el interpretador narrativa

Elegir o no elegir, 
that is la prablem

por V�ctor Hugo Viscarra

Presentaci�n, por Nicolas Garc�a Recoaro

Presentaci�n

por Nicolas Garc�a Recoaro*

El Bukowski boliviano

����������� Los pace�os cuentan que si te das una vuelta por los barcitos de mala muerte que est�n cerca del Cementerio General, pod�s encontrar ese mundo que camin� V�ctor Hugo Viscarra, durante sus m�s de treinta a�os de vida en la calle. ?El Bukowski boliviano?, me dijo el vendedor al que le compr� ?Avisos necrol�gicos? (Correveidile, 2005), cuarto libro de relatos de este escritor marginal pace�o.

V�ctor Hugo naci� en la capital boliviana, un 2 de enero de 1956. ?La Paz es una ciudad que odio. El fr�o, la marginaci�n, todo me hace odiarla?, explicaba Viscarra sobre la urbe que lo maltrat� desde su adolescencia. Y fue en aquellos a�os donde decidi� que los caminos de la subsistencia en la calle y la escritura ser�an su destino. ?Se podr�a decir que estoy demasiado emputado con mi existencia. Cada d�a que pasa, ni bien le estoy pescando gustito al sue�o, �zas!, un puntapi� disfrazado de negro me recuerda que tengo que levantarme y seguir caminando sin tener a donde ir. Porque para los miserables como yo, no existe el derecho de dormir nuestro cansancio encima de una tarima del pasaje Tumusla?, escup�a Viscarra en Sobre llovido, llorado.

Narrador del margen y due�o de un lenguaje directo que atrapa, Viscarra escribe sobre lo que conoce: el insoportable fr�o pace�o, el alcohol, la marginalidad. ?Jam�s podr�n decir que V�ctor Hugo escrib�a sobre lo que no sab�a, como ocurre con varios escritores borders de moda?, me coment� la escritora y editora Virginia Ayll�n. Relatos cortos y de un estilo similar al cross arltiano; historias autobiogr�ficas que recuperan fragmentos de la vida errante donde el humor �cido y la agudeza se posan sobre la explotaci�n que viven los marginados: ?Y es que el k�epiri (cargador de mercado) es el mismo hombre que hace m�s de tres d�cadas ha llegado del campo a la ciudad (de donde m�s iba a llegar), y ante el rechazo que recibi� tanto de los pobladores como de la misma ciudad, decidi� quedarse a vivir en ella, aunque tenga que ser tratado peor que una visita indeseable?.

Viscarra eligi� vivir en la calle hace m�s de tres d�cadas. Esas calles donde no ten�a nada que perder, donde caminar la noche con un abrigo y su botellita fueron construyendo su universo. S�lo unos papeles garabateados que atesoraba en los bolsillos de su saco, guardan esas caminatas nocturnas. Cuando pesaban demasiado, quedaban olvidados en cualquier rinc�n de un boliche o junto al banco de una plaza. Lo que atesoraba V�ctor Hugo no necesitaba espacio f�sico. En su �ltimo libro vaticin� su muerte antes de llegar a los cincuenta a�os. Se fue en mayo de 2005, ten�a 49 a�os.

*Nicol�s G. Recoaro. Escritor y licenciado en Cs. Comunicaci�n. Public� 27.182.414 (Editorial Yerba Mala Cartonera, 2007) y mantiene el blog:www.losodex.blogspot.com

mail:

*****************************************

Elegir o no elegir, that is la prablem

V�ctor Hugo Viscarra

����������� Mi madre siempre me hab�a dicho que el d�a en que me case tenga mis wawas, y su pap� me los quiere pegar, al tener que elegir entre �l y mis hijos, primero van a ser las wawas, y que el hombre ese se vaya por donde ha venido. Adem�s, he tenido la suerte de haberme separado del Valent�n, que, cuando estaba borrach�simo era m�s terco que una mula, y a las wawas les encajaba sus tremendas patadas por donde me las pescaba, y si yo me met�a a defenderlas, toda la yapa era para m�. Y al d�a siguiente ten�a que ir al mercado cojeando, con mis ojos verdes, mi boca rota, y algunas de mis costillas m�s rotas todav�a.
����������� En cambio, el Severino ha demostrado que es mucho m�s hombre que el verdadero pap� de mis wawas. Siempre se est� preocupando que a ellas (las siete son mujercitas) no les falte por lo menos el pan para su desayuno, y siempre les est� acariciando y aconsej�ndoles como solamente los verdaderos pap�s deber�an hacerlo, para que sean mujeres de provecho, y que los llockallas de este barrio no se aprovechen de ellas (la mayorcita ya va a cumplir quince a�os).
����������� Tambi�n me dec�a mi madre que cada ni�o, cuando nace, viene con su marraqueta bajo el brazo, cosa que no pase hambre cuando sea grande. Quisiera saber qui�n ha sido el tarado que se ha inventado semejante mentira, porque desde mi primer embarazo (siete mujercitas y dos fracasos), todas y cada una de las wawas siempre me han tra�do problemas, deudas por aqu� y por all� y su pap� siempre borracho. En vez de traer plata para alimentar a sus cr�as, solamente ven�a al funqui ? funqui, y yo, zonza, al poco tiempo con la panza crecida, y el dinero no alcanzaba para comprar un poco de arroz. �Y vaya si no sabr� yo c�mo comen esas criaturas de porquer�a! Siete bocas, m�s la m�a, la de mi anterior marido y de esos sus amigotes que se tra�a de noche al cuarto para seguir tomando sus tragos, mientras las wawas y yo meta estarles atendiendo para que sus tragos est�n bien calentitos?
����������� Por eso es que lo he botado a la calle. Andate m�s all� de la mierda, le he dicho, y como estaba agarrando un palo de escoba, si no me hac�a caso le hubiese roto su calavera, as� como tantas veces �l me ha roto a m� la cabeza. A ver, �d�nde se ha visto que un marido tenga que estar prestando dizque a su mujer a su mejor amigo?... Una noche, cuando lleg� con el Adalid, completamente borracho, a su amigo le hizo sentar en una de las sillas y a la mayorcita le mand� a esas horas hasta la Buenos Aires para que compre un litro de alcohol. Sinverg�enzamente me ha dicho:
����������� -Hijita, �ste es el Adalid, un gran amigo que lo he conocido esta ma�ana en lo de do�a Lucha, y todo el d�a me ha invitado trago y comida, as� que te pido que no te enojes con �l, y lo trates de buena manera, porque este caballero es mi mejor amigo.
����������� Nada hubiera parado si es que entre los dos animales hubiesen estado tomando tranquilos y a las wawas me las hayan dejado dormir. Pero a eso de las tres de la madrugada nuevamente se me acerc� el Valent�n para decirme:
����������� -�Sabes? Mi amigo vive en Viacha, y como a estas horas no hay micros para que lo lleven hasta all�, hacele campito en la cama para que duerman un rato contigo, porque parece que le est�n haciendo fr�o, y se puede enfermar.
����������� �Habrase visto tanta sinverg�enza! Yo mat�ndome por mis hijas, y el desgraciado pidi�ndome que duerma con el que hab�a invitado todo el d�a. ?Moda esquimal?, me dec�a. Esa noche he llorado como magdalena, y calladita me aguant� mi rabia con tal de que las chicas no se despierten y se den cuenta de la clase de padre que ten�an. (A prop�sito, �qui�n ser� esa tal Magdalena? Tanto he escuchado hablar de ella, que siempre la menciono como si la conociera).
����������� Y como le iba contando, durante hartos meses me he aguantado lavando la ropa para la gente, ocho pesos la docena sin planchar, y con planchado doce. Al mediod�a me iba hasta la escuelita cerca del puente para vender a los alumnos aj� de fideos, y a veces, lo que me sobraba, digo, lo que no pod�a vender, ten�a que darles de tragar a mis wawas para que no se mueran de hambre, o se vayan a quejar a esa radio donde te hacen trapo si maltratas o no das de comer a tus hijas. Fregadas son esas cosas, porque la gente se llega a enterar hasta de lo que uno no hace, y los vecinos, despu�s, te miran con mala cara. �Como si yo no supiera las cosas que les dicen a las que all� son denunciadas!
����������� Por suerte, cuando me llevaron a una fiesta a la que nadie me hab�a invitado, lo conoc� al Severino, y desde aquel d�a no me import� que �l tambi�n sea un borracho y mujeriego (aunque s�lo s� que la Ernestina, la Encarna, la Ely, la Portu y la Simona han sido sus compa�eras de escuela). Cada s�bado me entrega sagradamente lo que ha ganado dici�ndome ?para la comida de las wawas?, y no me importa que despu�s se vaya al K�ullko a tomarse sus traguitos, con tal de que se recoja sin meter bulla. En eso, �l es bien caballero.
����������� Muchas veces yo le he enrostrado todas las macanas que las envidiosas me meten en la cabeza, y a pesar de que una noche me ha sacado mi recontraputamadre por estar haciendo caso de los chismes, estoy segura de que nunca me ha mentido, y que cada d�a que pasa, el cari�o que nos tiene, especialmente a mis hijas m�s grandes, es el de un verdadero padre. Adem�s, de noche, cuando las wawas ya est�n durmiendo y los dos solitos estamos? �Ay, si supieran las cositas que me hacen!...
����������� Pero, ahora �l me ha amenazado con que quiere irse a otra ciudad, porque ya se ha cansado de trabajar para mantener a las hijas de Valent�n, quien, dicho sea de paso, desde el d�a en que lo bot�, no me ha mandado ni un solo centavo para sus cr�as. Ya se peden imaginar lo que cuesta el darles de comer, vestir, mandarlas a la escuela, y cuando se enferman, ah� se pone peliaguda la cosa, y una tiene que estar de calvario en calvario para que por lo menos le den aunque sean muestras m�dicas.
����������� S�, pues, el Severino me ha dicho que a �l no le importar�a seguir sacrific�ndose por las chicas, pero, ellas, de puro ingratas que son, no le demuestran ni un poquito de cari�o, y las m�s grandecitas, a veces ni se dejan acariciar por el Sefe, que coma ya dije, es un verdadero marido, y por lo tanto, un gran padre.
�l se quiere ir a otro lugar, me ha dicho que si le acompa�o, entre los dos podemos rehacer nuestras vidas, y que si no me deshago de las wawas �l se va a ir solito. Yo s� que tengo que sacrificarme por mi felicidad, con el Severino siempre he estado protegida, y es justo tambi�n que yo tenga mi recompensa. Adem�s, las chicas tienen a su padre, y es �l quien tiene que darles todo lo que necesitan, y, por si fuera poco, cuando ellas tengan hambre, que coman de la marraqueta que se han tra�do bajo el brazo el d�a que nacieron? Con las boquitas que se gastan, si supieran las cosas que me dicen cuando a las m�s grandecitas les llamo la atenci�n si llegan un poco tarde al cuarto, de puta no me bajan, como si no supieran los sacrificios que una tiene que hacer para que no les falte nada. A veces, me dan ganas de mandarlas a cierta parte, pues como tienen su �ngel de la guarda, �l que las cuide, porque, lo que es yo, ya estoy aburrida de tener que estar pele�ndome a cada rato con ellas, y al final de cu�ntas, ya bastante trabajo he tenido que haberlas parido.
����������� Lo que es yo, con tal de no separarme del �nico hombre que me ha querido, aunque esa noche me haya sacado la infundia, lo voy a seguir a donde sea. Mi mayorcita la pr�xima semana va a cumplir sus quince, y como yo no estoy para estar empe�ando mi alma al demonio, claramente le he dicho que no cuente para nada conmigo con eso de que hay que hacerle una fiesta ni nada por el estilo. Por eso, desde hace meses, ella se ha metido a trabajar con mi compadre que tiene su pensi�n en la parada de los minibuses, y como ella es su madrina de bautizo, le paga bien nom�s, y la plata que le da, yo se lo estoy guardando, porque ella es capaz de gast�rselo con sus amiguitas, y al final no va haber ni para fiesta ni para nada.
����������� Todo lo tengo bien pensado. Ma�ana, cuando ella se vaya a trabajar, las otras a la escuela y las m�s ch�itis a la guarder�a, con esa plata yo y el Severino nos vamos a ir lejos de aqu� para empezar a vivir de nuevo. La mayorcita, si quiere fiesta de quince, que escuche la radio (aunque tambi�n me la voy a llevar). Con tal de estar al lado de �l, mis wawas que se jodan, yo s� que, como todav�a soy joven, Diosito me va a estar mandando otras wawitas.

V�ctor Hugo Viscarra

Agradecemos a Nicol�s Garcia Recoaro por facilitarnos este material, publicado originalmente en la Editorial Yerba Mala Cartonera.

el interpretador acerca del autor

V�ctor Hugo Viscarra

Escritor y poeta pace�o. Naci� en la ciudad de La Paz en 1956. Public� "Coba. Lenguaje secreto del hampa boliviano" (1981), "Relatos de V�ctor Hugo" ((1996), "Alcoholatum y otros drinks" (2001), "Borracho estaba pero me acuerdo" (2003) y "Avisos necrol�gicos" (2005). Falleci� en mayo de 2005 en la ciudad de La Paz.

Direcci�n y dise�o: Juan Diego Incardona
Consejo editorial: In�s de Mendon�a, Camila Flynn, Marina Kogan, Juan Pablo Lafosse, Juan Leotta, Juan Pablo Liefeld
Control de calidad: Sebasti�n Hernaiz

Im�genes de ilustraci�n:

Margen inferior: Gottardo Ciapanna, Adamo ed Eva (detalle).