el interpretador narrativa

El polvo del Ensayo del Eterno

Maximiliano S�nchez

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I.

Alemania, mil novecientos sesenta y nueve. Martin ha recibido el llamado telef�nico de su disc�pula predilecta que anunciaba su visita, y espera impaciente el sonido del timbre. �l es su maestro. Ella lo ha elegido entre todos los profesores del mundo para venir hoy a su casa, a su estudio. En la Alemania de los ?60, �l es el fil�sofo m�s conocido del mundo intelectual, "el cerebro pensante de Occidente".

Suena el timbre y el coraz�n del fil�sofo late fuertemente, llegando a provocar en el pecho de Martin un redoblar de tambores, como en esas marchas del Ej�rcito del Reich que tanto le gustaba admirar. Se levanta de un salto para ir a abrir la puerta. Al atravesar el pasillo, se detiene durante unos largos instantes frente al espejo oval. Se peina r�pidamente con los dedos, se acomoda el peque�o bigote, igual al del F�hrer, y sale al encuentro de Hannah. �����������

Martin baja casi corriendo la escalera, y al abrir la puerta ambos se miran, y el deseo atraviesa las edades y las tradiciones, las guerras y los enfrentamientos raciales, el pensamiento humano y la filosof�a. Ella est� junto a la puerta, con el coraz�n dando brincos en su pecho, encendiendo peque�as llamitas en las puntas de sus senos. Mientras Hannah contempla los ojos profundos del Maestro, piensa que no quiere hacerle ya ninguna consulta. La filosof�a deber� esperar unos d�as m�s. Lleva un atraso de varias semanas en su trabajo a causa de esta aventura sin fin, de este largo viaje sin retorno y sin futuro al pa�s de los nazis. Y entre todos los nazis, su maestro es el m�s grande, el defensor, el prestidigitador intelectual del F�hrer, el que asumi� el rectorado de la Universidad de Freiburg y dio el c�lebre ?Discurso Rectoral? vestido con el uniforme con la sv�stica. �����������

Suben las escaleras hasta llegar al estudio del piso de arriba. Martin Heidegger va delante; Hannah Arendt, detr�s.

Martin ya siente la erecci�n frente a su disc�pula jud�a. La ha elegido entre todas las alumnas posibles del mundo a ella, a una jud�a. Deben ocultarlo porque ambos son casados, y esta aventura podr�a costarles (a ambos) su lugar y sus privilegios.

-Bien, Hannah -dice Martin, con su voz casi temblando-, veamos los avances de esta semana.

-Aqu� est�n los avances -dice Hannah, que en un solo movimiento ha tirado sus libros y libretas por el suelo y se ha despojado de su vestido, de manera que ha quedado absolutamente desnuda frente al Maestro. -El principal avance ha sido �ste: que, como ver�s, no he tra�do ropa interior. De esta manera iremos directamente a lo que t� quieres, asno, gusano de mierda.

-Ven aqu�, jud�a puta -dice Martin, arroj�ndose sobre el cuerpo desnudo de su alumna. Se desabrocha el pantal�n apuradamente, recorre los senos redondeados de Hannah con su lengua, mientras ella le pide m�s.

- ���Quiero m�s!!! ���Dame m�s, asno bruto!!! ���As�, as�, maldito hijo de puta!!! ��Ponte el uniforme de rector y golp�ame con el cintur�n!!

Martin se levanta de la cama y busca su viejo uniforme nazi. Le quita uno de los brazaletes con la sv�stica roja y lo pone en el muslo de Hannah, mientras comienza lentamente a succionar su entrepierna. Ella no se ha depilado. Sabe que a Martin le gustan las costumbres monta�esas, y ha venido a verlo sin asearse, como si fuera una adolescente cualquiera de la Selva Negra, una campesina que nunca se ha ba�ado, una pastora que vive junto al Rin, entre las cabras. Eso es lo que le gusta a Heidegger, y eso es lo que ella le da. No se ha ba�ado en los �ltimos cuatro d�as, de manera que su vagina irradia el olor que a su maestro m�s le obsesiona. Ella comienza a mojarse los dedos, y algo de su l�quido desciende hasta mojar el brazalete que tiene en el muslo. Heidegger la da vuelta, de manera de poder lamer directamente su trasero.

-Perra jud�a, hueles como un establo -dice Heidegger, lamiendo el ano de Arendt.

-Apoy�me ahora, que no aguanto m�s. No me hag�s que te lo pida de nuevo, bruto fascista hijo de remil.

-���Un momento!!! -grita Martin, y su grito hace estremecer los cristales de la alacena. -Algo anda mal aqu�. Reci�n me tratabas de t�; ahora me tratas de vos. �Qu� est� ocurriendo aqu�?

-Es cierto -dice Hannah. -Reci�n acentuaba de manera diferente.

-��Oh!! ��Dios!! ���Estamos hablando una lengua que no es la nuestra, Hannah!!!

-S�, pero? �qu� lengua es?

-Es...es...���es espa�ol!!! Yo lo recuerdo porque en mi escuela secundaria me hicieron leer ?El Quijote?. �Pero qui�n es el hijo de puta que nos est� haciendo hablar en espa�ol? ��Yo no quiero hablar esta lengua!! �Es vulgar, es una odiosa lengua romance, y casi no tiene declinaciones! ��T�!! ��Digo vos!! ��Digo t�!! ���Carajo!!! ��Ni siquiera es el espa�ol que usa ese pelotudo de Ortega y Gasset en sus libros!!

-Martin -dice Hannah Arendt, que se ha cubierto con las s�banas al notar una presencia extra�a, casi metaf�sica, en la habitaci�n. - Tendr�s que tomarlo con calma, pero me parece que estamos en un texto escrito por un argentino.

-���La puta madre que lo pari�!!! -profiere el gran Martin Heidegger-. ��Ya me parec�a raro que se me parara despu�s de tantos a�os!! Es todo una fantas�a de un pelotudo que habla espa�ol. Esc�cheme bien, joven, -dice Heidegger, refiri�ndose al autor de este texto- yo no quiero hablar esta lengua latinizada de mierda. �Ya mismo usted me vuelve a mi alem�n original!

-No puedo -Le contest� yo, el autor del texto.

- �Por qu�?

- Yo no hablo alem�n.

-��Oh, God damn fuck!! -expresa Hannah Arendt en su buen ingl�s.

-Eso no es justo -dice Heidegger- �Por qu� a m� me hac�s hablar espa�ol, y a esta jud�a de mierda la dej�s que hable en ingl�s?

-Porque yo s� s� ingl�s.

-Oh, come on, lets go, Martin. Let�s keep fucking, and give me it now. I want you right now, my love. ��Let the argentine writer go to hell!!

-���No quiero culear en espa�ol!!! ���Quiero culear en alem�n!!! -Vuelve a gritar Heidegger, mientras, en un rapto de locura, corre hacia la ventana y comienza a gritar como un marrano en el matadero. -���Auxilio!!! ���Socorro, un hijo de puta me est� haciendo hablar y culear en espa�ol!!! ���Hijo de puta!!! -Dice Heidegger, mirando hacia el espacio metaf�sico e invisible desde donde surge mi voz, mientras levanta el pu�o en tono amenazante - ���Te voy a hacer mierda, me cago en vos, en Ortega y Gasset y en el Quijote!!!���

Entonces, el autor del texto vuelve a hablar:

- Por favor, Martin, Hannah; vuelvan a lo que estaban haciendo. Me estaba divirtiendo bastante. A ver, Hannah, prestale a Martin el mariquito. Please, Bitte!

- �S�, Martin, ven! ��Asno, nazi hijo de puta!! ��Ven a m� y hazme sentir como una polaca violada por diez perros como t� vestidos de uniforme y sv�stica!! ��T�mame, t�rame con esas enciclopedias mientras yo imagino que eres Mois�s con las tablas de la Ley!!

- �Ah, zorra miserable! -dice Heidegger, mientras comienza a masturbarse al tiempo que pone su peque�o bigote entre las piernas de Hannah.

����������� Despu�s de prolongar su masturbaci�n durante unos dos o tres minutos, Martin se levanta a buscar uno de los cinturones que tiene colgados detr�s de la puerta del guardarropa.

-��Elige el m�s grueso, me encanta siempre lo m�s grueso!! �Memories fade but the scars still linger! - dice Hannah-.

-��Lo s�, zorra jud�a!! Y eso es justamente lo que tendr�s: �cicatrices!-. R�pidamente, Heidegger comienza a azotar el cuerpo de su disc�pula mientras le profiere insultos de carrero. El escarnio es cada vez peor, y los latigazos van enrojeciendo la piel de Hannah, que grita y pide piedad. Pero el b�rbaro no se detiene. Hannah llora a gritos, mientras unos peque�os hilos de sangre comienzan a recorrer la piel surcada de sus nalgas.

- ��Basta ya, cabr�n de mierda!! ��Basta!!! ���Aaahhhh!!! ���Bastaaaaa!!! ���Hijo de puta, teut�n bruto y bastardo, cerdo de mierda!!! ���Bastaaa!!!

-��Ah, zorra!! ���Miserable!!! ��Toma, m�s y m�s, bienpensante hija de puta, trola progresista, rockera de mierda!! ��Eso es por todos los libros que escribiste en contra de Alemania!!

-���No eran libros escritos en contra de Alemania, milico de mierda y la puta que te pari�!!! ��Eran libros escritos contra los cagones como vos, contra los nazis de mierda, contra los que exterminaron a siete millones de jud�os en los campos de...!!

- �Bla bla bla, puro bla bla bla! -dice Heidegger, que luego de burlarse de Hannah suelta el cintur�n que estaba usando a modo de l�tigo para proseguir su tarea simplemente con los pu�os.

El primer pu�etazo se estrella en todo el frente de la cara de Hannah, y su nariz pr�cticamente explota. La sangre sale como por un surtidor. Ni bien la pobre Hannah ha terminado de recibir ese primer golpe, ya est� recibiendo otro, esta vez en pleno est�mago. Este golpe es tan brutal que el cuerpo de Hannah se dobla, mientras ella cae sobre la cama. El tercer golpe de Martin da en la cabeza de Hannah, detr�s de su oreja. Hannah siente que sus fuerzas la abandonan, y que cae en lo profundo de una fosa oscura, mientras la luz de su conciencia desaparece, desaparece, irremediablemente.

-��La concha de tu vieja!! - Es lo �ltimo que Hannah alcanza a decir.

����������� La cuarta bofetada de Martin va directamente a la mand�bula de su disc�pula. El desmayo de Hannah hace que Martin interrumpa la golpiza. Luego se recuesta junto a su disc�pula para recomenzar su masturbaci�n mientras lame el rostro ensangrentado de la alumna. La sangre ya no corre desde hace unos minutos, de manera que Martin se conforma con lamer los co�gulos que comienzan a formarse en la cara de Hannah.

II.

����������� Hannah acaba de despertar del sue�o al que la empuj� la golpiza del Maestro.

-Ahora quiero que me des vos a m� -dice Heidegger, dirigi�ndose a Hannah.- Quiero que me des con todo, que me asfixi�s, que me cagu�s a golpes. Quiero recibir como nunca en mi vida.

-Ok, I�ll fuck you by your ass, and then I will lick your scars and destroy your fucking uniform.

- S�. Y despu�s quiero que me pegu�s y me dig�s ?Husserl?.

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Hannah se levanta de la cama, con la cara amoratada por la golpiza. Toma las esposas que tiene Martin junto a su cama, y lo amarra ayud�ndose con unas cuerdas. Hannah lo pone boca abajo. Martin ha cerrado los ojos y sue�a que es apedreado contra el muro de los lamentos por seis jud�os que comen jam�n mientras leen la Torah.

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Hannah ha terminado de atarlo. Y entonces comienza a darle latigazos con la hebilla del cintur�n. Martin grita en cada latigazo. El dolor y el amor por su disc�pula hacen estremecer su voz.

-���As�, as�, Hannie, as������!!!

-��No me dig�s Hannie, ovejero nazi!! ���Sab�s que no me gusta!!!

-���Hannie, Hannie, Hannie!!!

-��No!! ���Noo!!! ���Noooo!!! -y con cada no, Hannah castiga al nazi, cada vez con m�s fuerza. -��Tom�, hijo de puta, tom�, Husserl, alumnito de Husserl, disc�pulo de mierda!! ��Fenomen�logo de cuarta!!

-��Ahhh!! ���Ahhh!!! ��As�, puta!! ��Zorra!! �C�mo me gusta cuando me dec�s esas cosas! �Ahhh! Haceme sufrir as�; peg� m�s fuerte, cobarde. Acord�te de tus hermanitos polacos. ��Ahh!! �Sab�s de qu� est� hecha la l�mpara que tengo en la mesita de luz, puta? �Ah? Imaginate de qu� est� hecha.

-Ah, hijo de remil, ese fue un golpe bajo, y no te lo voy a perdonar. -Dicho esto, Hannah toma una de las plumas con punta met�lica que Heidegger tiene en sobre su velador, y comienza a dibujar la estrella de David en la espalda del Maestro.

- �Qu� est�s haciendo en mi espalda, puta?

- ��Un dibujo de mi concha, para que sep�s c�mo es y por d�nde entrar, gordo de mierda!!

-Ah, golpe por golpe, ofensa por ofensa. ��C�mo disfruto de estas tardes, zorra jud�a, perra sionista!!

����������� Una vez que Hannah ha terminado con su tatuaje sangriento en la espalda de Martin, retoma el cintur�n, y golpea sobre los hilos de sangre que se han formado. Gruesas y rojas gotas comienzan a salpicar el rostro amoratado de Hannah, que ahora se masturba utilizando el mango de la pluma, y grita todo tipo de insultos contra su Heidegger, contra su raza, contra la Patria, contra Goethe y Wagner, contra Prusia y Federico Guillermo, contra el F�hrer.

-���Puta, miserable!!!�� Dame m�s, dame m�s!! ��As�, as�!! ��M�s fuerte!! ��Dec�me Sartre, dec�me existencialista!!

-��S�, sos un existencialista de mierda!! �Me o�s? ���Sos un existencialista hijo de puta, un zurdito ateo!!! �A ver? Pon� los ojitos bizcos, como Sartre, �a ver? �Le mostr�s a mam�? �A ver, Jean-Paul, Jean-Paul; tom�, por hijo de puta, tom� �sta y �sta y �sta! �Estuviste en las barricadas del mayo franc�s tirando molotovs con tus amiguitos franceses?, �te infiltraste?

-��Ahh!! No te propas�s, perra. Acord�te de que soy tu amo, hija de puta.

- �Mi amo? �Tom� �sta, amo; y �sta otra! �Sab�s qu�? ��?Ser y Tiempo? es un bolazo!!

? �Entonces no lo hubieras plagiado en ?La condici�n humana?, zurda chupapijas! No s� para qu� escribiste ese libro.

? ��Lo escrib� para cagarte la vida, pero no te diste cuenta!! ��Teut�n ignorante de mierda!!

? ��Pero bien que te gusta acostarte con el teut�n bruto!! �Ahora sentir�s en carne propia la pija m�s grande de Freiburg!

? �Ah, s�? �Pero no me hag�s re�r! Si la �ltima vez que se te par� fue cuando te dieron el puesto de Husserl, gordo de mierda.

����������� Enloquecida, Hannah chilla como un mandril, insultando a Heidegger en cada latigazo que le da. Obviamente est� por alcanzar su primer orgasmo. Martin odia que le critiquen su obra cumbre.

-Hac�me sufrir m�s, puta de mierda; zorra. ���Me cago en el monte Sina�!!!

-Ya s� c�mo hacerte sufrir. Te voy a leer algo para que te cagu�s de infeliz. �Qu� te parece una p�gina de ?El existencialismo es un humanismo?? �O alguna cr�tica de Marcuse?

-Marcuse no. �Qui�n puede disfrutar con la imagen de la cara de Marcuse?

-Bueno, la cara de Sartre, con ese ojo mirando para cualquier lado, tambi�n deja mucho que desear...

-Pero Sartre me es m�s familiar. Lo vi una que otra vez en mis cursos. No s�, es la costumbre.

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Entonces, el autor del texto vuelve a hablarles:

-Un momento. Yo puedo recomendarles algo realmente muy bueno para un momento como �ste.

-Cagamos. Otra vez este pelotudo. -profiere Heidegger, que sigue atado y esposado a la cama, boca abajo, con la espalda cruzada de latigazos y ensangrentada, y con su disc�pula sentada encima, que sigue masturb�ndose.- Ya le dije que se marchara, joven - me dice.

-No recuerdo si me dijo eso. Me dijo que los hiciera hablar alem�n, pero yo no s�- le contest�.

-No me importa si no se lo dije. Se lo digo ahora: ret�rese de esta habitaci�n.

-Bueno, me voy, pero antes quiero recomendarles algo. Yo vivo en la Argentina del a�o 2002. Y tengo en mis manos un pasqu�n literario, llamado "Lavidapuerca". Tomen. -Y me acerco a Hannah para alcanzarle la revista. Ella, atentamente, retira la mano de su vagina para recibirme el ejemplar.

-Thanks a lot -me dice.

-Your welcome -le respondo.

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����������� Hannah se pone sus anteojos, y comienza a leer los dos textos que yo hab�a marcado con rojo en la revista.

III

- �Quieres que te comience a torturar, mi amor? ?pregunta Hannah.

- �Comienza ya! �Hazlo! -contesta Martin.

����������� Hannah empieza a leer el primer texto:

-Este poema se llama ?Cuento de Hadas?. Porque siempre cre� en los cuentos de Hadas, decid� mantenerme virgen a la espera de mi pr�ncipe...

- �Ay Ay Ay!- interrumpe Heidegger la lectura de Hannah - Esto promete. Creo que voy a sufrir. Imagino que estoy en mi Selva Negra leyendo a H�lderlin, y t�, perra jud�a, me lees esta porquer�a. �C�mo sufro!

- Una noche despert� con un beso: Era �l. Se desliz� en mi lecho e hicimos el amor...

- ��M�s, quiero m�s, puta!! L�eme m�s de esa mierda. Qu� cursiler�a: ?Se desliz�?, ?hicimos el amor?. �Cu�ndo me vas a escribir un texto tan calent�n como ese, en vez de esos ensayos de mierda que escribes siempre?

- Pens�: Se quedar� conmigo. Le he entregado mi cuerpo...

- ��Ay, Hannah!! Creo que voy a acabar. ��Qu� bueno, c�mo me hace sufrir esa bosta!!

- Aqu� termina, Martin. No te pierdas el final. Es tremendo.

- �A ver? L�emelo y h�zme sufrir, peque�a zorra.

- A la ma�ana siguiente �l ya no estaba.

����������� Martin comienza a llorar de felicidad. Mientras Hannah siente que va a desfallecer de la risa. Sus carcajadas hacen retumbar, una vez m�s, los vidrios de la alacena. Martin tambi�n r�e a carcajadas.

- ��Otra vez, otra vez!! -le dice Martin a Hannah-. �Quiero ese final otra vez! -dice, interrumpi�ndose por la risa.

- A la ma�ana siguiente �l ya no estaba.

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����������� Una risa aguda se escapa esta vez de la boca de Heidegger. Una risa que suena casi como los chillidos del F�hrer, mientras Hannah llora de la risa y comienza a sentir ganas de orinar, sentada como est� sobre el trasero de su Maestro.

- ?A la ma�ana siguiente el ya no estaba?. Ja jajajajajajajajjaaaaaaahhhh. Se la cogi� y se fue a la mierda. - se r�e Heidegger al hablar.

- Le debe haber dedicado un poema -dice Hannah.

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����������� Esta vez la carcajada de ambos es tan grande que la cama se mueve como si el suelo de Alemania temblara. Hannah se ha tirado hacia atr�s, y mira el techo con los ojos llenos de l�grimas, mientras Martin muerde la almohada para que sus gemidos no alarmen a los vecinos. As� pasan unos cuantos minutos.

- Ahora te leo el otro texto, Martin -dice Hannah-. Tiene una presentaci�n de la autora. Dice que la autora es una ni�a que se encierra en su cuarto a inventar una luna de papel porque el cielo se la niega.

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����������� Otra vez los dos se pierden en una tremenda carcajada. Dos tremendos lagrimones caen por las mejillas de Martin Heidegger, que de nuevo muerde la almohada.

- Que es una ni�a malcriada que se pasea desnuda por la noche.

- �Ay! �Hannah! Jajajajjaaahha. ���Dame m�s!!! Quiero m�s y m�s y m�s. Creo que me voy a cagar encima de ti, querida Hannah.

- M�s bien te cagar�s encima de ti mismo, Martin. Te recuerdo que est�s boca abajo.

- �Que se pasea desnuda por la noche, dice? �Es que el que se la cogi� le afan� la ropa?

- ��Call�te, hijo de puta, que no puedo leer!!- pide Hannah.

- �Por qu� anda en bolas? �Anda buscando otro pr�ncipe para que ?se deslice en su lecho??

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����������� Hannah vuelve a caerse de espaldas sobre la cama. Sus l�grimas le impiden continuar leyendo. Sus anteojos se han empapado.

- Aqu� estoy, soy la princesa en bolas que anda por la noche. �Podr�a alg�n pr�ncipe venir a culearme, por favor? -vuelve a interrumpir Martin, que casi no puede hablar a causa de la risa. Siguen ri�ndose durante unos minutos. Hannah seca sus lentes y se dispone a leer la poes�a de la chica que anda desnuda por la noche.

-Esto es lo peor, Martin. Es lo peor. Escucha, por favor. Creo que me voy a mear. �Me perdonas si me meo encima de tu cama? -dice Hannah entre risas.

- Si t� te meas, yo me cago. Eso depende de la poes�a.

- Comienzo a leer...

- �Ay! �Hannah! Tengo una erecci�n. No s� si es placer o sufrimiento. Me parece que este poema va a ser peor que todos los cinturonazos de reci�n.

- Te lo aseguro. Ah� va, Martin: tiempo..........entre.......tus.......piernas. -comienza Hannah a leer tratando de aguantar la risa.

- �Por qu� dejas tanto espacio entre palabra y palabra? �Te da mucha risa?

- ��No, Martin!! Es poes�a moderna. -dice Hannah, y ambos empiezan a re�r de nuevo. Se calman y Hannah contin�a leyendo.

-...y mis pechos �cidos - �Pechos �cidos? se pregunta Hannah.

- ��Es que andaba en bolas por la noche y se la cogieron debajo de un limonero!! -De nuevo comienzan las carcajadas. Hannah se vuelve a tirar de espaldas. Esta vez siente que se orinar� sin remedio.

- Dej�me leer la poes�a, hijo de puta, no habl�s m�s -le pide a Heidegger.

- ��Debajo de un limonero!! Jajajajaja.

- Una escena -dijo Hannah Arendt- al estilo de ?El diablo andaba en los choclos?. Podr�a ser ?El pr�ncipe andaba en los limones?. Los limones de la chica son �cidos.

- Cuidado a aquel que los quiera chupar.

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����������� Las risas son cada vez m�s agudas. Como Heidegger tiene las manos atadas, se limpia las l�grimas contra la almohada, que ya est� comenzando a empaparse.

- Bueno -dice Heidegger-, la chica est� en bolas, tiene las tetas �cidas, �y entonces?

- lamen.....................el hambre del mundo.

- ��Oh!! ��Qu� frase!! Parece una de esas pelotudeces grandilocuentes de Sartre. -se burla Heidegger.

- Adem�s -interrumpe la lectura Hannah- los pechos de la minita lamen no s� qu�. �Esta mina tiene lenguas en los pezones o qu�?

- Est� hablando en met�fora- la corrige Heidegger.

- Gracias, Maestro. Usted siempre tan sabio.

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����������� Otra vez vuelven las carcajadas, que Heidegger vuelve a interrumpir para que Hannah contin�e leyendo.

- Me caigo en la voz de otro.

- Me caigo y me levanto. -se burla Heidegger

- Me caigo entre los limoneros y me aprieto las tetas contra la chipica del patio. - se burla Arendt.

- Y entonces viene el Diablo y me mete un choclo en el culo.

- S�. Me mete el choclo en el culo y me dice: ?Eso por pasearte desnuda por la noche. Y para que se te pase la calentura.?

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����������� Vuelven Hannah y Martin a re�rse como locos. Evidentemente no van a poder terminar de leer esta poes�a. Heidegger le pide a Hannah que le seque las l�grimas con un pa�uelo, porque la almohada ya est� toda mojada con sus l�grimas. Hannah tambi�n est� llorando de la risa.

- ��Dame m�s!! ��Hac�me sufrir m�s, guacha!!! -dice Heidegger.

- Bueno, sigo: soy lo que �l quiere decir. / Vuelo en sus gritos / en la sed de su refugio / En el encuentro del cosmos entre la piel y el hambre lenta e infinita.

-Dale, segu�, que no s� si se me ha parado o me estoy por mear.

- Y si no corro hasta el fuego...

- S�, deber�a correr hasta el fuego y tirar todas sus poes�as.

-...es por miedo / a que �l se apiade de m�.

- �Que se apiade qui�n? ?Se pregunta Heidegger? �El pr�ncipe o el fuego?, �el Diablo o el choclo? ��No entiendo ni mierda!!

- No s�, no s� - contesta Hannah-. Esperemos ver c�mo termina. Contin�o leyendo: Y si me caigo o me lastimo / es para hundirme y esperar / al hu�rfano de cuerpos / que me posea.

- S� -agrega Heidegger- y si no viene el hu�rfano de cuerpos te vas a tener que conformar con el choclo del Diablo.

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����������� En la �ltima carcajada, Hannah no soporta m�s las ganas y se orina completamente encima del cuerpo de Martin, que se da vuelta para cagarse encima. Hannah retoma el l�tigo y descarga toda su furia repentina en el culo del Maestro.

- ��Ni�o cochino!! - le dice. Y lo limpia con la revista ?Lavidapuerca?.��

IV

Cae la noche en Freiburg y todo ha terminado. Una sesi�n m�s de sexo y tortura literaria, de sadomasoquismo y latigazos, como a Martin y Hannah les gusta. La habitaci�n ha quedado a la miseria. Todo sea por el placer.

Yo sigo en la habitaci�n de Heidegger. Ahora ellos se est�n duchando juntos. Mientras se duchan, cantan una vieja canci�n argentina. Desde ac� se los puede o�r cantando:

-���Yo quiero mi pedazo/ Por qu� no me lo dan/ Yo ya puse plata/ mi pedazo no est�aaaa!!!

Aunque son los a�os sesenta y esa canci�n todav�a no existe, todo es posible en la literatura.

Cantan horrible. Yo me voy de aqu�.

Maximiliano S�nchez

el interpretador acerca del autor

Maximiliano S�nchez

Publicaciones en el interpretador:

N�mero 27: junio 2006 - Aquiles y Patroclo

Para saber m�s acerca del autor, ver
Las chicas de letras se masturban as� XVII


Direcci�n y dise�o: Juan Diego Incardona
Consejo editorial: In�s de Mendon�a, Camila Flynn, Marina Kogan, Juan Pablo Lafosse, Juan Marcos Leotta, Juan Pablo Liefeld
secci�n artes visuales: Juliana Fraile, Florencia Pastorella
Control de calidad: Sebasti�n Hernaiz

Im�genes de ilustraci�n:

Margen inferior: Jacek Malczewski, Death (detalle).