el interpretador entrevista

 

Caminando alrededor.

Entrevista a Elvio Gandolfo,

por Ariel Bermani, Daniela Allerbon y Zulema Lázaro.

 

 

 

 

El oficio de escribir

1. 1. ¿En qué momento sentiste que ibas a convertirte en un escritor?
En la secundaria, al escribir composiciones “libres” con cierto estilo.

2. ¿Qué influencia tuvo tu familia en tu formación literaria?
Muy curiosa, porque no se trató de la herencia de la “biblioteca paterna”, sino del descubrimiento que hicimos junto con mi padre de la literatura moderna (la española del siglo de Oro él la tenía muy masticada).

3. A partir de tus múltiples oficios –narrador, poeta, traductor, periodista, crítico- ¿qué diferencias y qué similitudes formales ves en tu escritura?
Cada una de ellas es distinta, por una cuestión simple de oficio. Es muy riesgoso (y por lo tanto interesante) cuando las cruzás, como hice en los textos periodístico/literarios de mi libro Parece mentira.

4.¿Tenés un plan definido antes de comenzar a trabajar en un texto literario o te dejás llevar?
Depende de cada caso en particular. Hice un plan prolijo para mi única novela, Boomerang, para después cumplirlo a medias. Algunos cuentos me salieron de un saque, otros demoraron más de un año. A veces tengo sospechas de fallo que no alcanzo a distinguir, y paso el tiempo en encontrarlos o intuirlos. Dejarse llevar es estupendo, también salen cosas muy buenas. Pero ahí es aún más importante un esencial estado de gracia, muy difícil de alcanzar cuando vivís de tu trabajo.

5.¿Qué tipo de ámbito necesitás para escribir?
Cualquiera.

6.¿Escribís en papel o directamente en la computadora?
Si tengo computadora a mano, con computadora. Si no, escribo a mano, aunque después me suele costar entenderme la letra.

7.¿En qué momento sentiste que habías adquirido “oficio”? ¿Qué cosas te lo indicaron?
El empujón hacia adelante en la espalda lo tuve con la publicación de poemas en la revista El corno emplumado primero, después con el nihil obstat de Mario Levrero con “Vivir en la salina”, y en cuanto a la percepción pública, con la apertura de una selección del cuento argentino que hacía Osvaldo Soriano en La Opinión con “Sobre las rocas”.

8.¿Pensás en un tipo específico de lector al escribir?
No, varía según el cuento. Siempre es imaginario.

9.¿Qué estás escribiendo en este momento?, ¿cuáles son tus proyectos literarios a corto y a mediano plazo?
En este preciso momento, nada. Tengo tres novelas cortas empezadas, totalmente distintas, que ojalá pueda terminar: “La silla voladora” (acción, crimen, frases cortas, balneario, pocas explicaciones), “La chica del espacio exterior” (falsa ciencia ficción sexual, en primera persona), “Tiempo atrás” (c.f. directa, con viaje en el tiempo). Las tres son bastante difíciles de mantener en el tono. A largo plazo, una obra maestra de más de l.000 páginas que dejaré inédita al morir, ja ja.

 

La obra

10.¿Qué lugar ocupan los géneros literarios en tu obra?
En la obra, no creo que supere el 15 o 20 por ciento. Supongo que te referís a la policial y la ciencia ficción, que justamente suelen ser tomados como géneros NO literarios.

11.Entre La reina de las nieves –1982-, tu primer libro y Cuando Lidia vivía se quería morir –1998-, tu último libro, pueden pensarse elementos comunes: la combinación de cuentos largos y cortos, de cuentos de registros y temáticas diversas y de épocas distintas, es común que convivan en un mismo volumen cuentos escritos en los 70 y cuentos escritos en los 90. ¿Qué podés decir acerca de eso?
Muchas veces los libros se arman de acuerdo a necesidades editoriales, no personales. El que más me gustó como quedó armado es Cuando Lidia vivía se quería morir. Nueve relatos, divididos en tres partes de tres, con tema o clima semejante. Pero me gusta mucho armar y leer libros inestables, como Espacios libres de Mario Levrero, o La legión extranjera de Clarice Lispector. En cuanto a las fechas, a veces vuelvo a valorar, o lo revalora alguien que lo lee, un cuento que quedó en el candelero, y lo meto.

12.Varios de tus narradores son hombres que están ensimismados, paralizados, entumecidos por la rutina, a los que les pasa algo que viene de afuera de ellos (un encargo, una persona que los busca) que los hace “despertar”. Este es el caso de Rete Carótida y la reina de las nieves. ¿Por qué creés que este patrón se repite?
Porque por intuición adiviné que es una buena manera de enganchar al lector, que suele ser así de ensimismado, de paralizado, de entumecido por la rutina, y que quiere que lo “despierten”, cosa que trato de cumplir con el relato. En parte lo aprendí en Kafka, en Joyce, y otros de personajes semejantes. Subrayo que hay muchos relatos que no cumplen con la fórmula. Otra manera casi infalible es empezar con la frase “Afuera llovía torrencialmente”, y seguir a partir de ahí.

13.¿Por qué no publicaste ficción en los últimos 6 años?
Sí publiqué ficción, pero no en libro mío. Hice varios relatos que me gustan para antologías de textos originales, y para algunas revistas y libros. Sobre todo en los últimos años publicar un libro de cuentos se ha vuelto más difícil que la mierda.

14.¿Qué lugar ocupa la poesía en tu obra?
Muy importante.

 

El mercado

15.¿Cuál es tu relación actual con el mercado editorial?
Casi nula. Me llevo bien con algunos directores de colección y charlamos. Suelo tratarlos cuando hago traducciones o antologías.

16.¿Ganaste mucho dinero con la venta de tus libros?
Ja ja. La palabra “mucho” indica una inconsciencia grave sobre los montos que se puede ganar con la literatura, incluso siendo Osvaldo Soriano en toda su gloria.

17.Salvo casos puntuales, los autores argentinos no venden muchos libros. ¿Encontrás alguna explicación al hecho de que la literatura nacional esté condenada a las mesas de saldos?
En este momento un rollo tremendo es que casi toda la gente de entre 20 y 60 compite con gente de su misma edad y calidad. Algo muy incestuoso y narcisista. Además está el problema de “tener la vaca atada”: Cohen o Kohan sacan algo y saben que se lo van a comentar bien en Los inrockuptibles, Saccomano o Feinmann cuentan con Página 12, Guillermo Martínez o Pablo de Santis tendrán recatadas alabanzas en el recatado y soporífero suplemento de La Nación, y así de seguido. A su vez mucha de la crítica supuestamente polémica rara vez pasa de un arranque de malhumor pasajero. No hay grandes palizas reales. En caso de que se dé se convierte en la Única Gran Paliza de la Década (aunque no recuerdo ninguna). Así es difícil que salga una literatura robusta y bien alimentada, que circule electricidad. Me hace gracia cuando muy de vez en cuando veo a una escritora amiga y me pregunta con extraordinaria puntería por cada uno de los nombres que no me interesan en absoluto. En parte son los que “están de onda”, pero sólo para esa especie de fenómeno loco que es el periodismo reseñista o crítico con gran peso de la gente que enseña o estudia literatura: se va dando una homogeneidad muy embolante. Para mí que soy muy lector: imaginate para el público en general. Fue un día en que esta escritora me hizo esa serie de preguntas (en parte se debía a que por su parte los conoce personalmente), que se me reveló que en general compiten entre ellos. Casi siempre es mejor competir con Hemingway, con Arlt cuentista, con Richard Matheson, con Chejov, con Rubem Fonseca, con Fredric Brown, hasta con Lewis Carroll. Lo mejor de todo es que no los conocés personalmente y no vas a ponerte a sacarle defectillos personales, manía tan acalambrante de los escritores tomados en manada, en casi todo el mundo. Ojo: yo suelo hacerlo con gran energía y sentido del humor, cuando hablamos con algún amigo. Y ojo también: en parte hay un bloqueo meticuloso y laberíntico para que los libros lleguen a sus lectores predestinados, por parte de las mismas editoriales. Hay lavada de manos en cadena: el dueño o encargado principal suele lavarse las manos apuntando con el dedo al encargado de ventas o el director de colección, éste a su vez descarga responsabilidades en los lectores (e informadores) de originales, seres fantasmales, muy mal pagos, que suelen ver con asombro que no se publica casi nunca lo que recomiendan, y sí en cambio auténticas basuras que demolieron con energía.

18.¿Qué se te ocurre que podrían hacer los escritores y los editores para modificar esa situación?
Cambiar, de una manera inimaginable para mí. Los escritores, seguir escribiendo lo que tengan ganas, y después tratar de publicarlo en algún lugar, incluso cayendo en la humillación terrible de los premios mayores y menores (digo por los resultados que se ven con gran frecuencia).

19.¿Por qué, en el país de Borges y Cortázar, se editan tan pocos libros de cuentos?
Ja ja.

 

Los nuevos

20. ¿Qué autores surgidos en los últimos años te resultan interesantes?
Claudio Zeiger, Mariana Enríquez cuando escribe género, de una u otra manera (el último libro me pareció un esfuerzo sincero para reflejar el caos aryento actual, pero no le alcanzó para zafar de “el enfoque real”, para mi gusto), Patricia Suárez, las novelas Lanús y El equipo de los sueños de Sergio Olguín, Samanta Schweblin (ahí tienen un caso donde hay que rastrearle los relatos en revistas o Internet). Mayores: el gran Saer, el gran jugador que es Fogwill (que produce toneladas, y es un poeta de cuidado) (en lo único que resulta débil es en las polémicas). En el ojo del pez, Las plantas carnívoras y El calígrafo de Voltaire de Pablo de Santis, los cuentos de Hebe Uhart y Gustavo Nielsen, La crítica de las armas de Feinmann, Hay unos tipos abajo de Dal Masetto, Coney Island de Tabarovsky, Galimberti de Larraquy y Caballero (periodismo que es gran literatura). Cualquier libro de cuentos de Fontanarrosa (es imposible distinguir unos títulos de otros por su composición homogénea). Y dejo una cantidad de nombres y libros equivalente afuera, como pasa siempre en estas listas. Mañana lloraré, titularía Baily. O Mañana digo basta (Silvina Bullrich). Al releer la pregunta, veo que sobreentendí que se trataba de autores argentinos.

21. ¿Esos autores se diferencian de los surgidos en los 80 o en los 70 o sólo los continúan?
Ja, ja. Escribí la respuesta anterior sin leer esta pregunta. Recién ahora veo las fechas: ¡qué cortedad cronológica, qué creencia impulsiva en la velocidad de los cambios, muchachos! Me hizo acordar a un maravilloso supuesto canon de la novela rosarina que hizo la revista Riel (estupendo esfuerzo por otra parte), que recogía los títulos sólo editados en Rosario (con la excepción inexplicada de Patricia Suárez) del período ¡97 al 2003! (con un margen de un año de diferencia en ambos sentidos: no la tengo a mano en este momento). No creo que se haya producido un gran quiebre importante de ningún tipo después de Cortázar, o de Saer. Hay mucho globo inflado de dos a seis meses de duración. No cuesta imaginar periodistas culturales mal pagos que corren aterrados: ¡Necesitamos ya un fenómeno de tapa!

22.En el caso de que se diferencien, ¿cuáles son los cambios que notás en la literatura argentina producida por autores nuevos en los últimos diez años?
Ver respuesta anterior.

 

La literatura y la vida

23. ¿Qué relación existe entre la obra de un escritor y su propia vida?
Inevitable, enredada, muy interesante de descular sin caer en excesos.

24.¿Escribís acerca de personas que conociste o tus personajes son producto de tu imaginación?
Se mezclan los dos grupos.

25.¿En algún momento te autocensuraste por no lastimar u ofender a alguien?
Por supuesto: todo escritor lo hace. Es la vieja idea de Poe y Baudelaire: lo único imposible de escribir (y subrayan: totalmente imposible) es un libro que se llame Mi corazón al desnudo y que cumpla con su promesa. Previsiblemente, es un proyecto que suele atraer a los jóvenes cada cierto tiempo.

26.¿Es posible conseguir chicas diciéndoles que uno es escritor?, ¿cuál es tu experiencia en ese sentido?
Ser escritor tiene el mismo atractivo sexy que ser político, mozo de un bar de Palermo, poeta rosarino, millonario, metalúrgico, peronista o del partido ecologista. Los tipos de chicas que se atraen con cada una de esas profesiones son distintos, por supuesto. Yo me cuento a mí mismo el cuento de que soy espontáneo en el presente, en cada presente, pero cuando miro para atrás, veo que ser escritor (no hacerse el escritor, que es algo totalmente opuesto) actuó un par de veces, y estuvo muy bien.

27.¿Qué aportaron a tu escritura las distintas ciudades en las que viviste? ¿Aparte de la literatura, cuál es el arte que más te interesa? ¿Cómo influye sobre lo que escribís, tiene alguna relación?
Como la vida de un escritor tiene muchísimo que ver con su obra, inevitablemente ocurre así con las ciudades. En cada una de ellas me integré mucho a la parte de su vida cultural que me interesaba, y creo que hubo un intercambio benéfico por ambas partes. Aparte de la literatura me interesa sobre todo el cine. Me gusta escuchar música de todo tipo, pero no tengo el menor conocimiento detallado, como sí ocurre en cine y literatura. El teatro me interesa poquísimo. Todas las demás artes, incluso el teatro, influyen sobre lo que escribís.

28. A tus personajes les va mal en las relaciones amorosas. El protagonista de “Llano del sol” no consigue que su relación sentimental salga del letargo; el narrador de “La oscuridad bajo la mesa” observa fascinado cómo su mujer le es infiel; el protagonista de “Escamas, piel” no logra descifrar el misterio de la mujer que lo obsesiona; incluso Ivan, el pibe cheto de "Boomerang", que es muy distinto a tus otros personajes, intenta sin éxito deshacerse de la chica uruguaya que se levantó en plena huida a la otra orilla del Río de la Plata. ¿Qué relación podés establecer entre esos fracasos amorosos y tu concepción del amor y la pareja?
En la descripción que hace la pregunta, hay un error: Iván Garré no sólo se libra de la mujer que empieza a acosarlo (pasan apenas 3 días juntos), sino que ella misma es quien se va por sus propios medios, sin ocasionarle la menor angustia. Justamente un poco antes pasaron una serie de cosas personales que cambiaron el modo en que veía y escribía sobre las mujeres y el amor. No tengo concepciones fijas sobre ninguno de los dos temas: se aprende todo el tiempo, y la experiencia acumulada suele servir de poco en ese plano. Como en el de la vida y la muerte. O la propia literatura.

29. ¿Qué obras y qué escritores te impresionaron especialmente en tus años de escritor cachorro?
Lo de “cachorro” me hace poner colorado. Por lo que recuerdo, Matheson, Macedonio, Borges, Gudiño Kramer, lo poco que se conseguía de Wernicke, Alfred Bester, y unos 554 nombres más.

 

Pregunta final

30. Según tu punto de vista: ¿Cuál es hoy la función social del escritor?
No sé.

 

 

Entrevistadores: Zulema Lázaro, Daniela Allerbon y Ariel Bermani

 

 

 
 
el interpretador acerca del autor
 
                 

Elvio E. Gandolfo

Nació en San Rafael (Mendoza) en 1947. A muy corta edad se trasladó a Rosario, donde dirigió con su padre la revista literaria El Lagrimal Trifurca. Fue colaborador de la revista El Péndulo. Escribió notas culturales en distintos semanarios y diarios de Montevideo y Buenos Aires. Vivió alternativamente en Rosario, Piriápolis, Montevideo y Buenos Aires. Hizo abundantes traducciones, entre otros de Tennessee Williams, Pierre Choderlos de Laclos, William Shakespeare, Henry James y Tim O’Brien. Compiló varias antologías de géneros como el relato policial, la ciencia ficción y el suspenso. Dirigió durante un año y medio la Editorial Municipal de Rosario. Escribió varios libros de cuentos —La reina de las nieves (1982), Caminando alrededor (1986), Sin creer en nada (1988), Rete Carótida (1990), Dos mujeres (1992), Ferrocarriles Argentinos (1994), Cuando Lidia vivía se quería morir (1994)—, y una novela, Boomerang (1993), primera mención en el concurso Planeta.

 
   
     
 
 
 
Dirección y diseño: Juan Diego Incardona
Consejo editorial: Inés de Mendonça, Marina Kogan, Juan Pablo Lafosse
Corrección: Sebastián Hernaiz
 

Imágenes de ilustración:

Margen inferior: Antonio Berni, Team de fútbol o Campeones de barrio (detalle).