el interpretador poesía
 

Barón B. Extra Brutt

 

El suicida

por Silvio Mattoni

izquierda: Raúl Barón Biza -el padre-; derecha: Jorge Barón Biza -el hijo.

 

 

 

En el departamento no se escucha

sino el pesado vuelo de una mosca

y la birome en el papel poroso.

¿Será la primavera que se acerca?

Dejemos los papeles y ya abramos

la ventana. Si él hubiera disuelto

azúcar en un café, innecesario

para el domingo a la mañana,

¿habría medido mentalmente los trece

pisos del edificio? Yo me dormía

muy tarde, antes que los rosados dedos

de la aurora me quemaran, y él

la esperaba como un condenado

que no tuvo juicio. Los otros duermen.

El pegajoso sueño de la infancia

se escurre en el desagüe de la ducha.

Él no quiso piedad porque sabía

que no cabe en el mundo: terminar

con todo, reventar contra el suelo

las pesadillas familiares, más livianas

de tan novelescas. ¿Quién afrontaría

los traumas de la vejez, el asedio

de la pobreza, la decadencia

de la memoria, cuando un solo paso

lo libera de golpe? Mis recuerdos

de su humor se vuelven ingratas

anécdotas, premoniciones, fuegos

fatuos. ¿Todos seremos, como él,

sólo un texto? No, si la cadena nos tira

hacia el vacío, desechados, esto

prueba que fuimos: imágenes del otro

que vimos, atesoramos u olvidamos

en nuestra fragilidad y que la ajena

reclama para no desaparecer.

Yo no lo vi, él no podía sentir

fuera del círculo que se achicaba

con su cadena. ¿Era el abismo

enrollándose solo, o sus pasos

rengueando se enredaban y acortaban

el diámetro posible? Ni la hebra

finísima y continua de algún vicio

se resistía a caer. Leo su obra

cuando no puedo imaginarlo vivo,

y tras la cortesía y la abstinencia

descubro las ocultas, intragables

porciones del dolor que lo mató.

Nada, cajas con cosas, la poesía

alejándose hacia el campo

de una juventud derrochada

y recobrada. ¿Adónde apoyó

su bastón la penúltima vez?

¿Cerca de la ventana o lejos

para que los puntazos en la pierna

le dieran impulso? ¿O cayó al suelo

y rebotó sin quebrarse cuando él

ya no tenía pensamiento ni era

más que una carne destinada al horno?

La ejecución, la cremación, el pan

leudan adentro, legados de palabras

de orden. Si hablo del amor fati,

pierdo piedad, pero alguien gana

la memoria que escribe sin volver

a la desfiguración. ¿Cuál sería

el sabor en su boca esa mañana,

cuando por fin la noche se iba abriendo?

 

 

Silvio Mattoni

 

*“el suicida”  fue publicado originalmente en el diario La voz del interior y luego en el libro Poemas sentimentales, editado por Siesta, de donde lo hemos extraído.

 

 

 

 
el interpretador acerca del autor
 
             

Silvio Mattoni

Nació en Córdoba en 1969.

Ha publicado: El bizantino (1994), Tres poemas dramáticos (1995), Sagitario (1998), Canéforas (2000), El país de las larvas (Paradiso, 2001), Hilos (Alción, 2002), El cuenco de Plata (Interzona, 2003).

En 1992 ganó el concurso de poesía "Enrique Pezzoni". Algunos de sus numerosos ensayos integraron el volumen Koré (Beatriz Viterbo, 2000), por el cual recibió un premio del Fondo Nacional de las Artes.

Da clases de Estética en la Universidad de Córdoba.

Ha traducido libros de Catulo, Valéry, Giorgio Agamben, Michaux, Bataille, Francis Ponge y Cesare Pavese, entre otros.

Número 13: abril 2005 - Oscura noche en vuelo (poesía)

Número 14: mayo 2005 - Trabajos de amor perdidos (poesía)

Número 18: septiembre 2005 - El amor y el origen de la poesía (ensayos/artículos)

 
   
   
 
 
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Imágenes de ilustración:

Margen inferior: Lukasz Banach, Obra (detalle).