Ilustración: Daniel Santoro, Invierno en la ciudad infantil II.

el interpretador columnas mensuales

 

Perlas en el Fango

(cine por cable en Argentina)

Febrero 2007

por Hernán Sassi

IMPORTANTE: Independientemente de la periodicidad que tenga
la revista, esta columna se actualizará mensualmente. 
 

 

 

     

     

    Este foro no pasa de una exaltada y arbitraria recomendación de algunas películas tanto para involuntarios insomnes, como para quienes sólo buscan en la pantalla chica el preludio del sopor y la somnolencia del imaginario onírico en el que nos adentramos cada noche.

     

    Desafiando las ínfulas del título de esta columna –mendaz como pocos– y sus vanos fastos, aquí se encontrarán recomendaciones que irán de lo camp o kitsch (la coca Sarli es una habitué pero también algún día aparecerán Ed Wood y Jorge Polaco), el cine “infantil” o la patriotera y oportunista reivindicación del nuevo cine nacional, a las altas cumbres de maestros de la talla de I. Bergman, A. Tarkovski u O. Wells, pasando por los clásicos del tiempo en el que Hollywood hacía que el latiguillo “industria de los sueños” fuera algo más que una torpe etiqueta, sin olvidar por cierto algo que podríamos llamar –como en el campo de la música algunos denominan world musicworld movies, que incluiría a cineastas como Kiarostami o Tsai Ming Liang.

     

    Dichas recomendaciones están dedicadas a aquellos que hacen justicia colgándose del cable –y por ende, no tienen cómo saber qué demonios se ofrece cuando se sientan frente a la tele–, a quienes pagando las excesivas tarifas se niegan a abonar unos pesos extras por la impresentable revista que se les entrega, y por último, a aquellos que, teniendo ese pasquín en sus manos –pero perteneciendo a esa vasta fauna de televidentes forjados a golpe de imbecilidad del peor cine de Hollywood; me refiero a quienes les resulta igual La dolce vita que la última de Matt Damon, o lo que es peor, la última de Mel Gibson, quien para colmo se cree director–, de vez en cuando perciben que deberían ver algo “como la gente”, pero no saben diferenciar los materiales nobles de los prescindibles y hasta despreciables.

     

    Primera advertencia al lector. Trate de desconfiar de todolo que se recomienda en este foro. El ánimo de quien escribe, el sueño, la fiaca, la poca oferta de filmes de culto y la velocidad con la que se arma esta infamia pueden llevarlo a recomendarle tanto bodrios absolutos como a pasar por alto grandes perlas. Junto a obras de A. Hitchcock, F. Truffaut o S. Kubrik pueden aparecer películas tales como Y tu mamá también, El faro o películas de Palito Ortega, filmes impresentables para cualquier cinéfilo digno de ese presuntuoso mote.Por lo dicho, no sea ingenuo y sospeche de esta democrática lista.

     

    Segunda advertencia al desconcertado lector. No son pocas las noches en las que, presos la abulia o el cansancio, corremos al televisor con el ánimo de encontrar algo que nos libere de ese estado autista en el que nos deja el día despiadado. Y reconozcámoslo, lo hacemos porque no tenemos a alguien que nos rescate y no nos queda otra, de lo contrario, ¿qué mierda estaríamos haciendo frente a la tele si tuviéramos a nuestro lado un cuerpo escultural que incita nuestros más bajos instintos o si tuviésemos una fortuna incalculable y todo el tiempo para derrocharla? Los que lo tienen –tanto una cosa como la otra– les aseguro, no miran películas de Bergman o de Fellini, si no pregúntenle a Pancho Dotto o al Sr. Constantini. Decía que prendemos el televisor un poco desesperados, leemos esta lamentable columna para orientarnos entre la maraña de imbecilidad televisiva y, descorazonados, nos encontramos con que los programadores de turno del cable decidieron proyectar cualquier cosa menos lo anunciado. Por ello –y atajándonos de injustificadas imprecaciones– la casa no se responsabiliza por los cambios en la programación de estos imberbes. En relación con dichos inconvenientes –y ante cualquier reclamo– antes de maldecir a este pobre cristiano que escribe, mejor robe la revista de su vecino o tírele unos mangos al portero para que se la deje primero a usted antes que al inmundo de al lado, apunte los números de teléfono correspondiente y rájele una puteada al Sr. Retro, Sr. Isat (con este último sea más amable porque últimamente el programador que está a sus servicios, en un acto que hace descreer de sus capacidades intelectuales y su sensibilidad, ha elogiado esta columna infame) y toda esa yunta.

     

    Tercera y última advertencia al –ahora cansado– lector. Esta columna está hecha “a las apuradas”, en primer término, porque debo prepararla para cuando comienza el mes y quien aquí escribe recibe la revista el mismo día que Ud., cuando no después. Ergo, la hago “a los pedos”, matándome para que el muy señorito se siente el día  5, 6 ó 7 del mes y pueda saber qué corno mirar; y en segundo término, y no menos importante que lo anterior, a mí el Sr. interpretador.net, para quien trabajo, no me paga un mango por esta columna miserable –y bien que hace, pues no merece retribución alguna–, por ende, la hago “de onda” porque, la verdad sea dicha, me gano la vida como docente. En un maratónico y habitualmente nocturno rally escriturario que nunca excede las cinco horas de trabajo –a veces seis y hasta siete, cuando estoy muy entusiasmado con mis propias tonterías– y que no conlleva la consulta de ese degradado –para algunos mejorado– reemplazo de la Enciclopedia Británica borgeana que es Internet, la hago frente a mi computadora, unas veces con tres o cuatro mamantes, otras, con dos o tres libros de los que robo algunas ideas a gente que sabe y con ello, hacerles creer Uds., ¡oh, pobres ilusos!, que quien recomienda en este foro, sabe. Hechas estas salvedades, si encuentra algún error –a algún director se le adjudica una película que jamás realizó, un título está mal escrito debido a la dislexia de este marmota, etc.–, sepa disculpar a este servil amanuense amante del séptimo arte, la escritura “a lo Aira” tiene estos efectos colaterales, y hasta podríamos decir que los prohija.

    Hernán Sassi

     

     

    Antes de pasar a las sugerencias del mes, damos una recomendación que bien vale para cualquier fin de semana en el que no encontremos nada para ver por cable o en el que, encontrándolo y desatendiéndolo, prefiramos salir a pasear por para ver una buena película.

     

    Brindando un servicio extra al pobre cinéfilo desamparado ante el basural, aprovechamos para recomendar el Cineclub Eco (Corrientes 4940, 2do. piso “E”, Tel: 4854-4126) en donde, por la módica suma de siete manguitos (lamento decirles que la inflación también golpea a la cinefilia, hace unos meses eran cinco los manguitos; pero no importa, verá que no serán malgastados), Ud. podrá disfrutar tanto de grandes filmes como de la tertulia posterior en donde se desmenuza la película con altura.

     

    En Contra la interpretación Susan Sontag se preguntaba –y respondía negativamente– si era necesario, hasta imperioso, que elijamos entre los Rolling Stones y Bach (entre paréntesis, maliciosa la Sontag, ¡eh!, mirá que poner frente a frente a tipos que no te saben tocar dos notas seguidas con un genio de la música como Bach; turrita la mechonuda). Desde aquí, recordando y retrucando con una impertinencia desfachatada a esta intelectual única, haremos una analogía brutal, así que no me la critique: si Ud. está entre el Blockbuster (que, como puede leerlo, lleva inscripta ya en su marca – precisamente en la última estancia de la marca comercial– la bosta que promueve) y un Cineclub, debe elegir. Sí, debe elegir. Pues elija este foro realmente acogedor atendido por una gente maravillosa que sabe de cine en serio. Este que escribe, si es que sabe algo de este arte magnífico, en gran medida se lo debe a los encantadores anfitriones de esta hogareña sala.

     

    El ciclo de los viernes a las 21hs. estará dedicado a Claude Chabrol. El viernes 9 darán Dr. M, el viernes 16, Betty, y el viernes 23 un cierre apoteótico con El infierno, con la diabólica e infartante Emanuelle Beárt. Como dirían Los redondos, ese infierno sí que está encantador.

     

    El de los sábados a las 21hs. estará dedicado a Michael Haneke. El sábado 10 proyectarán Código desconocido, el siguiente El tiempo del lobo, y el sábado 24, Caché, la única que vi de las tres y que está bárbara, sumamente recomendable.

     

    Mientras que el ciclo de los domingos a las 20hs. se centrará en la obra de Francoise Truffaut. El domingo 11 proyectarán Una chica tan decente como yo, el 18 La mujer de al lado y el 25, Vivamente el domingo, una película para mí, que amo a este animalito del cine como a pocos, totalmente desconocida.

     

     

    DÍA CANAL HORA DIRECTOR/ PELÍCULA

     

    • Antes de ir a los comentarios del mes, quiero recomendar fervientemente dos programas de Ciudad abierta. Uno es el de entrevistas de María Moreno, PORTARRETRATOS, que, hasta donde sé se emite de lunes a viernes a las 21,30hs.

                (#) Hace poco enganché la entrevista a Alfredo Prior, uno de nuestros grandes artistas plásticos de la talla de Yuyo Noé, Suárez o De la Vega, y quien no sabía que era el esposo de Amalia Sato, la responsable de la revista Tokonoma. La otra deliciosa entrevista que agarré fue la que Moreno le hizo a Daniel Santoro, otro artista plástico, éste bien cercano al populismo al que somos afectos más de uno de los que participamos en elinterpretador, ya que se trata de alguien que trabaja predominantemente y de forma respetuosa sobre iconografía peronista. Me pareció tan interesante esta entrevista que hice lo que siempre hago cuando me siento a ver una buena película por cable, terminé tomando apuntes como un enfermo. Continuando con mi cruzada para demostrar a los necios cuánto le debe nuestra cultura a artistas peronistas (y no voy a mencionar nuevamente todos y cada uno de nuestros grandes exponentes, ya lo hice en otras columnas pasadas), les transcribo algunas inteligentes palabras de Santoro que sirven en una instancia para despegarnos de ciertos juicios apresurados frente a una obra artística, en otra, para entender mejor al único movimiento político importante de la Argentina, el peronismo; y en una última, para conocer su mirada  sobre el nuevo cine argentino.

    Con referencia al primer punto, Santoro más o menos afirmaba esto: “Un crítico me decía que mi cruce entre política y publicidad era Kitsch. Yo no estoy de acuerdo. Y le puse un ejemplo para que me entendiera. Si yo pinto una morocha, un mate y la bandera argentina, vos me decís que lo que yo hago es kitsch. Ahora bien, si pinto una rubia, la bandera yanki y no sé que mierda (Santoro no dijo esto, quien lo dice soy yo que no me entiendo mis apuntes; pero para este caso no importa, siga leyendo que está bueno como termina la cosa), seguro que vas a decir que es pop.” Y la verdad es que no es porque sea peronista, pero no puedo menos que estar de acuerdo con Santoro. ¿Ven que caprichosa y antipopulista puede ser la crítica de arte?

    En relación al peronismo, este artista dice lo siguiente: “Si vos le preguntás a cualquier defensor del capitalismo, siempre te va a decir que el capitalismo real todavía no se ha realizado. Siempre tratará de justificar los “errores” diciendo que ya va a llegar el “verdadero capitalismo” con el cual vivamos felices. Si le preguntás a un comunista, lo mismo. Te dirá que ni los bolche, ni Stalin, ni Mao lograron cumplir con la promesa, con la utopía, con el socialismo real. El peronismo es distinto. Es una promesa hacia atrás. Parece decirnos siempre: “volvamos a la felicidad perdida”, “volvamos al verdadero peronismo para recuperarla”. Y la diferencia con los liberales o comunistas es que Perón o el peronismo siempre cumple.” Bueno, hago un alto aquí porque recuerdo las lágrimas que me caían al escuchar estas sabias palabras. Cuánta razón tiene Santoro. A propósito he tomado una decisión. Desde hoy voy a empapelar mi pieza con sus obras. Antes de ir a comprar una de ellas, les sigo transcribiendo ésta, una de las más delirantes y no menos inteligentes explicaciones del peronismo. Sigamos.

    Luego de explicar al peronismo desde cierta cosmogonía, lo hace desde la religión diciendo que “la tercera posición es el Espíritu santo entre la derecha y la izquierda. La tercera posición, aquella que toma Kadafi del Gral. Perón, que a su vez tomará el laborismo inglés”. Por último, sin despeinarse lo define desde la teoría de la relatividad diciendo que “El peronismo no es de izquierda ni de derecha, sino que tiende a serlo”. Y cierra con todo un vaticinio: “la humanidad misma tiende hacia el peronismo”.

    Basta para mí, señores. Me empalaga tanta sabiduría y lealtad juntas. Juan Diego Incardona, el responsable de esta revista, y yo te enviamos un fuerte abrazo, Santoro.

    Antes de despedirme les cuento lo que dijo sobre el nuevo cine –un campo que me atañe, como saben– y nuestra cultura nacional. Él cree que como sucede con cierto “estilo internacional” que en la pintura manda borrar las marcas locales, nuestro cine hoy está regido por un minimalismo insoportable, copiado la mayoría de las veces del cine de afuera o “foráneo”, como diría cualquier peronista que se precie de tal. Son, en su opinión, películas chiquitas, por ejemplo sobre el conflicto de un adolescente con un familiar y que si incluyen a un desaparecido para ser políticamente correctos, mejor. Se pregunta si ya no hay grandes películas y se contesta que es obvio que no las hay, tratándose de una cultura como la nuestra que le gusta que le sirvan rúcula en Palermo Hollywood, una cultura ínfima, de unas 100.000 almas cuanto mucho, que van a Palermo para que un estudiante de cine, quien en pocos años rodará su película minimalista, le sirva sushi en un lugar “paquete”.

    Sacando que su acento sobre este minimalismo es un poco desmedido y con sólo mencionar a lo mejor del año pasado, me refiero a la excelente Opus de Mariano Donoso  y Ana y los otros de Celina Murga, películas nada políticamente correctas, se cae un poco esta teoría; sacando esto, cuanto menos en lo referente a nuestra cultura, el tipo tiene toda la razón del mundo, ¿no?

     

    • El otro programa de Ciudad abierta que deseo recomendar es QUIÉN LO DICE, que

    se emite de lunes a viernes a las 14hs.(#) En este caso se trata de clases dictadas en la UBA, más precisamente en la Facultad de Ciencias Sociales y en la de Filosofía y Letras, por Horacio González, Silvia Molloy y Julio Swartzman; por lo menos, estas tres son las que yo vi. No, me faltó una, la de Germán García, pero esta no la vi.

    En las distintas modalidades del ejercicio docente que aquí vemos se revela lo atinado del título de este programa, porque en ellas siempre queda el registro del sello personal de cada uno: la fina e intensa inteligencia de la Molloy oral, las magnéticas y viboreantes derivas del pensar gonzaliano y la exégesis minuciosa y entretenida de Mansilla o del Martín Fierro a manos del titular de “Literatura argentina I”.

    Sabia decisión entonces la de Ciudad abierta al recuperar estos momentos que, tratándose de docentes que se toman en serio su vocación pensando junto a sus alumnos sobre un tema en cuestión, en al mayoría de los casos estos diálogos con el alumnado suelen ser el banco de pruebas de sus futuros textos; es decir, protoensayos que en breve muchos de nosotros leeremos con fervor.

     

    (#) Para consultar las repeticiones de estos programas pueden ir a la página de este canal. No les aseguro que lleguen a buen puerto porque hasta no hace mucho la grilla de programas era casi tan incomprensible para mí como una tabla periódica. Pero prueben, quizá la gente de Ciudad abierta convocó a alguien con algo de sentido común para rearmarla.

     

    Sab 10             TNT               22                   D. Rusell. TRES REYES. Quienes sostienen que los yankies no hacen autocrítica de sus barrabasadas, nunca vieron buen cine norteamericano. Ahí, en el cine, sólo ahí suelen ser bien duros consigo mismos. Según dicen, Tres reyes es una lapidaria crítica a su actuación en la guerra del golfo hace unos años ya.

     

    Dom 11            SPACE         22                   De Palma. CARRIE. El cine bizarro bien puede definírselo por una máxima que se aplica generalmente a una situación muy habitual en el mundo masculino. Me refiero a aquella que, ante el elogio desmedido de un mamarracho descomunal por parte de un desesperado compañero de ruta, se cierra –a veces con una puteada como colofón– con el categórico “¡sos un agrandador de loros!”. ¿Podríamos incluir una obra del maestro De Palma, genio absoluto, en este género del desprestigio exaltado? Véala y decida usted. Yo, con este comentario, como verá ya decidí.

    Esto lo decía yo hace un tiempo. Ahora, luego de haberla visto no hace mucho, reivindico esta maravilla de De Palma que es, aunque pocos se den cuenta, y esos pocos deban tomarse unos whiskies antes para verlo así, una bizarra representación y hasta reivindicación del mundo griego.

    Aquí una pobre adolescente –S. Spacek, la protagonista de Badlands de Malik– es burlada por sus compañeritas de curso (vean la secuencia inicial, es de antología, a la altura de la secuencia final) y torturada por una madre chupasirios. La indefensa muchachita, pagana como pocas gracias a la ferviente devoción cristiana de su progenitora, recordará el temor que tenían los griegos por la desmesura y con ello recordará también uno de los artilugios que ellos tenían para restablecer el tan anhelado equilibrio: a Némesis, la diosa vengadora. Por ello, ante los arrebatos tanto de sus “amiguitas” como de su madre, apelará a la venganza, llevada a cabo gracias a los poderes que le otorga esta diosa justiciera como ninguna. Se valdrá de ella para tomar represalias por los vejámenes padecidos. Será recién entonces, luego de una secuencia final recordadísima en la historia del cine –secuencia malísima y, como siempre en el cine bizarro, buenísima a la vez–, cuando el orden se reinstaure.   

     

    Lun 12            RETRO         22                   J. L. Godard. EL SOLDADITO. Daney decía que hay ciertos temas que no podemos abordarlos sino con el temor y el temblor que ellos nos imponen. El cine de Godard, por su densidad y radicalidad, me exige –por lo menos por ahora– hacer a un lado el tono pelotudo con el que suelo abordar cualquier película, sea ésta una joya o una basura.

    Desde el comienzo Godard cumple el mandato de ese desdichado Orfeo moderno que fue Rimbaud, habiendo tenido y teniendo siempre como lema el célebre “il faut être absolument moderne” y legando en consecuencia en cada filme un paso adelante en la historia del cine. La obra de Godard es un continum, una galaxia en expansión, una avanzada que no detiene su andar, un cine que se piensa a sí mismo sobre la marcha no sólo en las características sentencias sobre la historia en general, la política en particular o el arte de todos los tiempos que sorpresivamente pueden aparecer en un afiche, sobreimpresas en videograph, mostradas en las páginas de un diario o en la neutral voz de uno de los personajes; sino más que nada en el vagabundeo de sus personajes, que es a su vez, el del filme mismo, y el de toda su obra, siempre a la deriva y con ese montaje tan propio, plegándose sobre sí o huyendo de manera abrupta siguiendo los compases eléctricos de una melodía de jazz o de una desolada y entrecortada pieza de cámara.

    Uno cuando ve cualquiera de sus películas siente que está siempre a un mismo tiempo frente al cierre de algo (¿no era Godard acaso el que decía que los cineastas de la Nouvelle vague eran los últimos clásicos?), sea éste un género o una cosmovisión, y a la vez al anuncio de lo que vendrá, ya sean nuevos procedimientos cinematográficos, nuevas formas de dominación o resistencia. La Chinoise, previa al Mayo francés, podría ser el mejor ejemplo de esto que digo.

    El soldadito es una de sus primeras –la segunda, si mal no recuerdo– y más recordadas películas. Más recordadas por todo el mundo menos por mí. La vi cuando recién empezaba a ver buen cine, cuando tenía mis tiernos 20, 21 años, de modo que imaginen qué puedo recordar de ella a mis 32. Buena razón para excusarme de hacer más comentarios, verla nuevamente y grabarla, por supuesto.

     

    Lun 12            Canal 7          23                   PETER CAPUSOTTO Y SUS VIDEOS. UN PROGRAMA DE ROCK. Excelente programa que nos recuerda al mejor Cha-cha-cha. Este es realmente un programa de rock –y no como los de MTV o el del Bebe Contepomi en TN– con un presentador desopilante, como es de esperar, e intermedios no menos increíbles.

    Cuando digo que es un programa de rock no me refiero solo a que aquí encontrará videos de grandes grupos como Zeppelin, Purple, Jetro Tull, Alice Cooper, los Doors y Montain, sino –y más que nada– a que el ex-Todo por dos pesos aquí juega con toda la historia del rock; por lo tanto, si Ud. no es afecto a esta música (¡Dios, perdónalo, no sabe lo que hace!), se pierde la mitad de los chistes. Por ejemplo, aquí hay publicidades que promocionan las pelucas Prodan que compró el mismo Indio Solari con las cuales hoy mismo canta en Pier. ¿Se entiende lo que digo, entonces? O también cuenta algunas peleas rockeras con imágenes del traslado del cuerpo de Perón o de Ezeiza, ya ni recuerdo, y se escuchan cantos exaltados como el siguiente: “Son todos de Supertramp, por la cola se la dan”, y se comenta que el “gordo” Emerson Lake & Palmer y Jorge “cabeza de garompa” Harrison fueron a prisión por robarse las manos de David Lebón.

    Un día un profesor de semiótica me enseñó que ciertas comparaciones son elocuentes y ante ellas no hace falta emitir juicio alguno. En un momento que no puedo dejar de señalar Capusotto me recordó estas sabias palabras e hizo justicia con solo comparar al primer Santana, aquel de “Black magic woman”, “Europa” o “Persuasion”, con el último, el que toca baladitas con Maná. Ante esta comparación, huelgan las palabras.

    A propósito, nunca entendí cómo un músico de puta madre como Santanta pudo caer tan bajo. Los millones no son una explicación válida. No sé, será gente que prefiere “la fácil”. Igualmente, como dicen los adolescentes y los periodistas, que en este país tienen el mismo coeficiente intelectual que aquéllos, “no me cierra”. Miren sino a Phill Collins y los de Genesis. Los tipos fueron unos músicos de la concha de la lora. Los primeros 7 discos de Genesis están a la altura del mejor Floyd, Zappa y Yes. ¿Me quieren decir qué hicieron esos tipos desde que se fue Peter Gabriel? Ojo, no son ellos solos. No me digan que no les da vergüenza ajena cuando ven a Rod Stewart y hasta al propio Sting. Todos estos que mencionamos fueron músicos alguna vez. ¿Cómo pudieron degradarse a tal punto? Por eso, aguante Crucis, Juan Rulfo y Charles Laugthon, gente que, en diferentes campos por supuesto, hizo una obra, una sola, y antes que hacer papelones posteriores, se llamó a silencio.

    Aprovecho este momento para hacer un comentario sobre el estado del rock nacional. En este campo es en el único en el que hoy se cumple el célebre “todo pasado fue mejor”. En el cine no pasa lo mismo: tenemos nuestro aclamado “nuevo cine argentino”. En la literatura, junto con Sergio Chejfec, Carlos Gamerro y Leopoldo Brizuela, por ejemplo, hay nuevos narradores que prometen. Lo mismo sucede en el teatro, según dicen los que saben. Pero el rock actual es lamentable y lo digo como rockero de toda la vida. Y no me refiero solo a Intoxicados, a Pitti y todo ese lumpenaje que es la cumbia villera en versión rock. Veamos: La renga no le llega ni a los talones a V8 o Hermética, ni siguiera a Rata blanca; Los piojos son unos Redonditos de ricota sin el Indio Solari y Skay, ergo, no son ni por las tapas los Redondos; los de Ataque 77 no aprendieron un puto acorde como la gente después de tocar como 15 años juntos; lo de Vicentico es lamentable; lo de Calamaro, vergonzoso; lo de Iván Noble sólo equiparable al mejor Arjona. Con respecto al ex-Caballero de la quema, comparen las metáforas de uno y otro y verán que son hermanitos, o solo escuchen “Avanti morocha” de Noble nomás. (¿”Avanti morocha”?, ¡Noble, la concha de tu madre hijo de remil putas y la puta que te parió, reverenda mierda! Bueno. Ya me descargué. Ahora estoy mejor.) El único grupo que salva al rock hoy es Divididos, un grupo de otra generación.

    No me gusta decirlo –más porque soy joven, no un viejo choto–, pero sí, en nuestro rock “todo pasado fue mejor”. No veamos Escuela de rock (ya me han reprochado mi ferviente recomendación), por lo menos por hoy, veamos entonces a Peter Capusotto y sus videos para recordar qué era el rock en serio. Y no compare con la actualidad, no desespere, que no le gane el desasosiego. Cuando termina, tipo 12 de la noche, prenda el equipo, a todo lo que da escúchese un “Child in time” de Purple, un “Come together” o “I want you” de los Beatles o mejor, un “Black dog” de Zeppelin, y váyase a dormir con algo de esperanza. Créame. No todo está perdido.

     

    LUN 12            TCM               23,35             M. Curtis. CASABLANCA. Bueno, acá volvemos a verlo a H. Bogart en el mismo papel de duro mariconazo y además en una película que hizo historia. En Casablanca, junto al grone Sam que no para de tocar el piano y de chupar whisky tobara a lo pavote, Bogart se desarma como un adolescente al verla a ella, I. Bergman, la turrita que luego de decirle en París aquello de “el mundo se desmorona y nosotros nos enamoramos” e inspirar sin saberlo el título de la última novela de Belgrano Rawson, luego de confiarle que habían pasado juntos los momentos más maravillosos de su vida, lo deja por un salame de cuarta. Desde aquí nuestros respetos al impertérrito Bogart, un perdedor de aquellos. Así da gusto ser un perdedor. No. Mejor dicho, nunca da gusto serlo. Principalmente porque nunca quedamos ni quedaremos como Bogart, en la pose del dandy que parecería hasta regodearse en el sufrimiento padecido. Nosotros sufrimos en serio y se nos nota, y cómo se nos nota.

     

    Lun 12            RETRO         23,45                          J. L. Godard. UNA MUJER ES UNA MUJER. Retro, por si no se dio cuenta todavía –¡cabezón!–, este mes está dedicando un ciclo a Godard, el cual comenzó con Sin aliento, su primer filme, que fuera a su vez una de las piedras de toque del cine moderno. En aquella película un Belmondo jovencísimo encarnaba a un tránsfuga que como su vivo reverso, el Meursault camusiano, huye de la policía, pero no sólo de ella, continuamente escapa de todos, incluso parece escapar de sí mismo.

    Ya desde su primer película Godard mostraba autoconciencia. Entre tantas referencias a la cultura que pueblan este filme aparece Picasso, alguien que si no fuera su maestro, es su hermano de sangre: otro artista que como él no puede crear sin destruir, un antropófago que devora a quienes lo precedieron, un tanque que pisotea las formas pasadas, como ocurre aquí con el policial negro y el pobre Bogart, por ejemplo. En este sentido, en Sin aliento Godard trabajaba sobre toda una iconografía de Hollywood, pero él la despedaza, o para decirlo con una palabra de modé, la deconstruye. Por ello, por el trabajo que Godard tiene sobre la historia del cine, todo aquel que aborde un género luego de que ha pasado por sus manos ya no puede mirarlo sino con algo de sorna. Esto es porque cierto espíritu altivo y superado vive en el estilo de Godard, pero no de aquel que “se la cree” –aunque siempre Godard parezca estar mofándose de nosotros, más precisamente de cuán ingenuos o reaccionarios somos–, sino de aquel que va quemando etapas. Por ello podemos decir que su cine siempre está un paso más allá, siempre es la vanguardia. Por eso cuando vemos una de sus películas es como si estuviéramos frente a un Duchamp o a un Picasso, o escuchando a Schonberg o Ligeti, autores de obras que siguen planteándonos preguntas límites. Volviendo a Sin aliento, véala y dígame si no es una película de una modernidad radical que se mantiene hasta hoy, tratándose como se trata de una película del 60.

    La verdad es que Una mujer es una mujer la vi hace mucho y hasta debo confesar, disculpen los devotos de la obra godardiana que los hay y no son pocos, que me la confundo con Dos o tres cosas que sé de ella y hasta con Masculino-femenino, otras películas que vi por aquellos años y que aún no he vuelto a ver. En el caso de Godard mi confusión puede disculparse ya que como bien dije su obra es un continum, como también lo es su magnífica histoire(s) du cinéma, que si no vio, debe ver. Ergo, estoy disculpado.

     

    Mar 13            AXN               22                               B. De Palma. CARLITO´S WAY. Pacino vuelve a interpretar a un mafioso y lo hace tan bien como cuando estuvo bajo la mano del mismo director en la remake de Scarface, aquel peliculón de H. Hawks.En este filme, al gran Pacino sólo un actor le hace sombra –y mucha, pero mucha–, y es nada más ni nada menos que un argentino: el gordo Porcel. Sí, ¡aunque Ud. no lo crea! El gordo hace un bolo que es imperdible. Se come la película. Bueno, ¡basta de chistes fáciles! La verdad, me cansé de mis propios chistes de iniciado. Le pregunto a Uds. que seguro son más inteligentes o cuanto menos no tienen la desverguenza de escribir sus tonterías en público, ¿cómo hago para salir de esta estupidez, de esta pendejada de hacer chistes pelotudos que me atrofió el cerebro? Si tiene la fórmula llame al 0-800-SASSI y sáqueme de mi propia imbecilidad. Los lectores de esta columna y yo mismo se lo agradeceremos.

     

    MAR 13            RETRO         22                               N. Ray. REBELDE SIN CAUSA. En este ciclo dedicado a un grande de Hollywood como Nicholas Ray por supuesto no podía faltar este clásico de la historia del cine con James Dean, aquel que hace un par de meses homenajeaba T. Malik en su ópera prima Badlands. Buen momento para ver la original. Igualmente yo me quedo con otras películas de Ray, como Llama a cualquiera y Johnny guitar. Pero esta hay que verla, si es que no la ha visto ya.

     

    MAR 13            ISAT              23                               L. V. Trier. DOGVILLE. Como hiciera en Bailarina en la oscuridad y como haría en Manderlay, Trier sigue torturando en sus filmes a mujeres desdichadas que soportan un destino trágico. Bueno, digamos que en el plano de la realidad no hace otra cosa. Si no pregúntenle a las actrices que han trabajado bajo su tutela, Bjork y a la ex de Cruise, por ejemplo. Ellas han terminado su labor con ganas de arrojarse a las primeras vías de tren a la vista.

    Escapando de unos gangsters la pobre Kidman llega a un pueblito de yankilandia en busca de refugio. El pueblo en un principio será un lugar acogedor, para ella, un vergel, pero luego se transformará en un infierno peor que una cárcel. A pesar de que aquí la cámara tiene movimientos bruscos como en algunas del “dogma”, en Dogville Lars dejó de obnubilarse con pelotudeces que se resumen en “¡ah, hagámonos los locos filmando sin luz artificial y sin música incidental!, ¡oh!, ¡qué locos somos!” y seriamente montó un set preparado en detalle para la sesión tortura de Nicole, que usado brechtianamente, nos distancia de sus pesares y nos permite ver las cosas con más juicio. Ah, Lars, ¿después del dogma del orto te diste cuenta de que el artificio sirve para algo, cabezón? Bueno, más vale tarde que nunca.

    Manderlay, la segunda de esta trilogía americana que se estrenó hace poco y recomiendo con mucho entusiasmo, es también una joya. Trier sigue torturándonos con buen cine. Ah, y también sigue torturando a una pelirrojita hermosa que aunque muestre piadosas intenciones frente a un grupete de esclavos del Sur de EEUU y quiera educarlos en las bondades de la democracia americana, lo que realmente quiere es darse una buena revolcada con ese negro torneado que, apareciéndosele entre sueños cual Morfeo, no la deja dormir todas las noches y la lleva a toquetearse como loca.

     

    VIE 16            ISAT              00:10                         Sergio Bellotti. SUDESTE. Transposición de la novela del secuestrado y desaparecido Haroldo Conti, la cual en su momento fuera pensada como un guión de cine. No sé por qué me temo que es medio embole, que a pesar de alguna similitud debe estar en las antípodas de La libertad o Los muertos de Lisandro Alonso. La veo y cuando la repitan le cuento.

     

    Viernes             18hs            (#)            CIUDAD ABIERTA                  ESTUDIO CINE. Muy buen ciclo de extensas entrevistas (de una hora de duración, algo inhabitual en cable) con directores del nuevo cine argentino a cargo de Julio Fernández Baraibar. Luego de los muy buenos ciclos de entrevistas de María Pía López que disfrutamos por esta señal el año pasado y el precedente, realmente esto es de lo mejor que ha dado la nueva programación de Ciudad Abierta. Ya han pasado por aquí Gaggero, Juan Taratuto, Rodrigo Moreno, Ulises Rossel y algún otro que se me escapa.

    Apunto este mes que el que se me pasó en la lista de directores fue ¡Campanella! ¡Por Dios! ¿Qué hace Campanella en un programa donde se habla de cine en serio y menos donde se habla de “nuevo cine”? Baraibar, venías bien hasta que derrapaste con este impresentable. Esperemos que repuntes invitando a cineastas inteligentes como los que venías entrevistando. No sé, retomá la senda invitando a un Ortega, un Llinás (eso sí, invitá a estos dos primeros en días distintos porque hasta donde sé no se pueden ver), una Martel o Lisandro Alonso.

    Refiriéndome a la misma señal, aprovecho para recomendar con el mismo énfasis –pero en un sentido bien distinto– el programa de Marina Mariasch, El secreto. Es un ciclo de entrevistas a escritores argentinos que por lo que intenta ser y nunca logra –un encuentro furtivo y sugerente con un intelectual en el cual la entrevistadora trata de seducirlo con todas las armas que tiene, es decir, con miradas y preguntas de nenita tonta, para desacomodarlo, sacarlo de ese lugar acartonado y ensimismado en el que siempre están–, es una bizarreada muy grasa, para matarse de risa un buen rato.

    Un ejemplo. Un momento único y que agradezco hasta con ternura porque me hizo reír como hacía mucho tiempo no me reía, es aquel en el que luego de que Santiago Vega – Washington Cucurto pacientemente se explayara sobre su emprendimiento editorial Eloísa cartonera y sobre las formas de edición alternativas o marginales, Mariasch, refiriéndose al fuerte ímpetu desestabilizador del emprendimiento del autor de Cosa de negros, con lucidez y ojitos encendidos que decían ¡eureka!, sentenció: “¡anticapitalista!”. Sí, Marina, dejalo ahí, lo de Cucurto es anticapitalismo.

    El problema del programa es que la entrevistadora logra instalarse en la banalidad, hasta ahí, bárbaro, pero no sabe qué hacer con ella, no sabe “sacarle el jugo” y entonces todo termina siendo patético. ¿Se entiende? Más de una vez terminé extrañando a la impresentable de Silvia Hopenhaim –o como se llame– con su programa El fantasma, un ciclo emitido años atrás por Canal a, creo, en el que se invitaba a un desconocido lector de la obra de un escritor y aquel le hacía preguntas sobre su vida y obra.

    Que no se me malinterprete. La culpa no es del chancho. La responsable de este programa fallido no es Marina Mariasch. Los únicos culpables son los productores que en vez de elegir a esta escritora, a mi modesto entender deberían haber convocado a Gabriela Bejerman (a quien no conozco, aclaro, más que por sus textos y alguna que otra lectura de cuento y/o poesía), una chica que da perfectamente con el perfil del programa que tenían pensado.

    Hasta ahora conversaron con Marina Mariasch, Fogwill, tirado en el jardín japonés haciendo el mismo papel de cínico con el que ya nos cansa desde hace más de veinte años, Sergio Bizzio, Arturo Carrera, Martín Kohan y el mencionado Washington Cucurto.

     

    (#) Repite los sábados a las 20hs. Eso sí, chequeen bien día y horario en la grilla del site de Ciudad Abierta o pregúntenle a algún astrólogo amigo que le consulte a los astros al respecto porque en esta señal cambian de horarios como Telerman de partido.

     

    VIE 16            CCA                22                               G. Lucas. STAR WARS: EPISODIO I – LA AMENAZA FANTASMA. En ésta, la primera de la saga (aunque le advierto que puedo equivocarme porque yo no sólo vi la saga “de atrás para adelante” como todos sino que la vi a veces salpicada de zapping, otras entredormido en el cine; ergo, no confíe en las tonterías que vengan de aquí en más), repare en algunas interesantes similitudes entre “el elegido” y el mismísimo Jesucristo. Sí, no estoy mamado. Si cree que miento, mírese Rey de reyes (no se lo recomiendo) y pase luego a Lucas entreteniéndose con el jueguito de las diferencias. Va a ver que tengo razón. Además –porque Lucas no sólo recurre a las religiones como fuente e intertexto–, repare en la lucha entre la República, el Imperio y toda la bola y, con eso, ¿no me diga que no le hace acordar a los tiempos de Augusto, Cicerón, Nerón, Calígula y esos macanudos? Ahora bien, si quiere hacerla completa (como ya se vio Rey de reyes) y desea antes refrescar algo de historia para no perderse ningún guiño, le hago una ferviente recomendación: los Anales de Tácito (y en este caso, una recomendación sobre la recomendación, consiga este tomo aunque sea robándoselo a un latinista amigo y lea con qué prosa única describe este animalito de la literatura el incendio de Roma –Libro XV, pasaje 38–, según se dice, perpetrado por el mismísimo Nerón para luego llevarse toda la gloria con la reconstrucción) o algún librote de Plinio el viejo, no el Plinio pendex que, como tal, se dedicaba más a las minas y la birra que a la escritura. Creo que estas literaturas incluso serán más entretenidas que las pelis de Lucas. Es más, yo ni en pedo vería Star Wars si tuviera esos libros en mi mesita de luz. ¡Ya sé! Gracias que Ud. tiene El código Da Vinci. ¡Ma, sí! Mire la película, entonces. Antes que leer esa bazofia, mejor, Lucas, che.

     

    DOM 18            AXN               22                               M. Scorsese. CASINO. Los directores no sólo se destacan, entre otras cosas, por su mano maestra en la dirección de actores, en la composición de los planos, en el montaje; también lo hacen por algo previo: la selección de actores. Lo sabemos, la elección de actores es capital. Si no me creen, pásense por un festival de cortos (no se los recomiendo, hay torturas mejores) y verán cómo cualquier pelafustán malogra buenas ideas. Aquí la elección es más que feliz, es perfecta. No sólo se luce la pareja protagónica, R. De Niro y Sh. Stone, que están soberbios, sino también un actor de reparto estupendo, uno de los mejores: Joe Pesci. Esto último no representa un dato menor. Me lleva a escribir una idea; que no es poco, che. Pesci en Casino –y en Toro salvaje también, haga memoria- como el inolvidable Peter Lorre en tantas películas –¿se acuerda del freak de ojos saltones de Casablanca?, a él nos referimos–, es de esos personajes secundarios que, sin competir con el protagonista, brillan tanto o más que ellos y aportan al filme un balance perfecto. En esa sólida pareja que conforman Sam, su jefe, caracterizado por un imperturbable R. De Niro, y Nicky, su mano derecha y puente con los verdaderos jefes (los que están detrás de Sam, y ahí recuerdo: “¿qué Dios detrás de Dios la trama empieza?”, decía nuestro Borges refiriéndose no a la mafia, tema olímpicamente ignorado por él, sino a otra cosa pero que nos viene al pelo), encarnado por Pesci; aunque a primera vista lo parezca, este último, Nicky, no es el Robin del dúo dinámico o el Engels del otro dúo dinámico, el marxista; él es un protagonista más. Presten atención al crescendo en la increíble actuación de Joe Pesci y verán a qué me refiero.

    Ahora dirijámonos propiamente a la película. Con un montaje perfecto y continuos movimientos de cámaras (e incluyamos aquí los zooms que en otras manos, incluso las de Visconti, son una grasada), Scorsese ofrece una dinámica radiografía de aquel antro de perdición que, tras esquilmar a decenas y centenas de incautos, supo ser fuente de inspiración de algún genio desengañado como Dostoievski. La constante voz en off que en otras películas es más bien un estorbo, un énfasis innecesario o un “perrito faldero” de las imágenes, aquí intensifica el vértigo y genera un magnetismo con el que quedamos prendados de cada una de las escenas de este exhaustivo retrato de ese submundo fascinante. Y esto es así. La fuerza hipnótica de Casino es tal que, a menos que lo interrumpan con cortes publicitarios, uno no puede levantarse del sillón o de la cama ni siquiera para agarrar un chocolate o para bajar a recibir los helados que su descerebrado hijo le encargó a Pérsico porque, consumiendo sólo MTV o a lo sumo de vez en cuando las alturas periodísticas de Crónica TV, no tiene la más pálida idea de lo que es apreciar buen cine.

    Un capítulo aparte merece el tratamiento de la luminosidad. Todo aquí se nos muestra radiante, ceniciento, más o menos como en las pelotudeces de Suar que mete foquitos en todos lados para hacerse el “moderno”. Pero no, no va por ese lado. Aquí estas imágenes, luminosísimas todas –preste atención-, están perfectamente justificadas. La intensa luz cenital que pende sobre cada personaje no es otra cosa que la metáfora de ese panóptico certeramente instalado para controlar todos y cada uno de los resortes de esa monstruosa máquina de hacer dinero. O mejor aún, esta luminosidad tan marcada es el símbolo de éstas, las dos caras que muestra Casino, la visible y radiante, y la oculta o en penumbras. Porque aquí, si bien todo se nos muestra esplendoroso, todos y cada uno esconden mezquindades varias, muchas debilidades y un vacío insondable; así como el casino, que se nos ofrece con un glamour y brillo deslumbrantes, representa un sistema legal y de una civilidad digna de nutridos elogios pero cimentado sobre bases espúreas y criminales.

    Casino es una vuelta más sobre el tema que obsesiona al cine norteamericano: el poder. Y más que nada, y por eso quien diga que es la Citizen Kane de nuestro tiempo tendrá razón, es el retrato del ascenso y caída de un hombre poderoso. Hombre poderoso que, en este caso particular, si bien no es miembro del núcleo la mafia, es su Ganímedes, su servidor más fiel y eficiente. Pero a diferencia de lo que ocurría en Citizen Kane, aquí no hace falta descubrir su “rosebud”. Este hombre de mirada marcial tiene un punto débil, está perdidamente enamorado de Ginger, interpretada de manera magistral por Sharon Stone quien, bajo la mano de este turro de Scorsese, está deslumbrante siempre, preciosa hasta cuando estalla desbocada o sucumbe abatida.

    Dos recomendaciones librescas para el “visionado” (¡así llaman al simplote acto de ver una peli en la Academia!; no, si como decía un compañero de trabajo: “hay que meter tanta bala, que no alcanzan las balas”): el lunes a la nochecita empiece a leer El jugador de aquel místico y nihilista ruso, Dostoievski. Aunque no tiene nada que ver con la mirada de Scorsese, más ética, menos psicológica o metafísica, cuanto menos le sirve para ponerse en tema. Mejor aún, si se dispone a leer, a engrosar las filas de los devotos de la palabra impresa, léase de cabo a rabo –es cortita- La experiencia sensible de Fogwill que sitúa su acción en un hotel-casino de las Vegas como es el de esta película. Igualmente, y más si se trata de esta película de reventados, siempre es bueno leer a un reventadito como Fogwill.

    Para terminar, un agradecimiento como colofón. Debo el entusiasmo para volver a ver Casino, una de las pocas películas que vi tres o cuatro veces en mi vida, la cual vería otras tantas, y el ánimo para encarar este extenso y anodino comentario a nuestro Macedonio, aquel que es fóbico a la escritura pero nos deleita con sus agudas reflexiones en charlas con vinillos de por medio, sí, al ya famoso Diego Cousido, quien es un amante del cine de Scorsese.

     

    DOM 18                     FOX                22                   C. Nolan. MEMENTO. ¿Vio cuando Ud. le dice a su marido a su marido/esposa, hijo/a que tiene la cabeza en el culo porque se olvida todo? Bueno, no se queje. Todo puede ser peor. Al mamerto protagonista de esta película se le olvida todo, pero todo, a los cinco minutos. Sí, borrón y cuenta nueva cada cinco minutos. La cuestión es que al tipo le violan y matan la esposa y está con esto del olvido casi instantáneo. ¿Qué se le ocurre? Pues lo que a cualquiera de nosotros se le hubiera ocurrido (¡?): tatuarse para recordar más fácilmente cada indicio que lo lleve al asesino. Habiendo tomado nota en su piel como en el anotador de la heladera, el muy salame –de caligrafía pésima, por cierto– termina todo tatuado sin entender qué demonios había escrito en su propio cuerpo. Un pelotudo. Eso sí, muy lindo el pibe, pero no tan lindo como la protagonista, la Trinity de Matrix, una flaquita deliciosa.

    Ojo, la peli está bárbara, bueno, bárbara, bárbara, no, pongámosle un “muy bueno”, y somos generosos. El director, por más que cuente esta historia en forma de puzzle, no es Resnais. Pero la peli (y el apócope no es gratuito) está para ver, y además para grabar y ver nuevamente, de lo contrario no va a entender un joraca.

     

    LUN 19            ISAT              00,30                         Kubrick. EL RESPLANDOR. En una escena de El resplandor uno de los personajes dice: “los lugares son como las personas. Algunos resplandecen y otros no”. En el caso de esta película, aquí todo resplandece. Y si tenemos en cuenta que se trata de una película de terror, podríamos pensar que justamente esto es una bendición. ¿Será menos aterradora entonces? No nos apresuremos. No todo es lo que parece. Esto es terror resplandeciente, a plena luz.

    En El resplandor, transposición de la novela homónima de Stephen King, J. Nicholson encarna a un escritor que, habiendo conseguido empleo como guardián de un gran hotel que cierra en temporada baja, reemprende el trabajo de escritura en el que se deja llevar por la loca travesía de sus personajes y en ese irse, el tipo se va en serio –se va al carajo– y de buenas a primeras decide matar a su familia. Pero ojo, no se apresure nuevamente y le vaya encima a Nicholson. Aquí hay atenuantes porque, como en toda familia, no hay uno solo que está “tocado”.

    Primero, Jack tiene un pibe que desde muy chiquitín habla con un personaje inventado encarnado en su dedo índice, y el pibe, como todo infante, se cree en serio lo que le dice su personajito y dialoga a toda hora con él –ya no como todo infante– como si estuviera haciéndolo con un compañero del colegio. De modo que el quiquilín no es de fiar y no es menos peligroso que el padre. Si fuera mi hijo, yo no le dejaría un cuchillo a mano. Y segundo, tiene una mujer cuya fealdad es digna de catalogar como “almodovariana”, y con eso somos demasiado benévolos y hasta le hacemos precio. Es más, ella nunca podría excusarse con algo de cinismo y autoconciencia diciendo: “No soy fea. Soy difícil de mirar”. No. es directamente vomitiva la desgraciada. (Entre paréntesis les comento que en una entrevista que le hiciera hace poco con un amigo a Alberto Laiseca este último, amante de Stephen King y de esta versión de Kubrick, nos confesó que esta actriz, ¡le parecía hermosa! Sin palabras. Gustos son gustos, maestro Lai.) A tal punto es fea que al verla el cirujano plástico, lapidario, le diagnosticó: “no hay reconstrucción posible, la única alternativa es dinamitar su cara, Sra”. Volviendo, ya sabemos lo que puede pasar si uno se despierta todos los santos días con semejante mamarracho a su lado. Uno se cansa y explota, che. ¡Ah!, ¿vio entonces los atenuantes? Ante estos miembros de la familia y semejante marco –un hotel inmenso abandonado y muchos días por delante –, uno lo comprende un poco más al pobre Jack, el potencial destripador.

    Esta es una película de culto vaya a saber por qué. Que yo sepa El resplandor, una de sus últimas películas, no tiene ni por asomo la altura de The killing o La patrulla infernal, célebres filmes del mismo director; sin embargo, goza de igual reconocimiento. Que me disculpe don Kubrick, director que siempre recordaremos por los filmes mencionados, o por Lolita, ¡la cual se verá por única vez en cable este mes!,o Killers kiss, obras todas dignas de estar en el panteón de la cinefilia, pero yo me quedo con el capítulo de los Simpsons. En esta reescritura, como es de prever, el que se vuelve loco es Homero, y ¿saben por qué?, porque se queda sin cerveza y TV. ¡No te mueras nunca!... me sale Goering, pero me parece que ese es otro flaco, que este no es el creador de los Simpsons. ¿No era el que escuchaba la palabra “cultura” y llevaba la mano al ganso? Bueno, seas quien seas, ¡no te mueras nunca!

    Antes de despedirnos justifiquemos nuestra elección. Para ello reparemos sólo en dos escenas. En un momento Kubrick hace un violento zoom sobre el chiquilín que si lo hacía Subiela, todos dirían ¡pero qué grasa!, ¡una mersada! Ergo, El resplandor no es una genialidad. Por ejemplo, a sus primeras películas no se les cae un plano, no hay ninguna decisión que no sea realmente justa, con todo lo que esto implica.

    En otra escena la freak de la esposa pasea con su hijto por la amplia cocina y dice: “esta cocina es como un laberinto”. ¡Kubrick, no somos imbéciles! Es obbbvio que la casa toda, inmensa como es y frente a ese magnífico laberinto que le pusiste, también hace las veces de laberinto. ¿Para qué subrayarlo? Quedaba claro con los planitos del parque y el magnífico recorrido que te mandás por el hotel.

    Pero no es para tanto. No me haga caso. Véala igual. Recuerde que la peor obra de un genio es la mejor de un tarambana.

     

    LUN 19            RETRO         22                               J. L. Godard. ALPHAVILLE. Esta es una película de ciencia ficción en la medida en que lo son Solaris y Stalker de Tarkovski. Es decir, no es una película de ciencia ficción. Aquí Godard, “el virus del cine”, como alguien lo llamó, como lo hicieran sólo Resnais y Antonioni, sigue despanzurrando el lenguaje cinematográfico, sigue replegando al cine sobre sí mismo, haciéndolo pensar y repensar sus cimientos y su alcances últimos. Otra genialidad del sabio loco del cine moderno, el fundador y el que mantiene la llama viva.

     

    LUN 19            TNT               22                               F. Coppola. PERDIDOS EN TOKIO. Película, a mi modesto entender, no de mayor talla que Vírgenes suicidas, su ópera prima, pero con mayor reconocimiento –quizá desmedido- de la hijita de Coppola, quien se ve que acompañando al viejo en los sets de filmación aprendió a dirigir en serio. También vale la pena verla por B. Murray que está estupendo. Eso sí, no se pierda María Antonieta, su última película que aún está en cartelera. Excelente.

     

    LUN 19            VOLVER       22                               SOTTO VOCE. Transposición de la novela Tenesse de Luis Gusmán, uno de nuestros más importantes escritores vivos, un tipo a la altura del sobrevaluado Piglia, por ejemplo, pero sin su tilinguería y berretada (me refiero con esto último al hecho de publicar, bajo distintos títulos, libritos que contienen los mismos cuentos con solo algún textito inédito; esto suele hacer el amigo Piglia). Excelente película por cierto. Con Lito Cruz y Patricio Contreras.

     

    Lun 19            Canal 7          23                   PETER CAPUSOTTO Y SUS VIDEOS. UN PROGRAMA DE ROCK. Excelente programa que nos recuerda al mejor Cha-cha-cha. Este es realmente un programa de rock –y no como los de MTV o el del Bebe Contepomi en TN– con un presentador desopilante, como es de esperar, e intermedios no menos increíbles.

    Cuando digo que es un programa de rock no me refiero solo a que aquí encontrará videos de grandes grupos como Zeppelin, Purple, Jetro Tull, Alice Cooper, los Doors y Montain, sino –y más que nada– a que el ex-Todo por dos pesos aquí juega con toda la historia del rock; por lo tanto, si Ud. no es afecto a esta música (¡Dios, perdónalo, no sabe lo que hace!), se pierde la mitad de los chistes. Por ejemplo, aquí hay publicidades que promocionan las pelucas Prodan que compró el mismo Indio Solari con las cuales hoy mismo canta en Pier. ¿Se entiende lo que digo, entonces? O también cuenta algunas peleas rockeras con imágenes del traslado del cuerpo de Perón o de Ezeiza, ya ni recuerdo, y se escuchan cantos exaltados como el siguiente: “Son todos de Supertramp, por la cola se la dan”, y se comenta que el “gordo” Emerson Lake & Palmer y Jorge “cabeza de garompa” Harrison fueron a prisión por robarse las manos de David Lebón.

    Un día un profesor de semiótica me enseñó que ciertas comparaciones son elocuentes y ante ellas no hace falta emitir juicio alguno. En un momento que no puedo dejar de señalar Capusotto me recordó estas sabias palabras e hizo justicia con solo comparar al primer Santana, aquel de “Black magic woman”, “Europa” o “Persuasion”, con el último, el que toca baladitas con Maná. Ante esta comparación, huelgan las palabras.

    A propósito, nunca entendí cómo un músico de puta madre como Santanta pudo caer tan bajo. Los millones no son una explicación válida. No sé, será gente que prefiere “la fácil”. Igualmente, como dicen los adolescentes y los periodistas, que en este país tienen el mismo coeficiente intelectual que aquéllos, “no me cierra”. Miren sino a Phill Collins y los de Genesis. Los tipos fueron unos músicos de la concha de la lora. Los primeros 7 discos de Genesis están a la altura del mejor Floyd, Zappa y Yes. ¿Me quieren decir qué hicieron esos tipos desde que se fue Peter Gabriel? Ojo, no son ellos solos. No me digan que no les da vergüenza ajena cuando ven a Rod Stewart y hasta al propio Sting. Todos estos que mencionamos fueron músicos alguna vez. ¿Cómo pudieron degradarse a tal punto? Por eso, aguante Crucis, Juan Rulfo y Charles Laugthon, gente que, en diferentes campos por supuesto, hizo una obra, una sola, y antes que hacer papelones posteriores, se llamó a silencio.

    Aprovecho este momento para hacer un comentario sobre el estado del rock nacional. En este campo es en el único en el que hoy se cumple el célebre “todo pasado fue mejor”. En el cine no pasa lo mismo: tenemos nuestro aclamado “nuevo cine argentino”. En la literatura, junto con Sergio Chejfec, Carlos Gamerro y Leopoldo Brizuela, por ejemplo, hay nuevos narradores que prometen. Lo mismo sucede en el teatro, según dicen los que saben. Pero el rock actual es lamentable y lo digo como rockero de toda la vida. Y no me refiero solo a Intoxicados, a Pitti y todo ese lumpenaje que es la cumbia villera en versión rock. Veamos: La renga no le llega ni a los talones a V8 o Hermética, ni siguiera a Rata blanca; Los piojos son unos Redonditos de ricota sin el Indio Solari y Skay, ergo, no son ni por las tapas los Redondos; los de Ataque 77 no aprendieron un puto acorde como la gente después de tocar como 15 años juntos; lo de Vicentico es lamentable; lo de Calamaro, vergonzoso; lo de Iván Noble sólo equiparable al mejor Arjona. Con respecto al ex-Caballero de la quema, comparen las metáforas de uno y otro y verán que son hermanitos, o solo escuchen “Avanti morocha” de Noble nomás. (¿”Avanti morocha”?, ¡Noble, la concha de tu madre hijo de remil putas y la puta que te parió, reverenda mierda! Bueno. Ya me descargué. Ahora estoy mejor.) El único grupo que salva al rock hoy es Divididos, un grupo de otra generación.

    No me gusta decirlo –más porque soy joven, no un viejo choto–, pero sí, en nuestro rock “todo pasado fue mejor”. No veamos Escuela de rock (ya me han reprochado mi ferviente recomendación), por lo menos por hoy, veamos entonces a Peter Capusotto y sus videos para recordar qué era el rock en serio. Y no compare con la actualidad, no desespere, que no le gane el desasosiego. Cuando termina, tipo 12 de la noche, prenda el equipo, a todo lo que da escúchese un “Child in time” de Purple, un “Come together” o “I want you” de los Beatles o mejor, un “Black dog” de Zeppelin, y váyase a dormir con algo de esperanza. Créame. No todo está perdido.

     

    MAR 20            FOX                22                               J. Schumacher. ENLACE MORTAL. Para demostrar que aquellos que miramos cine de autor podemos extraer cosillas de la basura, recomendamos esta película que, con ciertas salvedades, puede leérsela como algo más serio que un simplote thriller hollywoodense del director de Un día de furia, esa película en la que M. Douglas se volvía loco, entre otras cosas, porque llegaba 11,15 a un McDonald´s y sus serviles empleados no le querían dar el desayuno porque "no era el horario adecuado". ¿Se acuerdan? Bueno, ese mismo director ahora hace un thriller psicológico en el que un ubicuo D. Shutterland desenmascarará a un yuppi obligándolo a permanecer en una cabina telefónica durante todo el filme y a confesar sus pecados frente a una Manhattan convulsionada por este hecho. La película usa un recurso grasa por excelencia: el picture and picture, eso que Greenaway usaba con su destreza habitual en The Tempest o en The pillow book. Lo único que tiene de bueno dicho procedimiento aquí es que el protagonista hablará por teléfono con muchas personas y todas aparecerán en una doble o triple pantalla, pero él, Shutterland, el más importante, el desalmado que lo extorsiona como un dios despiadado que obliga a la confesión –¿o acaso la cabina telefónica no funciona como confesionario?–, no aparecerá en pantalla nunca, sólo al final, presagiando un Enlace mortal II. Bueno, che, hay que seguir haciendo guita. Y más si Enlace mortal fue un éxito en todo el mundo y gastamos U$S 3,50 en hacerla.

     

    MAR 20            RETRO         22                               N. Ray. SANGRE CALIENTE. Continúa el ciclo dedicado a Nicholas Ray. La película que dan hoy realmente no la vi y voy a verla con Ud.

    A ver si lo convenzo para que me acompañe contándole algo sobre Llama a cualquiera, la primer película que dieron en este ciclo, esa que Ud. mismo se perdió por miserable, por no pagarme unos mangos a mí para que yo viva de esto y así pueda escribirle la columna desde el 1er día del mes.

    Llama a cualquiera está protagonizada por un Bogart intratable y tierno como siempre. Aquí hace de un abogado que asume la defensa de un delincuente. Además de una persecución del comienzo digna del mejor Wells y algún encuadre perfecto como los de Kubrick o Ford, recuerdo muy bien una escena de este filme. En ella Bogart, un abogado que no olvida que nació en un suburbio y entre marginales, por eso asume esta defensa, en un momento se levanta de su asiento dirigiéndose al jurado. Ahí sucede un hecho inverosímil: Bogart se para frente a cada uno de los miembros convenciéndose –y convenciéndonos– de por qué será fácil persuadirlos de la inocencia de su defendido en cada caso en particular (una es una viejita que tendrá compasión, otro es un judío exiliado que le sucederá lo mismo, y así siguiendo). Lo inverosímil es que cuando todos esperamos que empiece su discurso, la cámara se posa tras Bogart y nos muestra la expresión de cada miembro del jurado frente a los razonamientos del abogado, sin que la narración se detenga; es decir, sin que esto se transforme en una fantasía del abogado o hasta de su defendido. ¿Se entiende? De ahí en más, y desde el vivo relato de Bogart, la narración sigue su curso retrotrayéndose en flashbacks que nos muestran cómo la sociedad, marginándolo, llevándolo con “malas compañías” y conminándolo en un reformatorio que más que reformarlo lo llenó de ánimo de venganza, transformó a ese hombre en el delincuente que es. El final es increíble e imperdible hasta el último segundo en que aparece el The end. En serio.

    Si no lo convencí con esto, vaya a ver Gran hermano y déjese de romper las pelotas con el buen cine. Ud. no está para estas cosas.

     

    MIE 21            TCM               22                               O. Wells. EL CIUDADANO. Habiendo visto hace sólo unos días la Citizane Kane de nuestro tiempo según mi opinión, me refiero a Casino de Scorsese, hoy tiene la oportunidad de ver una de las mejores películas de todos los tiempos, la cual el hijo de re-mil putas de Wells hizo cuando tan solo tenía 25 pirulos. Es una genialidad tanto la idea como la realización. En cuanto a la idea, El ciudadano es la mejor muestra de cuán insondable es el sentido de aquello que más amamos y con ello muestra que es una película freudiana en serio no como los mamarrachos que hizo Hitchcock; y en cuanto a la realización, fíjese en la modernidad de los movimientos de cámara y en cómo explota Wells el recurso con el que dejó su huella en la historia del cine, el procedimiento wellsiano por excelencia: la profundidad de campo.

     

    MIE 21            RETRO         22                               J. Lynch. EL HOMBRE ELEFANTE. A mi modesto entender, la película menos interesante de Lynch, el demente de la genial Cabeza borradora, Twin peaks, Terciopelo azul y Una historia sencilla, entre otras. Todas absolutamente recomendables, menos El hombre elefante. Bueno, ¿qué espera? No sea amarrete, ¿quiere? En vez de ver la película sobre el freak este, váyase a alquilar alguna de estas que le digo. Va a ver que valió la pena gastar 5 manguitos extra.

     

    JUEV 22            EUROPA       00                               T. Angelopoulos. EL APICULTOR. Bela Tarr, Alexander Sokurov, Peter Tscherkassky, no son muchos los directores que quedan ante los cuales uno podría seguir usando esa anacrónica categoría de “genio” para referirse a ellos. Angelopoulos, el director de La mirada de Ulises, La eternidad y un día y El viaje de los comediantes, es otro de ellos. No vi esta película, pero tratándose de él, puedo asegurar que es otra de sus maravillas

     

    JUEV 22            ISAT              07:00                         J. Luis Guerín. EN CONSTRUCCIÓN. Una joya del director de Tren de sombras, esa genialidad sin diálogos compuesta simplemente con una fina mirada sobre un puñado de imágenes. Esta es una suerte de docu-ficción. Joyita para grabar. Un homenaje a Flaherty hecho por un amante del “creador” del género documental.

     

    JUEV 22            TNT               22                   E. Harris. POLLOCK. Pollock, junto con De Kooning y Rothko (un genio, mi preferido, de quien tenemos una obra estupenda en el Museo Nacional de Bellas Artes), fue uno de los exponentes más representativos del expresionismo abstracto y sobre todo fue el “iniciador” del action painting (decimos “iniciador”, así, entre comillas, porque en realidad según parece quien comenzó con esto fue su esposa, la cual vivió bajo su sombra toda su vida). Este fulano, cuando no prendía una turbina de avión y le empezaba a tirar baldazos de pintura al lienzo, cosa que hacía muy a menudo, tiraba la tela al piso, escuchaba al mismísimo Jonhy Allon decir “¡suuubime la música!” como hoy nosotros lo hacemos por Canal 26 cada sábado (¡long live Jonhy!), bailaba como un poseso ritmos jazzísticos o tribales y se ponía a pintarrajear la tela; eso sí, chorreando y goteando la pintura con suma precisión. El tema es que el tipo, algunos añitos después que Gauguin y que Picasso –después de todo, y digámoslo con firmeza, las vanguardias de los 60 no fueron otra cosa que la versión farsesca de las trágicas vanguardias históricas–, deseaba recuperar algo, aunque sea un ápice de las culturas primitivas. Y la verdad sea dicha, lo consiguió, no sólo en su performance sino también en sus pinturas. Uno al ver un cuadro suyo no puede menos que remontarse hasta el inicio de todo, a las mismísimas pinturas rupestres. Eh... ¿la película? ¿Yo qué sé de qué trata la película? Calculo que sobre Pollock.

     

    Viernes             18hs            (#)            CIUDAD ABIERTA                  ESTUDIO CINE. Muy buen ciclo de extensas entrevistas (de una hora de duración, algo inhabitual en cable) con directores del nuevo cine argentino a cargo de Julio Fernández Baraibar. Luego de los muy buenos ciclos de entrevistas de María Pía López que disfrutamos por esta señal el año pasado y el precedente, realmente esto es de lo mejor que ha dado la nueva programación de Ciudad Abierta. Ya han pasado por aquí Gaggero, Juan Taratuto, Rodrigo Moreno, Ulises Rossel y algún otro que se me escapa.

    Apunto este mes que el que se me pasó en la lista de directores fue ¡Campanella! ¡Por Dios! ¿Qué hace Campanella en un programa donde se habla de cine en serio y menos donde se habla de “nuevo cine”? Baraibar, venías bien hasta que derrapaste con este impresentable. Esperemos que repuntes invitando a cineastas inteligentes como los que venías entrevistando. No sé, retomá la senda invitando a un Ortega, un Llinás (eso sí, invitá a estos dos primeros en días distintos porque hasta donde sé no se pueden ver), una Martel o Lisandro Alonso.

    Refiriéndome a la misma señal, aprovecho para recomendar con el mismo énfasis –pero en un sentido bien distinto– el programa de Marina Mariasch, El secreto. Es un ciclo de entrevistas a escritores argentinos que por lo que intenta ser y nunca logra –un encuentro furtivo y sugerente con un intelectual en el cual la entrevistadora trata de seducirlo con todas las armas que tiene, es decir, con miradas y preguntas de nenita tonta, para desacomodarlo, sacarlo de ese lugar acartonado y ensimismado en el que siempre están–, es una bizarreada muy grasa, para matarse de risa un buen rato.

    Un ejemplo. Un momento único y que agradezco hasta con ternura porque me hizo reír como hacía mucho tiempo no me reía, es aquel en el que luego de que Santiago Vega – Washington Cucurto pacientemente se explayara sobre su emprendimiento editorial Eloísa cartonera y sobre las formas de edición alternativas o marginales, Mariasch, refiriéndose al fuerte ímpetu desestabilizador del emprendimiento del autor de Cosa de negros, con lucidez y ojitos encendidos que decían ¡eureka!, sentenció: “¡anticapitalista!”. Sí, Marina, dejalo ahí, lo de Cucurto es anticapitalismo.

    El problema del programa es que la entrevistadora logra instalarse en la banalidad, hasta ahí, bárbaro, pero no sabe qué hacer con ella, no sabe “sacarle el jugo” y entonces todo termina siendo patético. ¿Se entiende? Más de una vez terminé extrañando a la impresentable de Silvia Hopenhaim –o como se llame– con su programa El fantasma, un ciclo emitido años atrás por Canal a, creo, en el que se invitaba a un desconocido lector de la obra de un escritor y aquel le hacía preguntas sobre su vida y obra.

    Que no se me malinterprete. La culpa no es del chancho. La responsable de este programa fallido no es Marina Mariasch. Los únicos culpables son los productores que en vez de elegir a esta escritora, a mi modesto entender deberían haber convocado a Gabriela Bejerman (a quien no conozco, aclaro, más que por sus textos y alguna que otra lectura de cuento y/o poesía), una chica que da perfectamente con el perfil del programa que tenían pensado.

    Hasta ahora conversaron con Marina Mariasch, Fogwill, tirado en el jardín japonés haciendo el mismo papel de cínico con el que ya nos cansa desde hace más de veinte años, Sergio Bizzio, Arturo Carrera, Martín Kohan y el mencionado Washington Cucurto.

     

    (#) Repite los sábados a las 20hs. Eso sí, chequeen bien día y horario en la grilla del site de Ciudad Abierta o pregúntenle a algún astrólogo amigo que le consulte a los astros al respecto porque en esta señal cambian de horarios como Telerman de partido.

     

    VIE 23            A & E             22                   González Iñárritu. 21 GRAMOS. Cuando vimos Amores perros y supimos que su director había caído bajo las garras de Hollywood, todos previmos lo peor: que aquel que sabía narrar con gran destreza se iba a “achanchar” como todos los que caen últimamente en aquellas tierras en las que, como decía Allen en Annie Hall, hacen películas con la basura que sacamos a la calle y donde todo termina siendo basura. Si desconfían de estas palabras, observen los trabajos de los orientalitos que por estos años arriban allí, quienes en otros tiempos y en otras tierras –las suyas– hacían maravillas y ahí –en los States– hacen mamarrachos; eso sí, cobrando millones de dólares.

    Nuestros temores fueron en vano, como la mayoría por cierto. Porque en este caso, con V. del Toro, S. Penn y una rubiola preciosa como protagonistas, el ex-mejicanote hizo una película de una factura excelente, mucho más entreverada que la anterior y sin grandes baches como tenía aquella. Eso sí, es durísima. Hace poco la vi nuevamente y me partió el corazón en serio. Ah, Babel, su última película todavía en cartel, dicen que está buenísima. Vaya para completar esta trilogía.

     

    Sab 24            SPACE                     22                   W. Friedkin EL EXORCISTA. El gran Italo Calvino en su ensayo Por qué leer a los clásicos decía que cuando uno lee un clásico por primera vez ya lo conoce. Y esto es porque él ya pertenece a la memoria de la tribu. En el caso de El exorcista, ¿quién no escuchó hablar sobre esta película, la de Linda Blair contorneándose en la cama semoviente y vomitando Alba Latex verde? De modo que cuanto menos, por esta razón, el filme de Friedkin ya es un clásico. Pero mejor dejemos en paz a Calvino (que en paz descanse, sobre todo, por la trilogía Nuestros antepasados y por Si una noche de invierno un viajero, si no las leyó, pégese un tiro o consígalas, ¿qué espera?), seamos honestos a la verdad y digamos que El exorcista quedará en la historia del cine por su carácter revulsivo –más en ésta, la versión que contiene muchas escenas que no estaban en la del ´73- y por su herética iconografía que parece ideada por el turrito de Nietzsche, quien, dicho sea de paso, metió la cola ya que tiene uno de su prole en los créditos, un tal J. Nitzsche.

    Basado en un best seller, a su vez tomado de un caso real del que se anoticiará mejor al término de la película, esta provocadora obra, centrándose en el caso de una adolescente poseída por el Diábolo, retrata la ancestral lucha entre el Bien y el Mal que viene reeditándose desde Caín y Abel o desde el muchacho Zoroastro y los ejércitos de la luz y de las tinieblas.

    La escena inicial –que cobra sentido como en tantas otras películas al final del filme, así que aguante– nos sitúa en el norte de Irak, donde se asentaba la milenaria ciudad de Nínive. La cuestión es que, inmersos en medio de un esfuerzo arqueológico ciclópeo, encontramos a decenas y decenas de tipitos desenterrando ruinas del tiempo de los Asirios (pobres, hoy vemos vana tal empresa ya que en sólo unos decenios un tal Bush se encargará, más por ignorancia que por maldad, de destruir todo aquello con una prolijidad envidiable). En ese marco se encuentra un cura de ceño fruncido, el gran Max Von Sydow, que ve el desafío del eterno e ígneo villano del tridente en cada chirimbolo rescatado. El tipo no está loco, cuanto menos no por esto. Van a ver.

    Dejamos el Cercano Oriente y nos instalamos en la anodina vida de una actriz que comparte algunos momentos con su hija, un angelito encantador. Al correr de las escenas la pendejita –Linda Blair, reconocidísima por ese papel- empieza a dejar su cándido semblante angelical para convertirse en una posesa de las más bravas. Es tan brava que la muy impúdica (que entre paréntesis se llama Regan, como el presidente, ¿ya Friedkin lo veía como un demonio?; capo, ¡y eso que no conociste a Bush!), luego de decirle todo tipo de barbaridades a cuanto macho se le cruzaba, llega al broche de oro ¡clavándose un crucifijo en la vagina! Por ello, ante tamañas escenas, yo advierto. Devotos, abstenerse. En este sentido, como vemos, por su violencia y por sus imágenes sacrílegas, la película bien puede catalogarse como una de las más herejes de la historia, y, en una fantasía contrafáctica, de haberse proyectado en el Medioevo, seguro que iba al Index de cabeza.

    La madre, como cualquier mujer sensata, recurre en principio a la ciencia, encarnada en este caso por unos médicos que no dan pie con bola y, ante el desconcierto, el de los médicos por supuesto, éstos le recomiendan que recurra a algún sacerdote cristiano que cree en la sugestión de las palabras (sin saberlo el médico la estaba mandando a un analista, ¿no decía Freud que toda la confianza en la terapia y en la cura estaba en la sugestión por la palabra?) y que cura haciendo exorcismos como si estuviera en la época de Torquemada. Ahí va la pobre madre y cae con otro cura, éste más joven que el gran Max, que anda con algunas duditas de fe y un problema groso, se siente culpable porque su vieja murió en un sanatorio de mala muerte y él no pudo estar a su lado en aquel fatídico momento (conflicto con el cual, con dolor, me siento muy identificado ya que viví –y aún padezco- una situación similar). El curita joven tampoco puede atrapar al Luzbel escondido en el cuerpo de la ahora cada vez más monstruosa Linda Blair. Bueno, ¿y ahora?, ¿quién podrá ayudarnos? No, el Chapulín colorado, ni en pedo. Se caga todo ante Luzbelito, el demonio de Los redonditos de ricota, que es el mismo que está –y disculpen la expresión- “metido” en el cuerpito gentil de Linda, que a su vez, de linda a esta altura ya no le queda nada. Hay que llamar a alguien que sepa de demonios en serio, que no sea un sanatero ni un pelotudo como el Chapulín. Está bien que los dos visten de colorado, que quizá por esa nimia coincidencia se sienten a tomar unos drinks y a hablar sobre esto de estar siempre disfrazados por la vida, y en una de esas el diablo, medio en pedo, se olvida de que es diablo y deja en paz a la pobre chica. Pero no. Pues si se trata de luchar contra el Mal, ¡contra el Mal, la Hormagaaa Aaatómica! No, la Hormiga Atómica tampoco, esto es algo serio. Pero serio, serio. Una hormiguita de mierda ¿qué puede hacer? Entonces, como último recurso, ¿a quién pueden llamar sino a aquel que, desafiando al abominable Sr. Muerte con una partidita de ajedrez de morondanga en El séptimo sello de Bergman, gozándolo a más no poder, tirándole las piezas, chicaneándolo durante toda la película, logró cuanto menos postergar su propia muerte algunos días? Sí, a Max, a Super Max Von Sydow. Es lógico, si logró boludear a la Muerte en la peli de Bergman, ¿por qué no podría incluso vencer al demonio en ésta? Ahí llega Super Max, un poco demacrado, pero es Super Max, caracterizado en una de las últimas escenas como si fuera un detective de la serie negra; y agua bendita va, agua bendita viene, un salmódico recitado de la Biblia por aquí y otro por allí, objetos que vuelan por la habitación, levitación de por medio y el demonio... Ni en pedo les cuento la inesperada y deslumbrante secuencia final que bien vale la celebridad que tiene esta película. Hay que verla sí o sí. Vale la pena. Si no lo convencí con estas largas parrafadas, ¡váyase a cagar, quiere! O vaya a ver a Tinelli. Por más exorcismo que le hagamos, Ud. ya es irrecuperable.

    Antes de despedirme de este comentario le aviso que esta es la versión común, la que vimos todos durante años, no la nuevita. Ni en pedo reescribía para esta ocasión lo que había escrito cuando se dio aquella con escenas inéditas. Así que olvídese de todos los comentarios que hice (si es que los hice, ya ni recuerdo) en referencia a las escenas nuevas, porque aquí no las va a encontrar. No sea ratón, alquílesela en el video, ¿quiere?

     

    Sab 24             TNT               22                   A. Wachowski. MATRIX. La primer parte de la trilogía de ciencia ficción más taquillera de estos últimos tiempos (no sé si superó a las de Lucas, pero lo que sabemos es que “la levantaron en pala”). Situada en el 2070, en un mundo en el que la realidad está dominada por el mundo virtual (cualquier similitud con nuestra realidad más próxima consultar a los libritos del versero Baudrilliard que él nos va a ilustrar), muestra la lucha –en la que se mezcla mitología griega, artes marciales, algo del gótico, tecnología ultramoderna, todo con esa mágica fórmula del cine posmo que hace que esa mezcolanza no parezca tal– de un grupo de la resistencia liderado por un elegido, encarnado por K. Reeves. Él vestido todo de negro y de cuero, parece maraca. La que no lo parece es Triniti, su minita, que no sé quién demonios es, pero está bárbara, para chuparse los dedos.

     

    DOM 25            F & A              22                   M. Scorsese. TAXI DRIVER. Inolvidable película de Scorsese con un De Niro genial. La película trata sobre un tachero medio loco. Ya sé, dicho así pareciera que va a ver la historia de vida de uno de los fascistas que escuchan Radio 10. No. Nada que ver. Es algo más que esto. Por lo menos así la recuerdo.

     

    DOM 25             RETRO         22                               G. Lynch. EL HOMBRE ELEFANTE. A mi modesto entender, la película menos interesante de Lynch, el demente de la genial Cabeza borradora, Twin peaks, Terciopelo azul y Una historia sencilla, entre otras. Todas absolutamente recomendables, menos El hombre elefante. Bueno, ¿qué espera? No sea amarrete, ¿quiere? En vez de ver la película sobre el freak este, váyase a alquilar alguna de estas que le digo. Va a ver que valió la pena gastar 5 manguitos extra.

     

    LUN 26            RETRO         22                               J. L. Godard. PIERROT EL LOCO. Recuerdo una frase de esta película, genial como todas las de Godard y en la que trabaja Belmondo y la preciosura que se comió este sabio loco por esa época, Ana Karina, la de Vivir su vida, otra de sus maravillas. La frase decía algo así como que “no se trata tanto de describir a las personas, como de describir lo que hay entre ellas”. Ud. me dirá, bueno, Cacho, todo bien, pero, ¿qué quiere decir Godard con esto? Ma..., no sé. Después de todo lo está diciendo el loco de Pierrot mientras camina sin saber dónde porque este bomboncito precioso lo tiene como loco. Bueno, dejate de preguntas y mirá la película, ¡cachafaz! Y arremangate porque Godard no es nada fácil.

     

    LUN 26            CCA                22                               A. Amenábar. MAR ADENTRO. Según dicen, Javier Barden está estupendo en este papel en el que encarna a un tipo que lo único que pide es que lo dejen morir. Pero digamos algo y seamos duros si hay que serlo. El pobre Unamuno, escribiendo a lo loco tanto sobre el sentimiento trágico de la vida e insistiendo con que vivamos la vida loca, que garchemos a lo pavote porque “attenti que se nos viene la muerte” (Miguel de Unamuno, Del sentimiento trágico de la vida, Bs. As., Ediciones Hyspamérica, 1984, pág. 39), todos nosotros peleando cada día por alargar nuestra vida con gym, yoga, vida sana, en definitiva, tonificando nuestro cuerpo y alma al máximo; y este Bardem, de contrera nomás, lo único que quiere es morirse. Está bien que el tipo tiene algunos problemitas, pero, ¡ponele onda Barden! Peleala un poquito. Está bien que desde hace unos años no te puedas ni mover para pelearla, pero pensá que siempre está la fuerza del espíritu, que con ella y con las directivas de Tony Kamo no te podrás mover vos, pero podrás mover montañas. Sí, no sé de qué mierda te va a servir en definitiva el hecho de mover montañas, pero cuanto menos te hará ver un progreso.

    Momento. Releyendo mis propias tonterías me estoy dando cuenta de por qué en su momento del estreno no vi esta película. Me traía malos recuerdos, mejor dicho, muy tristes recuerdos. Este mes me siento a verla y el próximo la analizo no sin humor p