el interpretador artes visuales

 

Lucía Rodríguez Iglesias

 
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BIO:

Viví en Coglhan mi infancia y me mudé al tiempo a Saavedra. Mi cariño está con este barrio, aunque hoy sea Palermo Hollywood quien me hospeda. Que todavía no me haya podido cruzar con Al Pacino un poco me frustra. Me voy a cambiar de barrio… En fin, que de profesión elegí la Sociología. Porque me gusta entender todo y preguntar todo, pero nunca supe muy bien cómo hacer amigos. Trabajo en investigación de mercado, así que si tomás más Coca-Cola es mi culpa. Con la plástica me he relacionado intermitentemente durante mi adolescencia, y ahora después de unos años retomé ese viejo amor, más ordenado pero más caótico, en un taller de pintura.

Lucia Inés R.I.

www.mayonesagriega.blogspot.com

www.porfinuncolor.blogspot.com

 

TEXTOS:

Nada cambia, nada se transforma

Tengo 13 años. Miro por la ventana de mi casa, una esquina, la ochava, ambas calles se ven perfectamente y no viene ningún auto. El mismo calor de este martes tropical, ni un alma en la calle. Tengo 13 años y siento pesadez. No del estómago. No por baja presión. Pesadez estructural, esa pesadez de lo inevitable: lo inevitable de estar vivo. Tengo 13 y nunca leí a Schopenhauer.
Tengo 6 años. Mamá está poniendo todo en canastas de mimbre. Nos vamos a mudar, a dejar la casa donde viví con mis padres como una familia entera, para empezar a convivir con una mamá solar. Miro las paredes, miro las puertas de la casa y pienso que todo eso que está ahí en el fondo es sólo plata. No está hecho de plata, ya lo se, pero es plata, dinero. Tengo 6 años y ya soy marxista.
Ahora, vuelvo a pensar en quién soy y descubro que éso lo se desde los 10 años. Se quién soy y qué soy eso desde hace años. Y no cambié mucho, no cambié tanto como para decir que el tiempo pasa apresuradamente.
Mi hermana menor va a cumplir 13 en un mes. Ella, sabe ya quién es?
Quizás ahora no, pero cuando mire para atrás descubrirá que uno no cambia tanto con el tiempo. A veces mejorás sobre lo que ya tenés, pero siempre hay algo que queda, una forma de mirar el mundo, una melancolía, una apuro, una obsesión.

Que se calle el cantor!

Vuelvo del trabajo en medio de la lluvia. Un Cabildo que quiere ser Santa Fé, porque a esa altura ya no es el Cabildo de mi infancia y lo que cuentan son las cosas que uno aprende de una vez y para siempre.
Llueve, y claro, me mojo. Piso la infaltable baldosa floja. Atino a resbalarme porque justo los días de lluvia decido ponerme las botitas rolingas de suela lisa, tengo la teoría de no poder usar más de tres días el mismo calzado, ni el mismo pantalón, ni la misma remera. Pochis dice que es la única forma de que la ropa dure, y yo me encariño.
Llueve, decía. Y no me quejo, no me siento mal, ni me angustia. Y saben por qué? Porque por lo menos me quedan miles de poesías, miles de imágenes, muchas canciones, algunas películas, demasiado amor recitado a la lluvia. Porque en algún lado leí que se puede cantar feliz bajo la lluvia. Y eso está bien...
Sé que hay magia en todo ésto. Se que hoy cuando lo cuente, voy a poder recurrir a la estafa prestada de miles de imágenes para hacer de mi pié húmedo y frío, lleno de tierra, un trofeo de aventuras.

Pero el problema llega entonces de la mano de esta época adulta. De qué literatura aferrarme (ayudenmé!) a la hora de pasar de largo por esta oficina prosaica en la que estoy embutida? Porque no puedo aferrarme a ninguna imagen buena.
Porque en mi adolescencia he leído mucho y soñado con viajes, proezas y amores, pero nunca con tener que sentarme entre ladrillos y pantallas durante horas.

La literartura debería preparnos para esto...

 

Fahjion Osama

Señora, notó usté que el Islam se puso de moda?

Se viene una buena... Así es el vómito de hoy. Una Moulinex que todo lo engulle. Y se habla de años de civilización, y seguimos igual: comiéndonos a nuestros enemigos, devorando lo que nos amenaza.

Osama nos invade, y Shakira se pone de moda.

Anduvo señora paseando por la Avenida Cabildo, aprovechó las ofertas de fin de temporada. Note señora el nuevo estilo que llega. Mucha tela superpuesta. Muchos brillos y colores. Mucha sandalia con piedritas. Alguna babucha que sobrevive. Polleras largas. Collares coloridos. Medio hippie?... No, no se confunda señora, si fuera así le sonaría más aburrido. Demasiado étnico, dice? Notó que hasta la ropa de niños tiene su producción de fotos hecha en Marruecos.

Niños, nenas, damas, muchachas. Todos nos vestimos a la Osama. Y vemos la repetición de El Clon, que se volvió cool de repente y lo pasan en las teles de Palermo H.

Nos volvemos un poco Calibán y los maldecimos en su idioma.

 

 

 
 
 
 
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