a walk...
'O come to me!, O come to me!' is what the dirt-irty
say to Huck... HUCK
woah-woah, woah woah!
Saint Huck! Huck!
Straight in the arms of the city goes Huck,
down the heckoning streets of op-po-tunity
whistling his favorite river-song...
And a bad-bline-nigger at the piano
Buts a sinister-bloo-lilt to that sing-a-long
Huck senses somthing's wrong!
Sirens wail in the city,
and lil-Ulysses turn to putty
Old man River's got a bone to pick!
Our boys hardly got a bone to suck!
He go, woah-woah, woah woah!
Saint Huck! Huck!
The mo-o-o-on, its huge cycloptic eye
watches the city streets contract
twist and cripple and crack.
Saint Huck goes on a dog's-leg now
Saint Huck goes on a dog's-leg now
Why, you know the story!
Ya wake up one morning and ya find your a thug
blowing smoke fings in some dive
Ya fingers hot and itchin, cracking ya knuckles
Ya bull neck briseting...
Still Huck he ventures on whistling,
and Death reckons Huckleberry's time is up,
O woah woah woah!
Saint Huck! Huck!
Yonder go Huck, minus pocket-watch an' wallet gone
Skin shrinks wraps his skeleton
No wonder he got thinner, not, with his cold'n'skinny dinners!
Saint Huck-a-Saint Elvis, Saint Huck-a-Saint Elvis
O you recall the song ya used to sing-a-long
Shifting the river-trade on that ol' steamer
Life is only a dream!
But ya trade in the Mighty ol' man River
for the Dirty ol' Man Latrine!
The brothel shift
The hustle'n'the bustle and the green-backs rustle
And all the sexy-cash
And the randy-cars
And the two dollar fucks
O o o ya onto luck, onto luck
Woah-woah-woah-woah
Saint Huck! Huck!
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Nacido del río
Nacido de su nunca cambiante, nunca cambiante / Agua turbia
Huck parado como un Santo, sobre su cubierta
Si querés atrapar a un Santo,
Poné la carnada en el anzuelo, vamos a dar una vuelta
¡Vení a mí! ¡Vení a mí! Es lo que el sucio le dijo a Huck…HUCK
¡woah-woah, woah woah!
¡Santo Huck! ¡Huck!
derecho a los brazos de la ciudad va Huck,
calles de la op-por-tunidad
silbando su canción preferida sobre el río
y un negro en el piano
toca un siniestro bloo-lilt para un sing-a-long
¡Huck siente que algo está mal!
Las sirenas sollozan en la ciudad,
Y lil-Ulises se vuelve arcilla
¡El viejo del Río tien un hueso para juntar!
¡Nuestros chicos apenas tienen un hueso para chupar! / Él va, ¡woah-woah!
¡Santo Huck! ¡Huck!
La lu-u-u-una, su enorme ojo de cíclope
Ve las calles de la ciudad contraerse
Torcerse, deshacerse y quebrar.
El Santo Huck va en la pata de un perro ahora
El Santo Huck va en la pata de un perro ahora
Porque, ¡sabés la historia!
Te despertás una mañana y te das cuenta de que sos un asesino
Haciendo aros de humo en algún antro
Los dedos calientes te duelen, sonándote los nudillos/ tu cuello de toro
Sin embargo Huck se aventura a seguir silbando
Y la Muerte estima que el tiempo de Huckleberry terminó! / O woah…
¡Santo Huck! ¡Huck!
Miralo irse a Huck, sin reloj de bolsillo ni billetera
La piel ajustada envolviéndole esqueleto
Sin dudas está más flaco, no, con sus cenas frías y esqueléticas!
Santo Huck-un-Santo Elvis, Santo Huck-un-Santo Elvis, / O te acordás de esa canción que solía cantar / Cambiando la dirección del río en aquel viejo impulso/ La vida es solo un sueño!
Pero negociás con la Piedad del viejo del Río
Por la Sucia Letrina del viejo
El burdel cambia
La prisa y el ruido y las espaldas-verdes
Susurran
Y todo el efectivo-sexy
Y los autos tumultuosos
Y las cogidas de dos dólares
O o o estás de suerte, estás de suerte
Woah-woah-woah-woah
Santo Huck! Huck!
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La música folk es, en primera instancia, música popular, cuya incidencia en el nervio social luego le fue relegada a lo que conocemos como, justamente, música pop. Es la música de una comunidad y a veces es el himno de un territorio. Por eso, el hecho de que un tema de Woody Guthrie se haya consagrado como escucha obligatoria en muchas escuelas primarias de los Estados Unidos es, por lo menos, una gloria, algo así como una cima. Guthrie es… ¿cómo definirlo? Es un prócer perdido en el desierto, un mito esquivo y silencioso, la figurita imposible en el álbum de los años cincuenta. Muchas de sus canciones están archivadas en la Librería del Congreso, lo que en el país del norte es una forma extraña pero implacable de la consagración, tanto en música como en literatura. Que te archiven es similar a que te consagren.
Woody Guthrie es un precursor en la canción folk de protesta. No es casual que cuando un muy joven músico de Minessota, hoy conocido alrededor del globo como Bob Dylan, empezó a dar sus primeros pasos en la selva oscura de la interpretación acústica de una tradición, haya hecho una especie de viaje iniciático, hoy mitificado hasta la luna y más allá, para conocer a su ídolo, el fantasmático Woody Guthrie. Sería lindo decir que Dylan viajó por mar y por tierra para encontrar a su ídolo, pero lo cierto es que viajó únicamente por tierra, por tierras ásperas y resecas, eso sí, hasta el Brooklyn State Hospital en donde Guthrie estaba postrado. Ese viaje fundacional en el mayor artista folk de la historia del género fue un disparador para que sobre Guthrie se operara ese mecanismo de la industria cultural que llamamos rescate.
Como la vida de Johnny Cash, la de Guthrie fue profusa en desgracias. Es como si el género mismo estampara una marca a sus músicos, y los intérpretes folk fueran algo así como rapsodas que vienen a cantar las desgracias modernas de las tierras encontradas del otro lado de Europa. Quizás a raíz de esa vida atorbellinada en la que de milagro no se ahogó, Guthrie fue uno de los precursores en esa expresión fractal que ya ha trazado una bellísima tradición y que es la autobiografía oral del músico folk. El libro se llama Bound for Glory, y se editó en 1943. Un crítico literario escribió: “Algún día la gente se va a dar cuenta de que Bound for glory, así como las diez mejores canciones de Guthrie, son un indiscutible patrimonio nacional”.
Una letra de Woody Guthrie
“Worried man blues”, Worried man blues
I went across the river
I lay down to sleep
I went across the river
I lay down to sleep
When I woke up
Had shackles on my feet
It takes a worried man
To sing a worried song
It takes a worried man
To sing a worried song
I'm worried now
But I won't be worried long
Twenty-one links
Of chain around my leg
Twenty-one links
Of chain around my leg
And on each link
'S an initial of my name
I asked that judge
What's gonna be my fine
I asked that judge
What's gonna be my fine
Twenty-one years
On the Rocky Mountain line
That train pulled out
Twenty-one coaches long
That train pulled out
Twenty-one coaches long
And the woman I love
Is on that train and gone
Twenty-one years
Pay my awful crime
Twenty-one years
Pay my awful crime
Tweny-one years
And I still got ninety-nine
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Crucé el río
Me acosté a dormir
Crucé el río
Me acosté a dormir
Cuando me desperté
Tenía grilletes en los pies
Lleva a un hombre preocupado
A cantar una canción preocupada
Lleva a un hombre preocupado
A cantar una canción preocupada
Estoy preocupado ahora
Pero no por mucho tiempo
Veintiún eslabones
De cadena alrededor de la pierna
Veintiún eslabones
De cadena alrededor de la pierna
Y en cada eslabón
Hay una inicial de mi nombre
Le pregunté al juez
Cuál iba a ser mi multa
Le pregunté al juez
Cuál iba a ser mi multa
Veintiún años
En la vía de Rocky Mountain
Ese tren descarriló
Veintiún vagones de largo
Ese tren descarriló
Veintiún vagones de largo
Y la mujer que amo
Está en ese tren y se ha ido
Veintiún años
Pagar mi crimen horrible
Veintiún años
Pagar mi crimen horrible
Veintiún años
Y todavía tengo noventa y nueve
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La casa familiar de Bill Callahan, lider de Smog y compañero de Joanna Newsom, está en Sylver Spring, una ciudad en la cual, según la Oficina de Relevamiento Geográfico de los Estados Unidos, no hay una sola gota de agua. Entonces, uno piensa, puede que de allí provenga ese desinterés por el río que da título a este álbum lanzado en el 2005: Un río no es mucho para querer.
Pero basta con escuchar algunas canciones nada más (como Rock Bottom Riser, Valley Maker o Running The Loping) para darse cuenta de que en realidad el río fluye subterráneo en la música como una presencia continua. Ese desprecio, percibido como primera impresión, se revela como el comentario resentido de quien en realidad intenta ocultar una añoranza desgarrada tras el velo fingido del descrédito.
Toda la inteligencia y la sensibilidad que Smog imprime en este trabajo, hacen que el resultado final sea un álbum que, como bien señala en una reseña Andrew Brown, “tiene más en común con los grandes libros que con los grandes álbumes de rock”. Y hay letras, en las que como en esta, es imposible no darle la razón.
Una letra de Smog
“Valley Maker”, A river ain´t too much to love
With the grace of a corpse
In a riptide
I let go
And I slide slide slide
Downriver
With an empty case by my side
An empty case
That’s my crime
And I sing (Say Valley Maker)
To keep from cursing
Yes I sing (Say Valley Maker)
To keep from cursing
River Oh
River End
River Oh
River End
River Go
River Bend
Take me through the sweet valley
Where your heart blooms
Take me through the sweet valley
Where your heart is covered in dew
And when the river dries
Will you bury me in wood
Where the river dries
Will you bury me in stone
Oh I never really realized
Death is what it meant
To make it on my own
Because there is no love
Where there is no obstacle
And there is no love
Where there is no bramble
There is no love
On the hacked away plateau
And there is no love
In the unerring
And there is no love
On the one true path
Oh I cantered out here
Now I’m galloping back
So bury me in wood
And I will splinter
Bury me in stone
And I will quake
Bury me in water
And I will geyser
Bury me in fire
And I’m gonna phoenix
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Con la gracia de un cadáver
En aguas revueltas
Me dejo ir
Y me deslizo, deslizo, deslizo
Río abajo
Con una valija vacía a mi lado
Una valija vacía
Eso es un crimen
Y canto (Di Hacedor de Valles)
Para evitar maldecir
Sí, canto (Di Hacedor de Valles)
Para evitar maldecir
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