Lucas Rubinich —director de la carrera de Sociología UBA; Profesor titular de las cátedras de Sociología General y Sociología de la Cultura— es un malabarista del pensamiento. Sus clases son rápidas, ágiles, camina de un lado para el otro, grita, putea: cita con rigor a los clásicos. Despierta el interés con su materia introductoria: la sociología como sistema de integración de diversas tradiciones. Enfatiza el trabajo empírico y la pregunta sociológica como motor de producción teórico: una pregunta que a través de sí diagrama nuevas relaciones.
En esta entrevista nos advierte sobre una mirada predominante: reduccionismo de la acción social o superficies donde se marcan y registran a los culpables e inocentes de los dados coyunturales. El oficio del sociólogo es excavar y hallar repeticiones y diferencias, disfraces, en los nudos de la existencia social. Solo después: “la piel es lo más profundo”. Pensar lo social se impone no tanto como demanda de conocimientos del aparato de información sino como efecto trágico de lo cotidiano. Nuestra sociedad tiene horror a saber de sí. Hablamos con Rubinich y nos preguntamos, entre otras cosas, acerca de las razones de todo esto.
por Leonardo Sai
1- Por un lado hay toda una biblioteca que se afirma en los análisis microsociológicos, de la vida cotidiana; no la sociedad sino campos sociales. Por otro lado, la interconexión global, algo de cortina que se llama Estado, pero que esconde el Capital entrelazado que empuja a Estados Asociados. Aquí hay otra biblioteca que piensa la Sociedad Global, la Mundialización, el Imperio. ¿No se impone como nunca antes pensar la fuerza del Todo como una fuerza y una lógica distinta al devenir de las partes?
Cada vez más esos espacios aislados tienden a superarse. Por ejemplo, las investigaciones sobre vida cotidiana de Steve Levitsky que posibilita conexiones en esto que se llama el mundo micro y macro. Levitsky hizo un trabajo sobre las unidades básicas peronistas en la matanza. Un muchacho formado en ciencias políticas que venía a hablar de transformaciones en el sistema político y sectores sociales en la Argentina, y en ese marco lo relativo al peronismo. Y como se dio cuenta de que no iba a entender nada sino entendía que pasaba en la cultura política de la vida cotidiana se transformó en una especie de antropólogo. Recorrió como cien unidades básicas, habló con los vecinos, con los punteros, etc. No se trataba de quedarse en las lógicas particulares de los grupos que estaban en ese barrio, sino conectarlos con lógicas políticas más generales, con situaciones de cambio socioeconómico. Hay ejemplos en los últimos diez, quince años, donde uno puede encontrar muy bien esa relación. Creo que es una relación auspiciosa.
Y necesaria...
Sí la pensamos en términos teóricos diría: No hay contradicción teórica entre el individuo y la sociedad en la medida en que el individuo es una internalización de un cacho (particular y localizable) de sociedad. Si uno pone el foco en un pequeño grupo debería poder encontrar relaciones que permitan explicar situaciones mucho más generales.
Bourdieu lo hace cuando observa el mercado de la casa para analizar el discurso de la economía.
Ahí tenés un muy buen ejemplo: el mercado inmobiliario. Un objeto trivial. Hay que darse cuenta que el mundo internacional marca agendas. Y distintos mundos: el mundo académico más formal norteamericano marca algunas agendas por el poder de la financiación. Hay un mundo cultural académico europeo que también marca agendas, por el poder del prestigio. La teoría sociológica comenzó a pensar esto que algunos llaman la acción y la estructura, lo micro y lo macro, teóricamente: no quiere decir que no estuviese implícito en la teoría social pensar la vida cotidiana. Lo que sucede es que, en los últimos años, se actualizaron miradas que estaban en los clásicos y que se hicieron investigación: “La distinción” de Bourdieu, o los ensayos de viejos sociólogos como Baumann. No se trata solo de evaluar contextos sino pensar relaciones. Por ejemplo, con el mundo económico o con el mundo político internacional. Yo hice un trabajo sobre la Universidad de Buenos Aires y en él trato de observar cómo se construye un problema social —el problema de la universidad— y cuando voy a mirar esto tengo que escaparme de las políticas locales, en este caso, subsidiarias de políticas internacionales que a veces no son explícitas porque aparecen como opinión, como referencia de organismos financieros internacionales. No se puede organizar el mundo universitario contemporáneo, es decir, la UBA, la Facultad de Sociales, la carrera de Sociología, sino entiendo la posibilidad concreta de realización de políticas de organismos financieros, con portavoces, actores concretos, con identidad académica nacional y que actualizan esas miradas. Entonces, entro por algún problema de la carrera de sociología y terminé hablando de cómo se construyen políticas para el mundo universitario a partir, por ejemplo, del Banco Mundial, de la intervención de intelectuales locales. Por lo tanto, un encuentro entre esas grandes cuestiones y pequeñas transformaciones.
2- En una nota reciente en Página 12, el Tato Pavlovsky advertía que el crimen de Patagones de un chico armado en una escuela podría suscitar fenómenos de contagio, fenómenos de imitación. Esta hipótesis nos lleva a Gabriel Tarde y, en particular, a “el Suicidio” de Emile Durkheim donde tal hipótesis, según él, refutada. ¿Cómo pensas la problemática de la acumulación en las ciencias sociales?
Hay acumulación pero se da de manera compleja. No digo que sea simple la acumulación que se produce en ciencias duras. Digo que en las ciencias sociales hay una heterogeneidad de corrientes teóricas (aunque intentos de encontrar la unidad en la heterogeneidad hubo desde la década del cincuenta hasta ahora) Lo que hay —mucho peor– es la desconexión, por ejemplo, con la antropología. La efectiva compartimentación de disciplinas en departamentos que suponen agrupaciones y círculos particulares: en ciencias sociales es muy difícil que se haga una recuperación simplista de Gabriel Tarde. Pero No es difícil que un economista la haga o que un psicoanalista la haga. Los lazos corporativos separan y esa acumulación efectiva no se transmite. En la psicología hay tendencias a miradas reduccionistas de lo social. Pensar a esta altura del partido en imitación a la Tarde pone en evidencia esa compartimentación. Durkehemianamente, yo puedo analizar la ruptura del lazo social, es decir, un nihilismo pasivo, nihilismo cultural, nihilismo real.
Transpotting urbano-bonaerense.
Absolutamente. La situación de la escuela no es de la escuela; se mató un pibe no es que por imitación se va a matar otro: hay situación de ruptura real, fragmentación simbólica; no hay objetivos trascendentes. Objetivo trascendente no es estudiar metafísica.
Es Jubilarse.
En la familia, por ejemplo. Pensar de aquí a veinte años, es decir, lo que pensaba un tipo en el Estado de Bienestar del 60 o 70. Un pibe que no puede pensar de aquí a mañana, sea en una villa o de clase media: todos están en el marco de esa crisis de “paraguas morales” como decía Durkheim. La crisis de las instituciones es producto en términos internacionales de la destradicionalización: las instituciones anteriores dejan de ser creíbles y el momento posterior no está presente. Traducción libre de Marx. Las instituciones argentinas nunca fueron del todo creíbles (como puede creer un alemán en sus instituciones) pero un tipo de la década del cincuenta creía más en sus instituciones que un tipo de ahora. Cuando un viejo chorro ve robar a los pibes de ahora dice: “Estos muchachos no tienen acción racional con arreglo a fines”, es decir: ¿Cómo van a hacer eso? “Yo para asaltar un banco tardo tres meses: tengo que buscar al campana, un plano, un análisis de inteligencia previa para ver cuando pasa un policía” “estos locos van a matar o morir” No es un efecto de imitación. Es un efecto producto de un hecho social que se explica causalmente.
Cuando interviene el psicólogo no aparece el crimen, sino el criminal.
Una mirada individualista en términos analíticos: hay culpables, es decir, hay personas. No estructuras. Como Puntodoc que denuncia a jóvenes perejiles que vende cocaína barata en un baño de Constitución que es el eslabón más estúpido de una cadena compleja Y encima lo denuncian cuando probablemente puedan ser casi empleados de algún sector de la agencia policial. Tiene que ver con esa mirada analítica individualista: porque BinLaden, porque Castells, etc. Por supuesto que hay individualidades. La cuestión es que son productos. La mirada individualista de la acción social tiene un sustento teórico en la Escuela de Chicago, en Von Hayek, en los comunicadores de Derecha nacionales y también en los progre: Lanata, puntodoc, donde no hay hechos sociales, hay culpables. Con otra moralina, pero en el fondo: Inocentes y Culpables.
3- Piqueteros y rutas, asambleas y clases medias muy engañadas, pibes chorros y bolsas de pegamento, Okupas, se han vuelto parte de una obsesión televisiva, de cierto placer de espectador de la destrucción ajena, de cierta fascinación realista en cine y en teatro y que esta empecinado en Documentar. También en las producciones de los sociólogos actuales. ¿Cuáles son los sentidos comunes imperantes en todo esto?
El problema de los medios es una cosa, el problema de la sociología es otra cosa. Hay hechos sociales singulares que es preciso analizar, como las fábricas recuperadas, como los piqueteros, etc.. Ahora bien, como en todos los mundos, hay buenos y malos trabajos. Es oscurantista encontrarle una salida optimista a un movimiento por el cual uno simpatiza cuando esa salida no es visible analíticamente. Ahí uno debería ser todavía más crítico. Solo allí crecés políticamente. Los medios son otra cosa. Lo que antes se llamaba sensacionalismo hoy es totalmente corriente. Desde radio Mitre hasta “Ser Urbano” y los programas periodísticos hay sensacionalismo atroz: música de suspenso, Mafias de Taxis de Laferre, etc. Esos emergentes del proceso social son personajes acostumbrados a un denuncialismo efectista. Cuando el progresismo periodístico de Puntodoc pide meter preso al remisero de Laferrere que aparentemente llevaba a prostitutas y ellos (periodistas) llegan en una camioneta policial vestidos con chaleco anti balas para ver el resultado de su trabajo de investigación... Blumberg es un poroto. Así se piensa en términos de Delincuente y se pide la baja de imputabilidad. Un simple ejercicio de sociología de primer año: ¿quién lo mandó a este pibe? Lo mandó un galpón inmenso de dos manzanas que almacena coches cortados, a la vista de todos, que en una Municipalidad del conurbano no es ignorado por el comisario, etc. Todos saben que es una actividad comercial más o menos legitimada: galpón policia, galpón-sistema político, galpón- fracción empresario cercano: ¿quién es este pibe? En el proceso general de violación de la ley es insignificante.
Todo el derecho penal se funda en el libre albedrío. Sino no existe.
De acuerdo. Pero hay sistema de relaciones, esto lo sabe cualquier aspirante a detective. Ni siquiera es sociología. Y es muy fácil: porque el galpón mide dos manzanas.
Ese sistema se puede mostrar: “EL Bonaerense” que es como un American Psycho nacional.
“El Bonaerense” tiene el mérito de no demonizar y permite comprender las condiciones que llevan a hacer lo que se hace.
En algunas de tus clases te escuché recomendar la lectura de Oscar Masotta. ¿Qué herramientas aporta Masotta a la sociología?
A mí me interesó porque Masotta es un innovador cultural, un re-inventor de Roberto Arlt. “Sexo y Traición” muestra otro Arlt. Antes era: la marginalidad urbana, el escritor popular, es decir, humanismo ingenuo y compadecimiento. Se lo veía como alguien que da cuenta de algo pero con límites.
Esos críticos que reducen Arlt a una especie de estratega que moldea un qué dirán póstumo.
Claro, y de pronto viene el loco este y... ¡Sexo y Traición!. Esto rompe con ese humanismo comunista. Allí encuentra productividad artística y Arlt crece geométricamente. Masotta es un Inventor: él hizo lo que sueñan los críticos literarios. Solo Lugones hizo algo más grande, con el Martín Fierro. Es un hecho importante y fascina el análisis social: un cambio de significado. Innova con el pop-art, con el arte contemporáneo.
Siempre existe una influencia recíproca entre Filosofía y Sociología. Michel Foucault.
Foucault como Investigador apasionado. Muchos foucaultianos no harían lo que hizo Foucault. Se quedan con el Foucault público. El Foucault imaginativo es un tipo que estuvo mirando pilas de archivos. Supone una gran reinvidicación del trabajo empírico: allí construye lo que construye: trabajo meticuloso, farragoso, rutinario, hinchapelotas. Es alguien que va a mirar algo. El Arqueólogo, que no tiene nada de metáfora. La opción entre teoricismo a la violeta o contador de porcentajes es falsa. Hacer andar la teoría en la construcción de objetos, con documentos, entrevistas, etc. , esa es la cuestión. Investigación empírica productiva: hay otra cosa entre teoricismo a la violenta y empirismo gris y chato. Foucault es un ejemplo.